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Opinión

CRÍTICA – Iron Fist (Primera Temporada)

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©2017 Marvel / Netflix

Habiendo ya visto las primeras dos temporadas de Daredevil, toda la primera temporada de Luke Cage, y la mayor parte de Jessica Jones, estaba preparado para odiar Iron Fist. Después de todo, esta primera temporada recibió críticas fatales, tanto por parte de la prensa especializada como por algunos fanáticos. Aparentemente, Danny Rand (Finn Jones) no era una personaje tan interesante y carismático como el Matt Murdock de Charlie Cox, la Jessica de Krysten Ritter, o el Luke de Mike Colter.

Imaginen mi sorpresa, entonces, cuando terminé disfrutando bastante de la serie. Ahora bien, hay que confesar que sí, se trata del show más flojo del mundo Netflix-Marvel hasta el momento, una primera temporada increíblemente irregular, llena de momentos emotivos y emocionantes, pero también de escenas de acción mal coreografiadas y secuencias absurdamente escritas. Pero de ahí a que sea un desastre absoluto… no lo creo. Por más que tenga varios defectos, el balance general de Iron Fist es positivo.

Jones interpreta a Danny Rand, un hijo de padres millonarios que se vio involucrado en un accidente de avión cuando era niño. El aeroplano cayó en las montañas de Nepal, y todos los ocupantes —incluyendo a su padre y a su madre— fallecieron, menos él. Felizmente para el chico, fue encontrado por los monjes de K’un-Lun, un mítico lugar aislado del resto del mundo, y entrenado para ser el Inmortal Iron Fist, el enemigo mortal de La Mano (la maligna organización que ya vimos en Daredevil), un súper héroe capaz de hacer brillar su puño y hacerlo invencible gracias al poder de su chi.

Años después y ya siendo un adulto, Danny regresa a Nueva York para reencontrarse con los miembros restantes de su familia y tratar de recuperar su compañía, Empresas Rand. Desgraciadamente, como todo el mundo creía que estaba muerto, no recibiría la cálida bienvenida que estaba esperando…

Mientras que Daredevil es una serie más brutal y sangrienta, Jessica Jones presenta una historia oscura llena de consecuencias terribles para todos sus personajes, y Luke Cage es más estilizada pero sin embargo, dentro de todo, bastante verosímil, Iron Fist apuesta más por una estética fantástica. Después de todo, su protagonista es un guerrero capaz de utilizar su energía vital para obtener grandes poderes; no fue parte de un experimento, ni sufrió un accidente. Fue entrenado para ser lo que es, por lo que en comparación al resto de súper héroes de Marvel-Netflix, es el menos basado en la realidad.

Y quizás fue esa una de las cosas que más le fastidió a ciertos televidentes. Por más que traten de insertar escenas de muerte y drama, Iron Fist no es un show particularmente realista. Trata de homenajear a las series y películas de artes marciales de antaño, y muestra personajes capaces de regresar de la muerte, o de curar a gente que está a punto de fallecer. Es necesario creerse toda la mitología detrás del personaje, así como la filosofía asiática —el uso de la energía vital llamada chi, por ejemplo— para que la serie no resulte absurda. A algunos podría constarles trabajo hacer esto, pero para mi, no hubo problema.

Ahora bien, sí es cierto que la serie comienza terriblemente. De hecho, recuerdo que mientras veía el capítulo 2, pensaba que todo lo que había leído y escuchado sobre Iron Fist era cierto, y que probablemente no llegaría a acabarla toda. El regreso de Danny a Nueva York, para reencontrarse con sus primos, Joy (Jessica Stroup) y Ward Meachum (Tom Pelphrey) es manejado de la manera más torpe posible; los personajes no reaccionan lógicamente, y Danny no es capaz de decir las palabras adecuadas para que no crean que está loco.

Felizmente, a partir del tercer episodio las cosas mejoran. Danny conoce a la gran Colleen Wing (la hermosa y fortísima Jessica Henwick), artista marcial y maestra de un dojo, y se involucra también la enfermera Claire Temple (Rosario Dawson), a quien hemos visto ya en las series anteriores y saldrá en The Defenders junto a los héroes. Ambos personajes resultan muy carismáticos y entretenidos de ver en pantalla, y le otorgan la energía necesaria que faltaba en los primeros dos episodios.

De hecho, los personajes femeninos en general resultan ser mucho más empáticos e interesantes que los masculinos. Colleen es desarrollada como una chica fuerte pero todavía algo inmadura, crédula pero muy hábil en las artes marciales, que se relaciona y, finalmente, se enamora de Danny porque siente que tiene mucho en común con él. Joy es la voz de la razón en Empresas Rand, y muchas veces uno siente pena por todo por lo que su hermano Ward le hace pasar. Wai Ching Ho está de vuelta como Madame Gao, y sigue demostrando que se trata de una enemiga formidable, y hasta Carrie-Anne Moss regresa como Jedi Hogarth para defender a Danny cuando se mete en problemas.

Esto, previsiblemente, resulta problemático, ya que ninguna de ellas es la protagonista de la serie. Ahora bien, el trabajo de Finn Jones como Danny no es malo, necesariamente. El problema acá es que el personaje no resulta particularmente encantador o divertido, y por momentos, más bien, lo frustra a uno debido a lo inmaduro e irritante que puede ser. Debo confesar que a Danny le va mejor en las escenas de pelea, y que Jones tiene sus momentos —especialmente las escenas que comparte con el Harold Mitchum de David Wenham—, pero en lo que se refiere a los protagonistas de estas series, definitivamente está por debajo de Daredevil, Jessica Jones y Luke Cage. Ojalá sea mejor presentado en The Defenders, y en la segunda temporada de esta serie.

De Harold Meachum no puedo mencionar mucho sin tener que malograrles algunas sorpresas; solo diré que siempre me da gusto ver al australiano David Wenham en pantalla (en mi opinión, un actor muy subvalorado), y que hace un gran trabajo con un personaje complejo, lleno de conflictos internos y actitudes agresivas, violentas. El Ward de Tom Pelphrey es absolutamente patético, y me resultó realmente sorprendente ver a Ramon Rodriguez como Bakuto, un miembro importante de La Mano. Da una actuación calmada pero intimidante, lo cual poco o nada tiene que ver con el último personaje que recuerdo haberlo visto interpretando (el amigo desesperante de Shia LaBeouf en Transformers 2).

Eso sí, para ser una serie de TV sobre un héroe experto en artes marciales, Iron Fist es frustrantemente inconsistente. No voy a negar que hay varias peleas intensas y emocionantes —como los retos que le impone Madam Gao a Danny en un episodio, o su combate contra un peleador borracho en China—, pero varias de estas también están flojamente coreografiadas. Varios de estos enfrentamientos me aburrieron por lo lentos que eran; ¡incluso en algunos podía darme cuenta cuando utilizaban dobles de acción! Sabes que estás en problemas cuando un personaje secundario —la Colleen de Jessica Henwick— parece, muchas veces, ser mejor peleadora que el protagonista supuestamente poderoso. Me quedo con la sencilla brutalidad de Daredevil.

Iron Fist es una serie muy fallida, pero sinceramente no creo que merezca todo el odio que le ha caído. A partir del cuarto o quinto episodio realmente comenzó a engancharme, y me dejó así hasta el desenlace, por más anticlimático y apresurado que este haya podido sentirse. La historia presenta unos cuantos giros inesperados bien realizados, y en varias instancias favorece el drama —bien escrito, bien actuado— por sobre la acción y la violencia. Los problemas entre Joy y Ward están particularmente bien manejados, y la reacción entre Danny Colleen funciona porque comparten bastante química (y porque Colleen es adorable). Iron Fist no llega a igualar a sus predecesoras, pero si han disfrutado de las otras series de Marvel y Netflix, no dudo de que los vaya a divertir.

Ahora, que venga The Defenders

Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)

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EPISODIO 8

****sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.

¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!

Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…

EPISODIO 9 (FINAL)

**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.

Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.

Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!

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