Opinión
Crítica – Mindhunter (Primera Temporada)
Publicado
hace 7 añosel
Loa fanáticos del True Crime, aquellas historias de asesinatos, violaciones y otros horrendos crímenes que ocurrieron en la vida real, y que son presentados y analizados en diferentes videos, shows, podcasts, y demás formatos, definitivamente la pasarán bien con Mindhunter. El más reciente show original de Netflix (bueno, si es que no contamos la segunda temporada de Stranger Things, claro está), producido por David Fincher y Charlize Theron, es un tipo de policial que pocas veces se ha visto en este formato: más interesado en los “por qués” que en los “cómos”, más preocupado por lo que está en las mentes de los criminales, que en evitar que cometan sus crímenes.
Se trata de un acercamiento al material, visto antes en el libro del mismo nombre (en el cual está basada la serie, por supuesto) y en incontables videos de YouTube, pero no tanto en ficción tradicional. Después de todo, este estilo no se presta mucho para secuencias típicas de tensión y acción, ni para explosiones, balaceras o clichés. Pero es precisamente por esto que funciona Mindhunter; se siente más como un show original que como una regurgitación de lo que tantas veces hemos visto en CSI o NCIS, una historia protagonizada por personajes fascinantes, bien desarrollados a pesar del foco tan claro que tiene el show en su propia trama.
Jonathan Groff (a quien no le dan la oportunidad de cantar esta vez, lamentablemente) interpreta a Holden Ford, un joven agente de la FBI que se alía con Bill Tench (Holt McCallany) para desarrollar un campo de investigación innovador dedicado a explorar la psicología de los criminales, para poder saber por qué hacen lo que hacen. Inicialmente no reciben mucho apoyo de su jefe, Shepard (Cotter Smith), pero una vez que se juntan con una académica llamada Wendy Carr (Anna Torv), logran hacer crecer a su nuevo departamento, lo cual los lleva a interactuar con toda suerte de asesinos y violadores de la peor calaña.
Mindhunter comienza de manera un poco lenta, introduciendo con calma a los personajes centrales (especialmente a Holden), sus conflictos internos, y las relaciones que mantienen entre sí. Es cierto que la serie está muy preocupada por desarrollar una trama intensa e intrigante, pero nunca deja de lado a sus personajes. De hecho, es vital poder entender tanto a Holden como a Bill para saber exactamente por qué están tan interesados en trabajar en esto. Cada uno tiene sus propios demonios internos, y estos son presentados de manera muy efectiva y creíble.
La relación que Holden mantiene con una estudiante llamada Debbie (Hannah Gross), por ejemplo, es fascinante, ya que se trata de una demostración realista y progresista de un romance en pantallas. Ambos disfrutan mucho del sexo —y el guion hace mucho énfasis en la manera en que Holden le da placer a ella, y no viceversa—, pero parecen estar juntos, al menos inicialmente, porque tienen visiones algo similares del mundo… o al menos de la psicología de otras personas. Es interesante, entonces, ver como su relación evoluciona y retrocede y se degenera a lo largo de la temporada, mientras Holden se va obsesionando cada vez más con su trabajo.
El caso de Bill es más particular; tiene una vida familiar aparentemente ideal, pero una vez que se hace amigo de Holden, va revelando las verdades sobre su relación con su esposa y, más importante, con su pequeño hijo. Resulta realmente desgarrador el comprender por qué es que Holden está tan interesado en entender la psicología de gente que es diferente. El caso de Wendy es algo más superficial —los verdaderos protagonistas del show son Holden y Bill, como si estuviesen en una suerte de buddy cop setentero—, pero igual de intrigante (y , otra vez, sorprendentemente progresista).
Pero lo que más destaca en Mindhunter es la manera en que desarrolla las investigaciones por parte de Holden y Bill, así como la forma en que son detenidos, de cuando en cuando, por su jefe. Sus interacciones con asesinos en prisión (especialmente un escalofriante Edmund Kemper, interpretado de manera magistral por Cameron Britton) son extremadamente tensas, y a pesar de estar basadas únicamente en diálogo y pura actuación, uno jamás puede dejar de sentir que cualquier cosa podría salir mal, en cualquier momento. Además —y especialmente para los que estén interesados, nuevamente, en True Crime— resulta muy interesante ver los comienzos del desarrollo de la psicología criminal en los años 70, con Holden y Bill dándose cuenta cómo es que los cerebros de estas personas funcionan; sus motivaciones, sus respectivas visiones del mundo, y sí, incluso la forma en que, en ciertos momentos, los manipulan.
Jonathan Groff es excelente como Holden; inicialmente lo interpreta como un chico inocente, con una voz suave y lenguaje corporal que lo hace parecer un cachorrillo tímido. Pero poco a poco va revelando un lado más oscuro del personaje, lo cual lo convierte en un protagonista, a veces, difícil de querer, pero continuamente fascinante. Holt McCallany es igual de efectivo como Bill Tench, la contraparte perfecta para Holden; más cínico, más práctico, y más consciente del daño que las conversaciones con los asesinos le pueden hacer a su compañero. Hannah Gross es algo irritante como Debbie —no me cabe la menor duda que esto es a propósito— y Anna Torv interpreta a Wendy como una mujer fuerte, inteligente, y muy dedicada a su trabajo, pero sin llegar a ser tan irresponsable u obseso como Holden.
A nivel técnico, Mindhunter es puro David Fincher, a pesar de que él no dirige todos los episodios: movimientos de cámara suaves que no llaman demasiado la atención a sí mismos, colorización fría pero muy atractiva, y una banda sonora que inmediatamente lo ubica a uno en los años 70. De hecho, la recreación de la época es impecable, desde los carros que aparecen en muchas escenas, hasta el vestuario de todos los personajes (y los peinados y bigotes; especialmente de los policías de pueblo pequeño) y, por momentos, su manera de hablar. Mindhunter es una de las series más cinematográficas de Netflix hasta el momento; estoy seguro que se vería igual de bien en una pantalla grande de cine, que en una TV o tablet.
Mindhunter es una de las series más adictivas de Netflix hasta ahora. Intriga y desarrolla tensión sin necesidad de recurrir a clichés o estereotipos, y logra desarrollar personajes verosímiles por los que uno termina preocupándose. Y a pesar de lidiar con asesinos, violadores, y sus terribles actos, jamás maneja un tono demasiado sombrío o deprimente; sí, es seria, pero contiene suficientes momentos de ligereza como para que no se torne en un inaguantable ejercicio de melodrama. La mayoría de episodios tienen como prólogo a la historia de un asesino que nunca llega a interactuar con los protagonistas; asumo que este personaje ha sido reservado para la segunda temporada (ya confirmada, felizmente). La espera de casi un año para los siguientes episodios de Mindhunter va a ser casi insoportable (y eso es lo mejor que uno puede decir sobre una serie hoy en día).
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Episodio 5 – ****½ sobre *****
Lo divertido de ver series antes de la época del streaming, es que no todos los episodios tenían que avanzar con la trama general de forma explícita. De hecho, el chiste estaba en tener algunas historias que se podían sentir casi como secundarias, en donde el o la protagonista se veía involucrada en situaciones aisladas. Esa es, precisamente, la sensación que me ha dado el quinto episodio de “Daredevil: Born Again”, el cual se centra en el atraco a un banco en el que se encuentra Matt (Charlie Cox), quien había llegado para intentar sacar un préstamo con la ayuda del administrador asistente, nada más y nada menos que Yusuf Khan (Mohan Kapur), el papá de Kamala Khan / Ms Marvel.
Es así que el episodio se desarrolla como una historia que se puede disfrutar casi por sí sola, pero que contiene referencias como la anteriormente mencionada que dejan muy en claro que esta serie sí se lleva a cabo explícitamente en la MCU. Pero fuera de eso, tenemos un episodio emocionante y tenso, en el que Matt se ve obligado a usar sus poderes —básicamente, su súper sentido del oído— sin que nadie se de cuenta, actuando como un verdadero ciego y sin ponerse su traje de Daredevil. Esto resulta en un episodio increíblemente entretenido, que aprovecha bien la fecha en la que se lleva a cabo —el Día de San Patricio— así como la peligrosa situación en la que se encuentran nuestros personajes. No es un episodio mega importante, pues, pero igual lo disfruté mucho, y además, da la sensación de que establece a una misteriosa figura —el jefe de los criminales— como un villano potencial en el futuro. Habrá que esperar.
Episodio 6 – ****½ sobre *****
Es en el episodio 6 de “Daredevil: Born Again”, entonces, donde la trama comienza a avanzar un poco más —a diferencia del anterior, quienes busquen un mayor desarrollo de las líneas narrativas principales de la serie quedarán más contentos con este episodio. Es aquí que vemos como se descubre la forma en que Muse, un asesino serial/grafitero, está haciendo pintas aparentemente imborrables en las calles de Nueva York. Y también es aquí que vemos, por fin, a Matt regresar a sus andanzas, poniéndose el traje de Daredevil nuevamente, esta vez para rescatar a Angela (Camila Rodríguez) de las garras del asesino ya mencionado.
Resulta fascinante, además, ver a Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) formar un escuadrón anti-justicieros, lo que me imagino le traerá problemas más adelante tanto a Daredevil como a personajes como El Castigador. Pero lo que el episodio parece estar más interesado en decirnos es que, al convertirse de nuevo en justiciero, nuestro protagonista no se diferencia demasiado de su archienemigo. Es así que vemos como, en paralelo, Fisk y Matt se ven involucrados en peleas, con el primero sacándole la mugre al ex de Vanessa, y el segundo tratando de acabar con Muse. Entre eso, y la aparición inesperada de Jack Duquesne / El Espadachín (Tony Dalton), quien apareció por primera vez en la serie de “Hawkeye”, es que el sexto episodio de “Daredevil: Born Again” se desarrolla de forma emocionante, satisfactoria y violenta, mezclando contenido temático potente con referencias para los fans. Es decir, tanto este episodio como el anterior son de lo mejor que el show nos ha ofrecido hasta el momento.

**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Si este se siente como un episodio menor, es porque los tres primeros capítulos de “Daredevil: Born Again” han sido extremadamente buenos; es decir, la valla está alta. Sin embargo, hay mucho para disfrutar en el cuarto episodio de “Daredevil: Born Again”, desde un caso muy particular que le toca atender a Matt Murdock (Charlie Cox), hasta los esfuerzos del alcalde Fisk (Vincent D’Onofrio) por comenzar a cumplir con sus promesas de campaña y, por supuesto, el muy esperado retorno de Frank Castle / El Castigador (Jon Bernthal).
De hecho, esto último es de lo mejor que tiene el episodio para ofrecer, incluyendo una magnífica escena protagonizada por dos grandes actores dando interpretaciones fascinantes. El diálogo entre Matt y Frank hace un excelente trabajo resumiendo las posturas de ambos personajes, y más importante, dejando en claro que la muerte de Foggy será lo que siempre terminará motivando al primero en esta temporada. Puede que él se mienta a sí mismo o diga que está trabajando únicamente porque es su deber, pero todo lo que hace —especialmente ahora lo relacionado a la muerte de su último cliente, así como sus enfrentamientos con policías corruptos que usan el logo del Punisher— lo hace por Foggy. Es Frank quien le hace ver la realidad a Matt, lo cual parece traerá consigo ciertas consecuencias; ¡me muero por ver a Daredevil de regreso, con traje y todo!
Pero regresando al tema de los policías. Me encanta que “Daredevil: Born Again” no tenga miedo de meterse en temas potencialmente controvertidos, dejando en claro que buena parte de los policías que operan en la Nueva York de Fisk son corruptos y violentos, capaces de matar hasta por venganza. Va a ser interesante ver cómo el show continua desarrollando esto, especialmente ahora que Frank ha regresado. Lo mismo se puede decir sobre Wilson Fisk —algo de progreso se está haciendo con sus terapias de pareja, pero el que tenga encerrado al ex de Vanessa, Adam (Lou Taylor Pucci) en un calabozo nos dice, nuevamente, que Fisk no ha cambiado tanto. Puede que sea capaz de perdonar a Daniel (Michael Gandolfini) luego de haber cometido un error, pero igual parece que no ha terminado de esconder sus violentas tendencias. Habrá que ver qué sucede con él, y claro, de qué forma Daredevil se verá obligado a detenerlo.

****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
“Daredevil: Born Again” continua con un episodio que, por lo menos, se siente igual de satisfactorio y sorprendente que los dos primeros, siendo incluso, en ciertos aspectos, superior a ellos. Lo que tenemos acá es un capítulo dedicado casi enteramente al juicio de Hector Ayala (Kamar de los Reyes), en el que Matt (Charlie Cox) se encarga de defenderlo. Esta semana, pues, no tenemos a nuestro protagonista poniéndose el traje del personaje del título, pero eso no importa —da gusto tener un episodio enfocado en su identidad de civil, mostrándonos como a través de su trabajo como abogado también tiene que lidiar con muchos de los problemas éticos con los que se encuentra al actuar como superhéroe.
No hace falta decir, entonces, que el enfoque en el juicio funciona muy bien, permitiéndole al episodio desarrollar breves —pero intensos— momentos de palpable tensión. Resaltan el viaje por parte de un testigo importante al lugar del juicio, las revelación pública por parte de Matt de la identidad alterna de Hector (el Tigre Blanco), y por supuesto, la conclusión del juicio. Si algo de gusto acá, es ver cómo Hector es establecido y desarrollado como un buen tipo; como alguien que ha estado ayudando tanto a civiles como a policías, y que claramente sería incapaz de matar a alguien a sangre fría. Kamar de los Reyes (Q.E.P.D.) hace un estupendo trabajo interpretando a Hector, mostrándolo como alguien que simplemente se dedica a hacer lo correcto, incluso cuando eso puede traer consigo graves consecuencias.
Y eso es precisamente lo que termina sucediendo acá. Ver como Hector es finalmente asesinado, y encima por alguien que lleva el símbolo del Castigador en su ropa, resulta desgarrador. Al igual que ver a Matt hablar por fin sobre Foggy (Elden Henson) con su su cuasi novia, Heather (Margarita Levieva). Y hasta la trama secundaria con Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) resulta intrigante, especialmente cuando hacia el final lo vemos dando una entrevista en la que se queja del resultado del juicio a Hector. Ver como se discute y maneja el tema de los “vigilantes” a nivel político es más interesante de lo que suena, y es lo que hace que “Daredevil: Born Again” sea algo más que un simple show de personajes en spándex dándole a palazos. Si “Daredevil: Born Again” comenzó con el pie derecho con los primeros dos episodios, este tercero sirve para establecerlo como una serie con harto potencial que espero no vaya a ser desperdiciado.

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