Opinión
CRÍTICA – American Vandal (Primera Temporada)
Publicado
hace 8 añosel

“American Vandal” es una serie que, inicialmente, podría sonar como una tontera, pero que gracias a la manera en que satiriza documentales estilo “Making a Murderer” y logra desarrollar un misterio sorprendentemente interesante, termina funcionando mucho más de lo que uno esperaría. Durante los primeros dos o tres capítulos uno ve esta primera temporada de “American Vandal” como una comedia tonta, juvenil… hasta que la trama lo logra atrapar, por más absurda que esta sea. Definitivamente me sorprendió.
Ahora bien, me imagino que se estarán preguntando de qué se trata “American Vandal”. Pues la repuesta es relativamente simple (y algo embarazosa). Jimmy Trato interpreta a Dylan Maxwell, un estudiante de último año en el colegio Hanover, que de la noche a la mañana es acusado de dibujar penes con aerosol en veintisiete carros que se encontraban estacionados en la escuela. A pesar de que él se declara inocente, prácticamente todo el mundo, desde los profesores hasta la administración del colegio y, por supuesto, los estudiantes, no duda de que él sea el culpable. Después de todo, Dylan es conocido como un estudiante problemático, poco inteligente y escandaloso, que encima de todo, se dedica a dibujar genitales masculinos en la pizarra de su clase de español.
Pero hay dos estudiantes que parecen creerle: Peter Maldonado (Tyler Alvarez) y Sam Ecklund (Griffin Gluck). Es por ello que, para averiguar la verdad detrás del vandalismo de los veintisiete carros, deciden hacer un documental al respecto, grabando dentro y fuera del colegio, y entrevistando tanto a profesores y estudiantes, como cualquier potencial involucrado en el supuesto crimen.
Lo brillante de “American Vandal” es que se presenta a sí mismo como un documental verdadero, cuando en realidad, no toma mucho esfuerzo darse cuenta que se trata de ficción pura. De hecho, la temporada entera está filmada y editada de tal manera que uno cree que tanto Peter como Sam se han encargado de la investigación entera, como si fuesen personas verdaderas y no personajes. Hasta los créditos iniciales de cada episodio mencionan que la serie ha sido desarrollada en coproducción con el departamento de audiovisuales de Hanover High. El equipo detrás de “American Vandal” está tan comprometido en otorgarle realismo y verosimilitud, que uno termina siguiéndoles la corriente.
Esto se debe, también, a que “American Vandal” es una perfecta sátira de este tipo de documentales, especialmente series como “Making a Murderer”, que han sido producidas por la misma Netflix. La temporada entera mantiene un tono de seriedad absoluta que contraste magníficamente con la temática infantil y francamente absurda; después de todo, si los protagonistas estuvieran conscientes de que están participando en una tontería, el resultado no sería igual de gracioso.
Estéticamente, además, “American Vandal” parodia los recursos utilizados por los documentales de manera muy precisa: desde las animaciones (demasiado profesionales para haber sido creadas por estudiantes de secundaria, dicho sea de paso) hasta los planos macro, pseudo-artísticos de transición, y las entrevistas a todos los potenciales sospechosos, “American Vandal” es tratado como un documental verdadero, a pesar de tratarse sobre un chico que, supuestamente, ha dibujado penes en un montón de carros. El uso de imágenes dramáticas en blanco y negro, así como las declaraciones de diferentes adultos, hacen del material incluso más divertido.
El desarrollo de la temporada también ayuda a que uno se “meta” en la trama. Debo admitir que para el episodio 4 ó 6 ya estaba completamente interesado en averiguar quién fue el culpable del vandalismo, muy aparte de haber estado riéndome con los aparentemente infinitos chistes sobre penes (o como lo traducen tan elocuentemente los de Netflix, “vergas”). La historia está llena de giros narrativos inesperados, el surgimiento de nuevas evidencias, sospechosos que no habían sido considerados anteriormente, y más. Es decir, “American Vandal” realiza todas las contorsiones narrativas que uno esperaría de un documental sobre un crimen serio o grave, lo cual hace que sea incluso más entretenida (y que funcione mejor como sátira).
Adicionalmente, el hecho de que la serie construya de manera tan verosímil el ambiente de colegio de secundaria estadounidense es francamente impresionante. Sí, muchos de los personajes son bastante arquetípicos, pero podría argumentarse que esa es precisamente la idea. Tenemos profesores populares, profesores jóvenes que quieren aparentar ser cool, otros que pretender ser justos pero que en realidad tienen sus propias vendettas, alumnos populares, perdedores, agrandados, nerds… en fin, cada adulto y cada niño tiene su propia personalidad muy definida, lo cual hace que Hanover que sienta como una escuela real, creíble. Además, resulta hilarante ver la investigación de cada uno de estos justos, y la manera como Peter y Sam los tratan como sospechosos, investigando eventos relacionados a ellos, desde rumores sobre… ejem… masturbaciones y encuentros sexuales, hasta romances, problemas con papás, y mucho más.
No voy a decir que “American Vandal” es una serie perfecta; algunos de los chistes de penes están de más (aunque admito que me reí con la mayoría… hey, no estoy hecho de piedra) y varios de los giros narrativos se sienten algo artificiales, o como detalles que muy fácilmente hubieran podido ser detectados mucho antes. Sin embargo, debo admitir que, en general, “American Vandal” me sorprendió; me sorprendió con su humor, con sus personajes bien desarrollados, con su misterio central impecablemente construido e inesperadamente intrigante, y con su desenlace.
Sí, el desenlace. Ahora, claramente no les quiero malograr el final (¡deben ver esta serie), por lo que no daré muchos detalles. Basta con decir, no más, que el final de esta primera temporada resultó ser más sorprendente y serio de lo que esperaba; digamos que “American Vandal” no está interesada únicamente en encontrar a la persona que “hizo las vergas”, si no también en transmitir un mensaje sobre la manera en que uno puede llegar a juzgar a otras personas mientras está en el colegio, y sobre la percepción que uno tiene sobre sus compañeros, sean amigos cercanos y meros conocidos. Definitivamente no es algo que me esperaba, pero sin embargo surge muy naturalmente del desarrollo de los protagonistas (especialmente Dylan) y la trama.
“American Vandal” es lo que todo mockumentary debería ser: completamente creíble e hilarante por momentos, pero también muy bien desarrollado (#WhoDrewTheDicks) y capaz de manejar temas algo sensibles y duros. Se trata de una primera temporada breve (son solo ocho capítulos) pero muy divertida, una de las mayores (gratas) sorpresas de este año. Se supone que Netflix producirá una segunda temporada; independientemente si siguen con los mismos personajes o si deciden contar una historia completamente diferente pero de similar corte, espero que mantengan el mismo nivel de calidad que con la primera.
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Episodio 5 – ****½ sobre *****
Lo divertido de ver series antes de la época del streaming, es que no todos los episodios tenían que avanzar con la trama general de forma explícita. De hecho, el chiste estaba en tener algunas historias que se podían sentir casi como secundarias, en donde el o la protagonista se veía involucrada en situaciones aisladas. Esa es, precisamente, la sensación que me ha dado el quinto episodio de “Daredevil: Born Again”, el cual se centra en el atraco a un banco en el que se encuentra Matt (Charlie Cox), quien había llegado para intentar sacar un préstamo con la ayuda del administrador asistente, nada más y nada menos que Yusuf Khan (Mohan Kapur), el papá de Kamala Khan / Ms Marvel.
Es así que el episodio se desarrolla como una historia que se puede disfrutar casi por sí sola, pero que contiene referencias como la anteriormente mencionada que dejan muy en claro que esta serie sí se lleva a cabo explícitamente en la MCU. Pero fuera de eso, tenemos un episodio emocionante y tenso, en el que Matt se ve obligado a usar sus poderes —básicamente, su súper sentido del oído— sin que nadie se de cuenta, actuando como un verdadero ciego y sin ponerse su traje de Daredevil. Esto resulta en un episodio increíblemente entretenido, que aprovecha bien la fecha en la que se lleva a cabo —el Día de San Patricio— así como la peligrosa situación en la que se encuentran nuestros personajes. No es un episodio mega importante, pues, pero igual lo disfruté mucho, y además, da la sensación de que establece a una misteriosa figura —el jefe de los criminales— como un villano potencial en el futuro. Habrá que esperar.
Episodio 6 – ****½ sobre *****
Es en el episodio 6 de “Daredevil: Born Again”, entonces, donde la trama comienza a avanzar un poco más —a diferencia del anterior, quienes busquen un mayor desarrollo de las líneas narrativas principales de la serie quedarán más contentos con este episodio. Es aquí que vemos como se descubre la forma en que Muse, un asesino serial/grafitero, está haciendo pintas aparentemente imborrables en las calles de Nueva York. Y también es aquí que vemos, por fin, a Matt regresar a sus andanzas, poniéndose el traje de Daredevil nuevamente, esta vez para rescatar a Angela (Camila Rodríguez) de las garras del asesino ya mencionado.
Resulta fascinante, además, ver a Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) formar un escuadrón anti-justicieros, lo que me imagino le traerá problemas más adelante tanto a Daredevil como a personajes como El Castigador. Pero lo que el episodio parece estar más interesado en decirnos es que, al convertirse de nuevo en justiciero, nuestro protagonista no se diferencia demasiado de su archienemigo. Es así que vemos como, en paralelo, Fisk y Matt se ven involucrados en peleas, con el primero sacándole la mugre al ex de Vanessa, y el segundo tratando de acabar con Muse. Entre eso, y la aparición inesperada de Jack Duquesne / El Espadachín (Tony Dalton), quien apareció por primera vez en la serie de “Hawkeye”, es que el sexto episodio de “Daredevil: Born Again” se desarrolla de forma emocionante, satisfactoria y violenta, mezclando contenido temático potente con referencias para los fans. Es decir, tanto este episodio como el anterior son de lo mejor que el show nos ha ofrecido hasta el momento.

**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Si este se siente como un episodio menor, es porque los tres primeros capítulos de “Daredevil: Born Again” han sido extremadamente buenos; es decir, la valla está alta. Sin embargo, hay mucho para disfrutar en el cuarto episodio de “Daredevil: Born Again”, desde un caso muy particular que le toca atender a Matt Murdock (Charlie Cox), hasta los esfuerzos del alcalde Fisk (Vincent D’Onofrio) por comenzar a cumplir con sus promesas de campaña y, por supuesto, el muy esperado retorno de Frank Castle / El Castigador (Jon Bernthal).
De hecho, esto último es de lo mejor que tiene el episodio para ofrecer, incluyendo una magnífica escena protagonizada por dos grandes actores dando interpretaciones fascinantes. El diálogo entre Matt y Frank hace un excelente trabajo resumiendo las posturas de ambos personajes, y más importante, dejando en claro que la muerte de Foggy será lo que siempre terminará motivando al primero en esta temporada. Puede que él se mienta a sí mismo o diga que está trabajando únicamente porque es su deber, pero todo lo que hace —especialmente ahora lo relacionado a la muerte de su último cliente, así como sus enfrentamientos con policías corruptos que usan el logo del Punisher— lo hace por Foggy. Es Frank quien le hace ver la realidad a Matt, lo cual parece traerá consigo ciertas consecuencias; ¡me muero por ver a Daredevil de regreso, con traje y todo!
Pero regresando al tema de los policías. Me encanta que “Daredevil: Born Again” no tenga miedo de meterse en temas potencialmente controvertidos, dejando en claro que buena parte de los policías que operan en la Nueva York de Fisk son corruptos y violentos, capaces de matar hasta por venganza. Va a ser interesante ver cómo el show continua desarrollando esto, especialmente ahora que Frank ha regresado. Lo mismo se puede decir sobre Wilson Fisk —algo de progreso se está haciendo con sus terapias de pareja, pero el que tenga encerrado al ex de Vanessa, Adam (Lou Taylor Pucci) en un calabozo nos dice, nuevamente, que Fisk no ha cambiado tanto. Puede que sea capaz de perdonar a Daniel (Michael Gandolfini) luego de haber cometido un error, pero igual parece que no ha terminado de esconder sus violentas tendencias. Habrá que ver qué sucede con él, y claro, de qué forma Daredevil se verá obligado a detenerlo.

****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
“Daredevil: Born Again” continua con un episodio que, por lo menos, se siente igual de satisfactorio y sorprendente que los dos primeros, siendo incluso, en ciertos aspectos, superior a ellos. Lo que tenemos acá es un capítulo dedicado casi enteramente al juicio de Hector Ayala (Kamar de los Reyes), en el que Matt (Charlie Cox) se encarga de defenderlo. Esta semana, pues, no tenemos a nuestro protagonista poniéndose el traje del personaje del título, pero eso no importa —da gusto tener un episodio enfocado en su identidad de civil, mostrándonos como a través de su trabajo como abogado también tiene que lidiar con muchos de los problemas éticos con los que se encuentra al actuar como superhéroe.
No hace falta decir, entonces, que el enfoque en el juicio funciona muy bien, permitiéndole al episodio desarrollar breves —pero intensos— momentos de palpable tensión. Resaltan el viaje por parte de un testigo importante al lugar del juicio, las revelación pública por parte de Matt de la identidad alterna de Hector (el Tigre Blanco), y por supuesto, la conclusión del juicio. Si algo de gusto acá, es ver cómo Hector es establecido y desarrollado como un buen tipo; como alguien que ha estado ayudando tanto a civiles como a policías, y que claramente sería incapaz de matar a alguien a sangre fría. Kamar de los Reyes (Q.E.P.D.) hace un estupendo trabajo interpretando a Hector, mostrándolo como alguien que simplemente se dedica a hacer lo correcto, incluso cuando eso puede traer consigo graves consecuencias.
Y eso es precisamente lo que termina sucediendo acá. Ver como Hector es finalmente asesinado, y encima por alguien que lleva el símbolo del Castigador en su ropa, resulta desgarrador. Al igual que ver a Matt hablar por fin sobre Foggy (Elden Henson) con su su cuasi novia, Heather (Margarita Levieva). Y hasta la trama secundaria con Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) resulta intrigante, especialmente cuando hacia el final lo vemos dando una entrevista en la que se queja del resultado del juicio a Hector. Ver como se discute y maneja el tema de los “vigilantes” a nivel político es más interesante de lo que suena, y es lo que hace que “Daredevil: Born Again” sea algo más que un simple show de personajes en spándex dándole a palazos. Si “Daredevil: Born Again” comenzó con el pie derecho con los primeros dos episodios, este tercero sirve para establecerlo como una serie con harto potencial que espero no vaya a ser desperdiciado.

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