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CRÍTICA – Drácula (miniserie)
Publicado
hace 4 añosel
La historia de “Drácula” ha sido contada cientos de veces en diferentes medios, desde el cine, hasta la televisión, y por qué no, incluso las radionovelas. El libro de Bram Stoker, de hecho, ha inspirado muchísimas historias, algunas muy fieles al material original, y otras…. no tanto. “Bram Stoker’s Dracula”, por ejemplo, se me viene a la mente como una adaptación bastante fiel a la novela original —puede que la película del gran Francis Ford Coppola no cuente con todos los detalles de la historia del libro, pero hace un buen trabajo a la hora de adaptarlo al formato de cine, manteniendo su esencia, y sin cambiar la narrativa de manera exagerada. Termina siendo, al menos, mucho más fiel que algo como “Drácula 2000”.
Cuando la BBC anunció, entonces, que le encargaría una nueva adaptación de “Drácula” a Mark Gatiss y Steven Moffat (“Sherlock”), en un formato de miniserie de tres episodios, me emocioné bastante. Teníamos acá, pues, una oportunidad perfecta para adaptar la novel de Stoker de manera mucho más fiel y detallada, aprovechando la mayor duración de una miniserie para incluir la mayoría de personajes secundarios y subtramas que usualmente son obviadas en los largometrajes para cine. Después de todo, por más que la historia de “Drácula” haya sido contada, como mencioné líneas arriba, cientos de veces por diferentes directores y guionistas, no creo, todavía, que exista una versión definitiva de la novela. Para el personaje tenemos varias opciones (Bela Lugosi, Christopher Lee, hasta Richard Roxbourgh…). ¿Pero para la novela en sí? No creo.
Pueden imaginar mi decepción, entonces, cuando me di con la sorpresa de que “Drácula” no es una adaptación particularmente fiel de la obra de Stoker. Lo que comienza como una historia que homenajea de manera bastante efectiva aquella historia original, llevándose a cabo en los 1800s, y presentando a personajes clásicos como Jonathan y Mina Harker, y por supuesto, el mismísimo Conde en Transilvania, se va transformando poco a poco en algo completamente distinto y bastante más…. digamos, arriesgado. Y no tendría ningún problema con dicha decisión creativa, en realidad, si es que el resultado final no fuese tan frustrante. “Drácula” es una de las miniseries más desiguales que jamás haya visto; es una mezcla de lo brillante, lo cuestionable y lo simplemente terrible, lo cual resulta en una experiencia entretenida, pero por momentos, bastante confusa.
“Drácula” comienza más o menos cómo uno esperaría. Tenemos a un desfigurado Jonathan Harker (John Heffernan), que se encuentra bajo el cuidado de una monja poco convencional llamada Agatha (Dolly Wells), a quien le está contando sobre su estadía en el castillo del Conde Drácula (Claes Bang) en Transilvania. Es así que nos enteramos de que Harker fue enviado a dicho lugar para que el Rey de los Vampiros absorba su fuerza vital, y pueda tener la suficiente fuerza y vigor como para viajar a Inglaterra y encontrar nuevas (y más interesantes) víctimas. Agatha, sin embargo, no piensa dejar que esto suceda, por lo que en el segundo episodio, vemos como su viaje en barco al Reino Unido no concluye de la misma manera que en la novela. Es ahí donde Gatiss y Moffat comienzan a introducir novedades, y donde la narrativa comienza a tomar decisiones bastante… cuestionables.
No pienso incluir spoilers en este texto, así que no se preocupen por eso. Solo diré que “Drácula” funciona muy bien durante el primer episodio, se torna algo desigual durante el segundo, y se convierte en algo incomprensible y frecuentemente tonto en el tercero. Pero comenzando con lo positivo: el primer episodio hace un buen trabajo introduciendo los personajes (incluyendo a la Hermana Agatha, el personaje más intrigante de la serie), desarrollando un buen nivel de tensión, y convirtiendo a Drácula en una amenaza verdaderamente terrible. Disfruté muchísimo, además, de esta versión del castillo del vampiro: un laberinto de escaleras, pasadizos y sombras, en donde resulta muy fácil perderse y volverse loco.
La serie, además, introduce algunas novedades que resultan fascinantes a nivel temático. Las moscas son utilizados como un símbolo de la muerte, siempre presentes cuando Drácula está a punto de matar a alguien, o cuando alguno de los personajes encuentra a una de sus víctimas. Además, la serie presenta algunos cuestionamientos interesantes sobre la Iglesia, más que nada a través de Agatha, posiblemente una de las monjas menos convencionales que haya visto en un buen tiempo (y esto viene de alguien que acaba de terminar una serie de Netflix llamada “Monja Guerrera”). Me encantó, además, la primera justificación que da Drácula para explicar el miedo que le tiene a los crucifijos (la verdadera razón, sin embargo, es bastante menos satisfactoria, y forma parte del desenlace anticlimático de la serie).
Pero como mencionaba líneas arriba: es en el segundo capítulo donde todo comienza a irse al diablo (ja), y donde las novedades introducidas por Gatiss y Moffat comienzan a sentirse como detalles gratuitos e innecesarios para esta historia en particular. Personajes son introducidos de los que sabemos poco o nada, Drácula comienza a actuar de manera bastante idiota —luego de que fue establecido como un hombre (¿?) muy culto e inteligente—, y aunque la dirección de fotografía se esfuerza para crear algo de atmósfera, un barco en medio del mar jamás podrá reemplazar al impresionante castillo en Transilvania. Y como ya di a entender antes: una vez que llegamos al tercer (y último) episodio, todos estos defectos se incrementan, haciendo que “Drácula” concluya de manera increíblemente frustrante e ilógica.
Del cásting no me puedo quejar, al menos. Claes BANG (gran nombre) interpreta a Drácula como una criatura elegante y astuta, siempre dispuesto a aparentar ser benevolente, pero que a la vez, sabe cuándo actuar de manera salvaje y directa. Consideren, si no, su enfrentamiento con las monjas en el primer episodio (amé la manera en que “se sale” de su “traje” de lobo), o sus acciones en el barco. Lo mejor del trabajo de Bang, además, es que uno claramente puede ver algunas influencias de otros Dráculas en su conducta, pero nunca llega a sentirse como una pálida imitación. Él convierte al personaje en algo propio, y por ende, destaca y fascina, incluso cuando el guion termina por decepcionarlo (sí, me refiere específicamente al tercer episodio, por si no era obvio).
Me gustó, también, el trabajo de Dolly Wells como Agatha. Decir mucho sobre su caracterización y su verdadera identidad implicaría incluir spoilers (y no pienso hacerlo), así que solo diré que su interpretación de una monja poco convencional resulta fascinante, y le otorga algunos momentos de ligereza a una historia potencialmente deprimente y oscura. De hecho, ella termina siendo la verdadera protagonista de la historia (incluso más que el mismísimo Drácula), por lo que ayuda el que le otorgue algo de carisma y personalidad a Agatha. Como Jonathan Harker, John Heffernan no hace un mal trabajo; Morfydd Clark destaca como Mina (a pesar de que no tenga mucho qué hacer); y Lydia West hace lo que puede con Lucy, una versión completamente distinta (y frustrante) del personaje original del libro.
No me animaría a decirles que no vean “Drácula”; por más de que se trate de una serie increíblemente fallida e irregular, trae consigo suficientes elementos de interés, como para que valga la pena consumirla. Además, como solo consiste de tres episodios de hora y media de duración, se puede ver realmente rápido (yo me vi la serie entera de corrido). Si “Drácula” funciona, es gracias a las actuaciones centrales (Claes BANG! está genial, al igual que Dolly Wells), la cinematografía (lúgubre, atmosférica, frecuentemente bella) y algunas de las novedades narrativas y de caracterización. Sin embargo, una vez que el show decide alejarse completamente de su fuente de inspiración, es que uno termina perdiendo interés, y aburriéndose debido a una seguidillas de decisiones creativas cuestionables. Puede que “Drácula” concluya más con un silencioso gemido que con un ruidoso BANG! (ja), pero al menos comienza de manera suficientemente intrigante y entretenida, como para que no pueda ser considerada como un fracaso total. Habrá que seguir esperando para ver una adaptación fiel de la novela de Stoker, entonces…. no queda otra.
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.
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Philomena Cunk (no confundir su apellido con… otra palabra en inglés) es un personaje del que quizás no sepamos demasiado acá en Latinoamérica, pero que poco a poco ha ido ganando adeptos, más que nada gracias a las redes sociales. Originándose en la serie mockumental de Charlie Brooker Weekly Wipe, Cunk fue presentada al inicio —y hasta cierto punto, todavía— como una reportera no muy inteligente y de ideas curiosas, y a partir de ahí fue siendo desarrollada a través de nuevos proyectos. Es decir, poco a poco, Cunk fue cobrando más importancia, lo cual resultó en una miniserie como “Cunk on Britain” (la cual, desgraciadamente, no está disponible en Latinoamérica… legalmente).
La buena noticia, sin embargo, es que la segunda miniserie de Cunk fue coproducida entre la BBC y Netflix, lo cual quiere decir que sí está disponible en nuestra zona del mundo. Y para el agrado tanto de los fanáticos como de quienes recién estén descubriendo al personaje, “Cunk on Earth” es tan graciosa, ácida e imprevisible como su predecesora. Lo que tenemos acá, de hecho, es una sátira de miniserie documental en donde la buena Philomena pasa por diferentes lugares del mundo (ya sea de verdad, o con pantallas chroma… ya cada uno decidirá cuál es la verdad), hablándonos sobre la historia y el desarrollo de la humanidad. Comenzando con los hombres primitivos, pasando por la edad media, el renacimiento, la revolución industrial, y apropiadamente culminando en el presente, Cunk nos habla de mucho, lo cual puede resultar hasta un poco agobiante.
Pero no importa. Porque como se deben imaginar, “Cunk on Earth” funciona gracias al ritmo ágil que maneja —solo cuenta con cinco episodios de menos de media hora cada uno—, y por supuesto, al sentido del humor de su presentadora. Porque Philomena Cunk sigue siendo un personaje curioso, que por momentos actúa de manera muy estúpida, y en otros con una curiosidad digna de una niña que recién está descubriendo el mundo (apropiado para esta serie, además). Y Diane Morgan la interpreta con una seriedad perfecta, recitando diálogos francamente absurdos sin esbozar ni media sonrisa, dejando en claro que tanto ella como el creador de la serie, Charlie Brooker, saben que mientras más serio sea el tono de la cuestión, más risas causarán en el espectador.
Lo cual no quiere decir que Philomena sea un personaje plano o poco interesante. De hecho, todo lo contrario. Da risa no solo escucharla hacer las preguntas más estúpidas posibles a profesores de Cambridge o de Oxford, si no que también participa de secuencias físicamente entretenidas. Destaca, por ejemplo, una escena en la que se mete a un castillo medieval, y comienza a recrear una supuesta escena cotidiana de la época, señalando diferentes partes del ambiente mientras se incluyen los efectos de sonido apropiados en postproducción. Todo es resuelto en un plano secuencia, lo que ya de por sí es impresionante, pero además va escalando. Comienza de forma bastante verosímil (con Philomena mencionando a caballeros y reyes y súbditos), pero termina incluyendo elementos fantásticos que simplemente hicieron que llorara de la risa.
Y es ahí, obviamente, donde radica la genialidad de “Cunk on Earth”: es una excelente parodia, que maneja los mismos elementos narrativos y estilísticos de la serie documental promedio de la BBC, pero con una presentadora que poco o nada sabe del tema del que está hablando. No, no todos los gags funcionan —algunas referencias a cultura popular pueden sentirse forzadas, a decir verdad—, pero el ritmo de inclusión de chistes es tan rápido y furioso, que si alguno no funciona, uno no debe preocuparse: el siguiente viene pronto, y lo más probable es que sí dé risa. Consideren, si no, la múltiples malas pronunciaciones por parte de Cunk de palabras complicadas (o no tan complicadas, como “Biblia”), o ciertos comentarios sardónicos sobre problemas contemporáneos, muchos relacionados a la religión o la tecnología.
“Cunk on Earth” usa, además, ciertos recursos puramente audiovisuales para hacernos reír. Está la sección en la que Cunk habla sobre el islamismo, la cual es simplemente “cortada” de la emisión por ser ofensiva. O la frecuente inclusión de la canción “Pump Up the Jam” de Technotronic. O la aparición de cierto comercial para un resort mexicano en el que Cunk DEFINITIVAMENTE se quedó, porque DEFINITIVAMENTE estuvo grabando en México para la serie. Elementos como esos hay varios, y honestamente, la mayoría ayudan a que los cinco episodios del show pasen rápido, resulten inesperadamente informativos, y por supuesto, lo hagan matarse de risa a uno. “Cunk on Earth” es presentada, pues, como una miniserie de bajo presupuesto, y como una miniserie que sabe que tiene un bajo presupuesto.
Además, el show cuenta con algunos momentos inesperadamente humanos o hasta informativos, lo cual contrasta perfectamente con toda la ridiculez. Muchos de los invitados de Philomena —científicos, profesores, investigadores, ingenieros, y más… ¡todos reales!— son capaces de responder a sus preguntas absurdas con reflexiones bastante honestas, y la mayoría de episodios son capaces de decirnos algo interesante sobre la religión, la guerra, el desarrollo tecnológico, o la naturaleza humana. Y aunque sé que es parte de la parodia, me sorprendió cuando Cunk se puso a llorar al enterarse de que la perrita Laika murió cuando fue enviada al espacio por los rusos durante la Guerra Fría —un momento de inesperada humanidad para un personaje que, por lo demás, es una caricatura.
La pasé muy bien con “Cunk on Earth”. Me vi todos los episodios en menos de un día, no solo porque son pocos y porque son cortos, si no porque resultan adictivos. Cada uno maneja un tema y una época en específicos, lo cual lo motiva a uno a seguir viendo hasta el final. Y por supuesto, todos manejan un excelente estilo del humor y un nivel de calidad súper alto, lo cual ayuda a que uno siempre diga al final de cada episodio: “¿y si veo el siguiente?”. Nuevamente, no todos los gags funcionan, pero aquellos que no dan risa son la minoría, en realidad, y entre la excelente actuación de Morgan, el ocasional comentario social y político, la ridiculez de la premisa, y la seriedad del tono —y los invitados—, “Cunk on Earth” logra convertirse en una experiencia divertidísima, adictiva y altamente recomendable. Felizmente sabemos que esta no será la última aparición de Philomena Cunk en el mundo audiovisual; de lo contrario, no me quedaría más que protestar hasta que la BBC o Netflix me haga caso.
“Cunk on Earth” está disponible en Netflix.
“Warrior Nun” es una de esas series que vi con mucho entusiasmo durante el primer año de pandemia, emocionado por disfrutar algo durante el encierro por el que muchos estábamos pasando. En ese momento, necesitaba ver algo entretenido y sonso y que no me haga pensar demasiado, y eso es precisamente lo que me dio la primera temporada de “Warrior Nun”. Mezclando una historia apropiadamente loca, con peleas bien coreografiadas, y actuaciones sorprendentemente sólidas, “Warrior Nun” le hizo honor a su tan memeable nombre, dando a entender que las cosas se pondrían incluso más estrafalarias en la siguiente temporada.
Y no puedo decir que se hayan equivocado. La segunda temporada de “Warrior Nun” podría considerarse como más de lo mismo, sí, pero a la vez, también es una mejora en relación a lo que vino antes. Sí, el diálogo es de calidad inconsistente. Sí, el tono del show varía con demasiada frecuencia, mezclando violencia y gore y comentario social y religioso, con momentos francamente ridículos. Pero no podemos negar que nadie vería una serie con un título como “Warrior Nun” esperando una obra maestra. De hecho, lo que el título nos podría prometer, sería una experiencia bien de serie-B, como algo que produciría la gente de The Asylum, o Sy Fy. El hecho de que sea algo considerablemente mejor que dichas ofertas debería ser considerado como un pequeño milagro.
(Heh. Milagro).
La segunda temporada de “Warrior Nun” comienza un par de meses luego de la primera. Nuestra protagonista, Ava (Alba Baptista), la Monja Guerrera del título, está viviendo en los Alpes Suizos con su mejor amiga (y quizás algo más), la aguerrida Hermana Beatrice (Kristina Tonteri-Young, hipnotizante). Se están escondiendo, pues, de Adriel (William Miller), quien revivió al final de la temporada pasada, y ahora está cobrando fama, realizando milagros, y convenciendo a la gente de que es un ángel caído desde el cielo. Evidentemente, nuestras heroínas saben que eso no es cierto, pero también que deben entrenar y prepararse para el inevitable enfrentamiento con este potencial demonio.
Sus planes se aceleran, sin embargo, cuando Ava conoce a Miguel (Jack Mullarkey), quien dice estar trabajando para una organización secreta dispuesta a acabar con Adriel. Con ganas de por fin hacer algo, Ava decide unirse a Miguel, siempre bajo el cuidado de Beatrice. Mientras ellas piensan en un buen plan, la Madre Superiora (Sylvia De Fanti) y su mano derecha, la hermana Camila (Olivia Delcán) intentan encontrar una manera de acabar con Adriel; la doctora Jillian Salvius (Thekla Reuten) sigue buscando la forma de recuperar a su hijo, Michael, quien pasó por un portal a otra dimensión; y el traicionero Padre Vincent (Tristán Ulloa) trata de convencer a Ava y compañía de unirse a Adriel en su supuesta misión por traer paz al mundo.
“Warrior Nun” es una de esas series fantásticas que cuentan con un montón de trama. Tenemos varios personajes importantes, y ni siquiera se ha mencionado en los párrafos anteriores a figuras como la monja corrupta Lilith (Lorena Andrea), o al nuevo Papa, Duretti (Joaquim de Almeida). Es un show con un montón de lore, que va introduciendo con rapidez nuevas contorsiones narrativas y giros e historias de trasfondo basadas en mitos y situaciones reales. Consideren, si no, el rol que juega en la historia la corona de púas de Jesucristo (¡!), o la aparición de personajes ajenos a la hermandad de Ava, como una monja increíblemente entusiasta (¡siempre sonriente!) llamada Yasmine (Meena Rayann). “Warrior Nun” está siempre en movimiento, introduciendo novedades con frecuencia, como para que el público no se aburra.
Generalmente, este tipo de estrategias resultan en productos finales demasiado inflados o hasta incoherentes…. pero sorprendentemente, ese no es el caso de la segunda temporada de “Warrior Nun”. El creador Simon Barry y su equipo (que incluye a David Hayter como guionista; ¡sí, la voz de Solid Snake en los juegos de “Metal Gear Solid”!) hacen un buen trabajo balanceando todos los elementos de la historia, como para no perder de vista ni a la protagonista, ni al conflicto central entre ella y Adriel. Sí, se podría ahondar más en elementos más contemplativos, como el hecho de que Ava sabe como es estar muerta, o como la desaparición de ciertos personajes que fueron importantes en la primera temporada. Incluso hay cierto giro chocante que acaba con todo un grupo de personajes, y a nuestras protagonistas no parece importarles mucho.
Lo cual no debería sorprender, francamente. “Warrior Nun” no es una serie contemplativa en lo absoluto; es una historia que funciona en el momento, y que como se ha mencionado antes, está siempre en movimiento. Si uno la ve considerando eso —y considerando, además, que está basada en un personaje de cómics; ¡sí, en serio!— entonces la puede pasar de lo lindo. Los episodios se mueven a buen ritmo, los personajes son simples pero carismáticos y entretenidos, y la trama es de lo más alocada. Incluso me atrevería a decir que hasta a las personas más conservadoramente religiosas les costaría ofenderse con “Warrior Nun”. Sí, el show deja muy mal parada a la Iglesia como institución, pero no parece tener nada en contra de la fe o de las creencias de la gente. Todo lo contrario.
Aparte de eso, resulta (todavía) muy divertido ver a estas monjas patear traseros. Al igual que en la primera, esta segunda temporada de “Warrior Nun” cuenta con peleas muy bien coreografiadas y emocionantes. Destacan una trifulca que sirve para demostrar los nuevos poderes de Lilith (ahora más demonio que monja, valgan verdades), y un enfrentamiento entre la Hermana Beatrice, y un montón de fanáticos de Adriel en un pasillo. Se nota que las mismas actrices han entrenado para estas secuencias, y felizmente son filmadas con movimientos de cámara fluidos y sin abusar de los cortes rápidos, como para que se entiendan bien y emocionen a cualquier espectador. Impresionante, la verdad.
Lo cual no quiere decir que todo en “Warrior Nun” sea espectacular. De hecho, por más de que la mayoría de efectos visuales digitales sean de buena calidad, la temporada todavía cuenta con algunos momentos francamente impresentables. Consideren, si no, las alas con las que cuenta cierto personaje (lucen como algo extraído de un juego para PlayStation 3), o ciertos planos en chroma, que parecen sacados de una película de hace veinte años. “Warrior Nun” aprovecha muy bien sus locaciones reales por toda Europa (los Alpes, por supuesto, y ciudades como Madrid), pero a la vez, puede lucir un muy poco barata cuando comienza a depender demasiado de creaciones digitales. No es algo que malogre la experiencia, pero sí evita que la serie se sienta tan sofisticada como seguramente le gustaría a sus creadores.
Mucho de lo disfrutable en “Warrior Nun”, eso sí, viene gracias al trabajo de los actores. Como siempre, Alba Baptista está genial como Ava, inyectándole mucho carisma y personalidad a un personaje potencialmente plano. Me encanta el contraste entre su entusiasmo y sarcasmo, y la seriedad de los personajes que la rodean. Parece que la joven actriz está entrando poco a poco en el mainstream, y espero que siga así; ¡no me molestaría verla en una película de renombre para cines!
Por otro lado, Kristina Tonteri-Young está muy bien como Beatrice. Su química con Alba es palpable, y resalta tanto en las escenas más dramáticas, como durante las secuencias de violencia. Ayuda, además, que Beatrice como personaje sea adorable, y que haya crecido bastante en comparación a su aparición en la primera temporada. Por su parte, William Miller es suficientemente intimidante como Adriel, luciendo como un Fabio encantador y demoníaco. Thekla Reuten logra inyectarle algo de emotividad a la historia a través de su rol como Jillian; Tristán Ulloa es creíble como Vincent; la Madre Superiora Sylvia De Fanti demuestra ser la lideresa perfecta para nuestras protagonistas; Olivia Delcán destaca más que antes como la Hermana Camila, y Joaquim De Almeida (uno de los grandes actores secundarios de Hollywood) la está pasando muy bien interpretando al nuevo Papa.
Si se divirtieron con la primera temporada de “Warrior Nun”, entonces la pasarán de lo lindo con la segunda. La serie es lo que es, y dudo que vaya a convertir a los espectadores más cínicos; no busca ser nada más que entretenimiento puro, pues, aprovechando bien el potencial de su ridículo título. Pero si creen que no serán capaces de creerse una historia que involucra a Monjas Elegidas por una Aureola, Hermanas Que Saben Kung-Fu, demonios carismáticos, mujeres aladas, y portales a otras dimensiones, pues no le pongan play ni al primer episodio. “Warrior Nun” no es para todo el mundo, pero quienes estén sedientos de ver historias de género suficientemente bien contadas, y que no tienen miedo de ser absurdas, deberían darle una oportunidad a este show. Espero que puedan producir una tercera temporada; con Netflix nunca se sabe.
destacado
‘The Witcher’: Liam Hemsworth reemplazará a Henry Cavill para la cuarta temporada
Publicado
hace 2 añosel
31 octubre, 2022Netflix ha renovado The Witcher para una cuarta temporada con un giro.
Liam Hemsworth reemplazará a Henry Cavill en la épica serie dramática, tomando las riendas como Geralt de Rivia.
El movimiento se produce antes de la tercera temporada de la serie, que regresará en el verano de 2023. Una serie de precuelas de cuatro partes, The Witcher: Blood Origin, se lanza el 25 de diciembre de 2022.
Cavill, quien reveló a principios de esta semana que regresará en el papel de Superman, interpretó al sombrío Geralt de Rivia, la pesadilla de las bestias sobrenaturales en las primeras tres temporadas de la serie dramática.
The Witcher es una historia de los destinos entrelazados de tres personas en el vasto mundo de The Continent, donde humanos, elfos, brujos, gnomos y monstruos luchan para sobrevivir y prosperar, y donde el bien y el mal no se identifican fácilmente.
También está protagonizada por Anya Chalotra y Freya Allan.
Hemsworth, mejor conocido por protagonizar la franquicia Hunger Games, recientemente protagonizó el drama de Quibi Most Dangerous Game. Asumirá el cargo de Geralt de Rivia en lo que se cree que es un gran negocio.
Según las fuentes, Cavill había hecho un contrato a corto plazo para The Witcher y sintió que era hora de seguir adelante después de tres temporadas en el programa, que se filma en el extranjero y tiene un calendario de producción exigente. Ya tiene proyectos de cine y televisión en fila, incluido el recién anunciado The Ministry Of Ungentlemanly Warfare, además del regreso de Superman. Las coprotagonistas de Cavill’s Witcher renegociaron sus contratos antes de la temporada 4, dijeron las fuentes.
Lauren Schmidt Hissrich es showrunner y productora ejecutiva. Tomek Baginski, Jason F. Brown, Sean Daniel, Mike Ostrowski, Steve Gaub y Jarosław Sawko también son productores ejecutivos.
Cavill dijo: “Mi viaje como Geralt de Rivia ha estado lleno de monstruos y aventuras y, por desgracia, dejaré mi medallón y mis espadas para la temporada 4. En mi lugar, el fantástico Sr. Liam Hemsworth tomará el control. manto del Lobo Blanco. Al igual que con los más grandes personajes literarios, paso la antorcha con reverencia por el tiempo dedicado a encarnar a Geralt y con entusiasmo por ver la versión de Liam de este hombre tan fascinante y lleno de matices. Liam, buen señor, este personaje tiene una profundidad tan maravillosa, disfruta sumergiéndote y viendo lo que puedes encontrar”.
Hemsworth agregó: “Como fanático de Witcher, estoy encantado con la oportunidad de interpretar a Geralt of Rivia. Henry Cavill ha sido un Geralt increíble, y me siento honrado de que me entregue las riendas y me permita tomar las espadas del Lobo Blanco para el próximo capítulo de su aventura. Henry, he sido fan tuyo durante años y me inspiró lo que aportaste a este querido personaje. Puede que tenga algunas botas grandes que llenar, pero estoy realmente emocionado de ingresar al mundo de The Witcher”.