Opinión
CRÍTICA – Good Omens (1era Temporada)
Publicado
hace 5 añosel
Este es uno de esos casos en los que me toca admitir que no he leído la fuente original de inspiración; por más que me encantaría leer la novela original de “Good Omens”, escrita por Neil Gaiman y Terry Pratchett, no he tenido suficiente tiempo como para hacerlo. Después de todo, tengo una cantidad casi absurda de libros pendientes —así como películas y series, por supuesto—, por lo que simplemente no he podido comprar y leer la novela antes de ver la más reciente adaptación para Amazon Prime Video. Si tuviese que esperar a leer la novela para luego ver la serie, mi crítica terminaría siendo publicada en el 2021. No hay forma.
Lo cual, en todo caso, me da la oportunidad de evaluar a “Good Omens” bajo sus propios términos, sin compararla a la —supuestamente—excelente novela de Gaiman y Pratchett, y más bien considerándola como una obra de ficción que debería funcionar tanto para los fanáticos de su fuente de inspiración, como para los neófitos. Y en ese sentido, felizmente puedo declarar que “Good Omens” es un éxito casi absoluto. Se trata, pues, de una serie —o primera temporada— increíblemente entretenida, llena de personajes memorables y con un sentido del humor bastante astuto. No me atrevería a decir que se trata de un sátira, necesariamente, pero sí que contiene elementos satíricos, como para desarrollar su historia de manera entretenida, pero a la vez, deliciosamente inesperada.
La premisa tiene muchísimo potencial. Nuestros protagonistas son un ángel —Aziraphale, interpretado por Michael Sheen— y un demonio —Crowley, interpretado por David Tennant—, que han estado “activos”, por así decirlo, desde el inicio. Estuvieron ahí cuando Adán y Eva fueron botados del paraíso —Crowley era la Serpiente, y Aziraphale le regaló su espada de fuego a la pareja para que se defiendan en un mundo lleno de peligros—, estuvieron durante la Peste Negra y el Renacimiento, y siguen trabajando, cada quien para su propio bando, ahora en el presente.
No obstante, a pesar de tener jefes completamente distintos y, se supone, objetivos opuestos, con los años se han convertido en amigos, y tienen una suerte de trato —se hacen los locos cada vez que uno comete un acto que beneficia a cualquiera de los jefes, pero a la vez, se ayudan mutuamente cada vez que pueden. No obstante, dicha situación se verá afectada con la inminente llegada del Anticristo —personificado en un —aparentemente— dulce niño llamado Adam Young (Sam Taylor Buck) que jamás se despega de su adorable perrito. Es así que Crowley y Aziraphale tendrán que trabajar juntos para tratar de prevenir el Apocalipsis, por más que sus respectivos Jefes —Beelzebub (Anna Maxwell Martin) para el primero, y el Ángel Gabriel (Jon Hamm) para el segundo— estén en desacuerdo con sus acciones.
A pesar de tratar sobre el fin del mundo, e involucrar a ángeles, demonios, brujas y al Anticristo en persona, “Good Omens” mantiene un tono más bien ligero. De hecho, me recordó bastante a “La guía del viajero intergaláctico” (tanto la primera novela, como la adaptación cinematográfica con Martin Freeman), especialmente debido a la manera en que utiliza el humor, seco, sardónico, sarcástico, para enfrentar algunos de los temas más complicados que tiene que desarrollar. Consideren, si no, el tercer episodio, en el que vemos, durante los primeros treinta minutos, todos los eventos históricos importantes en los que se vieron involucrados ambos protagonistas.; estuvieron presentes, incluso, durante la crucifixión de Jesús. “¿Y qué hizo este tipo para que se molestaran tanto?”, le pregunta el Demonio al Ángel. “Solo dijo que sean amables los unos con los otros”, le responde. “Ah. Tiene sentido”.
Y por más que “Good Omens” toque algunos temas relativamente susceptibles —especialmente para un país tan conservador como el nuestro—, muchos de ellos relacionados a la religión y al rol de Dios en el destino de la humanidad, nunca se siente ofensivo ni mucho menos. No soy ningún creyente, pero asumo que solo el cristiano más radical de todos se sentiría ofendido por una serie de tono tan ligero y tan frecuentemente graciosa como “Good Omens” —después de todo, por más que los personajes se cuestionan las decisiones tomadas tanto por Dios como por el Diablo, la conclusión a la que eventualmente llegan (durante el último episodio) es bastante consecuente con lo que la mayoría de gente creyente declara. Tampoco diría que “Good Omens” es una serie religiosa, por cierto —simplemente tiene mensajes bastante dignos que transmitir, y lo hace de manera divertida, y por qué no, algo satírica y autoconsciente.
Además, ayuda el que el eje central de la narrativa sea la relación entre Aziraphale y Crowley. Sin ellos, y sin la manera en que interactúan, la serie carecería de un buen corazón, y se podría sentir mucho más malintencionada. Tanto Michael Sheen como David Tennant están muy bien como sus respectivos personajes —el primero siempre quiere hacer el bien, y cree todavía en el juicio de sus jefes, mientras que el otro, a pesar de disfrutar de sus maléficas acciones, de crear caos y confusión, parece tener un lado más bien amable. Es el contraste entre ambos, pero también la química que comparten, lo que los convierte en protagonistas tan entrañables. Se trata de un amistad totalmente creíble, por más que sean un par de seres inmortales y sobrenaturales.
Del resto del reparto, destacan Adria Arjona como Anatema Device, y Jack Whitehall como Newton Pulsifer. La primera es una descendiente de brujas, destinada a cumplir una serie de profecías muy precisas para ayudar a acabar con el Anticristo, mientras que el segundo es un pseudo-cazador de brujas (muy torpe) que también tiene un rol qué cumplir en esta historia. Arjona interpreta a su personaje como una mujer intensa, alguien que verdaderamente cree en su destino, mientras que Whitehall, sin exagerar demasiado, desarrolla a Pulsifer como alguien perdido, inseguro de sí mismo y hasta confundido. Sí, es cierto que la relación entre ambos está desarrollada de manera algo apurada y superflua —y sufre en comparación a la del Ángel y el Demonio—, pero funciona dentro del contexto de la serie. Como Shadwell, el mentor de Newton, Michael McKean tiene un acento escocés (¿o irlandés?) terrible; Jon Hamm es suficientemente intimidante como Gabriel; Frances McDormand interpreta a la voz de Dios, la narradora de todos los eventos que se llevan a cabo a lo largo de esta primera temporada, y los niños (Adam, el Anticristo, y sus amigos) están meramente…. bien. Para ser un eje importante de la historia, están muy poco desarrollados, y hasta resultan algo irritantes por momentos.
Fuera de la narrativa en general y de sus memorables protagonistas, uno también va disfrutando de los detalles que introduce “Good Omens”, tanto relacionados a la construcción de sus personajes, como a ciertos eventos de la vida real. Consideren, si no, la manera en que Crowley trata a sus plantas —en una escena que sirve tanto para demostrar que no es una buena persona, exactamente, como para sembrar una semillita narrativa que es utilizada un par de episodios después—, o las supuestas desgracias por las que él se hace responsable, como la creación de la gasolina, o la invención del plástico. Tenemos, también, a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, quienes, en vez de montar criaturas aladas, se mueven en motocicletas, y cuyo miembro más devastador, la Plaga, ha sido reemplazado por la Contaminación —porque es el año 2019, por supuesto. Son detalles de ese estilo los que le dan tanta personalidad, y a la vez, tanta relevancia a “Good Omens”.
No obstante, sí hay un par de momentos que resultan algo decepcionantes, especialmente en lo que se refiere al apartado visual. Se nota que el presupuesto para la serie era limitado, razón por la que la mayoría de episodios combinan excelentes sets y un sublime diseño de vestuario y maquillaje, con efectos digitales que van desde lo aceptable —carros incendiándose, demonios derritiéndose—, hasta lo francamente horrible —explosiones en 2D o chroma keys mal hechos. Dudo que “Good Omens” haya sido una serie barata, pero por momentos luce como una, razón por la que espero reciban un mayor presupuesto para la segunda temporada (si es que llega a haber una).
“Good Omens” es una experiencia corta y dulce —esta primera temporada consiste únicamente de seis episodios, los cuales, gracias a la calidad del producto, pueden ser consumidos de un solo tirón (creanme, eso fue precisamente lo que terminé haciendo). Se trata de una historia increíblemente divertida y astuta, llena de elementos satíricos muy graciosos, y poblada por personajes memorables. Sí, tiene algunas deficiencias técnicas, y sí, los niños no terminan de convencer, lamentablemente, pero fuera de esos defectos, no hay mucho que pueda criticarle a “Good Omens”. De hecho, la pasé tan bien con estos personajes que, nuevamente, me encantaría ver una segunda temporada —espero que le haya ido lo suficientemente bien a la serie como para que Amazon apruebe el desarrollo de una. Los personajes —y Gaiman, el único autor vivo de la novela— lo merecerían.
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.
****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.
De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.
Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.
****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.
Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.
Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.
destacado
CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)
Publicado
hace 3 semanasel
31 octubre, 2024EPISODIO 8
****sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.
¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!
Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…
EPISODIO 9 (FINAL)
**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.
Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.
Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!