Opinión
CRÍTICA – GLOW (1era Temporada)
Publicado
hace 6 añosel
Sí, sé que he llegado bastante tarde a la fiesta. Pero por fin me animé a ver “GLOW”, luego de que varias personas me lo recomendaron… y no estoy arrepentido. De hecho, ahora que ya terminé con la primera temporada —la cual, como deben estar ya comenzando a sospechar, disfruté un montón—, pienso ver las otras dos, y por supuesto, escribir sobre ellas. Porque “GLOW” es una de esas series que pasa relativamente desapercibida —especialmente en comparación a otros shows más populares que también produce Netflix—, pero que merece ser vista por más espectadores. Se trata de una serie sorprendentemente emotiva, la cual combina comedia con drama y hasta comentario social, para desarrollar una experiencia que, felizmente, no se parece a nada que he podido ver este año en la pantalla chica.
Para quienes no lo sepan, “GLOW” de verdad existió —es decir, en los ochentas, había un show de televisión sobre mujeres de la lucha libre llamado “GLOW” (Gorgeous Ladies of Wrestling, o Bellas Damas de la Lucha Libre), y esta serie está basada en ella. Evidentemente, se trata de una adaptación basada, mayormente, en la ficción, pero a la vez —y sin llegar a mencionar a gente en específico—, llega a transmitir varios temas importantes para la época, tanto en lo que se refiere al desarrollo de la lucha libre como expresión artística —o al menos como deporte—, como en lo relacionado a la manera en que eran tratadas las mujeres en aquella época. “GLOW” trata de decir mucho a través de sus personajes y su historia, y para mi gran sorpresa, no lo hace del todo mal.
La protagonista de “GLOW” es Ruth Wilder (Alison Brie), una joven actriz que vive en Los Ángeles, en 1985, y que no parece ser capaz de conseguir un solo buen papel en alguna serie de televisión o película. Por cosas del destino, sin embargo, es llamada al cásting de “GLOW”: la primera serie de televisión sobre luchadoras mujeres para los Estados Unidos. Y es así que es elegida, junto con un interesante grupo de mujeres, por el excéntrico director Sam Sylvia (Marc Maron), y su joven productor, Bash Howard (Chris Lowell). De esa manera, Ruth, junto con sus compañeras, comenzará un arduo proceso de entrenamiento y convivencia, a través del cual comenzarán a desarrollarse como artistas, pero también a conocerse como personas.
Sin embargo, “GLOW” incluye otra historia importante: resulta que la mejor amiga de Ruth, la también actriz Debbie (Betty Giplin), también es seleccionada para formar parte del show. Lo cual no debería ser una mala noticia; el problema es que —y estoy tratando de no incluir spoilers, para quienes no hayan visto la serie— Ruth ha traicionado, de alguna manera, a su mejor amiga. Es así, pues, que ambas tienen que aprender a trabajar juntas, por más de que al principio no estén muy dispuestas ni siquiera a estar presentes en el mismo cuarto. Se trata de un arco de personaje por el que tanto Ruth como Debbie tienen que atravesar —tienen que enfrentar sus demonios, y en el caso específico de Ruth, aceptar que ha hecho algo muy malo, y que le ha hecho daño a alguien a quien quería mucho.
El desarrollo de Ruth como protagonista es muy interesante. En teoría, podría ser una heroína común y corriente: decidida, dispuesta siempre a seguir adelante —a pesar de que la vida no la trata muy bien—, y muy afanosa a la hora de estudiar y ensayar para su nuevo trabajo. Pero como mencioné líneas arriba, le hizo un gran daño a su mejor amiga, lo cual trae consigo diversas consecuencias. Además, son precisamente los aspectos anteriormente mencionados de su personalidad lo que, inicialmente, la pone en conflicto con otros personajes. Al mismo Sam, al principio, parece no caerle muy bien —hasta cierto punto, parece que Ruth cree ser superior al resto, porque es una actriz “de verdad”, y no una doble de acción o peleadora y modelo, como muchas de las otras chicas. Es ese tipo de soberbia el que tendrá que ir eliminando poco a poco —especialmente considerando que, eventualmente, los compañeras se enteran de lo que le hizo a Debbie tan solo unos días atrás.
El hecho de que Ruth sea interpretada por alguien como Alison Brie, sin embargo, ayuda a que uno nunca odie al personaje. Sí, se trata de una mujer, hasta cierto punto, patética —insegura de sí misma, y con ganas de recibir la atención de los demás. Pero a la vez, uno sabe que no es una mala persona —está tratando de compensar por lo que ha hecho, y de ser un mejor ser humano, por más que los demás no la vean así. Además, parte de su crecimiento incluye el aceptarse a sí misma tal y como es, y tal y como el resto la ve —esto implica convertirse en la villana de “GLOW”, lo cual nos otorga la oportunidad de ver a Brie actuando con un acento ruso imposiblemente gracioso. Si no llegan a disfrutar de las demás características de Ruth, al menos podrán divertirse con su personaje dentro del show —una caricatura de villana comunista típica de los años ochenta.
De hecho, el resto de peleadoras de la serie es obligado a interpretar a estereotipos, la mayoría bastante ofensivos. Debbie hace de una heroína sureña 100% americana (su traje lleva los colores de la bandera estadounidense, por supuesto); Rhonda (Kate Nash) es una nerd sexy (por supuesto); Arthie Premkumar (Sunita Maní) es la terrorista árabe (con dinamita y todo), y Jenny Chey (Ellen Wong, de “Scott Pilgrim contra el mundo”) es una peleadora asiática llamada “Fortune Cookie” (ay…) Después de todo, “GLOW” se lleva a cabo durante los primeros años de la lucha libre en los estados unidos —al menos en lo que se refiere a peleadoras mujeres—, una época en la que los estereotipos de países foráneos eran más prevalentes, y las caricaturas andantes eran más aceptadas como parte de la cultura popular, ya sea en el cine, o por supuesto, la televisión. Las chicas saben esto, pero a la vez, no les encanta la idea de mofarse de sí mismas y de su cultura —llega un momento, por ejemplo, en el que Arthie se harta de que la llamen “Beirut” (ella ni siquiera es de ahí…)
Adicionalmente, “GLOW” incluye varias escenas que nos recuerdan lo diferente (o no…) que fue la década de 1980. Si Ruth decide participar en el show, es porque no logra encontrar papeles femeninos fuera de la secretaria o la chica sexy que le trae el café al personaje masculino. Por más que Sam vaya evolucionado como personaje, la mayor parte del tiempo se comporta como un cerdo sexista y cocainómano (un personaje dice, en un momento, que “es más sexista que racista”… como si eso fuera algo bueno); y la manera en que Debbie es tratada por su esposo (de quien piensa separarse), pone en evidencia la forma en que las mujeres eran consideradas como inferiores en comparación a los hombres. El divorcio no era una opción, y por más de que el esposo haya hecho algo malo (para muchas, imperdonable), igual “debía” darle una segunda opción.
Lo mejor de “GLOW” es que uno no tiene que ser fanático de la lucha libre para disfrutar de la serie —eso quiere decir que sus creadores no tratan a su público como idiotas, ni como gente que solo quiere ver chicas pelear en un ring. Acá lo importante son los personajes, y la manera en que van cambiando a lo largo de esta primera temporada —las chicas van aceptando a la lucha libre como algo que, de repente, podría hacerlas felices, y que de paso, les permite redescubrir sus cuerpo, empoderándolas y haciendo que se vean bien (esto es particularmente importante para Debbie, quien encuentra un paralelismo entre la lucha libre y las telenovelas). Sam, quien inicialmente para ser una caricatura del director de cine egocéntrico y cascarrabias, se va convirtiendo en una suerte de figura paterna (bastante errática) para ciertos personajes. Y Ruth, por supuesto, es quien tiene que cambiar más —tratando de corregir sus más grandes errores, y adoptando su lado “villanezco”.
“GLOW” es una exploración franca y honesta de un grupo de personajes muy variado e interesante. Sí, incluye un par de escenas de sexo y desnudos, pero no son gratuitos ni mucho menos —sirven para avanzar la historia, y en ciertos momentos, para denotar la confianza entre ciertos personajes. Y sí, resulta difícil empatizar con algunas de las protagonistas —al menos al principio—, pero eso es parte importante del crecimiento de las mismas. Mezclando humor —me reí varias veces a la hora de ver esta primera temporada—, con drama bien desarrollado —las actuaciones son todas excelentes-, y por supuesto, una creíble dramatización del mundo de la lucha libre, “GLOW” logra desarrollar una historia que se parece a pocas que haya visto antes. Esta primera temporada no solo me dejó con ganas de ver la segunda —también me dejó convencido de que los siguientes episodios serían incluso mejores que los ya vistos. ¡Solo hay una forma de averiguarlo!
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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destacado
CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)
Publicado
hace 4 díasel
14 mayo, 2025
Episodio 10: Haz que se detenga
****½ sobre *****
Pues por fin pasó lo que tenía que pasar. Luego de años de espionaje, secretos, engaños, mentiras y trabajar en secreto, Luthen Rael (Stellan Skarsgard) falleció. Y falleció de la forma en que siempre hubiese querido: por su propia mano, luego de haber sido descubierto por Dedra Meero (Denise Gough) y revelado como el líder de la rebelión en Coruscant. Pero curiosamente, no se trata de una muerte inmediata. De hecho, apenas se acuchilla, los Imperiales se lo llevan a un hospital —después de todo, Dedra lo necesita vivo para que pueda confesar. Pero lamentablemente, la ISB tiene otros planes.
Es así que el décimo episodio de la segunda temporada de “Andor” se enfoca casi completamente en Luthen y Kleya (una increíble Elizabeth Dulau), con la segunda infiltrándose en el hospital como enfermera para encontrar a Luthen, quien todavía está vivo (con las justas) en una habitación climatizada. Pero no para encontrarlo y rescatarlo, si no más bien para sacarlo de su miseria —para que, nuevamente, muera como a él le hubiese gustado, sin confesarle nada a nadie, sin decirle a Dedra que, gracias a su ahora fallecido agente doble, sabe de la existencia de la Estrella de la Muerte. Y más importante, ahora Kleya es la única que sabe las palabras clave que serán de suma importancia para el futuro de la Alianza Rebelde: Jedha, Kyber y Erso.
Obviamente, cualquier fanático que se sepa al Episodio IV de la saga original y, más importante, a “Rogue One” de memoria, reconocerá estas palabras. Pero fuera de aquellas conexiones a las películas posteriores, lo mejor de “Andor” está en la forma en que humaniza la relación entre Luthen y Kleya. Los eventos del presente son intercalados con flashbacks que nos muestran como aquellos personajes se conocieron y, por supuesto, cómo Luthen fue radicalizando a una joven Kleya, demostrándole cómo el Imperio debía ser combatido. Todo esto resulta en un episodio emotivo, que concluye de forma apropiadamente solemne, pero a la vez, satisfactoria. Puede que Luthen esté muerto, pero sus ideales viven en Kleya —solo esperemos que a esta última no le pase nada malo en los siguientes dos episodios.
Episodio 11: ¿Quién más sabe?
****½ sobre *****
El Episodio 11 de la segunda temporada de “Andor” es de lo más tenso que nos ha entregado la serie. No solo porque involucra a Kleya tratando de comunicarse con los rebeldes con un código secreto, si no también porque nos muestra a los Imperiales tratando de descifrar dicho código, mientras Cassian (Diego Luna) eventualmente lo recibe en Yavin, y decide ir con Melshi (Duncan Pow) y K2-SO (Alan Tudyk) a Coruscant. Es así que la segunda mitad del episodio se siente como una carrera contra el reloj: ¿quién encontrará primero a Kleya, los Imperiales o Cassian? ¿Y qué decidirá hacer ella una vez que le transmita su conocimiento a nuestro protagonista?
Pero eso no es todo. También tenemos una excelente escena de interrogación, en la que el Director Krennic (Ben Mendelsohn) hace puré a la pobre Dedra, quien intenta ser honesta luego de que la acusan de ser una espía rebelde. Esto culmina en ella siendo trasladada a una celda —un destino bastante triste para un personaje que se había estado deleitando por años de ser despiadada y eficiente, pero que al esconderle información a sus superiores y tratar de atrapar a Luthen por sí sola, termina por acabar con su propia carrera. Después de todo, lo ÚNICO que le importa a Krennic y los Imperiales es mantener el proyecto de la Estrella de la Muerte en secreto. Todo lo demás es secundario. Nada más (ni nadie más) importa.
Es por todo eso que verdaderamente se comienza a sentir que estamos llegando al final. Que la serie de “Andor” está presentando de forma magnífica los últimos días de su protagonista antes de los eventos de “Rogue One”, enfatizando la importancia del proyecto de la Estrella de la Muerte para los Imperiales. Pero fuera de eso, este segundo episodio dirigido por el mexicano Alonso Ruizpalacios está lleno de detalles interesantes: desde el hecho de que vemos inmediatamente cómo K2 es considerando más como un amigo que como un droide por Cassian y los demás (aawww), hasta cómo ciertos elementos narrativos de episodios anteriores llegan a su culminación acá. ¿Lo único malo? “¿Quién más sabe?” termina con un cliffhanger inaguantable, y hasta ahora no sabemos qué es lo que pasará con Kleya. ¡No puedo creer que solo quede UN episodio para que “Andor” acabe para siempre!
Episodio 12: Jedha, Kyber, Erso
***** sobre *****
Y llegamos al final. ¡Pero qué final! Si hay algo que “Andor” en general, pero específicamente este último episodio han hecho, es, lo crean o no, mejorar a la película de “Rogue One”. Es decir, han hecho lo que pocas precuelas logran hacer: elevar el material al que preceden, haciendo que, en este caso, la “trilogía” de la Primera Temporada de “Andor”, la Segunda Temporada de “Andor”, y “Rogue One” funcionen bellamente como un todo. Pocas veces me he sentido tan emocionado, tan tocado y tan satisfecho con el final de una serie. Tony Gilroy, Alonso Ruizpalacios y el resto del equipo se han lucido de forma tremenda; el final de “Andor” no decepciona para nada. Ni está cerca de hacerlo.
¿Y qué es lo que pasa acá? Uf. Dedra termina en prisión, todo el trabajo que había hecho para el Imperio, eliminado. Partagaz (Anton Lesser) prefiriere suicidarse antes que ser castigado por sus superiores. Cassian logra rescatar a Aleya y, junto con Melshi, son salvados por K2-SO, quien se baja de la nave para acabar con todos los Imperiales que los estaban rodeando. Y más importante: el grupo logra regresar a Yavin IV, donde Cassian logra contarle a Mon Mothma (Genevieve O’Reilly, ahora sí con su peinado y look de “Rogue One”), el General Draven (Alistair Petrie), Bail Organa (Benjamin Bratt), y a la Senadora Pamlo (Sharon Duncan-Brewster) y el Senador Jebel (Jonathan Aris), a quienes habíamos visto en “Rogue One”, toda la información que recibió por arte de Kleya.
Inicialmente no le creen, pero como sabemos lo que eventualmente pasará en la película, al final, Cassian logra salir de Yavin IV junto a K2 para ir al Anillo de Kafrene. Es así que el episodio termina por empalmar PERFECTAMENTE con “Rogue One”, tanto así que, al terminar, lo primero que hice fue entrar a YouTube para buscar, apropiadamente, la escena de la película en el Anillo de Kafrene. Pero fuera de eso, el episodio nos deja con una sensación agridulce de esperanza; con el feeling de que hemos sido testigos de una serie que enfatiza las pequeñas acciones de gente rebelde de toda importancia, y que complementa bellamente a la película del 2016. En pocas palabras: este final deja en claro que “Andor” es literalmente LO MEJOR que Disney ha hecho con “Star Wars” y que, al menos para Vuestro Servidor, esta serie, junto con “Rogue”, es superior a las Secuelas. Lo he dicho, y dudo que me vaya a arrepentir.
Ah, y la cereza sobre el pastel: la escena final. Bix (Adria Arjona) y el hijo de Cassian. Un hijo al que sabemos nunca conocerá; ni siquiera sabrá de su existencia. La serie nos deja con ese pensamiento triste, pero también sabiendo que su legado quedará intacto, con Bix e incluso con B2-EMO (¡sí, sale al final!). Un desenlace más hermoso no podríamos pedir.
Ay, cómo te extrañaré, “Andor”.

**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Aunque este episodio de “The Last of Us” no es necesariamente ni el más emocionante ni el más chocante, es gracias a la forma en que concluye que uno termina con la sensación de que las cosas cambiarán a partir del siguiente. ¿Spoilers? Pues sí: el quinto episodio de la segunda temporada termina con Ellie (Bella Ramsey) torturando a Nora (Tati Gabrielle) es un sótano en Seattle lleno de esporas que podrían infectar a cualquiera. A cualquiera como Nora, quien comienza toser como si no hubiese un mañana, pero definitivamente no a la inmune de Ellie. Es ahí que sale a tallar el lado oscuro de nuestra protagonista, quien aparentemente será capaz de hacer cualquier cosa con tal de llegar hasta donde Abby (Kaitlyn Dever).
Fuera (y antes) de eso, nos centramos en Ellie y Dina (Isabela Merced) tratando de pasar sin ser detectadas por entre las fuerzas de WLF, para así poder llegar al hospital donde supuestamente está Abby. Pero como las cosas no pueden ser tan fáciles, eventualmente son encontradas por los enemigos, lo cual las obliga a meterse en un parque lleno de Scars. Es ahí donde son testigos de un suceso terrible —básicamente, unos Scars destripando a un tipo mientras recitan sus líneas de fanáticos religiosos—, pero también donde se unen a Jesse (Young Mazino), quien las rescata momentos antes de un grupo de infectados inteligentes. Resulta que salió con Tommy del pueblo un día después de las chicas, y ha llegado para traérselas de vuelta a casa.
El episodio concluye, entonces, con Ellie y Dina separadas —la primera torturando, como se ha dicho ya, a Nora, y la segunda escapando con Jesse de sus enemigos. Quienes hayan jugado “The Last of Us: Parte Dos” sabrán exactamente lo que se viene, pero los demás se entretendrán con lo que este episodio tiene para ofrecer: como (casi) siempre, una buena mezcla de suspenso, gore, diálogos inteligentes, y uno que otro desarrollo interesante de la trama. Y como toque final, por razones más emocionales que narrativas, el episodio termina con una escena (¿un flashback, un sueño?) entre Bella y Joel (Pedro Pascal); una representación de lo que perdieron, y de lo que podrían haber tenido si es que las cosas hubiesen salido mejor. Una verdadera pena.

Episodio 7: El mensajero
****½ sobre *****
Para variar, el primer episodio de “Andor” de esta semana comienza un año después de los eventos del episodio 6. Sin embargo, a diferencia de comienzos previos, “El mensajero” no se demora nada en establecer en qué situación se encuentran los personajes. Cassian (Diego Luna) y Bix (Adria Arjona) están viviendo en Yavin IV, cerca a la base rebelde, esta vez trabajando para un grupo más organizado e ignorando a Luthen. Y Dedra (Denis Gough) por fin recibe las órdenes que todos estábamos asumiendo ya llegarían: Ghorman debe ser destruida, y debe suceder pronto.
Una noticia que no le da explícitamente a Syril (Kyle Soller), pero que este último ya comienza a sospecha. Es así, pues, que el episodio comienza a poner a los personajes centrales en posiciones interesantes: Cassian decide viajar junto a Wilmon a Gohrman, convencidos de que tendrán la oportunidad de asesinar a Fedra, obviamente sin sospechar que se viene una masacre. Bix se queda en Yavin pero tiene una conversación importante con Vel (Faye Marsay), quien también ha dejado de trabajar con Luthen. Y Syril trata de comunicarse con los rebeldes de Gohrman, sin mucho éxito. Adicionalmente, unos cadetes nuevos (y demasiado jóvenes) del imperio llegan al planeta anteriormente mencionado, lo cual preocupa a sobremanera a Dedra.
Puede que sea obvio, pero lo mejor de “Andor” es que se siente como la acumulación de una tensión casi inaguantable que sabemos explotará pronto. La atmósfera de suspenso y vacío deprimente en Ghorman es palpable, y aunque esto se ve balanceado con la sensación de esperanza (aunque sea sutil) en Yavin IV, igual el espectador sabe que lo que se viene en los episodios será terriblemente trágico. Y bueno, también sabe que, a pesar de estar a Ghorman, a Cassian no le pasará nada, porque por algo ya vimos “Rogue One”. ¿Pero Dedra, Syril, y los rebeldes del planeta? Pues habrá que ver los siguientes dos episodios para ver quién sobrevive, y quien termina llegando al fin de su agitada existencia.
Episodio 8: ¿Quién eres?
***** sobre *****
Y llegó el momento que todos teníamos miedo de que llegara: la masacre de Ghorman. Y con eso, el mejor episodio no solo de la segunda temporada de “Andor” hasta ahora, si no también de toda la serie. Un episodio que se deleita en mantener al espectador en la más inaguantable tensión, ansioso mientras ve como el suspenso aumenta y aumenta y aumenta hasta explotar de la forma más violenta posible, colocando a sus figuras más importantes en puntos de absoluta vulnerabilidad. “¿Quién eres?” me dejó con el corazón en la garganta, totalmente afectado luego de haber visto como “Andor” desarrolló una marcha y eventualmente masacre de forma tan cruenta, tan emotiva.
Cassian está en Ghorman, listo para matar a Dedra. Dedra está trabajando junto a Capitán Kaido (Jonjo O’Neill), totalmente consciente de lo que tendrá que hacer. Wilmon sigue del lado de los rebeldes, y Syril recién se va dando cuenta de lo que está pasando. De hecho, me animaría a decir que Syril es la estrella, por así decirlo, del episodio —Kyle Soller hace un estupendo trabajo transmitiendo, con lenguaje corporal y expresiones faciales, el gradual cambio en el personaje, mientras se va dando cuenta de lo que Dedra está haciendo y de lo que le pasará a la gente de Ghorman. Y sí, hacia el final del episodio, Syril muere —asesinado luego de haber intentado matar a Cassian. El fin de un personaje verdaderamente patético, que obviamente contribuyó con las acciones fascistas de un Imperio totalitario, pero que termina siendo más triste que verdaderamente villanesco. Eso queda claro luego de que, antes de ser asesinado, Cassian le pregunta: “¿quién eres?”. Nada peor que morir como un anónimo, cuyo trabajo no valió nada.
En relación a la masacre, pues “Andor” nos entrega una de las secuencias más tensas que haya visto en un buen tiempo. La escenificación perfecta de lo que el Imperio es capaz de hacer, asesinando a todo un grupo de personas únicamente porque quieren un recursos importante para… bueno, construir una estación espacial gigante que se encargará de matar a millones de personas más. Personajes secundarios mueren luego de conmovernos con sus cánticos e himnos de rebelión, y Cassian sobrevive con las justas, llevándose consigo a un terrible droide imperial que asumimos eventualmente se convertirá en K2SO. Mucho se pierde, pero la pelea sigue adelante, por más de que Dedra y el Imperio se hayan salido con la suya —con terribles consecuencias.
Episodio 9: Bienvenidos a la Rebelión
***** sobre *****
Al final del día, la historia de Cassian Andor es una tragedia. Lo sabíamos desde que fuimos testigos del desenlace de “Rogue One”, y es algo que hemos estado viendo desarrollándose a lo largo de las dos temporadas de “Andor”. No obstante, es en este noveno episodio de la segunda temporada que se comienza a sentir más. No solo por la manera en que mezcla victorias con derrotas; un tono trágico con un tono esperanzador. Si no también por la forma en que Bix se despide de Cassian con un video, prometiéndole que se verán una vez que las cosas sean resueltas y la Rebelión gane. Algo que, lamentablemente, por la forma en que Cassian fallece en la película anteriormente mencionada, sabemos que nunca pasará. Una tragedia.
La manera, pues, en que se van respondiendo algunas de las preguntas que teníamos respecto a Cassian y la Rebelión en este episodio es magistral. Más que simplemente llenar huecos, lo que ha hecho el guionista Dan Gilroy es otorgarle motivaciones adicionales y creíbles a sus personajes, y obligaros a interactuar y tomar decisiones difíciles. Consideren, si no, el discurso de Mon Mothma en el Senado, donde denuncia el genocidio de los Ghorman frente a toda la galaxia, mientras la IBS conspira para asesinarla. O cómo finalmente se encuentra con Cassian, quien la ayuda a escapar del Senado para que eventualmente pueda llegar a Yavin IV y convertirse en la lideresa de la Rebelión.
Las piezas van colocándose en su lugar, y en vez de sentirse como algo obligatorio, cansado, se siente más bien como la culminación de todo lo que hemos estado viendo en estos episodios. Como el clímax emocional, tensional y narrativo de todo lo que hemos estado experimentando con estos personajes. Algunos casos, como el de Bix, se sienten inevitables. Y otros, como el de Luthen, quien al menos hasta ahora sigue vivo, no dejan de sorprender. Pero lo mejor de “Bienvenidos a la Rebelión” es que no deja de lado a Cassian, enfocándose en él y su rol de suma importancia en la Rebelión. Y por qué no, culminando con el nacimiento, por así decirlo, de K2-SO, quien asumimos tomará un rol grande en los tres episodios que saldrán la próxima semana. De verdad que no podría estar más contento con lo que “Andor” está haciendo con la franquicia de “Star Wars”.

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