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Opinión

CRÍTICA – GLOW (1era Temporada)

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Sí, sé que he llegado bastante tarde a la fiesta. Pero por fin me animé a ver “GLOW”, luego de que varias personas me lo recomendaron… y no estoy arrepentido. De hecho, ahora que ya terminé con la primera temporada —la cual, como deben estar ya comenzando a sospechar, disfruté un montón—, pienso ver las otras dos, y por supuesto, escribir sobre ellas. Porque “GLOW” es una de esas series que pasa relativamente desapercibida —especialmente en comparación a otros shows más populares que también produce Netflix—, pero que merece ser vista por más espectadores. Se trata de una serie sorprendentemente emotiva, la cual combina comedia con drama y hasta comentario social, para desarrollar una experiencia que, felizmente, no se parece a nada que he podido ver este año en la pantalla chica.

Para quienes no lo sepan, “GLOW” de verdad existió —es decir, en los ochentas, había un show de televisión sobre mujeres de la lucha libre llamado “GLOW” (Gorgeous Ladies of Wrestling, o Bellas Damas de la Lucha Libre), y esta serie está basada en ella. Evidentemente, se trata de una adaptación basada, mayormente, en la ficción, pero a la vez —y sin llegar a mencionar a gente en específico—, llega a transmitir varios temas importantes para la época, tanto en lo que se refiere al desarrollo de la lucha libre como expresión artística —o al menos como deporte—, como en lo relacionado a la manera en que eran tratadas las mujeres en aquella época. “GLOW” trata de decir mucho a través de sus personajes y su historia, y para mi gran sorpresa, no lo hace del todo mal.

La protagonista de “GLOW” es Ruth Wilder (Alison Brie), una joven actriz que vive en Los Ángeles, en 1985, y que no parece ser capaz de conseguir un solo buen papel en alguna serie de televisión o película. Por cosas del destino, sin embargo, es llamada al cásting de “GLOW”: la primera serie de televisión sobre luchadoras mujeres para los Estados Unidos. Y es así que es elegida, junto con un interesante grupo de mujeres, por el excéntrico director Sam Sylvia (Marc Maron), y su joven productor, Bash Howard (Chris Lowell). De esa manera, Ruth, junto con sus compañeras, comenzará un arduo proceso de entrenamiento y convivencia, a través del cual comenzarán a desarrollarse como artistas, pero también a conocerse como personas.

Sin embargo, “GLOW” incluye otra historia importante: resulta que la mejor amiga de Ruth, la también actriz Debbie (Betty Giplin), también es seleccionada para formar parte del show. Lo cual no debería ser una mala noticia; el problema es que —y estoy tratando de no incluir spoilers, para quienes no hayan visto la serie— Ruth ha traicionado, de alguna manera, a su mejor amiga. Es así, pues, que ambas tienen que aprender a trabajar juntas, por más de que al principio no estén muy dispuestas ni siquiera a estar presentes en el mismo cuarto. Se trata de un arco de personaje por el que tanto Ruth como Debbie tienen que atravesar —tienen que enfrentar sus demonios, y en el caso específico de Ruth, aceptar que ha hecho algo muy malo, y que le ha hecho daño a alguien a quien quería mucho.

El desarrollo de Ruth como protagonista es muy interesante. En teoría, podría ser una heroína común y corriente: decidida, dispuesta siempre a seguir adelante —a pesar de que la vida no la trata muy bien—, y muy afanosa a la hora de estudiar y ensayar para su nuevo trabajo. Pero como mencioné líneas arriba, le hizo un gran daño a su mejor amiga, lo cual trae consigo diversas consecuencias. Además, son precisamente los aspectos anteriormente mencionados de su personalidad lo que, inicialmente, la pone en conflicto con otros personajes. Al mismo Sam, al principio, parece no caerle muy bien —hasta cierto punto, parece que Ruth cree ser superior al resto, porque es una actriz “de verdad”, y no una doble de acción o peleadora y modelo, como muchas de las otras chicas. Es ese tipo de soberbia el que tendrá que ir eliminando poco a poco —especialmente considerando que, eventualmente, los compañeras se enteran de lo que le hizo a Debbie tan solo unos días atrás.

El hecho de que Ruth sea interpretada por alguien como Alison Brie, sin embargo, ayuda a que uno nunca odie al personaje. Sí, se trata de una mujer, hasta cierto punto, patética —insegura de sí misma, y con ganas de recibir la atención de los demás. Pero a la vez, uno sabe que no es una mala persona —está tratando de compensar por lo que ha hecho, y de ser un mejor ser humano, por más que los demás no la vean así. Además, parte de su crecimiento incluye el aceptarse a sí misma tal y como es, y tal y como el resto la ve —esto implica convertirse en la villana de “GLOW”, lo cual nos otorga la oportunidad de ver a Brie actuando con un acento ruso imposiblemente gracioso. Si no llegan a disfrutar de las demás características de Ruth, al menos podrán divertirse con su personaje dentro del show —una caricatura de villana comunista típica de los años ochenta.

De hecho, el resto de peleadoras de la serie es obligado a interpretar a estereotipos, la mayoría bastante ofensivos. Debbie hace de una heroína sureña 100% americana (su traje lleva los colores de la bandera estadounidense, por supuesto); Rhonda (Kate Nash) es una nerd sexy (por supuesto); Arthie Premkumar (Sunita Maní) es la terrorista árabe (con dinamita y todo), y Jenny Chey (Ellen Wong, de “Scott Pilgrim contra el mundo”) es una peleadora asiática llamada “Fortune Cookie” (ay…) Después de todo, “GLOW” se lleva a cabo durante los primeros años de la lucha libre en los estados unidos —al menos en lo que se refiere a peleadoras mujeres—, una época en la que los estereotipos de países foráneos eran más prevalentes, y las caricaturas andantes eran más aceptadas como parte de la cultura popular, ya sea en el cine, o por supuesto, la televisión. Las chicas saben esto, pero a la vez, no les encanta la idea de mofarse de sí mismas y de su cultura —llega un momento, por ejemplo, en el que Arthie se harta de que la llamen “Beirut” (ella ni siquiera es de ahí…)

Adicionalmente, “GLOW” incluye varias escenas que nos recuerdan lo diferente (o no…) que fue la década de 1980. Si Ruth decide participar en el show, es porque no logra encontrar papeles femeninos fuera de la secretaria o la chica sexy que le trae el café al personaje masculino. Por más que Sam vaya evolucionado como personaje, la mayor parte del tiempo se comporta como un cerdo sexista y cocainómano (un personaje dice, en un momento, que “es más sexista que racista”… como si eso fuera algo bueno); y la manera en que Debbie es tratada por su esposo (de quien piensa separarse), pone en evidencia la forma en que las mujeres eran consideradas como inferiores en comparación a los hombres. El divorcio no era una opción, y por más de que el esposo haya hecho algo malo (para muchas, imperdonable), igual “debía” darle una segunda opción.

Lo mejor de “GLOW” es que uno no tiene que ser fanático de la lucha libre para disfrutar de la serie —eso quiere decir que sus creadores no tratan a su público como idiotas, ni como gente que solo quiere ver chicas pelear en un ring. Acá lo importante son los personajes, y la manera en que van cambiando a lo largo de esta primera temporada —las chicas van aceptando a la lucha libre como algo que, de repente, podría hacerlas felices, y que de paso, les permite redescubrir sus cuerpo, empoderándolas y haciendo que se vean bien (esto es particularmente importante para Debbie, quien encuentra un paralelismo entre la lucha libre y las telenovelas). Sam, quien inicialmente para ser una caricatura del director de cine egocéntrico y cascarrabias, se va convirtiendo en una suerte de figura paterna (bastante errática) para ciertos personajes. Y Ruth, por supuesto, es quien tiene que cambiar más —tratando de corregir sus más grandes errores, y adoptando su lado “villanezco”.

“GLOW” es una exploración franca y honesta de un grupo de personajes muy variado e interesante. Sí, incluye un par de escenas de sexo y desnudos, pero no son gratuitos ni mucho menos —sirven para avanzar la historia, y en ciertos momentos, para denotar la confianza entre ciertos personajes. Y sí, resulta difícil empatizar con algunas de las protagonistas —al menos al principio—, pero eso es parte importante del crecimiento de las mismas. Mezclando humor —me reí varias veces a la hora de ver esta primera temporada—, con drama bien desarrollado —las actuaciones son todas excelentes-, y por supuesto, una creíble dramatización del mundo de la lucha libre, “GLOW” logra desarrollar una historia que se parece a pocas que haya visto antes. Esta primera temporada no solo me dejó con ganas de ver la segunda —también me dejó convencido de que los siguientes episodios serían incluso mejores que los ya vistos. ¡Solo hay una forma de averiguarlo!

Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)

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EPISODIO 8

****sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.

¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!

Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…

EPISODIO 9 (FINAL)

**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.

Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.

Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!

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