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CRÍTICA – El mundo oculto de Sabrina (Temporada 1)

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Que una película o serie esté enfocada a un público más joven, no quiere decir que deba contar con contenido mayoritariamente infantil o naive. De hecho, me resulta muy interesante cuando un producto de este tipo se atreve a ser un poco más oscuro; un poco más maduro —ya sea a nivel emocional o aunque sea narrativo—, y por qué no, hasta un poco más violento o realista, como para reflejar la manera en que sus personajes se desenvolverían en la vida real. Después de todo, la vida de los adolescentes o los jóvenes no es “PG-13”, entonces las historias que ellos consumen, tampoco tendrían por qué serlo… al menos no del todo. No es que quiera regresar a los 80s, donde filmes como “Robocop” o “Rambo” eran marketeados con figuras de acción y series animadas, pero obtener un balance entre lo oscuro y lo relativamente sano tampoco estaría de más.

Menciono todo eso porque, al comenzar a ver “El mundo oculto de Sabrina”, no estaba seguro de lo que obtendría. La serie original con Melissa Joan Hart era recontra suave, adaptando la premisa de los cómics de Archie de manera relativamente inocentona. Por ende, estaba —casi— seguro que este nuevo show no intentaría emular eso. Pero tampoco estaba preparado para lo que “El mundo oculto de Sabrina” terminó haciendo. Lo que tenemos acá, pues, es una primera temporada inesperadamente oscura, que logra balancear contenido juvenil y hasta romántico, con elementos mucho más violentos, llenos de gore y hasta jump scares, de manera relativamente exitosa. “El mundo oculto de Sabrina” no es la mejor serie de terror y satanismo (sí, en serio) que jamás haya visto, pero a la vez, terminó entreteniéndome tanto, que me vi la primera temporada (con Especial de Navidad y todo) en tan solo un par de días. Definitivamente se le podría calificar como adictiva.

La protagonista de “El mundo oculto de Sabrina” es, lógicamente, Sabrina Spellman (una carismática Kiernan Shipka), una chica de (casi) 16 años que parece vivir una vida normal: va al colegio con sus mejores amigas, Roz (Jaz Sinclair) y Susie (Lachlan Watson), en el pueblo de Greendale, y vive con sus dos tías, Hilda (Lucy Davis) y Zelda (Miranda Otto), así como su primo Ambrose (Chance Pedromo). Pero como ya deben saber, Sabrina le oculta un secreto a la mayoría de sus compañeros de escuela: es una bruja, y al cumplir los 16 años, tendrá que firmar su nombre en el Libro de la Bestia, entregándose totalmente a Satanás, y convirtiéndose en una hechicera de verdad. El problema es que no está muy segura de hacer esto —el que sea, en realidad, mitad bruja definitivamente no ayuda—, por lo que se terminará involucrando en distintos conflictos, la mayoría relacionados a su familia, a su secta, y a su líder, el perturbador Padre Blackwood (Richard Coyle).

Lo más llamativo de “El mundo oculto de Sabrina” es lo ya mencionado líneas arriba: a pesar de que se trata de un show protagonizado por adolescentes, está lleno de contenido fuerte, desde algo de (relativamente ligero) gore, hasta sangre, asesinatos, orgías (no explícitas), y por supuesto, muchas imágenes satánicas. No se trata, pues, de una serie para un público conservador, ni para quienes sean extremadamente cristianos. No obstante, debo admitir que disfruté del estilo de “El mundo oculto de Sabrina”; el satanismo es presentado como algo complejo, que obliga a sus seguidores a cometer toda suerte de actos con los que no siempre están de acuerdo, muchos de ellos con orígenes previsiblemente machistas (por ejemplo, no es coincidencia que el Diablo obligue a las brujas mujeres a servirlo de distintas maneras). Sí, la utilización de frases como “alabado sea Satán” puede llegar a ser extrema, pero en general, el tratamiento del material es fresco y deliciosamente maligno, lo cual le otorga un estilo muy propio a la serie.

En términos generales, esta primera temporada de “El mundo oculto de Sabrina” hace un buen trabajo a la hora de balancear todo el world building de las brujas y sus sectas y las reglas que tienen que seguir, con la vida más bien mundana de su protagonista. Porque ese es precisamente el conflicto central de la serie: la batalla constante entre el mundo de las brujas al que Sabrina tiene que pertenecer, y sus amigos y, por supuesto, novio mortal. De hecho, las escenas con Harvey (Ross Lynch), el enamorado, funcionan porque la relación se siente honesta y realista (hasta me hizo recordar a mi enamorada de cuando estaba en la secundaria). El personaje en sí no es particularmente interesante, pero su devoción a Sabrina es adorable, y hasta logran otorgarle una subtrama suficientemente interesante hacia el final de la temporada.

Desgraciadamente, esta batalla de tonos y de mundos en los que la protagonista tiene que desenvolverse, no siempre está bien manejada. Las escenas más perturbadoras —como cierto asesinato en medio de un ritual satánico, o los niños convertidos en cera por un demonio disfrazado de Papá Noel de centro comercial— resaltan enormemente con los elementos más cursis de la serie —resalta negativamente, de hecho, un personaje mal caracterizado (con máscara poco realista y todo) que ese mete en los sueños de Sabrina y su familia. El episodio que protagoniza no da ni miedo ni risa, y resulta particularmente decepcionante, cuando el resto de la temporada hace un buen trabajo desarrollando cierta atmósfera de suspenso durante los momentos más intensos de la historia.

Las actuaciones son todas sólidas, y ayudan a contrarrestar algunos de los defectos más evidentes del show. Kiernan Shipka está excelente como Sabrina, desarrollándola como una chica sorprendentemente madura, muy inteligente, y deseosa de pertenecer a los dos mundos que la rodean. Además, ayuda el que buena parte del arco de personaje que tiene que atravesar, está relacionado a su propia arrogancia —ella sabe que es astuta y que la mayor parte del tiempo se puede salir con la suya, por lo que, eventualmente, tiene que aprender que sus acciones tienen consecuencias, y que las cosas no siempre saldrán como ella quiere. Es una protagonista encantadora pero llena de defectos, capaz de cometer actos perturbadores en nombre del Diablo, pero casi siempre, para ayudar a su familia, amigos o novio.

El reparto secundario es igual de bueno. Miranda Otto (sí, Eowyn en “El señor de los anillos”) está excelente como Zelda, una bruja inteligente y elegante que claramente quiere a Sabrina, pero a quien le cuesta mucho demostrar verdadero cariño. Es una mujer fría y generalmente inquebrantable, pero resulta interesante ver como, en ciertos momentos, baja la guardia y se deja ver como alguien un poco más vulnerable. Lucy Davis interpreta a Hilda como alguien mucho más cálido, siempre dispuesta a ayudar, y llena de sorpresas —es el corazón de la serie, y contrasta perfectamente con la Zelda de Otto. Chance Pedromo es carisma puro como Ambrose —aunque espero que le den más peso a sus historias secundarias en la siguiente temporada; Michelle Gomez (no confundir con Michel Gómez, el productor peruano, por favor) interpreta a la Sra. Wardwell como una mujer misteriosa, deliciosamente carismática y oscura; y el gran Richard Coyle (siempre lo recordaré como Jeff en la sitcom británica “Coupling”) resalta como el Padre Blackwood, un líder con intereses propios y poderes ocultos.

Si hay algo, además, que también diferencia a esta nueva versión de “Sabrina” de la serie noventera, es su estilo visual tan marcado. La dirección de fotografía es consistentemente bella, haciendo un buen uso de locaciones atractivas, sets bien diseñados, y elementos Halloweenezcos como neblina, velas y demás, para otorgarle al show un look perturbador y visualmente rico. Es interesante, además, ver como utilizan ciertos lentes que distorsionan los extremos de los encuadres, como para darle un aspecto más de cine clásico a la serie (a pesar de haber sido grabada, asumo, en digital). Sí, hay algunas decisiones de edición algo raras (las cuales, además, resultan en cambios de tono algo repentinos), y sí, los efectos digitales son inconsistentes (a pesar de que no abusan de los mismos), pero en general, “El mundo oculto de Sabrina” luce muy bien, y más importante, logra adentrar a sus personajes en un mundo extraño, torcido y lleno de rituales sangrientos, estatuas satánicas, y viajes interdimensionales.

No todos disfrutarán de “El mundo oculto de Sabrina”; a muchos no les hará gracia a ver a adolescentes hablando sobre el Diablo, matando gente, o interactuando con demonios. Y otros, seguramente, extrañarán algunos de los elementos más reconociblemente inocentones del show original (el gato Salem está presente aquí, por ejemplo, pero ya no habla con voz de humano, y su rol en la historia ha sido reducido). Pero si uno sabe exactamente en qué se está metiendo, lo más probable es que la pase bien con esta primera temporada. “El mundo oculto de Sabrina” es algo inconsistente, pero al final, termina siendo entretenida, adictiva, exquisitamente oscura y perturbadora, y frecuentemente atmosférica. Súmenle a eso un reparto que claramente la está pasando de lo lindo, y el resultado en un producto infinitamente superior a algo como “Riverdale”, y que poco tiene que envidiarle a series de canales más tradicionalmente prestigiosos. Ojalá las siguientes tres temporadas mantengan este mismo nivel de calidad (ssshh…. ¡no me spoileen!).

Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)

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EPISODIO 8

****sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.

¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!

Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…

EPISODIO 9 (FINAL)

**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.

Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.

Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!

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