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CRÍTICA – Euphoria (Temporada 2, Episodio 3)

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Había comentado la semana pasada que la trama de Rue parecía haberse quedado estancada, pues entre verla tocando fondo en su adicción y sobria por completo cuando apenas inicia su relación con Jules, cualquier fase intermedia me generaba poco interés. Sin embargo, creo que, sin necesidad de retractarme, el tercer episodio ha rescatado uno de los recursos más celebrados de la primera temporada y lo ha asociado a su problema con los narcóticos. El rompimiento de la cuarta pared cuando el personaje de Zendaya realiza una exposición directa al público sobre las dick pics fue un suceso que terminó de definir lo que la serie pretendía ocasionar en los espectadores en aquel tercer episodio, allá por el lejano año 2019.

Aquí tenemos, justo después del clásico flashback de entrada que esta vez retrocedió varias décadas hasta la adolescencia de Cal, una utilización similar del recurso, menos potente que aquel de los nudes varoniles, pero lúdico de todas formas, en la que Rue explica las fases de su recaída en la drogas y cómo hacer para despistar a las personas cercanas para no ser descubierta. La apertura de este rompimiento es igualmente muy acertada porque se encuadra dentro de lo que tanto el reparto como el showrunner, Sam Levinson, han intentado dejar en claro desde el comienzo, dentro y fuera de la pantalla: estos personajes no son arquetipos a imitar. Rue inicia hablándole directamente a la pantalla: «Sé que, por ser un personaje que es seguido por muchas personas, debo tomar buenas decisiones, pero recaí». Más adelante, también la veremos iniciándose como dealer, lo que suponemos que terminará muy mal.

Otra gran cualidad de Euphoria que a veces no se destaca lo suficiente, ya que puede llegar a ser imperceptible, es la transición limpia que logra para explicar la actualidad de cada subtrama. Así, por ejemplo, mientras vemos como Lexi decide montar una obra de teatro (por cierto, la única que hace algo productivo con su vida), ella imagina que está viendo su propia vida como una directora de una serie de televisión y, a través de ese recurso bastante ingenioso, es que exploramos internamente a Cassie, quién está a punto de explotar y confesar sus encuentros con Nate delante de todas las demás.

No quiero dejar de mencionar otra gran escena, con una fotografía, iluminación y movimientos de cámara muy propios, como es la que tenemos entre Rue, Jules y Elliot, con la pareja de chicas haciendo un interrogatorio al tercero, casi con una dinámica de policía bueno/policía malo y sospechoso. Esto también sirve de pista para descubrir la química entre Elliot y Rue. Si la semana pasada creíamos que Rue podría iniciar una especie de infidelidad, es posible que, en realidad, pueda ser víctima de una. Siendo completamente honesto, este tipo de tramas no es lo mejor que ofrece el programa, pues esos enredos amorosos son comunes en series juveniles más convencionales como Élite o, incluso, Sex Education. Sin embargo, todo va a depender de cómo se vaya desarrollando y como el argumento pueda justificar estos giros.

Otra de las tramas que también guarda mucha tensión es la de Cal con Fezco, pero es evidente que el padre de Nate no está en igualdad de condiciones por la información errónea que su hijo le brinda. Le termina saliendo todo mal cuando va a buscarlo hasta su casa y Ashtray no tiene piedad con él. Solo es mediante la misericordia de Fezco que puede salvar su vida.

Sobre el triángulo amoroso de Maddy, Cassie y Nate, la dinámica encuentra pivotes interesantes en las inseguridades de la segunda, tratando de llamar la atención del chico imitando conductas y formas de vestir de su amiga. La escena final nos muestra un nuevo giro en esta trama, aunque vuelvo a lo que comentaba líneas arriba: las idas y venidas de romances entre los personajes se entienden ya que son propias de la inestabilidad emocional que presenta cada adolescente, pero espero que no abusen de ellas porque Euphoria, sin ser extremadamente novedosa, se ha diferenciado por no caer en las tramas convencionales de otras series juveniles.

Ha sido, en definitiva, un capítulo muy interesante y hasta, podría decirse, experimental, especialmente, en la primera media hora con los rompimientos de cuarta pared utilizados eficientemente. Ya estamos bien metidos en una temporada que empieza a ganar en intensidad y, mientras seguimos con un estilo visual muy singular, las historias de cada adolescente también parecen estar acercándose a sitios bastante oscuros.

Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.

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CRÍTICA: La vida sexual de las universitarias – Temp 3, Ep 1

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**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Si son fanáticos de las primeras dos temporadas de “La vida sexual de las universitarias”, seguramente ya sabrán que Reneé Rapp aparecerá menos en la tercera, habiendo decidido que prefiere dedicarle tiempo a su carrera de cantante en vez de actuar. Esto, claramente, resultará en la eventual desaparición de su personaje, Leighton, en la serie. ¿Pero cómo? Pues eso es algo que no nos demoramos en averiguar en el primer episodio. Resulta que su novia, Alicia (Midori Francis) se quiere ir de la Universidad de Essex para trabajar en Boston. Y (no tan) casualmente, el profesor de matemáticas de Leighton le ofrece hablar con un colega en MIT (¡en Boston!) para que se pase a dicha universidad a estudiar matemáticas, su verdadera pasión.

Conveniente, ¿no? O sea sí, pero es lo que la serie necesita —simplemente dará mucha pena ver a Leighton irse del show. Fuera de eso, sin embargo, este primer episodio hace un buen trabajo actualizándonos con las vidas de las chicas. Kimberly (Pauline Chalamet) y Whitney (Alyah Chanelle Scott) comienzan la historia peleadas debido a que la primera se metió con el ex de la segunda, Canaan (Christopher Meyer), pero felizmente terminan amistándose para el final. Whitney, además, tiene que acostumbrarse en la vida de una sorodidad. Y por su parte, Bela (Amrit Kaur) parece encontrar una nueva motivación para mejorar como persona, luego de enterarse de que no puede cambiarse de universidad por tener un GPA demasiado bajo: convertirse en mentora para los alumnos y alumnas de primer año.

Es bastante, especialmente considerando que el episodio es relativamente corto, pero como siempre, “La vida sexual de las universitarias” se mueve rápido y sin hacerse problemas, incluyendo todo tipo de diálogos graciosos y referencias a la cultura popular. Obviamente no todos los chistes funcionan, pero ninguno es demasiado estúpido, y ciertamente se ven beneficiados por el carisma de las protagonistas. Pero lo más importante de las dos temporadas anteriores, felizmente, sigue intacto: las buenas actuaciones, la química palpable y realista entre las actrices, y la franqueza con la cual temas relacionados a sexualidad y amistad son tratados por la creadora Mindy Kaling y sus guionistas. ¡Me muero por seguir con la temporada!

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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