Opinión
CRÍTICA – El Último Baile (serie documental)
Publicado
hace 5 añosel
No soy un fanático de los deportes —en un país donde el fútbol parece estar en la mente de todos, a mí nunca me interesó en lo más mínimo. Y un deporte como el básquetbol, que nunca ha recibido demasiada atención en el Perú, siempre ha sido casi inexistente para mí. Sin embargo, “El Último Baile” está tan bien hecho, y resulta tan entretenido, que incluso un “hereje” como yo lo ha podido disfrutar. Son diez episodios expertamente construidos, que consisten de diferentes entrevistas con súper estrellas de la NBA, así como sus ejecutivos, entrenadoras y más. Y aunque se supone que se concentra, principalmente, en la temporada de 1997 y 1998 de los Chicago Bulls, acá la verdadera estrella del show —así como fue, también, la verdadera estrella del equipo— es el legendario Michael Jordan.
Cada episodio maneja dos líneas narrativas en paralelo. La principal, y la que sirve como punto de referencia para el documental entero, se lleva a cabo en la anteriormente mencionada temporada de 1997 y 1998, en donde Jordan estaba considerando retirarse por segunda vez, y donde habían otros problemas con los Chicago Bulls. La secundaria nos hace retroceder varios años, comenzando a finales de los 80s, para enseñarnos cómo que fue Jordan llegó al equipo, y avanzando, capítulo tras capítulo, para mostrarnos la trayectoria del mejor jugador de basquetbol que la NBA jamás haya tenido. Por supuesto, el foco no está enteramente en Jordan —hay episodios que se concentran en la carrera de Scottie Pippen, por ejemplo, o en las excentricidades de Dennis Rodman—, pero no hay duda de que él es la razón principal por la que mucha gente terminará viendo el producto final. Y con justa razón.
Puede argumentarse que “El Último Baile” es una serie documental sobre básquetbol y solamente sobre básquetbol —es decir, que no es tan profunda como otros productos de similar corte—, pero considerando lo bien que funcionó para su servidor, alguien que sabía poco o nada sobre el deporte, creo que se puede argumentar que el show tiene algo más. Resulta fascinante seguir la trayectoria de Jordan —los altibajos, los partidos más importantes, sus interacciones con otros jugadores, sus relaciones con marcas como Nike—, y el documental ciertamente hace un buen trabajo a la hora de desarrollarlo como un ser humano con falencias… algo endiosado, sí, e inmensamente talentoso, pero no perfecto.
Algunos episodios resaltan lo duro que era con otros jugadores, por ejemplo —algunos hasta se atreven a llamarlo bully. Pero tampoco se puede negar que sus métodos traían consigo excelentes resultados, motivando al equipo para ganar varios campeonatos año tras año, resaltando como EL equipo de básquetbol de los 90s. Por otro lado, “El Último Baile” también tiene mucho qué decir sobre la relación de Jordan con su padre, alguien que estuvo a su lado en casi todos los partidos importantes, y que se fue de este mundo demasiado rápido, debido a trágicas circunstancias. Sí, sí, se puede decir que “El Último Baile” está algo sesgado hacia Jordan —luego del estreno de los diez episodios, Pippen se quejó de que el producto final lo hacía quedar mal, algo que no esperaba ver mientras grababa las entrevistas—, pero creo que hay suficiente humanización acá como para justificar algunas de las secciones más exageradas del documental.
El director Jason Hehir utiliza dos recursos principales para desarrollar la narrativa del documental: imágenes de archivo, y entrevistas o testimoniales grabados recientemente. Felizmente, y a diferencia de otros documentales similares, pudo conseguir a la gente más relevante para esta historia, por lo que uno jamás siente que le faltó alguien. Las entrevistas con Scottie Pippen y, particularmente ahora, Kobe Bryant y David Stern, terminan siendo las más interesantes y por momentos emotivas. Y en las secciones donde quiere resaltar la importancia de los Bulls y de Jordan en la cultura popular, logra entrevistar a figuras importantes como Barack Obama, Bill Clinton o Magic Johnson. Sí, a veces da la impresión que pudieron haber dicho más —el material eliminado debe ser fascinante—, pero no por eso sus contribuciones dejan de ser importantes.
No obstante, estoy seguro que muchos espectadores terminarán viendo “El Último Baile” principalmente por las entrevistas con Jordan. La manera en que Hehir trata a su estrella principal funciona para extraerle algunas respuestas interesantes —muchas de ellas algo “suaves”, pero otras inesperadamente honestas. Da gusto verlo hablar sobre su padre, por ejemplo, o sobre su experiencia en “Space Jam” (sí, entrevistan brevemente al director de la película, pero igual me hubiese gustado que ahonden más en eso), pero es cuando le entregan una tablet y le enseñan extractos de otras entrevistas para el documental, donde Jordan logra demostrar reacciones más honestas, y por ende, contestar con respuestas más verosímiles. Jordan siempre fue una persona privada, por lo que el hecho de que hayan conseguido hacer que aparezca tanto acá —y hablando sobre temas controversiales, como su supuesta adicción a las apuestas, su breve paso por el beisbol, o las teorías de conspiración inventadas sobre él— ya es todo un logro.
Las imágenes de archivo, por otro lado, logran darle una autenticidad palpable a “El Último Baile” —especialmente gracias a que todo un equipo profesional de documental pudo seguir a Jordan y a su equipo, de manera oficial y consensuada, durante la temporada de 1997 y 1998. Esto, mezclado con varias imágenes de los partidos de los Bulls, convierten a la serie en una experiencia extremadamente entretenida, haciendo que el espectador se sienta como una “mosca en la pared”, cercano a ciertos eventos importantes para la carrera de estos jugadores. Además —y esto viene de alguien a quien hasta hace poco no le interesaba el básquetbol—, resulta increíblemente emocionante ver a Jordan moverse en la cancha; especialmente cuando logra realizar tiros de tres puntos pocos segundos antes de terminar un partido.
Como mencioné líneas arriba, se puede argumentar que “El Último Baile” es una serie documental principalmente sobre básquetbol —pero al humanizar (parcialmente) a su estrella, también logra tocar temas sobre el éxito, la fama, la residencia, la humillación y el dolor. Es un documental sobre el rol de Jordan en el éxito de los Bulls, pero también sobre sus compañeros, y la manera en que lograron trabajar junto con él para convertir al equipo en uno de los más famosos y exitosos de la historia de la NBA. Sí, me hubiese gustado que hablen más sobre la marca de Michael Jordan (solo le dedican parte de un episodio a su contrato con Nike y la creación de las famosas zapatillas Air Jordan, por ejemplo, y como se mencionó antes, me quedé con ganas de saber más sobre su experiencia en “Space Jam”), pero “El Último Baile” está más interesado en el deporte que en otra cosa. Es bueno que se concentre en un tema en específico, en todo caso; le permite tener tanto una estructura como un tono consistentes.
“El Último Baile” es una celebración de Michael Jordan y del equipo de los Bulls en los años 90, sí, pero también es una exploración de su éxito, y de todos los sacrificios que tuvieron que hacer, para poder salir adelante. Se podría argumentar que pudieron haberle realizado preguntas más incisivas a Jordan, o que de repente hay momentos donde lo endiosan demasiado, romantizando sus técnicas de motivación más brutales en vez de criticarlas. Pero incluso si uno toma en cuenta dichos defectos, “El Último Baile” termina siendo una experiencia inmensamente entretenida, y una cápsula de tiempo para los años 90. Incluso si, como yo, no son gente deportiva, es muy probable que disfruten de “El Último Baile”. Al menos, los ayudará a apreciar el esfuerzo y la dedicación que le inyectan los atletas más importantes del mundo a su trabajo.
“El Último Baile” está disponible en Netflix.
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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destacado
CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)
Publicado
hace 5 díasel
14 mayo, 2025
Episodio 10: Haz que se detenga
****½ sobre *****
Pues por fin pasó lo que tenía que pasar. Luego de años de espionaje, secretos, engaños, mentiras y trabajar en secreto, Luthen Rael (Stellan Skarsgard) falleció. Y falleció de la forma en que siempre hubiese querido: por su propia mano, luego de haber sido descubierto por Dedra Meero (Denise Gough) y revelado como el líder de la rebelión en Coruscant. Pero curiosamente, no se trata de una muerte inmediata. De hecho, apenas se acuchilla, los Imperiales se lo llevan a un hospital —después de todo, Dedra lo necesita vivo para que pueda confesar. Pero lamentablemente, la ISB tiene otros planes.
Es así que el décimo episodio de la segunda temporada de “Andor” se enfoca casi completamente en Luthen y Kleya (una increíble Elizabeth Dulau), con la segunda infiltrándose en el hospital como enfermera para encontrar a Luthen, quien todavía está vivo (con las justas) en una habitación climatizada. Pero no para encontrarlo y rescatarlo, si no más bien para sacarlo de su miseria —para que, nuevamente, muera como a él le hubiese gustado, sin confesarle nada a nadie, sin decirle a Dedra que, gracias a su ahora fallecido agente doble, sabe de la existencia de la Estrella de la Muerte. Y más importante, ahora Kleya es la única que sabe las palabras clave que serán de suma importancia para el futuro de la Alianza Rebelde: Jedha, Kyber y Erso.
Obviamente, cualquier fanático que se sepa al Episodio IV de la saga original y, más importante, a “Rogue One” de memoria, reconocerá estas palabras. Pero fuera de aquellas conexiones a las películas posteriores, lo mejor de “Andor” está en la forma en que humaniza la relación entre Luthen y Kleya. Los eventos del presente son intercalados con flashbacks que nos muestran como aquellos personajes se conocieron y, por supuesto, cómo Luthen fue radicalizando a una joven Kleya, demostrándole cómo el Imperio debía ser combatido. Todo esto resulta en un episodio emotivo, que concluye de forma apropiadamente solemne, pero a la vez, satisfactoria. Puede que Luthen esté muerto, pero sus ideales viven en Kleya —solo esperemos que a esta última no le pase nada malo en los siguientes dos episodios.
Episodio 11: ¿Quién más sabe?
****½ sobre *****
El Episodio 11 de la segunda temporada de “Andor” es de lo más tenso que nos ha entregado la serie. No solo porque involucra a Kleya tratando de comunicarse con los rebeldes con un código secreto, si no también porque nos muestra a los Imperiales tratando de descifrar dicho código, mientras Cassian (Diego Luna) eventualmente lo recibe en Yavin, y decide ir con Melshi (Duncan Pow) y K2-SO (Alan Tudyk) a Coruscant. Es así que la segunda mitad del episodio se siente como una carrera contra el reloj: ¿quién encontrará primero a Kleya, los Imperiales o Cassian? ¿Y qué decidirá hacer ella una vez que le transmita su conocimiento a nuestro protagonista?
Pero eso no es todo. También tenemos una excelente escena de interrogación, en la que el Director Krennic (Ben Mendelsohn) hace puré a la pobre Dedra, quien intenta ser honesta luego de que la acusan de ser una espía rebelde. Esto culmina en ella siendo trasladada a una celda —un destino bastante triste para un personaje que se había estado deleitando por años de ser despiadada y eficiente, pero que al esconderle información a sus superiores y tratar de atrapar a Luthen por sí sola, termina por acabar con su propia carrera. Después de todo, lo ÚNICO que le importa a Krennic y los Imperiales es mantener el proyecto de la Estrella de la Muerte en secreto. Todo lo demás es secundario. Nada más (ni nadie más) importa.
Es por todo eso que verdaderamente se comienza a sentir que estamos llegando al final. Que la serie de “Andor” está presentando de forma magnífica los últimos días de su protagonista antes de los eventos de “Rogue One”, enfatizando la importancia del proyecto de la Estrella de la Muerte para los Imperiales. Pero fuera de eso, este segundo episodio dirigido por el mexicano Alonso Ruizpalacios está lleno de detalles interesantes: desde el hecho de que vemos inmediatamente cómo K2 es considerando más como un amigo que como un droide por Cassian y los demás (aawww), hasta cómo ciertos elementos narrativos de episodios anteriores llegan a su culminación acá. ¿Lo único malo? “¿Quién más sabe?” termina con un cliffhanger inaguantable, y hasta ahora no sabemos qué es lo que pasará con Kleya. ¡No puedo creer que solo quede UN episodio para que “Andor” acabe para siempre!
Episodio 12: Jedha, Kyber, Erso
***** sobre *****
Y llegamos al final. ¡Pero qué final! Si hay algo que “Andor” en general, pero específicamente este último episodio han hecho, es, lo crean o no, mejorar a la película de “Rogue One”. Es decir, han hecho lo que pocas precuelas logran hacer: elevar el material al que preceden, haciendo que, en este caso, la “trilogía” de la Primera Temporada de “Andor”, la Segunda Temporada de “Andor”, y “Rogue One” funcionen bellamente como un todo. Pocas veces me he sentido tan emocionado, tan tocado y tan satisfecho con el final de una serie. Tony Gilroy, Alonso Ruizpalacios y el resto del equipo se han lucido de forma tremenda; el final de “Andor” no decepciona para nada. Ni está cerca de hacerlo.
¿Y qué es lo que pasa acá? Uf. Dedra termina en prisión, todo el trabajo que había hecho para el Imperio, eliminado. Partagaz (Anton Lesser) prefiriere suicidarse antes que ser castigado por sus superiores. Cassian logra rescatar a Aleya y, junto con Melshi, son salvados por K2-SO, quien se baja de la nave para acabar con todos los Imperiales que los estaban rodeando. Y más importante: el grupo logra regresar a Yavin IV, donde Cassian logra contarle a Mon Mothma (Genevieve O’Reilly, ahora sí con su peinado y look de “Rogue One”), el General Draven (Alistair Petrie), Bail Organa (Benjamin Bratt), y a la Senadora Pamlo (Sharon Duncan-Brewster) y el Senador Jebel (Jonathan Aris), a quienes habíamos visto en “Rogue One”, toda la información que recibió por arte de Kleya.
Inicialmente no le creen, pero como sabemos lo que eventualmente pasará en la película, al final, Cassian logra salir de Yavin IV junto a K2 para ir al Anillo de Kafrene. Es así que el episodio termina por empalmar PERFECTAMENTE con “Rogue One”, tanto así que, al terminar, lo primero que hice fue entrar a YouTube para buscar, apropiadamente, la escena de la película en el Anillo de Kafrene. Pero fuera de eso, el episodio nos deja con una sensación agridulce de esperanza; con el feeling de que hemos sido testigos de una serie que enfatiza las pequeñas acciones de gente rebelde de toda importancia, y que complementa bellamente a la película del 2016. En pocas palabras: este final deja en claro que “Andor” es literalmente LO MEJOR que Disney ha hecho con “Star Wars” y que, al menos para Vuestro Servidor, esta serie, junto con “Rogue”, es superior a las Secuelas. Lo he dicho, y dudo que me vaya a arrepentir.
Ah, y la cereza sobre el pastel: la escena final. Bix (Adria Arjona) y el hijo de Cassian. Un hijo al que sabemos nunca conocerá; ni siquiera sabrá de su existencia. La serie nos deja con ese pensamiento triste, pero también sabiendo que su legado quedará intacto, con Bix e incluso con B2-EMO (¡sí, sale al final!). Un desenlace más hermoso no podríamos pedir.
Ay, cómo te extrañaré, “Andor”.

**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Aunque este episodio de “The Last of Us” no es necesariamente ni el más emocionante ni el más chocante, es gracias a la forma en que concluye que uno termina con la sensación de que las cosas cambiarán a partir del siguiente. ¿Spoilers? Pues sí: el quinto episodio de la segunda temporada termina con Ellie (Bella Ramsey) torturando a Nora (Tati Gabrielle) es un sótano en Seattle lleno de esporas que podrían infectar a cualquiera. A cualquiera como Nora, quien comienza toser como si no hubiese un mañana, pero definitivamente no a la inmune de Ellie. Es ahí que sale a tallar el lado oscuro de nuestra protagonista, quien aparentemente será capaz de hacer cualquier cosa con tal de llegar hasta donde Abby (Kaitlyn Dever).
Fuera (y antes) de eso, nos centramos en Ellie y Dina (Isabela Merced) tratando de pasar sin ser detectadas por entre las fuerzas de WLF, para así poder llegar al hospital donde supuestamente está Abby. Pero como las cosas no pueden ser tan fáciles, eventualmente son encontradas por los enemigos, lo cual las obliga a meterse en un parque lleno de Scars. Es ahí donde son testigos de un suceso terrible —básicamente, unos Scars destripando a un tipo mientras recitan sus líneas de fanáticos religiosos—, pero también donde se unen a Jesse (Young Mazino), quien las rescata momentos antes de un grupo de infectados inteligentes. Resulta que salió con Tommy del pueblo un día después de las chicas, y ha llegado para traérselas de vuelta a casa.
El episodio concluye, entonces, con Ellie y Dina separadas —la primera torturando, como se ha dicho ya, a Nora, y la segunda escapando con Jesse de sus enemigos. Quienes hayan jugado “The Last of Us: Parte Dos” sabrán exactamente lo que se viene, pero los demás se entretendrán con lo que este episodio tiene para ofrecer: como (casi) siempre, una buena mezcla de suspenso, gore, diálogos inteligentes, y uno que otro desarrollo interesante de la trama. Y como toque final, por razones más emocionales que narrativas, el episodio termina con una escena (¿un flashback, un sueño?) entre Bella y Joel (Pedro Pascal); una representación de lo que perdieron, y de lo que podrían haber tenido si es que las cosas hubiesen salido mejor. Una verdadera pena.

Episodio 7: El mensajero
****½ sobre *****
Para variar, el primer episodio de “Andor” de esta semana comienza un año después de los eventos del episodio 6. Sin embargo, a diferencia de comienzos previos, “El mensajero” no se demora nada en establecer en qué situación se encuentran los personajes. Cassian (Diego Luna) y Bix (Adria Arjona) están viviendo en Yavin IV, cerca a la base rebelde, esta vez trabajando para un grupo más organizado e ignorando a Luthen. Y Dedra (Denis Gough) por fin recibe las órdenes que todos estábamos asumiendo ya llegarían: Ghorman debe ser destruida, y debe suceder pronto.
Una noticia que no le da explícitamente a Syril (Kyle Soller), pero que este último ya comienza a sospecha. Es así, pues, que el episodio comienza a poner a los personajes centrales en posiciones interesantes: Cassian decide viajar junto a Wilmon a Gohrman, convencidos de que tendrán la oportunidad de asesinar a Fedra, obviamente sin sospechar que se viene una masacre. Bix se queda en Yavin pero tiene una conversación importante con Vel (Faye Marsay), quien también ha dejado de trabajar con Luthen. Y Syril trata de comunicarse con los rebeldes de Gohrman, sin mucho éxito. Adicionalmente, unos cadetes nuevos (y demasiado jóvenes) del imperio llegan al planeta anteriormente mencionado, lo cual preocupa a sobremanera a Dedra.
Puede que sea obvio, pero lo mejor de “Andor” es que se siente como la acumulación de una tensión casi inaguantable que sabemos explotará pronto. La atmósfera de suspenso y vacío deprimente en Ghorman es palpable, y aunque esto se ve balanceado con la sensación de esperanza (aunque sea sutil) en Yavin IV, igual el espectador sabe que lo que se viene en los episodios será terriblemente trágico. Y bueno, también sabe que, a pesar de estar a Ghorman, a Cassian no le pasará nada, porque por algo ya vimos “Rogue One”. ¿Pero Dedra, Syril, y los rebeldes del planeta? Pues habrá que ver los siguientes dos episodios para ver quién sobrevive, y quien termina llegando al fin de su agitada existencia.
Episodio 8: ¿Quién eres?
***** sobre *****
Y llegó el momento que todos teníamos miedo de que llegara: la masacre de Ghorman. Y con eso, el mejor episodio no solo de la segunda temporada de “Andor” hasta ahora, si no también de toda la serie. Un episodio que se deleita en mantener al espectador en la más inaguantable tensión, ansioso mientras ve como el suspenso aumenta y aumenta y aumenta hasta explotar de la forma más violenta posible, colocando a sus figuras más importantes en puntos de absoluta vulnerabilidad. “¿Quién eres?” me dejó con el corazón en la garganta, totalmente afectado luego de haber visto como “Andor” desarrolló una marcha y eventualmente masacre de forma tan cruenta, tan emotiva.
Cassian está en Ghorman, listo para matar a Dedra. Dedra está trabajando junto a Capitán Kaido (Jonjo O’Neill), totalmente consciente de lo que tendrá que hacer. Wilmon sigue del lado de los rebeldes, y Syril recién se va dando cuenta de lo que está pasando. De hecho, me animaría a decir que Syril es la estrella, por así decirlo, del episodio —Kyle Soller hace un estupendo trabajo transmitiendo, con lenguaje corporal y expresiones faciales, el gradual cambio en el personaje, mientras se va dando cuenta de lo que Dedra está haciendo y de lo que le pasará a la gente de Ghorman. Y sí, hacia el final del episodio, Syril muere —asesinado luego de haber intentado matar a Cassian. El fin de un personaje verdaderamente patético, que obviamente contribuyó con las acciones fascistas de un Imperio totalitario, pero que termina siendo más triste que verdaderamente villanesco. Eso queda claro luego de que, antes de ser asesinado, Cassian le pregunta: “¿quién eres?”. Nada peor que morir como un anónimo, cuyo trabajo no valió nada.
En relación a la masacre, pues “Andor” nos entrega una de las secuencias más tensas que haya visto en un buen tiempo. La escenificación perfecta de lo que el Imperio es capaz de hacer, asesinando a todo un grupo de personas únicamente porque quieren un recursos importante para… bueno, construir una estación espacial gigante que se encargará de matar a millones de personas más. Personajes secundarios mueren luego de conmovernos con sus cánticos e himnos de rebelión, y Cassian sobrevive con las justas, llevándose consigo a un terrible droide imperial que asumimos eventualmente se convertirá en K2SO. Mucho se pierde, pero la pelea sigue adelante, por más de que Dedra y el Imperio se hayan salido con la suya —con terribles consecuencias.
Episodio 9: Bienvenidos a la Rebelión
***** sobre *****
Al final del día, la historia de Cassian Andor es una tragedia. Lo sabíamos desde que fuimos testigos del desenlace de “Rogue One”, y es algo que hemos estado viendo desarrollándose a lo largo de las dos temporadas de “Andor”. No obstante, es en este noveno episodio de la segunda temporada que se comienza a sentir más. No solo por la manera en que mezcla victorias con derrotas; un tono trágico con un tono esperanzador. Si no también por la forma en que Bix se despide de Cassian con un video, prometiéndole que se verán una vez que las cosas sean resueltas y la Rebelión gane. Algo que, lamentablemente, por la forma en que Cassian fallece en la película anteriormente mencionada, sabemos que nunca pasará. Una tragedia.
La manera, pues, en que se van respondiendo algunas de las preguntas que teníamos respecto a Cassian y la Rebelión en este episodio es magistral. Más que simplemente llenar huecos, lo que ha hecho el guionista Dan Gilroy es otorgarle motivaciones adicionales y creíbles a sus personajes, y obligaros a interactuar y tomar decisiones difíciles. Consideren, si no, el discurso de Mon Mothma en el Senado, donde denuncia el genocidio de los Ghorman frente a toda la galaxia, mientras la IBS conspira para asesinarla. O cómo finalmente se encuentra con Cassian, quien la ayuda a escapar del Senado para que eventualmente pueda llegar a Yavin IV y convertirse en la lideresa de la Rebelión.
Las piezas van colocándose en su lugar, y en vez de sentirse como algo obligatorio, cansado, se siente más bien como la culminación de todo lo que hemos estado viendo en estos episodios. Como el clímax emocional, tensional y narrativo de todo lo que hemos estado experimentando con estos personajes. Algunos casos, como el de Bix, se sienten inevitables. Y otros, como el de Luthen, quien al menos hasta ahora sigue vivo, no dejan de sorprender. Pero lo mejor de “Bienvenidos a la Rebelión” es que no deja de lado a Cassian, enfocándose en él y su rol de suma importancia en la Rebelión. Y por qué no, culminando con el nacimiento, por así decirlo, de K2-SO, quien asumimos tomará un rol grande en los tres episodios que saldrán la próxima semana. De verdad que no podría estar más contento con lo que “Andor” está haciendo con la franquicia de “Star Wars”.

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