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CRÍTICA – Bridgerton (Primera Temporada)

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Si “Bridgerton” se ha convertido rápidamente en la serie original más vista en la historia de Netflix, es porque el público ha respondido a lo que el show tiene para ofrecer. Puede ser el drama ligero, las actuaciones sorprendentemente sólidas, o el elemento romántico de la trama. O puede que se deba a que es fantasía pura, una suerte de reinterpretación de la historia —especialmente, de la era Regency en Inglaterra—, en donde no se respeta mucho la exactitud histórica, pero sí los dramas que se vivían en aquella época, especialmente relacionados a los roles de género, y a la obsesión que la gente de poder y dinero tenía con el matrimonio y la continuación de sus linajes. Puede que “Bridgerton” no esté interesado en los detalles históricos, pero sí en una visión algo general de las problemáticas de la época.

Pero me estoy adelantando. Ya que, por más de que “Bridgerton” incluya algunos elementos de interés, tampoco se puede argumentar que sea una gran serie ni mucho menos. De hecho, hasta se podría decir que es una producción bastante telenovelesca, con varios conflictos que se sienten artificiales —o que podrían resolverse rápidamente si es que los personajes realmente se comunicaran entre sí—, y caracterizaciones algo cuestionables. Pero como suele pasar con varias series de Netflix, “Bridgerton” se ve extremadamente beneficiada por el famoso binge watch: se trata, pues, de uno de los shows más adictivos que haya consumido en mucho tiempo, tanto así que me vi la primera temporada en tan solo un par de días (y lo hubiera hecho en uno solo, si es que no tuviese otras cosas que hacer). No podemos negar, entonces, el buen ritmo que maneja, y la gran utilización de los cliffhangers al final de cada episodio, que motivan al espectador a seguir absorbiendo la historia.

¿Estoy defendiendo lo indefendible? No creo. Por más de que no sea ARTE, hay que admitir que “Bridgerton” es un producto pulcro, hecho con profesionalismo, con mucho qué destacar tanto delante como detrás de cámaras. Ayuda, además, el que esté basado en una novela muy popular, lo cual ya de por sí hace que exista un público que esté interesado en el producto por default. Sí, el PRODUCTO: “Bridgerton”, nuevamente, no es ARTE, pero sí un show manufacturado para un público en específico, fanático de las historias de época, románticas y algo anacrónicas. Curiosamente, no me considero parte de dicho público, y sin embargo consumí la serie de manera rápida y furiosa, interesándome en los personajes y sus problemas (algo ridículos para nuestra sociedad contemporánea). De repente es ahí donde radica la genialidad de “Bridgerton”.

¿Pero de qué trata la serie? Pues la historia se lleva a cabo en la Inglaterra del siglo 19, y tiene como protagonista a la joven Daphne Bridgerton (Phoebe Dynevor), una chica privilegiada, perteneciente a una familia acaudalada, obsesionada con la idea del matrimonio y del amor verdadero. La serie nos cuenta todas sus pruebas y tribulaciones, involucrándose con un conde llamado Simon Basset (Regé-Jean Page) que, curiosamente, no cree en el matrimonio, e interactuando tanto con otros posibles pretendientes, como con las chicas de la familia Featherington, quienes no tienen la misma suerte en el amor. Todo es narrado, además, con la voz en off de Lady Whistledown (¡Julie Andrews!), quien publica un panfleto semanal con todos los chismes de la gente privilegiada de Londres. Esto último, de hecho, hizo que las comparaciones entre “Bridgerton” y “Gossip Girl” sean inevitables… y francamente, totalmente entendibles.

En lo que se refiere a tono, “Bridgerton” se siente como una serie adolescente tradicional, pero que se lleva a cabo en la era Regency del Reino Unido. El foco de la trama son los personajes jóvenes: Daphne, por supuesto, pero también su hermana Eloise (quien está obsesionada con descubrir la verdadera identidad de Lady Whistledown), Penelope Featherington (quien busca el amor en el lugar equivocado), su hermano Anthony Bridgerton (sobreprotector, intenso) y Marina Thompson (quien llegó a vivir a la casa de los Featherington, ansiosa por recibir noticias de su novio, quien pelea en una guerra). Los personajes son variados, y aunque muchos tienen caracterizaciones algo genéricas o planas, al menos logran diferenciarse bastante entre ellos, como para que el espectador pueda entender sin problemas sus motivaciones y conflictos.

Lo cual, evidentemente, está muy relacionado a la “modernidad” de “Bridgerton”. Porque, a pesar de que la historia se lleva a cabo a principios del siglo 19, muchas de las actitudes de los personajes se sienten como extraídas del siglo 21. Esto se refleja claramente en el personaje de Eloise, quien habla frecuentemente sobre los roles de género de la época, sobre como ella tiene sus propios objetivos y no está interesada en el matrimonio, y hasta de cómo las mujeres son tratadas como inferiores en la Londres del siglo 19. Se siente algo anacrónico, es cierto, y carece de sutileza, pero a la vez, va muy bien con la propuesta general de la serie. Ayuda, además, el que Claudia Jessie interpreta a Eloise con convicción, desarrollándola como una chica con obsesiones algo infantiles, pero a la vez, algo de madurez emocional.

De hecho, las actuaciones son todas bastante decentes, lo cual ayuda a sobrellevar de manera más fácil el diálogo frecuentemente absurdo y por momentos hasta ridículo. Phoebe Dynevor está muy bien como Daphne, interpretando a nuestra protagonista como una mujer poco preparada para el mundo real y para las relaciones románticas y/o sexuales —el show hace un gran énfasis, incluso, en lo poco que sabe sobre el sexo, especialmente considerando lo cerca que está a casarse (y más importante, a tener una luna de miel). Nicola Coughlan destaca como Penelope Featherington, uno de los miembros más ignorados de dicha familia; la sufrida Marina Thompson de Ruby Barker es de los personajes que más empatan causan, y René-Jean Page interpreta a Simon como un hombre complicado, algo tóxico incluso —lo cual hace que el “romanticismo” de su relación con Daphne sea algo cuestionable—, pero previsiblemente apuesto. Y de los adultos, resaltan Ruth Gemmell como Lady Violet Bridgerton, Ben Miller (Bough en “Johnny English”) como un Lord Featherington con varios problemas de apuestas, y Adjoa Andoh como la sarcástica Lady Danbury.

Ahora bien, es imposible escribir sobre “Bridgerton” sin mencionar el “cásting daltónico” de los personajes. Con esto me refiero a que, como parte de la propuesta anacrónica de la serie, los personajes —tanto secundarios como principales— son interpretados por actores de todo tipo de color y ascendencia. Esta es la prueba máxima de que la precisión histórica no es una de las prioridades del show —pero también resulta en algunas caracterizaciones desafortunadas, como el tener a la mayoría de protagonistas como personajes blancos, y a muchos de los personajes negros como villanos o intereses románticos de personalidades cuestionables. Además, desde un inicio asumí que, al ser un “cásting daltónico”, nadie dentro de la ficción diría nada al respecto… hasta que vi una escena en particular, en donde uno de los personajes da a entender que la gente negra se volvió parte de la clase alta, cuando el Rey de Inglaterra decidió casarse con una mujer morena. Dicho momento confirma que “Bridgerton” se lleva a cabo en una línea de tiempo alterna, diferente a la nuestra, pero francamente, al ser tan breve, me dejó con más preguntas que respuestas.

Adicionalmente, los realizadores utilizan otros recursos para dar a entender que se trata de una versión modernizada —o como ya se dijo, alterna— de la era Regency de Inglaterra. La banda sonora, aunque usualmente tradicional, hace uso de canciones pop contemporáneas, interpretadas con instrumentos clásicos —me dio risa, por ejemplo, cuando en una escena comenzó a sonar “Thank you, Next” de Ariana Grande, tocada con violines. Y el show en general es bastante más explícito y sexual que la historia de época promedio; aunque considerando todo lo que había leído en redes sociales, pensé que iba a ser peor. De hecho, el contenido sexual comienza recién en el quinto episodio, y es parte importante del crecimiento de Daphne como personaje —como se mencionó líneas arriba, es alguien que sabía poco o nada sobre sexo antes de casarse, y que al estar con alguien por primera vez, comienza a disfrutar muchísimo del mismo. Las escenas de sexo, además, no están dirigidas de manera gratuita, y de hecho, carecen —en su mayoría— del infame male gaze, concentrándose más en la conexión entre los personajes, que en planos innecesarios de traseros o senos.

Si nada de lo ya expuesto los convence de ver “Bridgerton”, entonces nada lo hará. Lo que tenemos acá es una serie anacrónica y fantástica, que se desarrolla como parte de una historia alterna en donde la gente de diferentes orígenes y colores de piel conviven armoniosamente… pero donde, curiosamente, todavía existe la pobreza y los roles de género muy estrictos que uno esperaría de una sociedad occidental del siglo 19. Como se dijo líneas arriba; no es ARTE, y por momentos puede ser extremadamente melodramático e inverosímil. Pero se consume fácilmente, y está hecho con suficiente cuidado, como para que no resulte aburrido o frustrante. Entiendo perfectamente por qué “Bridgerton” terminó siendo tan popular —es como algodón de azúcar, dulce y sabroso, pero bastante vacío y poco nutritivo. Sin embargo, estaré esperando con ansias la ya anunciada segunda temporada… ¡y no me duele (tanto) admitirlo!

Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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CRÍTICA: Daredevil: Born Again – Episodios 5 y 6

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*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Episodio 5 – ****½ sobre *****

Lo divertido de ver series antes de la época del streaming, es que no todos los episodios tenían que avanzar con la trama general de forma explícita. De hecho, el chiste estaba en tener algunas historias que se podían sentir casi como secundarias, en donde el o la protagonista se veía involucrada en situaciones aisladas. Esa es, precisamente, la sensación que me ha dado el quinto episodio de “Daredevil: Born Again”, el cual se centra en el atraco a un banco en el que se encuentra Matt (Charlie Cox), quien había llegado para intentar sacar un préstamo con la ayuda del administrador asistente, nada más y nada menos que Yusuf Khan (Mohan Kapur), el papá de Kamala Khan / Ms Marvel.

Es así que el episodio se desarrolla como una historia que se puede disfrutar casi por sí sola, pero que contiene referencias como la anteriormente mencionada que dejan muy en claro que esta serie sí se lleva a cabo explícitamente en la MCU. Pero fuera de eso, tenemos un episodio emocionante y tenso, en el que Matt se ve obligado a usar sus poderes —básicamente, su súper sentido del oído— sin que nadie se de cuenta, actuando como un verdadero ciego y sin ponerse su traje de Daredevil. Esto resulta en un episodio increíblemente entretenido, que aprovecha bien la fecha en la que se lleva a cabo —el Día de San Patricio— así como la peligrosa situación en la que se encuentran nuestros personajes. No es un episodio mega importante, pues, pero igual lo disfruté mucho, y además, da la sensación de que establece a una misteriosa figura —el jefe de los criminales— como un villano potencial en el futuro. Habrá que esperar.

 

Episodio 6 – ****½ sobre *****

Es en el episodio 6 de “Daredevil: Born Again”, entonces, donde la trama comienza a avanzar un poco más —a diferencia del anterior, quienes busquen un mayor desarrollo de las líneas narrativas principales de la serie quedarán más contentos con este episodio. Es aquí que vemos como se descubre la forma en que Muse, un asesino serial/grafitero, está haciendo pintas aparentemente imborrables en las calles de Nueva York. Y también es aquí que vemos, por fin, a Matt regresar a sus andanzas, poniéndose el traje de Daredevil nuevamente, esta vez para rescatar a Angela (Camila Rodríguez) de las garras del asesino ya mencionado.

Resulta fascinante, además, ver a Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) formar un escuadrón anti-justicieros, lo que me imagino le traerá problemas más adelante tanto a Daredevil como a personajes como El Castigador. Pero lo que el episodio parece estar más interesado en decirnos es que, al convertirse de nuevo en justiciero, nuestro protagonista no se diferencia demasiado de su archienemigo. Es así que vemos como, en paralelo, Fisk y Matt se ven involucrados en peleas, con el primero sacándole la mugre al ex de Vanessa, y el segundo tratando de acabar con Muse. Entre eso, y la aparición inesperada de Jack Duquesne / El Espadachín (Tony Dalton), quien apareció por primera vez en la serie de “Hawkeye”, es que el sexto episodio de “Daredevil: Born Again” se desarrolla de forma emocionante, satisfactoria y violenta, mezclando contenido temático potente con referencias para los fans. Es decir, tanto este episodio como el anterior son de lo mejor que el show nos ha ofrecido hasta el momento.

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CRÍTICA: Daredevil: Born Again – Episodio 4

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**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Si este se siente como un episodio menor, es porque los tres primeros capítulos de “Daredevil: Born Again” han sido extremadamente buenos; es decir, la valla está alta. Sin embargo, hay mucho para disfrutar en el cuarto episodio de “Daredevil: Born Again”, desde un caso muy particular que le toca atender a Matt Murdock (Charlie Cox), hasta los esfuerzos del alcalde Fisk (Vincent D’Onofrio) por comenzar a cumplir con sus promesas de campaña y, por supuesto, el muy esperado retorno de Frank Castle / El Castigador (Jon Bernthal).

De hecho, esto último es de lo mejor que tiene el episodio para ofrecer, incluyendo una magnífica escena protagonizada por dos grandes actores dando interpretaciones fascinantes. El diálogo entre Matt y Frank hace un excelente trabajo resumiendo las posturas de ambos personajes, y más importante, dejando en claro que la muerte de Foggy será lo que siempre terminará motivando al primero en esta temporada. Puede que él se mienta a sí mismo o diga que está trabajando únicamente porque es su deber, pero todo lo que hace —especialmente ahora lo relacionado a la muerte de su último cliente, así como sus enfrentamientos con policías corruptos que usan el logo del Punisher— lo hace por Foggy. Es Frank quien le hace ver la realidad a Matt, lo cual parece traerá consigo ciertas consecuencias; ¡me muero por ver a Daredevil de regreso, con traje y todo!

Pero regresando al tema de los policías. Me encanta que “Daredevil: Born Again” no tenga miedo de meterse en temas potencialmente controvertidos, dejando en claro que buena parte de los policías que operan en la Nueva York de Fisk son corruptos y violentos, capaces de matar hasta por venganza. Va a ser interesante ver cómo el show continua desarrollando esto, especialmente ahora que Frank ha regresado. Lo mismo se puede decir sobre Wilson Fisk —algo de progreso se está haciendo con sus terapias de pareja, pero el que tenga encerrado al ex de Vanessa, Adam (Lou Taylor Pucci) en un calabozo nos dice, nuevamente, que Fisk no ha cambiado tanto. Puede que sea capaz de perdonar a Daniel (Michael Gandolfini) luego de haber cometido un error, pero igual parece que no ha terminado de esconder sus violentas tendencias. Habrá que ver qué sucede con él, y claro, de qué forma Daredevil se verá obligado a detenerlo.

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CRÍTICA: Daredevil: Born Again – Episodio 3

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

“Daredevil: Born Again” continua con un episodio que, por lo menos, se siente igual de satisfactorio y sorprendente que los dos primeros, siendo incluso, en ciertos aspectos, superior a ellos. Lo que tenemos acá es un capítulo dedicado casi enteramente al juicio de Hector Ayala (Kamar de los Reyes), en el que Matt (Charlie Cox) se encarga de defenderlo. Esta semana, pues, no tenemos a nuestro protagonista poniéndose el traje del personaje del título, pero eso no importa —da gusto tener un episodio enfocado en su identidad de civil, mostrándonos como a través de su trabajo como abogado también tiene que lidiar con muchos de los problemas éticos con los que se encuentra al actuar como superhéroe.

No hace falta decir, entonces, que el enfoque en el juicio funciona muy bien, permitiéndole al episodio desarrollar breves —pero intensos— momentos de palpable tensión. Resaltan el viaje por parte de un testigo importante al lugar del juicio, las revelación pública por parte de Matt de la identidad alterna de Hector (el Tigre Blanco), y por supuesto, la conclusión del juicio. Si algo de gusto acá, es ver cómo Hector es establecido y desarrollado como un buen tipo; como alguien que ha estado ayudando tanto a civiles como a policías, y que claramente sería incapaz de matar a alguien a sangre fría. Kamar de los Reyes (Q.E.P.D.) hace un estupendo trabajo interpretando a Hector, mostrándolo como alguien que simplemente se dedica a hacer lo correcto, incluso cuando eso puede traer consigo graves consecuencias.

Y eso es precisamente lo que termina sucediendo acá. Ver como Hector es finalmente asesinado, y encima por alguien que lleva el símbolo del Castigador en su ropa, resulta desgarrador. Al igual que ver a Matt hablar por fin sobre Foggy (Elden Henson) con su su cuasi novia, Heather (Margarita Levieva). Y hasta la trama secundaria con Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) resulta intrigante, especialmente cuando hacia el final lo vemos dando una entrevista en la que se queja del resultado del juicio a Hector. Ver como se discute y maneja el tema de los “vigilantes” a nivel político es más interesante de lo que suena, y es lo que hace que “Daredevil: Born Again” sea algo más que un simple show de personajes en spándex dándole a palazos. Si “Daredevil: Born Again” comenzó con el pie derecho con los primeros dos episodios, este tercero sirve para establecerlo como una serie con harto potencial que espero no vaya a ser desperdiciado.

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