Opinión
CRÍTICA – Good Omens (1era Temporada)
Publicado
hace 6 añosel
Este es uno de esos casos en los que me toca admitir que no he leído la fuente original de inspiración; por más que me encantaría leer la novela original de “Good Omens”, escrita por Neil Gaiman y Terry Pratchett, no he tenido suficiente tiempo como para hacerlo. Después de todo, tengo una cantidad casi absurda de libros pendientes —así como películas y series, por supuesto—, por lo que simplemente no he podido comprar y leer la novela antes de ver la más reciente adaptación para Amazon Prime Video. Si tuviese que esperar a leer la novela para luego ver la serie, mi crítica terminaría siendo publicada en el 2021. No hay forma.
Lo cual, en todo caso, me da la oportunidad de evaluar a “Good Omens” bajo sus propios términos, sin compararla a la —supuestamente—excelente novela de Gaiman y Pratchett, y más bien considerándola como una obra de ficción que debería funcionar tanto para los fanáticos de su fuente de inspiración, como para los neófitos. Y en ese sentido, felizmente puedo declarar que “Good Omens” es un éxito casi absoluto. Se trata, pues, de una serie —o primera temporada— increíblemente entretenida, llena de personajes memorables y con un sentido del humor bastante astuto. No me atrevería a decir que se trata de un sátira, necesariamente, pero sí que contiene elementos satíricos, como para desarrollar su historia de manera entretenida, pero a la vez, deliciosamente inesperada.
La premisa tiene muchísimo potencial. Nuestros protagonistas son un ángel —Aziraphale, interpretado por Michael Sheen— y un demonio —Crowley, interpretado por David Tennant—, que han estado “activos”, por así decirlo, desde el inicio. Estuvieron ahí cuando Adán y Eva fueron botados del paraíso —Crowley era la Serpiente, y Aziraphale le regaló su espada de fuego a la pareja para que se defiendan en un mundo lleno de peligros—, estuvieron durante la Peste Negra y el Renacimiento, y siguen trabajando, cada quien para su propio bando, ahora en el presente.
No obstante, a pesar de tener jefes completamente distintos y, se supone, objetivos opuestos, con los años se han convertido en amigos, y tienen una suerte de trato —se hacen los locos cada vez que uno comete un acto que beneficia a cualquiera de los jefes, pero a la vez, se ayudan mutuamente cada vez que pueden. No obstante, dicha situación se verá afectada con la inminente llegada del Anticristo —personificado en un —aparentemente— dulce niño llamado Adam Young (Sam Taylor Buck) que jamás se despega de su adorable perrito. Es así que Crowley y Aziraphale tendrán que trabajar juntos para tratar de prevenir el Apocalipsis, por más que sus respectivos Jefes —Beelzebub (Anna Maxwell Martin) para el primero, y el Ángel Gabriel (Jon Hamm) para el segundo— estén en desacuerdo con sus acciones.
A pesar de tratar sobre el fin del mundo, e involucrar a ángeles, demonios, brujas y al Anticristo en persona, “Good Omens” mantiene un tono más bien ligero. De hecho, me recordó bastante a “La guía del viajero intergaláctico” (tanto la primera novela, como la adaptación cinematográfica con Martin Freeman), especialmente debido a la manera en que utiliza el humor, seco, sardónico, sarcástico, para enfrentar algunos de los temas más complicados que tiene que desarrollar. Consideren, si no, el tercer episodio, en el que vemos, durante los primeros treinta minutos, todos los eventos históricos importantes en los que se vieron involucrados ambos protagonistas.; estuvieron presentes, incluso, durante la crucifixión de Jesús. “¿Y qué hizo este tipo para que se molestaran tanto?”, le pregunta el Demonio al Ángel. “Solo dijo que sean amables los unos con los otros”, le responde. “Ah. Tiene sentido”.
Y por más que “Good Omens” toque algunos temas relativamente susceptibles —especialmente para un país tan conservador como el nuestro—, muchos de ellos relacionados a la religión y al rol de Dios en el destino de la humanidad, nunca se siente ofensivo ni mucho menos. No soy ningún creyente, pero asumo que solo el cristiano más radical de todos se sentiría ofendido por una serie de tono tan ligero y tan frecuentemente graciosa como “Good Omens” —después de todo, por más que los personajes se cuestionan las decisiones tomadas tanto por Dios como por el Diablo, la conclusión a la que eventualmente llegan (durante el último episodio) es bastante consecuente con lo que la mayoría de gente creyente declara. Tampoco diría que “Good Omens” es una serie religiosa, por cierto —simplemente tiene mensajes bastante dignos que transmitir, y lo hace de manera divertida, y por qué no, algo satírica y autoconsciente.
Además, ayuda el que el eje central de la narrativa sea la relación entre Aziraphale y Crowley. Sin ellos, y sin la manera en que interactúan, la serie carecería de un buen corazón, y se podría sentir mucho más malintencionada. Tanto Michael Sheen como David Tennant están muy bien como sus respectivos personajes —el primero siempre quiere hacer el bien, y cree todavía en el juicio de sus jefes, mientras que el otro, a pesar de disfrutar de sus maléficas acciones, de crear caos y confusión, parece tener un lado más bien amable. Es el contraste entre ambos, pero también la química que comparten, lo que los convierte en protagonistas tan entrañables. Se trata de un amistad totalmente creíble, por más que sean un par de seres inmortales y sobrenaturales.
Del resto del reparto, destacan Adria Arjona como Anatema Device, y Jack Whitehall como Newton Pulsifer. La primera es una descendiente de brujas, destinada a cumplir una serie de profecías muy precisas para ayudar a acabar con el Anticristo, mientras que el segundo es un pseudo-cazador de brujas (muy torpe) que también tiene un rol qué cumplir en esta historia. Arjona interpreta a su personaje como una mujer intensa, alguien que verdaderamente cree en su destino, mientras que Whitehall, sin exagerar demasiado, desarrolla a Pulsifer como alguien perdido, inseguro de sí mismo y hasta confundido. Sí, es cierto que la relación entre ambos está desarrollada de manera algo apurada y superflua —y sufre en comparación a la del Ángel y el Demonio—, pero funciona dentro del contexto de la serie. Como Shadwell, el mentor de Newton, Michael McKean tiene un acento escocés (¿o irlandés?) terrible; Jon Hamm es suficientemente intimidante como Gabriel; Frances McDormand interpreta a la voz de Dios, la narradora de todos los eventos que se llevan a cabo a lo largo de esta primera temporada, y los niños (Adam, el Anticristo, y sus amigos) están meramente…. bien. Para ser un eje importante de la historia, están muy poco desarrollados, y hasta resultan algo irritantes por momentos.
Fuera de la narrativa en general y de sus memorables protagonistas, uno también va disfrutando de los detalles que introduce “Good Omens”, tanto relacionados a la construcción de sus personajes, como a ciertos eventos de la vida real. Consideren, si no, la manera en que Crowley trata a sus plantas —en una escena que sirve tanto para demostrar que no es una buena persona, exactamente, como para sembrar una semillita narrativa que es utilizada un par de episodios después—, o las supuestas desgracias por las que él se hace responsable, como la creación de la gasolina, o la invención del plástico. Tenemos, también, a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, quienes, en vez de montar criaturas aladas, se mueven en motocicletas, y cuyo miembro más devastador, la Plaga, ha sido reemplazado por la Contaminación —porque es el año 2019, por supuesto. Son detalles de ese estilo los que le dan tanta personalidad, y a la vez, tanta relevancia a “Good Omens”.
No obstante, sí hay un par de momentos que resultan algo decepcionantes, especialmente en lo que se refiere al apartado visual. Se nota que el presupuesto para la serie era limitado, razón por la que la mayoría de episodios combinan excelentes sets y un sublime diseño de vestuario y maquillaje, con efectos digitales que van desde lo aceptable —carros incendiándose, demonios derritiéndose—, hasta lo francamente horrible —explosiones en 2D o chroma keys mal hechos. Dudo que “Good Omens” haya sido una serie barata, pero por momentos luce como una, razón por la que espero reciban un mayor presupuesto para la segunda temporada (si es que llega a haber una).
“Good Omens” es una experiencia corta y dulce —esta primera temporada consiste únicamente de seis episodios, los cuales, gracias a la calidad del producto, pueden ser consumidos de un solo tirón (creanme, eso fue precisamente lo que terminé haciendo). Se trata de una historia increíblemente divertida y astuta, llena de elementos satíricos muy graciosos, y poblada por personajes memorables. Sí, tiene algunas deficiencias técnicas, y sí, los niños no terminan de convencer, lamentablemente, pero fuera de esos defectos, no hay mucho que pueda criticarle a “Good Omens”. De hecho, la pasé tan bien con estos personajes que, nuevamente, me encantaría ver una segunda temporada —espero que le haya ido lo suficientemente bien a la serie como para que Amazon apruebe el desarrollo de una. Los personajes —y Gaiman, el único autor vivo de la novela— lo merecerían.
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Episodio 5 – ****½ sobre *****
Lo divertido de ver series antes de la época del streaming, es que no todos los episodios tenían que avanzar con la trama general de forma explícita. De hecho, el chiste estaba en tener algunas historias que se podían sentir casi como secundarias, en donde el o la protagonista se veía involucrada en situaciones aisladas. Esa es, precisamente, la sensación que me ha dado el quinto episodio de “Daredevil: Born Again”, el cual se centra en el atraco a un banco en el que se encuentra Matt (Charlie Cox), quien había llegado para intentar sacar un préstamo con la ayuda del administrador asistente, nada más y nada menos que Yusuf Khan (Mohan Kapur), el papá de Kamala Khan / Ms Marvel.
Es así que el episodio se desarrolla como una historia que se puede disfrutar casi por sí sola, pero que contiene referencias como la anteriormente mencionada que dejan muy en claro que esta serie sí se lleva a cabo explícitamente en la MCU. Pero fuera de eso, tenemos un episodio emocionante y tenso, en el que Matt se ve obligado a usar sus poderes —básicamente, su súper sentido del oído— sin que nadie se de cuenta, actuando como un verdadero ciego y sin ponerse su traje de Daredevil. Esto resulta en un episodio increíblemente entretenido, que aprovecha bien la fecha en la que se lleva a cabo —el Día de San Patricio— así como la peligrosa situación en la que se encuentran nuestros personajes. No es un episodio mega importante, pues, pero igual lo disfruté mucho, y además, da la sensación de que establece a una misteriosa figura —el jefe de los criminales— como un villano potencial en el futuro. Habrá que esperar.
Episodio 6 – ****½ sobre *****
Es en el episodio 6 de “Daredevil: Born Again”, entonces, donde la trama comienza a avanzar un poco más —a diferencia del anterior, quienes busquen un mayor desarrollo de las líneas narrativas principales de la serie quedarán más contentos con este episodio. Es aquí que vemos como se descubre la forma en que Muse, un asesino serial/grafitero, está haciendo pintas aparentemente imborrables en las calles de Nueva York. Y también es aquí que vemos, por fin, a Matt regresar a sus andanzas, poniéndose el traje de Daredevil nuevamente, esta vez para rescatar a Angela (Camila Rodríguez) de las garras del asesino ya mencionado.
Resulta fascinante, además, ver a Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) formar un escuadrón anti-justicieros, lo que me imagino le traerá problemas más adelante tanto a Daredevil como a personajes como El Castigador. Pero lo que el episodio parece estar más interesado en decirnos es que, al convertirse de nuevo en justiciero, nuestro protagonista no se diferencia demasiado de su archienemigo. Es así que vemos como, en paralelo, Fisk y Matt se ven involucrados en peleas, con el primero sacándole la mugre al ex de Vanessa, y el segundo tratando de acabar con Muse. Entre eso, y la aparición inesperada de Jack Duquesne / El Espadachín (Tony Dalton), quien apareció por primera vez en la serie de “Hawkeye”, es que el sexto episodio de “Daredevil: Born Again” se desarrolla de forma emocionante, satisfactoria y violenta, mezclando contenido temático potente con referencias para los fans. Es decir, tanto este episodio como el anterior son de lo mejor que el show nos ha ofrecido hasta el momento.

**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Si este se siente como un episodio menor, es porque los tres primeros capítulos de “Daredevil: Born Again” han sido extremadamente buenos; es decir, la valla está alta. Sin embargo, hay mucho para disfrutar en el cuarto episodio de “Daredevil: Born Again”, desde un caso muy particular que le toca atender a Matt Murdock (Charlie Cox), hasta los esfuerzos del alcalde Fisk (Vincent D’Onofrio) por comenzar a cumplir con sus promesas de campaña y, por supuesto, el muy esperado retorno de Frank Castle / El Castigador (Jon Bernthal).
De hecho, esto último es de lo mejor que tiene el episodio para ofrecer, incluyendo una magnífica escena protagonizada por dos grandes actores dando interpretaciones fascinantes. El diálogo entre Matt y Frank hace un excelente trabajo resumiendo las posturas de ambos personajes, y más importante, dejando en claro que la muerte de Foggy será lo que siempre terminará motivando al primero en esta temporada. Puede que él se mienta a sí mismo o diga que está trabajando únicamente porque es su deber, pero todo lo que hace —especialmente ahora lo relacionado a la muerte de su último cliente, así como sus enfrentamientos con policías corruptos que usan el logo del Punisher— lo hace por Foggy. Es Frank quien le hace ver la realidad a Matt, lo cual parece traerá consigo ciertas consecuencias; ¡me muero por ver a Daredevil de regreso, con traje y todo!
Pero regresando al tema de los policías. Me encanta que “Daredevil: Born Again” no tenga miedo de meterse en temas potencialmente controvertidos, dejando en claro que buena parte de los policías que operan en la Nueva York de Fisk son corruptos y violentos, capaces de matar hasta por venganza. Va a ser interesante ver cómo el show continua desarrollando esto, especialmente ahora que Frank ha regresado. Lo mismo se puede decir sobre Wilson Fisk —algo de progreso se está haciendo con sus terapias de pareja, pero el que tenga encerrado al ex de Vanessa, Adam (Lou Taylor Pucci) en un calabozo nos dice, nuevamente, que Fisk no ha cambiado tanto. Puede que sea capaz de perdonar a Daniel (Michael Gandolfini) luego de haber cometido un error, pero igual parece que no ha terminado de esconder sus violentas tendencias. Habrá que ver qué sucede con él, y claro, de qué forma Daredevil se verá obligado a detenerlo.

****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
“Daredevil: Born Again” continua con un episodio que, por lo menos, se siente igual de satisfactorio y sorprendente que los dos primeros, siendo incluso, en ciertos aspectos, superior a ellos. Lo que tenemos acá es un capítulo dedicado casi enteramente al juicio de Hector Ayala (Kamar de los Reyes), en el que Matt (Charlie Cox) se encarga de defenderlo. Esta semana, pues, no tenemos a nuestro protagonista poniéndose el traje del personaje del título, pero eso no importa —da gusto tener un episodio enfocado en su identidad de civil, mostrándonos como a través de su trabajo como abogado también tiene que lidiar con muchos de los problemas éticos con los que se encuentra al actuar como superhéroe.
No hace falta decir, entonces, que el enfoque en el juicio funciona muy bien, permitiéndole al episodio desarrollar breves —pero intensos— momentos de palpable tensión. Resaltan el viaje por parte de un testigo importante al lugar del juicio, las revelación pública por parte de Matt de la identidad alterna de Hector (el Tigre Blanco), y por supuesto, la conclusión del juicio. Si algo de gusto acá, es ver cómo Hector es establecido y desarrollado como un buen tipo; como alguien que ha estado ayudando tanto a civiles como a policías, y que claramente sería incapaz de matar a alguien a sangre fría. Kamar de los Reyes (Q.E.P.D.) hace un estupendo trabajo interpretando a Hector, mostrándolo como alguien que simplemente se dedica a hacer lo correcto, incluso cuando eso puede traer consigo graves consecuencias.
Y eso es precisamente lo que termina sucediendo acá. Ver como Hector es finalmente asesinado, y encima por alguien que lleva el símbolo del Castigador en su ropa, resulta desgarrador. Al igual que ver a Matt hablar por fin sobre Foggy (Elden Henson) con su su cuasi novia, Heather (Margarita Levieva). Y hasta la trama secundaria con Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) resulta intrigante, especialmente cuando hacia el final lo vemos dando una entrevista en la que se queja del resultado del juicio a Hector. Ver como se discute y maneja el tema de los “vigilantes” a nivel político es más interesante de lo que suena, y es lo que hace que “Daredevil: Born Again” sea algo más que un simple show de personajes en spándex dándole a palazos. Si “Daredevil: Born Again” comenzó con el pie derecho con los primeros dos episodios, este tercero sirve para establecerlo como una serie con harto potencial que espero no vaya a ser desperdiciado.

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