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CRÍTICA – Maldita (Primera Temporada)

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La leyenda del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda ha sido contada incontables veces, en medios tan diversos como la literatura, el cine y la televisión. Artistas desde Sean Connery hasta Clive Owen han sido capaces de interpretar al famosísimo personaje, y cada una de estas versiones ha traído contigo algo distinto, alguna novedad que las convierte en una experiencia única. Algunas series o películas son bastante fieles a la fuente de inspiración original, mientras que otras toman decisiones propias, tratando de adaptar la historia de forma moderna o supuestamente interesante, para que no se sientan como simples refritos, o remakes de una leyenda que hemos podido disfrutar ya demasiadas veces.

Lo cual me lleva, lógicamente, a “Maldita”. Lo que tenemos acá es una nueva serie para Netflix de la mente de Frank Miller, quien la ha basado en un libro del mismo nombre, e incluso ha logrado sacar una novela gráfica, como para que sirva de acompañamiento al show. Se trata de la leyenda del Rey Arturo, sí, pero desde la perspectiva de la Dama del Lago, quien acá encuentra la legendaria espada Excalibur —aunque nunca mencionan dicho nombre— para acabar con una secta religiosa extremadamente peligrosa. Lo que hace la serie es utilizar los elementos de la leyenda que todos conocemos como base, para desarrollar algo completamente distinto —original, sí, pero no del todo exitoso. Esta primera temporada de “Maldita” resulta tanto fascinante como frustrante, pero sí lo deja a uno con ganas de ver más, al menos (y con suerte, con la esperanza de que la segunda temporada será mejor).

Nuestra protagonista es Nimue (Katherine Langford, de “13 Reasons Why”, “Entre navajas y secretos”, y una escena eliminada de “Avengers Endgame”), una joven Fey que vive en una aldea en medio del bosque, en una versión fantástica de la Inglaterra del Medioevo. Los Fey son una raza de personas con algunas características mágicas, quienes en el mundo de “Maldita”, son discriminadas y hasta maltratadas. Sin embargo, Nimue es tratada de manera particularmente cruel —luego de sufrir un accidente de niña, tanto ella como su madre fueron abandonadas por su padre, y el resto del pueblo trata a la joven como una marginada, ya que creen que lleva consigo una maldición prácticamente diabólica.

Las cosas cambian (y no necesariamente para bien), sin embargo, cuando la Iglesia ataca el pueblo de Nimue, acabando con medio mundo, y obligándola a escapar. El Padre Carden (el gran Peter Mullan) está obsesionado con acabar con todos los Fey —y en realidad con todo aquel que vaya en contra de los ideales de la Iglesia—, y más importante, con encontrar la legendaria Espada de Poder (o sea, Excalibur). Pero él no es el único: el Rey Uther Pendragon (Sebastian Armesto) también quiere la espada, y recurre a la ayuda del mago Merlín (Gustaf Skarsgard, el hermano mayor de Alexander) para cumplir sus objetivos. Mientras tanto, Nimue huye de todos sus enemigos, encontrándose con Arturo (Devon Terrell), sin saber que está a punto de cumplir su destino como Reina de los Fey.

El mayor problema de “Maldita” es que no parece estar segura de qué tipo de serie quiere ser. Debido a la edad de sus protagonistas y algunos de los elementos románticos que resaltan durante la segunda mitad de la temporada, muchos de los episodios del show manejan un tono más bien ligero, aprovechando bastante bien el carisma de sus actores y utilizando con cierta efectividad los elementos mágicos de la historia. Al mismo tiempo, sin embargo, la serie está llena de momentos de violencia extrema; la mayoría de combates son inesperadamente sangrientos, y hasta cuenta con secuencias de tortura en donde vemos a más de un personaje sufrir terriblemente. Si “Maldita” fuese una película, sería para mayores de 18 años, lo cual llama la atención, considerando que, al menos a nivel narrativo, cuenta con varios de los clichés que uno relacionaría con la literatura Young Adult (para adultos jóvenes).

Todo esto resulta en una serie que parece tener doble personalidad. Los momentos de ligereza, humor y romance contrastan terriblemente con las escenas de tortura y decapitaciones, y los elementos más absurdos de magia y fantasía, no combinan del todo con la violencia y los debates políticos y sociales entre el Rey, Merlín y los miembros de la Iglesia. Sí, el hecho de que Carden y sus asociados resulten tan intimidantes definitivamente ayuda a convertirlos en contrincantes formidables, pero por momentos parecen estar participando en una serie completamente distinta; más realista, y no muy relacionada que digamos a la leyenda del Rey Arturo y su Espada de Poder.

Lo cual no quiere decir que el producto final no funcione del todo. De hecho, si uno decide ignorar estos súbitos cambios de tono, se encontrará con un show perfectamente cumplidor, el cual logra desarrollar un mundo creíble e interesante con un presupuesto limitado, llenándolo de personajes coloridos como fanáticos religiosos, caballeros, reyes, una raza de humanos con cuernos de venado (por qué no), y hasta vikingos. Las secuencias de batalla, las cuales involucran espadas, arcos y flechas, puñetazos y demás, están bien coreografiadas, y resultan particularmente emocionantes cuando involucran a alguno de los personajes importantes. No hay duda de que los creadores de “Maldita” se esforzaron por entregarnos un producto bien realizado, que resulta visualmente impresionante, y que nunca llega a romper su lógica interna.

Si están buscando una historia que sea fiel a la leyenda original del Rey Arturo, sin embargo, no la encontrarán acá. La protagonista de “Maldita” es Nimue, y aunque Arturo es uno de los personajes más importantes del show, no ha sido caracterizado como uno esperaría inicialmente. De hecho, poco a poco se va revelando la presencia del resto de los caballeros de la Mesa Redonda en este universo, pero en contextos que uno jamás se hubiera imaginado —asumo que la idea es ir sacándolos poco a poco de los lugares en los que se encuentran, para que eventualmente se junten en la Mesa Redonda y cumplan con el destino que ya todos conocemos. El cambio de perspectiva ha hecho que “Maldita” se sienta como una propuesta más fresca e imprevisible, pero a la vez, no se puede negar que mientras uno ve esta primera temporada, se va dando cuenta de que poco o nada tiene que ver con la historia original de Excalibur.

Katherine Langford no está mal como Nimue. Sí, puede que por momentos hable de manera demasiado “moderna” —considerando que la historia se lleva a cabo en una versión ficcionalizada de la edad media—, y sí, el hecho de que su maquillaje esté siempre perfecto le quita algo de realismo a sus caracterización —siendo justos, esto último no es culpa de ella—,  pero en general, la joven actriz caracteriza a Nimue como una chica fuerte e inteligente, quien ha pasado por varios momentos trágicos y dolorosos a pesar de ser tan joven, y que está decidida a cumplir su destino, por más que muchos traten de convencerla de hacer lo contrario. Es cierto que no siempre toma las decisiones más astutas, y también es cierto que sufre un poco en comparación a los actores más experimentados, pero especialmente hacia el final de esta primera temporada, Langford logra convertir a Nimue en una protagonista creíble, fuerte e interesante, a quien dará gusto seguir en una siguiente temporada.

El Arturo de Devon Terrell, por otro lado, es igual de intrigante. Lo que tenemos acá es a un “proto Arturo”, una versión joven del personaje que todos conocemos, que todavía está tratando de encontrarle un propósito a su vida. Terrell lo interpreta como un chico terco, a quien todavía le queda mucho por aprender. Eso sí, su química con Langford es palpable, lo cual resulta en momentos de tensión sexual bastante creíbles. El gran Peter Mullan —uno de los mejores actores y directores del Reino Unido— interpreta al Padre Carden como un verdadero monstruo; Gustaf Skarsgard está genial como una versión borracha y despreocupada de Merlín; Lily Newmark logra introducir algo de humor y levedad como Pym, la mejor amiga de Nimue; y Sebastian Armesto (“El despertar de la Fuerza”) sobreactúa de lo lindo como el Rey Uther Pendragon. Digamos, no más, que el personaje es el total opuesto al Padre Carden.

“Maldita” es un comienzo decente para una historia que, espero, vaya a desarrollarse de manera interesante e imprevisible en temporadas futuras. De hecho, esta primera temporada acaba con un cliffhanger alucinante, por lo que espero que la siguiente logre resolverlo de manera lógica y entretenida. Pero incluso si este termina siendo el final de la historia de Nimue, al menos se puede decir que la serie nos logró entregar varias horas de fantasía, violencia y romance que, a pesar de no funcionar del todo, y de no estar completamente ligadas a la leyenda original de Excalibur, están lo suficientemente bien realizadas como para resultar inofensivamente entretenidas. “Maldita” no es la mejor serie fantástica que jamás haya visto, pero tampoco es  la peor; de hecho, está llena de potencial sin explotar, el cual espero aprovechen en el futuro. Si pueden ver más allá de sus considerables defectos, y si son fanáticos de la fantasía medieval, no estaría mal que le den una oportunidad a “Maldita”. ¡Puede que la terminen pasando bien!

La primera temporada de “Maldita” está disponible en Netflix.

Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)

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EPISODIO 8

****sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.

¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!

Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…

EPISODIO 9 (FINAL)

**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.

Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.

Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!

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