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CRÍTICA – Moon Knight (Episodio 2)

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El tema del sueño y los trastornos de personalidad han sido tema recurrente en largometrajes dentro del género de suspenso psicológico, como El Maquinista (Brad Anderson, 2004), sin embargo, este mismo género es comparativamente más complicado para las series que estrenan semanalmente como es el caso de Moon Knight, dado que la construcción del misterio requiere cierta continuación inmediata. Por ello, era de esperarse que, tras un prometedor estreno, para este segundo episodio la serie se decida a disipar las dudas argumentales que su debut en Disney+ había dejado. La cuestión era que ese suspenso había jugado a favor de la identidad de la propuesta, por lo que resolver el misterio tan pronto, representaba un riesgo potencial para la construcción de la tensión.

Es así como el episodio nos presenta el encuentro entre las dos personalidades humanas. Marc Spector se presenta ante Steven Grant a través de superficies donde se puede ver su reflejo para pedirle que le ceda el control de su cuerpo y así pueda completar la misión de Khonshu, el dios egipcio de la noche quien en el episodio anterior se manifestaba como una voz interior y en este episodio ha mostrado su intimidante corporeidad. Más que sucesos ocurridos, el capítulo ha servido para explicar los hechos previos. 

Así conocemos que Khonshu le salvó la vida a Marc, quien es un mercenario que ha estado casado con Layla (May Calamawy). Layla tiene un encuentro fortuito con Steven, aunque ambos no logran entenderse ya que él, evidentemente, no la reconoce y Layla le habla creyendo que está siendo Marc. A pesar de ello, Layla encuentra, entre las pertenencias de Steven, el escarabajo que vimos en el primer episodio y que Harrow estaba persiguiendo. De hecho, Harrow envía dos de sus seguidores a buscar a Steven, haciéndose pasar por policías. Steven es llevado a Harrow, quien le pide el escarabajo, ahora en poder de Layla, y aquí es cuando comprendemos las dos posturas que se enfrentarán a lo largo de toda la trama. Harrow menciona que es un antiguo servidor de Khonshu, pero actualmente sirve a otra divinidad egipcia llamada Ammit. Por un lado, Khonshu se encarga de castigar a quienes él considera que han actuado mal, mientras Ammit juzga a quienes tienen el potencial de obrar mal para así evitar que causen daños a los demás.

El escarabajo es la manera de poder encontrar a Ammit ya que siempre apunta en su dirección y será el tótem que se disputarán ambos dioses mediante sus servidores. Steven se ve en aprietos y Marc le exige que le deje tomar el control para combatir a un “chacal” que Harrow ha invocado. En lugar de ello, Steven invoca, casualmente, otra personalidad enmascarada, Mr. Knight. La realidad es que Harrow le ha contado a Steven las atrocidades que ha cometido Marc por lo que no desea cederle el poder para evitar hacer mayores daños. A pesar de ello, no le queda otra salida que finalmente dejarlo tomar el control. En este momento es cuando tenemos otra revelación que será fundamental para el resto de los episodios. Khonshu piensa tomar como sucesora de Marc a Layla, pero él se niega rotundamente por lo que deberá seguir obedeciéndolo y así evitar que Layla corra el riesgo. Finalmente, Harrow se hace con el escarabajo y Marc se niega a devolverle el control a Steven.

Ha sido un capítulo interesante, aunque menos espectacular que el anterior. De hecho, hay ciertas cosas en el guion que han caído en hoyos un poco perezosos, como el encuentro con Layla que se da de manera muy arbitraria. Igual con ciertas escenas de acción que no logran la espectacularidad propia del MCU. Sin embargo, Moon Knight maneja eficientemente los reflejos en espejos y superficies brillosas para lograr escenas en las que ambas personalidades deben dialogar. No obstante, el valor del episodio está en que nos ha presentado los dos frentes de acción que tendrá el protagonista. Por un lado, hay una batalla moral entre la perspectiva de Harrow y lo que Khonshu persigue, pues no es Marc Spector ni Moon Knight quienes pueden decidir por sí mismos de qué lado estar, sino que están obligados a obedecer a la divinidad para evitar que Layla corra la misma suerte. Por otro lado, la lucha interna entre Marc y Steven se torna igual de interesante por todo lo que este último se ha perdido en su vida por culpa del primero, cayendo en cuenta que los fracasos de su vida son gracias a que él no tuvo el poder de sí mismo en esos momentos. La dualidad de estos enfrentamientos serán el combustible necesario para la serie que abandonó pronto el misterio y propondrá a partir de ahora más aventura y acción. Veremos si es que estas son suficientes.

Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)

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EPISODIO 8

****sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.

¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!

Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…

EPISODIO 9 (FINAL)

**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.

Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.

Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!

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