Opinión
CRÍTICA – American Vandal (Segunda Temporada)
Publicado
hace 5 añosel
La pasé realmente bien con la primera temporada de “American Vandal”. Después de todo, lo que parecía ser, al principio, una serie enfocada en un chiste extremadamente inmaduro, se convirtió en algo bastante más intrigante: una crítica a los prejuicios, la manera en que la gente joven percibe a los demás, e incluso al sistema educativo norteamericano. Se trató, pues, de un show que atrajo a un público considerablemente grande a través de una premisa sonsa e hilarante, y los mantuvo atentos gracias a un guión espectacularmente escrito, y personajes que de verdad se sentían como adolescentes, estudiantes, profesores y padres de la vida real.
¿Qué podrían hacer, entonces, lo creadores, con la segunda temporada? ¿Cómo seguir con un concepto similar, pero sin hacer que los nuevos episodios se sientan como más de lo mismo? ¿Cómo transmitir más temas relevantes a la sociedad occidental contemporánea, haciendo uso de historias igual de absurdas, pero a la vez, creíbles?
Pues eso es lo que nos lleva al “Brownout”.
Si la segunda temporada de “American Vandal” funciona tan bien, es precisamente porque logra responder aquellas preguntas de la manera más entretenida y verosímil posible. Haciendo uso de una premisa igual de hilarante que la de la primera temporada, estos últimos episodios (sí, últimos, lamentablemente) del show logran desarrollar a un nuevo grupo de personajes que se sienten muy humanos, presentándonos una historia que parece haber sido extraída directamente de los noticieros y los periódicos, pero que forma parte de una propuesta que continúa con lo establecido en la temporada anterior. Se trata, pues, y aunque no lo crean, de una temporada superior a la anterior, y de los ocho episodios de “televisión” más graciosos y adictivos que haya visto en un buen tiempo. Me demoré bastante en animarme a ver esta segunda temporada de “American Vandal”, pero valió demasiado la pena.
Al comenzar, vemos cómo los protagonistas (e investigadores) de la temporada pasada, Peter Maldonado (Tyler Álvarez) y Sam Ecklund (Griffin Gluck) viajan a un prestigioso colegio en Washington para investigar el “Brownout”. Resulta que alguien contaminó la limonada de la cafetería del colegio en hora de clases, lo cual hizo que a todos los estudiantes les dé diarrea explosiva al mismo tiempo. ¿El resultado? Una de las secuencias más asquerosas (e incómodamente graciosas) que haya visto en mucho tiempo.
El responsable de dicho evento se hace llamar el “Turd Burglar”, y ha amenazado con realizar más acciones de este tipo. Es por esto que, luego del éxito del documental anterior (el cual, dentro de este universo, y de manera muy meta, fue vendido a Netflix), Peter y Sam son llamados para realizar una nueva investigación y descubrir la identidad del Burglar. Y aunque parece que la policía encuentra al responsable en tiempo récord, nuestros protagonistas no están convencidos de que ese sea el caso. Después de todo, parece que Kevin McClain (Travis Tope), el “chico raro” de la escuela, ha sido obligado a confesar. Dispuestos a encontrar al verdadero Burglar, Peter y Sam se ponen a entrevistar a todos los maestros y estudiantes del colegio, seguros de que el culpable se encuentra muy cerca de ellos.
Vale la pena recalcar que esta segunda temporada de “American Vandal” maneja la misma estructura y estilo que la primera. Tenemos a los dos investigadores, a un posible sospechoso que ellos creen está siendo injustamente acusado, y a todo un grupo de personajes que podrían estar involucrados en el vandalismo. Si estos nuevos episodios no se sienten como más de lo mismo, es porque la situación en la que Peter y Sam se involucran es completamente diferente, lo cual le permite a los guionistas insertar nuevos giros narrativos, nuevos obstáculos, y por supuesto, nuevos elementos satíricos. Es ligeramente similar a lo que vimos antes, sí, pero a la vez… mejor.
Consideren, si no, la escuela en la que se lleva a cabo el “Brownout”. Se trata de un institución para gente de dinero, en la que estudian chicos extremamente privilegiados. Hay una chica cuyo apellido está en el nombre de la biblioteca; un jugador de básquetbol admirado por todos (profesores y estudiantes), y en general, chicos que viven en una burbuja alucinante de privilegio y poder. Consideren, si no, la secuencia en donde explican su viaje a Centro América, el cual supuestamente es para “ayudar a niños pobres”, pero que usualmente termina en pachanga y celebración. O la manera en que muchos de los profesores se comportan, dándole favoritismo a ciertos estudiantes, pensando únicamente en la reputación del colegio, y en cómo ellos pueden salir ganando. “American Vandal” se lleva a cabo en una burbuja de privilegio tóxico, la cual resulta terriblemente familiar, incluso para aquellos que no vivimos en los Estados Unidos.
Y al igual que en la primera temporada, todo este contexto está construido de manera magistral. Puede que solo sean ocho episodios, pero son más que suficientes para presentarnos a una serie de personajes que muy bien podrían haber estado basados en personas reales. Sí, muchos de ellos —como los mencionados en el párrafo anterior— están basados en arquetipos, pero poco a poco son desarrollados a través de entrevistas e interacciones con los dos protagonistas, para convertirse en seres humanos tridimensionales. Y muchas de las motivaciones detrás de sus acciones son precisas y muy creíbles; algunos son chicos que ven más allá de sus privilegios; otros quieren ser aceptados por los demás, y otros simplemente quieren cobrar venganza.
Es precisamente por esta gran cantidad de personajes secundarios tan reales, que el desarrollo de la investigación termina siendo tan emocionante y poco previsible. El show cuenta con una buena cantidad de posibles sospechosos, y muchos de ellos tienen suficientes motivaciones como para haber sido capaces de realizar los actos de vandalismo en el colegio. Súmenle a esto una serie de giros narrativos que realmente no veía venir —pero que felizmente, en retrospectiva, tienen sentido—, y esta segunda temporada de “American Vandal” se torna en un experiencia verdaderamente adictiva. Así como en la primera me moría por saber quién había dibujado los penes, acá realmente quería saber quién había causado los “Crímenes de Caca” (sí, el “Brownout” fue solo el primero de varios eventos).
Adicionalmente, “American Vandal” hace un buen uso de los medios modernos y de las redes sociales para contar su historia, pero también para desarrollar el contexto en el que se desenvuelven los adolescentes hoy en día. El “Turd Burglar”, por ejemplo, sube videos y posts sobre sus crímenes a una cuenta de Instagram, etiquetando a todos los estudiantes del colegio, y cuelgas pistas sobre sus futuros crímenes. Además, muchas de las interacciones, chismes y confesiones en el show se transmiten de manera virtual, haciendo uso de mensajes de texto, emojis y demás, lo cual le permite a “American Vandal” sentirse como un producto de nuestro tiempo. En pocas palabras, la serie parece haber sido hecha por jóvenes para jóvenes, retratando a una generación en particular de manera prácticamente perfecta. Uno de los personajes critica duramente a la misma —acusándolos de hipócritas—, pero la serie en sí simplemente presenta a los jóvenes, para que cada uno saque sus propias conclusiones.
Al igual que los capítulos anteriores, estos últimos están realizados de tal manera que parecen ser parte de una serie documental de verdad… cuando en realidad, todo es ficción. La utilización de gráficas —muchas de ellas en 3D, esta vez—, así como entrevistas, imágenes de cámaras de seguridad, recreaciones con actores diferentes a los que interpretan a los personajes “de verdad”, y por supuesto, los planos de drone, le otorgan una estética muy elegante y precisa a “American Vandal”. Sí, el tema es absurdo, y sí, nada de lo que vemos ocurrió de verdad, pero todo está presentado de tal manera que luce verosímil, y eso ayuda a que uno siga viendo capítulo tras capítulo, sin querer descansar. De hecho, me terminé viendo los ocho episodios en un solo día (estamos en cuarentena, después de todo…)
Si, al igual que yo, disfrutaron de la primera temporada de “American Vandal”, la pasarán de lo lindo con la segunda. Lo que los creadores han logrado hacer es desarrollar una historia muy al estilo de los documentales que se ven todo el tiempo en Netflix, pero basada en una premisa asquerosa y absurda, la cual termina siendo muy graciosa debido a lo mucho que se toma en serio a sí misma. Sí, maneja el mismo estilo y tono que la temporada anterior, pero funciona ligeramente mejor gracias a sus personajes creíbles, giros narrativos realmente sorprendentes, y a un comentario social inesperadamente incisivo y muy preciso. Es una pena que Netflix haya decidido cancelar “American Vandal”; ni me imagino lo que este mismo equipo creativo hubiera sido capaz de realizar para una tercera temporada. Con suerte, alguien más se animará a producirla eventualmente; estoy seguro que no soy el único que la vería con muchas ganas apenas se estrene.
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.
****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.
De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.
Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.
****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.
Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.
Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.
destacado
CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)
Publicado
hace 3 semanasel
31 octubre, 2024EPISODIO 8
****sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.
¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!
Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…
EPISODIO 9 (FINAL)
**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.
Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.
Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!