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CRÍTICA – La casa del dragón (Episodio 2)
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hace 2 añosel
Con la segunda temporada confirmada apenas en la primera semana desde la vuelta a Westeros, este segundo episodio titulado “The Rogue Prince” (El príncipe rebelde) ha funcionado para, principalmente, confirmarnos algunas ideas que nos habían presentado en el estreno y que pareciera que se convertirán en constantes a lo largo de la temporada como, por ejemplo, que House of the Dragon es, esencialmente, un drama político de época. Alrededor de las tensiones y presiones del Trono de hierro, se va sembrando la semilla de una guerra implícita que se juega más como una partida de ajedrez que apoyado en la fuerza bruta y esa incertidumbre de sentirnos próximos al conflicto está latente a lo largo del capítulo. Sí estamos cerca a que se produzcan derramamientos de sangre, pero la fuerza de las palabras y la exhibición de poder sin llegar a ejecutarlo son suficientes para no desembocar en la violencia por el momento.
Pero antes que ello, tenemos también la demostración de lo que supusimos en el primer episodio. Vamos a ir a un ritmo ciertamente ligero en la trama, con saltos de tiempo que nos impone reacomodos y predisposición a seguir el juego. En el inicio de este episodio asumimos que han pasado seis meses desde el final del capítulo anterior, cuando Corlys Velaryon (Steve Toussaint) le recrimina al rey Viserys haber dejado a Daemon ocupar Dragonstone sin ninguna muestra de oposición por parte de la corona, mientras que tampoco hace nada por sus embarcaciones que han sido destruidas por los habitantes de las Ciudades Libres. Con esta cuestión como precedente, Corlys y su esposa Rhaenys (Eve Best), prima de Viserys, ofrecen a su hija Laena para que contraiga matrimonio a Viserys, con el objetivo de que engendren un varón que sea legítimo heredero al trono y que, al mismo tiempo, le permita a Lord Velaryon, tener un descendiente con línea directa para ser rey.
Hay un problema que salta a la vista y genera incomodidad palpable, no solo en el rey, sino también en nosotros como espectadores. Laena tiene doce años y es grotesca siquiera la idea de pensar en una vida en matrimonio con un hombre que le triplica o cuadruplica la edad. Pero, nuevamente, aquí entran estos juegos políticos en los que saldrán vencedores los más astutos. Viserys tiene ya la incomodidad de Lord Velaryon por la situación de las embarcaciones y una negativa a su propuesta terminaría por menguar la relación entre el rey y el miembro del consejo.
Mientras tanto, Rhaenyra desea tener una participación más activa en las decisiones y acciones de la corona ahora que ha sido nombrada heredera al trono. No obstante, encuentra un obstáculo constante en la Mano del rey, Otto Hightower, quien está utilizando a su hija Alicent (Emily Carey) para seducir a Viserys y que este acceda a casarse con ella, con intereses ocultos similares a los de Lord Velaryon. Rhaenyra, de todas formas, da un golpe de autoridad cuando Daemon se hace presente en el episodio. El hermano del rey roba un huevo de dragón y lo lleva a Dragonstone, señalando que contraerá matrimonio y tendrá un hijo con Mysaria (Sonoya Mizuno), la amante que le conocimos en la escena del burdel. Viserys ordena recuperar el huevo de inmediato, por lo que Otto y la Guardia del rey se dirigen al nuevo reino de Daemon, quien demuestra su poderío al presentarles a su dragón Caraxes, dejando sin alternativa a los enviados de King’s Landing cuando en ese instante aparece Rhaenyra montando sobre Syrax. Tras una conversación entre tío y sobrina en la que la princesa no se amilana, Daemon devuelve el huevo, además de develarnos que no espera ningún hijo por ahora.
Volviendo al dilema que tiene el rey Viserys, logramos ver nuevamente la conexión que tiene con su hija, con quien puede conversar sobre cualquier tema, obteniendo la comprensión de la propia Rhaenyra sobre la obligación que tiene de volver a contraer matrimonio. Viserys, sin embargo, sorprende al consejo al anunciar que se casará con Alicent, despertando la furia de Lord Velaryon y la decepción de Rhaenyra, ya que ella y la nueva prometida del rey eran amigas hasta ese entonces. Este momento se ha percibido como el engendramiento de los conflictos posteriores que veremos en los próximos episodios, decantando hacia la formación de alianzas entre Daemon y Corlys, quienes sostienen una conversación en el final del capítulo, y a la que se podría unir la propia Rhaenyra.
Aunque en todos estos hechos no hayamos visto ningún “dracarys”, pelea de espadas o combate bélico entre dos fuerzas, el episodio no decae en ningún momento, manteniendo la tensión en cada diálogo, dilema y decisión a la que se enfrentan los personajes. Este vértigo que impulsa siempre hacia adelante la trama es muy bien aprovechado en los momentos clave, utilizando elipsis argumentales para ahorrar pasajes que podrían ser entretenidos, pero que aportarían poco a la construcción de personajes y retardarían el desarrollo de la historia. Además, hay ciertos detalles que se van construyendo con secuencias cortas, como las heridas que Viserys se infringe cuando se sienta en el Trono de hierro, hecho del que se podrían desprender algunas revelaciones que en los siguientes capítulos tendrán lugar. En términos generales, hemos tenido otro gran episodio, que nos permite reafirmar el tono que House of the Dragon pretende impregnar, que sin perder la esencia de Game of Thrones, va encontrando sus propios medios para estar a la altura de las expectativas.
Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.
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CRÍTICA: La vida sexual de las universitarias – Temp 3, Ep 1
Publicado
hace 17 horasel
22 noviembre, 2024**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Si son fanáticos de las primeras dos temporadas de “La vida sexual de las universitarias”, seguramente ya sabrán que Reneé Rapp aparecerá menos en la tercera, habiendo decidido que prefiere dedicarle tiempo a su carrera de cantante en vez de actuar. Esto, claramente, resultará en la eventual desaparición de su personaje, Leighton, en la serie. ¿Pero cómo? Pues eso es algo que no nos demoramos en averiguar en el primer episodio. Resulta que su novia, Alicia (Midori Francis) se quiere ir de la Universidad de Essex para trabajar en Boston. Y (no tan) casualmente, el profesor de matemáticas de Leighton le ofrece hablar con un colega en MIT (¡en Boston!) para que se pase a dicha universidad a estudiar matemáticas, su verdadera pasión.
Conveniente, ¿no? O sea sí, pero es lo que la serie necesita —simplemente dará mucha pena ver a Leighton irse del show. Fuera de eso, sin embargo, este primer episodio hace un buen trabajo actualizándonos con las vidas de las chicas. Kimberly (Pauline Chalamet) y Whitney (Alyah Chanelle Scott) comienzan la historia peleadas debido a que la primera se metió con el ex de la segunda, Canaan (Christopher Meyer), pero felizmente terminan amistándose para el final. Whitney, además, tiene que acostumbrarse en la vida de una sorodidad. Y por su parte, Bela (Amrit Kaur) parece encontrar una nueva motivación para mejorar como persona, luego de enterarse de que no puede cambiarse de universidad por tener un GPA demasiado bajo: convertirse en mentora para los alumnos y alumnas de primer año.
Es bastante, especialmente considerando que el episodio es relativamente corto, pero como siempre, “La vida sexual de las universitarias” se mueve rápido y sin hacerse problemas, incluyendo todo tipo de diálogos graciosos y referencias a la cultura popular. Obviamente no todos los chistes funcionan, pero ninguno es demasiado estúpido, y ciertamente se ven beneficiados por el carisma de las protagonistas. Pero lo más importante de las dos temporadas anteriores, felizmente, sigue intacto: las buenas actuaciones, la química palpable y realista entre las actrices, y la franqueza con la cual temas relacionados a sexualidad y amistad son tratados por la creadora Mindy Kaling y sus guionistas. ¡Me muero por seguir con la temporada!
****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.
De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.
Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.
****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.
Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.
Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.