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CRÍTICA – El libro de Boba Fett (Episodios 1 y 2)

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Es muy cierto que tras la llegada de la tercera trilogía (que fue de más a menos) de la franquicia creada por George Lucas y de otro par de cintas que son productos derivados de la trilogía original, la saga que ocurre «hace tiempo en una galaxia muy, muy lejana» parece haber caído en una especie de «marvelización» que su propietario Disney ha propiciado. Esta hipótesis, que no es de mi autoría, cotiza mejor si nos guiamos por el nombre que tenemos detrás de las últimas series live-action de Star Wars estrenadas en la plataforma de streaming. Nada menos que Jon Favreau, conocido en las nuevas generaciones por personificar al carismático Happy en el Universo Marvel y, además, productor de títulos como Avengers: Infinity War o Iron Man 2, es el guionista y showrunner tanto de The Mandalorian como de The Book of Boba Fett. Pero si la primera de ellas ya cuenta con dos fantásticas temporadas, ¿Está la más reciente a la altura?

Ya que mencioné el estigma de la «marvelización», debo ser justo en reconocer que, muy probablemente, el éxito de la serie del Mandaloriano (Pedro Pascal) se justifique principalmente en ese factor, por lo menos en la primera temporada. Los personajes, incluso los secundarios, saben cómo dejarse querer, estamos repletos de easter eggs, el ritmo es similar y las situaciones se asemejan a cualquier aventura que tenga un héroe del MCU, pero, especialmente, se recurre al humor para aligerar situaciones dramáticas. Tanto así que, en el momento más tenso, incluso los stormtroopers provocan risas (casi burlas) con diálogos a través de sus comunicadores y con su nula efectividad con los blasters. Aún con todo ello (ya para terminar con las alusiones a Marvel), obtenemos un villano como Moff Gideon (Giancarlo Esposito), que sí colma por completo las expectativas de un antagonista, algo que Star Wars generalmente ha hecho muy bien, a diferencia de la saga de superhéroes.

La espera se ha hecho muy larga tras el final de la segunda temporada de The Mandalorian y por ello The Book of Boba Fett llega con la compleja labor de rellenar ese vacío, lo cual, para ser sincero, me genera el temor de verme influenciado por esa ansiedad. Boba Fett (Temuera Morrison) es, en la teoría, un personaje más familiarizado con el público de lo que era «Mando», por ello hay cierto trasfondo predeterminado por las trilogías cinematográficas que delimita una construcción encerrada del protagonista. Para los más fanáticos (mi caso se define, más bien, como un “admirador estándar” de la trilogía original) seguramente, había un atractivo especial por saber cómo es que pudo sobrevivir a una muerte que muchos creyeron segura por años y, desde luego, la curiosidad por ver Tatooine, cronológicamente, tras el Episodio VI: El retorno del Jedi. Bueno, pero ¿la trama de qué va?

Mientras The Mandalorian empieza como una road movie (o como road series, mejor dicho), The Book of Boba Fett es casi la historia de «un pez fuera del agua», con el protagonista tratando de imponerse con magnanimidad y justicia como el nuevo señor del crimen, muy distinto a lo que acostumbraba Jabba the Hutt. Pero eso solo dura la mitad del tiempo, pues la otra estamos presenciando recuerdos de Boba con los Tusken justo tras la supervivencia de Sarlacc. Desconocemos hasta ahora si ese pasado nos dará alguna recompensa argumental más adelante o simplemente llegaremos hasta lo que vimos en The Mandalorian, pero hasta ahora no ha habido un equilibrio entre la trama en el punto actual y los flashbacks que, me animo a decir, no fueron un recurso tan utilizado por George Lucas, sino más bien masificado en la saga tras el Episodio VII: El Despertar de la Fuerza y que no siempre han otorgado los resultados esperados.

Una de las cosas que más admiré siempre de la saga de Star Wars es como Lucas pudo introducir el elemento western a la historia de manera tan orgánica y cohesionada sin que diese la impresión de ser dos cintas distintas. Yo pienso que, así como el propio Lucas admite a Centauros del desierto como una sus principales inspiraciones, tenemos algunas producciones como, por ejemplo, la novela gráfica y su posterior adaptación cinematográfica Cowboys & Aliens, combinación western y sci-fi desde el título, que nacieron íntegramente basadas en la fusión visionaria del fundador de Lucasfilm. ¿Saben quién dirige Cowboys & Aliens? ¡Bingo! Jon Favreau.

Pero no quería desviarme. Mencioné el elemento western porque The Book of Boba Fett tiene como principal mérito, a mi entender, que rescata este factor y lo maximiza, incluso postergando algunos otros que están regularmente presentes. La nueva serie de Disney es, en términos justos, un western que respeta y enaltece el lenguaje narrativo de la saga y Boba Fett tiene todos los tickets comprados de antihéroe. Hasta ahí, tenemos todo bien. Sin embargo, me está faltando la conexión emocional. Esa que me genera la química entre «Mando» y Grogu o el carisma de Kuiil en The Mandalorian, no la he podido sentir aquí en ningún momento y, aunque solo tenemos dos capítulos hasta la fecha, no hay alguna pista de que vaya a aparecer pronto. Ya ni hace falta mencionar que hay una ausencia total de momentos cómicos, pero me sorprendió bastante que se pretenda hacer una serie tan «seria» cuando Disney sabe claramente la tendencia que ellos mismos iniciaron respecto a la comedia. Lo cierto es que, aunque la historia se esfuerza por mostrarnos personajes que funcionan como easter eggs y corregir varias interrogantes del pasado, esto no compensa la escasez de momentos emotivos y emocionantes.

Seguiré a la espera de estos en los capítulos restantes, principalmente, porque es el mejor remedio que podría tener para hacer más ligera la espera de Grogu y «Mando”, y porque aún tengo confianza en que se eleve, y mucho, la trama a algo más atrapante porque material sobra para hacerlo.

Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)

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EPISODIO 8

****sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.

¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!

Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…

EPISODIO 9 (FINAL)

**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.

Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.

Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!

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