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*ALERTA DE SPOILERS*
Y llegamos al final. Tendremos que esperar, mínimo, un par de años más para poder disfrutar de la siguiente temporada de “Andor”, lo cual, como seguramente se imaginarán, me pone increíblemente triste. Pero a la vez, he quedado realmente sorprendido con lo excelente que ha sido esta primera temporada —lo que Tony Gilroy y su equipo han logrado hacer es entregarnos una historia tensa, intrigante y expertamente construida, centrada en temas relacionados a la explotación, el facismo, la discriminación, y por supuesto, la esperanza por un futuro mejor. “Andor” es, curiosamente, una serie muy distinta a todo lo que ha hecho “Star Wars” antes, pero a la vez, y gracias a su temática política, es también una propuesta muy parecida a lo que George Lucas hubiese hecho de seguir trabajando como director y guionista.
Este final, pues, y como se deben imaginar, es todo lo que el show merecía: un desenlace emotivo y emocionante, que debería ser capaz de convertir al espectador más cínico en un fanático de la serie. El funeral de Maarva (Fiona Shaw) es tratado con respeto e importancia, sirviendo, además, como un potente llamado a la acción para los habitantes de Ferrix: un llamado a la revolución, a enfrentarse al tiránico Imperio que poco o nada respeta a la gente está oprimiendo. El episodio comienza desarrollado tensión de manera gradual, para finalmente explotar luego de que los Imperiales apagan el holograma con el poderoso mensaje de Maarva, haciendo que los habitantes de Ferrix se enfrenten a ellos. Tenemos a casi todos los personajes importantes en el mismo lugar (Cassian, Syril, Luthen, Dedra, y hasta una perturbada Bix), pero muchos ni se encuentran en persona. Esto se siente muy natural.

Resulta impactante, por otro lado, ver ya las consecuencias de las acciones de estos personajes: las consecuencias de las peleas en las que Cassian se ha metido; las consecuencias de la manipulación de Luthen; y por qué no, los sacrificios que Mon Mothma ha tenido que hacer en nombre de la rebelión, los cuales, desgraciadamente, involucran el futuro de su hija. El final de “Andor” es esperanzador hasta cierto punto, pero también emocionalmente desgarrador. Esta siempre ha sido una serie sobre lo difícil que es montar una rebelión, pero también sobre lo difícil que es para un Imperio mantener el orden y la opresión. Los personajes de ambos bandos sufren las consecuencias de sus acciones, por más complicadas que puedan ser.
Y la escena post-créditos… Uf. Solo diré que es un beso de chef, y que la deben ver con sus propios ojos. No es solo un poco de fan service, si no también una conexión bastante poética con uno de los arcos narrativos más efectivos de la temporada. Todo en “Andor” está interconectado, y nada es casual. ESTO es una serie. La espera de dos años se me va a hacer eterna.