destacado
CRÍTICA – Stranger Things (Temporada 4)
Publicado
hace 3 añosel
Que complicado es otorgarle el sitio correcto y darle el valor que merece a una producción que se estrena una vez por año y que libera todos sus episodios en un solo bloque. Sin embargo, es algo a lo que cada vez las plataformas de streaming nos ha ido acostumbrando más y más. Este podría ser el caso de Stranger Things, presentada por primera vez, sin demasiada pomposidad, por Netflix hace ya seis años. Sin embargo, la serie, luego de una sorprendente primera temporada que proponía la “vuelta a los años ‘80s” de la manera más animosa posible, ha convertido a su elenco en las estrellas del presente -y de los próximos años- y se ha consolidado como la apuesta más grande de la plataforma de la N roja, tanto en cuestiones cualitativas (quizá compitiendo con The Crown en este apartado), como en aspectos cuantitativos (entiéndase, presupuesto). Este rótulo de “buque insignia” al que accedió de manera inesperada, pareciera ser que le quedó, por momentos, demasiado grande a una producción que se llenó de muchas promesas que fueron complicadas de cumplir por ciertas barreras naturales que no tenía permitido traspasar, especialmente en la decepcionante segunda temporada, un defecto demasiado grande como para no ser tomado en cuenta cuando la serie haya llegado a su fin y toque realizar un balance general, si bien luego pudo retomar el sendero correcto para su tercera entrega.
Con el veredicto en una especie de stand by entre ser un gran título o quedar en la promesa de la siguiente gran serie que no lo fue, los hermanos Duffer, creadores, guionistas y directores de la mayoría de los episodios, no han querido dejar dudas de que intentaron entregar el mejor producto posible, realizando la cuarta y última temporada con la trama más oscura que se podía imaginar, sin perder la esencia de clásico ochentero que mezcla terror, comedia, aventura y ciencia ficción. Pero no solo ello, sino que además dividieron la temporada en dos bloques, por lo que hasta el momento solo hemos podido ver los siete episodios -han sufrido una extensión considerable en su duración individual- que corresponden a la primera parte, quedando pendiente un par de capítulos a estrenarse a inicios de julio, aunque se anunció que el último tendrá una duración de dos horas y media, por lo que podría considerarse, de manera no oficial, que la serie concluirá con una película y no con un cierre de temporada regular. Dicho esto, lo que tenemos visto de la cuarta temporada tiene una mala y una buena noticia.
Como diría Eddie Munson (Joseph Quinn), interesante adición al reparto de esta temporada, “las noticias malas siempre primero”, por lo que aquí va. La mala es que es urgente que Stranger Things termine lo más pronto posible por un par de razones, principalmente. En primer lugar, porque se está haciendo muy complicado creerle al cuarteto de amigos iniciales que aún tienen la edad que suponen tener en la trama, si bien a Eleven (Millie Bobby Brown) y Max (Sadie Sink) aquel tópico no se les enreda tanto. Esto no es un problema exclusivo de esta serie, pero sí es particularmente importante para el alma de su libreto que los protagonistas sean niños y, además, aparenten serlo porque allí yace un atractivo especial que es evidente para la dinámica del argumento. El segundo punto para reforzar la necesidad de concluir el programa es que algunas subtramas han sido explotadas lo suficiente y hay poco que contar, por lo que su inclusión requiere algunos quiebres anticíclicos que merman, en cierto grado, el entretenimiento que logra la serie con las tramas que están avanzando a mayor ritmo. Pero, después de todo, la buena noticia es que, a falta de tan solo dos episodios pendientes, Stranger Things llegará a su fin tras entregarnos su mejor temporada.
La tercera parte nos dejó con la división del grupo pues, tras la supuesta muerte de Hopper (David Harbour), Eleven y la familia Byers se mudan a California para rehacer su vida. Esto ocasiona, en principio, que veamos dos relaciones amorosas a distancia. La de Mike (Finn Wolfhard) con la propia Eleven y la de Nancy (Natalia Dyer) con Jonathan (Charlie Heaton), el hermano de Will (Noah Schnapp). Este ingrediente emocional secundario de las relaciones de las parejas es un añadido que funciona muy bien a lo largo de los episodios y le da cierta frescura y respiro a la trama. En primera instancia, es una decisión acertada del guion que la acción ocurra en varios frentes al mismo tiempo, aunque, como mencioné antes, algunos arcos se vuelven mucho más atractivos que otros.
En Hawkins, por ejemplo, es donde ocurre lo más interesante. Las muertes que está provocando Vecna, una figura humanoide que proviene del “Upside Down”, están aterrorizando a la comunidad, mientras la policía sospecha de Eddie Munson que, como decíamos, es un personaje nuevo que se convierte en parte del grupo de amigos. Así tenemos la reunión de Steve (Joe Keery), Dustin (Gaten Matarazzo), Lucas (Caleb McLaughlin), Robin (Maya Hawke), Max (atentos a Sadie Sink que es mucho más que solo la chica de “All Too Well”) y Nancy, quienes se lanzan a encontrar pistas que puedan resolver el caso. Esta trama es la que otorga todo el terror a la serie y … ¡vaya que su construcción roza la perfección! Los hermanos Duffer han apostado por el body horror más clásico y efectivo posible, pues el enemigo se introduce en la mente de sus víctimas, al más puro estilo de “Freddy Krueger”, para causar miedo desde los propios traumas de cada personaje y, por nuestra parte, somos espectadores de algunas escenas tan gore que nunca pensamos ver en esta serie. El libreto, entonces, acertadamente encuentra la manera de traer a discusión un tema tan actual como la salud mental, del que también se alimenta la historia de Eleven para esta temporada, pues la pérdida de sus poderes no le permite sentirse cómoda consigo misma, incluso trayéndole problemas en la escuela. No es sencillo el camino que sigue el personaje de Millie Bobby Brown, lo que se agradece para evitar caer en facilismos que el propio guion reconoce en frases como “generalmente, nos ayuda una chica que tiene poderes, pero esta vez no está”. Sin embargo, aunque en el último episodio su arco enlaza a la perfección con los demás, en el medio hemos sentido que sus secuencias le quitaban ritmo a la acción.
Las otras subtramas también son muy entretenidas, aunque disparejas en su desarrollo, por lo que aún está por verse como es que podrían encajar en la estructura. Por un lado, tenemos a Joyce (Winona Ryder) y Brett (Murray Bauman) yendo al rescate de Hopper -no es spoiler, el adelanto confirmó que estaba vivo-, cuyas escenas son las que añaden el ingrediente tradicional de los rusos antagonistas que envidian el desarrollo estadounidense, con algunos buenos gags que son muy graciosos. Por otro lado, está Mike -quien va a California por las vacaciones de primavera-, Will, Jonathan y Argyle (Eduardo Franco), otro personaje nuevo que hace poco más que fumar hierba todo el día. Está subtrama se parece mucho más a una road movie, lo que también le otorga una sensación especial adicional a la serie, pero se siente, por ahora, un poco lejos de todo lo demás, no solo geográficamente, sino argumentalmente.
Ahora bien, aún con algunas subtramas que tienen un peso más relevante que otras, uno de los mayores aciertos que tiene Stranger Things es saber como encadenar una secuencia tras otra en el montaje y eso es todo mérito de un guion que está muy bien escrito. Mientras podemos tener seis o siete historias desarrollándose al mismo tiempo, el timing para la construcción de estas es preciso y funcional para nunca aburrirse. Cada elemento encaja donde debe y esta vez hemos tenemos menos alusiones exactas como las que teníamos antes con planos calcados a forma de homenaje a grandes títulos de la década de 1980, pues ya no son tan importantes estas referencias “micro”, tomando relevancia las “macro” ya que, en su conjunto, Stranger Things se siente tan nostálgica como siempre, solo que con una fórmula distinta. Con el final de la serie a la vuelta de la esquina, celebro que esta serie haya encontrado el mejor camino posible para dar por concluida su historia. Sé que aún restan un par de episodios, pero siguiendo el ritmo y la esencia que han mostrado en estos siete recién estrenados, Stranger Things será recordada por todo lo fascinante de su propuesta, que como objetivo final no tenía otro motivo de ser que entretener de la misma manera en la que solo las películas y series clásicas que formaron a muchas generaciones posteriores podían lograrlo.
Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.

Te podría gustar
-
CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)
-
CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 5
-
CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 7, 8 y 9
-
CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 4
-
CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 4, 5 y 6
-
CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 3
destacado
CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)
Publicado
hace 3 díasel
14 mayo, 2025
Episodio 10: Haz que se detenga
****½ sobre *****
Pues por fin pasó lo que tenía que pasar. Luego de años de espionaje, secretos, engaños, mentiras y trabajar en secreto, Luthen Rael (Stellan Skarsgard) falleció. Y falleció de la forma en que siempre hubiese querido: por su propia mano, luego de haber sido descubierto por Dedra Meero (Denise Gough) y revelado como el líder de la rebelión en Coruscant. Pero curiosamente, no se trata de una muerte inmediata. De hecho, apenas se acuchilla, los Imperiales se lo llevan a un hospital —después de todo, Dedra lo necesita vivo para que pueda confesar. Pero lamentablemente, la ISB tiene otros planes.
Es así que el décimo episodio de la segunda temporada de “Andor” se enfoca casi completamente en Luthen y Kleya (una increíble Elizabeth Dulau), con la segunda infiltrándose en el hospital como enfermera para encontrar a Luthen, quien todavía está vivo (con las justas) en una habitación climatizada. Pero no para encontrarlo y rescatarlo, si no más bien para sacarlo de su miseria —para que, nuevamente, muera como a él le hubiese gustado, sin confesarle nada a nadie, sin decirle a Dedra que, gracias a su ahora fallecido agente doble, sabe de la existencia de la Estrella de la Muerte. Y más importante, ahora Kleya es la única que sabe las palabras clave que serán de suma importancia para el futuro de la Alianza Rebelde: Jedha, Kyber y Erso.
Obviamente, cualquier fanático que se sepa al Episodio IV de la saga original y, más importante, a “Rogue One” de memoria, reconocerá estas palabras. Pero fuera de aquellas conexiones a las películas posteriores, lo mejor de “Andor” está en la forma en que humaniza la relación entre Luthen y Kleya. Los eventos del presente son intercalados con flashbacks que nos muestran como aquellos personajes se conocieron y, por supuesto, cómo Luthen fue radicalizando a una joven Kleya, demostrándole cómo el Imperio debía ser combatido. Todo esto resulta en un episodio emotivo, que concluye de forma apropiadamente solemne, pero a la vez, satisfactoria. Puede que Luthen esté muerto, pero sus ideales viven en Kleya —solo esperemos que a esta última no le pase nada malo en los siguientes dos episodios.
Episodio 11: ¿Quién más sabe?
****½ sobre *****
El Episodio 11 de la segunda temporada de “Andor” es de lo más tenso que nos ha entregado la serie. No solo porque involucra a Kleya tratando de comunicarse con los rebeldes con un código secreto, si no también porque nos muestra a los Imperiales tratando de descifrar dicho código, mientras Cassian (Diego Luna) eventualmente lo recibe en Yavin, y decide ir con Melshi (Duncan Pow) y K2-SO (Alan Tudyk) a Coruscant. Es así que la segunda mitad del episodio se siente como una carrera contra el reloj: ¿quién encontrará primero a Kleya, los Imperiales o Cassian? ¿Y qué decidirá hacer ella una vez que le transmita su conocimiento a nuestro protagonista?
Pero eso no es todo. También tenemos una excelente escena de interrogación, en la que el Director Krennic (Ben Mendelsohn) hace puré a la pobre Dedra, quien intenta ser honesta luego de que la acusan de ser una espía rebelde. Esto culmina en ella siendo trasladada a una celda —un destino bastante triste para un personaje que se había estado deleitando por años de ser despiadada y eficiente, pero que al esconderle información a sus superiores y tratar de atrapar a Luthen por sí sola, termina por acabar con su propia carrera. Después de todo, lo ÚNICO que le importa a Krennic y los Imperiales es mantener el proyecto de la Estrella de la Muerte en secreto. Todo lo demás es secundario. Nada más (ni nadie más) importa.
Es por todo eso que verdaderamente se comienza a sentir que estamos llegando al final. Que la serie de “Andor” está presentando de forma magnífica los últimos días de su protagonista antes de los eventos de “Rogue One”, enfatizando la importancia del proyecto de la Estrella de la Muerte para los Imperiales. Pero fuera de eso, este segundo episodio dirigido por el mexicano Alonso Ruizpalacios está lleno de detalles interesantes: desde el hecho de que vemos inmediatamente cómo K2 es considerando más como un amigo que como un droide por Cassian y los demás (aawww), hasta cómo ciertos elementos narrativos de episodios anteriores llegan a su culminación acá. ¿Lo único malo? “¿Quién más sabe?” termina con un cliffhanger inaguantable, y hasta ahora no sabemos qué es lo que pasará con Kleya. ¡No puedo creer que solo quede UN episodio para que “Andor” acabe para siempre!
Episodio 12: Jedha, Kyber, Erso
***** sobre *****
Y llegamos al final. ¡Pero qué final! Si hay algo que “Andor” en general, pero específicamente este último episodio han hecho, es, lo crean o no, mejorar a la película de “Rogue One”. Es decir, han hecho lo que pocas precuelas logran hacer: elevar el material al que preceden, haciendo que, en este caso, la “trilogía” de la Primera Temporada de “Andor”, la Segunda Temporada de “Andor”, y “Rogue One” funcionen bellamente como un todo. Pocas veces me he sentido tan emocionado, tan tocado y tan satisfecho con el final de una serie. Tony Gilroy, Alonso Ruizpalacios y el resto del equipo se han lucido de forma tremenda; el final de “Andor” no decepciona para nada. Ni está cerca de hacerlo.
¿Y qué es lo que pasa acá? Uf. Dedra termina en prisión, todo el trabajo que había hecho para el Imperio, eliminado. Partagaz (Anton Lesser) prefiriere suicidarse antes que ser castigado por sus superiores. Cassian logra rescatar a Aleya y, junto con Melshi, son salvados por K2-SO, quien se baja de la nave para acabar con todos los Imperiales que los estaban rodeando. Y más importante: el grupo logra regresar a Yavin IV, donde Cassian logra contarle a Mon Mothma (Genevieve O’Reilly, ahora sí con su peinado y look de “Rogue One”), el General Draven (Alistair Petrie), Bail Organa (Benjamin Bratt), y a la Senadora Pamlo (Sharon Duncan-Brewster) y el Senador Jebel (Jonathan Aris), a quienes habíamos visto en “Rogue One”, toda la información que recibió por arte de Kleya.
Inicialmente no le creen, pero como sabemos lo que eventualmente pasará en la película, al final, Cassian logra salir de Yavin IV junto a K2 para ir al Anillo de Kafrene. Es así que el episodio termina por empalmar PERFECTAMENTE con “Rogue One”, tanto así que, al terminar, lo primero que hice fue entrar a YouTube para buscar, apropiadamente, la escena de la película en el Anillo de Kafrene. Pero fuera de eso, el episodio nos deja con una sensación agridulce de esperanza; con el feeling de que hemos sido testigos de una serie que enfatiza las pequeñas acciones de gente rebelde de toda importancia, y que complementa bellamente a la película del 2016. En pocas palabras: este final deja en claro que “Andor” es literalmente LO MEJOR que Disney ha hecho con “Star Wars” y que, al menos para Vuestro Servidor, esta serie, junto con “Rogue”, es superior a las Secuelas. Lo he dicho, y dudo que me vaya a arrepentir.
Ah, y la cereza sobre el pastel: la escena final. Bix (Adria Arjona) y el hijo de Cassian. Un hijo al que sabemos nunca conocerá; ni siquiera sabrá de su existencia. La serie nos deja con ese pensamiento triste, pero también sabiendo que su legado quedará intacto, con Bix e incluso con B2-EMO (¡sí, sale al final!). Un desenlace más hermoso no podríamos pedir.
Ay, cómo te extrañaré, “Andor”.

**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Aunque este episodio de “The Last of Us” no es necesariamente ni el más emocionante ni el más chocante, es gracias a la forma en que concluye que uno termina con la sensación de que las cosas cambiarán a partir del siguiente. ¿Spoilers? Pues sí: el quinto episodio de la segunda temporada termina con Ellie (Bella Ramsey) torturando a Nora (Tati Gabrielle) es un sótano en Seattle lleno de esporas que podrían infectar a cualquiera. A cualquiera como Nora, quien comienza toser como si no hubiese un mañana, pero definitivamente no a la inmune de Ellie. Es ahí que sale a tallar el lado oscuro de nuestra protagonista, quien aparentemente será capaz de hacer cualquier cosa con tal de llegar hasta donde Abby (Kaitlyn Dever).
Fuera (y antes) de eso, nos centramos en Ellie y Dina (Isabela Merced) tratando de pasar sin ser detectadas por entre las fuerzas de WLF, para así poder llegar al hospital donde supuestamente está Abby. Pero como las cosas no pueden ser tan fáciles, eventualmente son encontradas por los enemigos, lo cual las obliga a meterse en un parque lleno de Scars. Es ahí donde son testigos de un suceso terrible —básicamente, unos Scars destripando a un tipo mientras recitan sus líneas de fanáticos religiosos—, pero también donde se unen a Jesse (Young Mazino), quien las rescata momentos antes de un grupo de infectados inteligentes. Resulta que salió con Tommy del pueblo un día después de las chicas, y ha llegado para traérselas de vuelta a casa.
El episodio concluye, entonces, con Ellie y Dina separadas —la primera torturando, como se ha dicho ya, a Nora, y la segunda escapando con Jesse de sus enemigos. Quienes hayan jugado “The Last of Us: Parte Dos” sabrán exactamente lo que se viene, pero los demás se entretendrán con lo que este episodio tiene para ofrecer: como (casi) siempre, una buena mezcla de suspenso, gore, diálogos inteligentes, y uno que otro desarrollo interesante de la trama. Y como toque final, por razones más emocionales que narrativas, el episodio termina con una escena (¿un flashback, un sueño?) entre Bella y Joel (Pedro Pascal); una representación de lo que perdieron, y de lo que podrían haber tenido si es que las cosas hubiesen salido mejor. Una verdadera pena.

Episodio 7: El mensajero
****½ sobre *****
Para variar, el primer episodio de “Andor” de esta semana comienza un año después de los eventos del episodio 6. Sin embargo, a diferencia de comienzos previos, “El mensajero” no se demora nada en establecer en qué situación se encuentran los personajes. Cassian (Diego Luna) y Bix (Adria Arjona) están viviendo en Yavin IV, cerca a la base rebelde, esta vez trabajando para un grupo más organizado e ignorando a Luthen. Y Dedra (Denis Gough) por fin recibe las órdenes que todos estábamos asumiendo ya llegarían: Ghorman debe ser destruida, y debe suceder pronto.
Una noticia que no le da explícitamente a Syril (Kyle Soller), pero que este último ya comienza a sospecha. Es así, pues, que el episodio comienza a poner a los personajes centrales en posiciones interesantes: Cassian decide viajar junto a Wilmon a Gohrman, convencidos de que tendrán la oportunidad de asesinar a Fedra, obviamente sin sospechar que se viene una masacre. Bix se queda en Yavin pero tiene una conversación importante con Vel (Faye Marsay), quien también ha dejado de trabajar con Luthen. Y Syril trata de comunicarse con los rebeldes de Gohrman, sin mucho éxito. Adicionalmente, unos cadetes nuevos (y demasiado jóvenes) del imperio llegan al planeta anteriormente mencionado, lo cual preocupa a sobremanera a Dedra.
Puede que sea obvio, pero lo mejor de “Andor” es que se siente como la acumulación de una tensión casi inaguantable que sabemos explotará pronto. La atmósfera de suspenso y vacío deprimente en Ghorman es palpable, y aunque esto se ve balanceado con la sensación de esperanza (aunque sea sutil) en Yavin IV, igual el espectador sabe que lo que se viene en los episodios será terriblemente trágico. Y bueno, también sabe que, a pesar de estar a Ghorman, a Cassian no le pasará nada, porque por algo ya vimos “Rogue One”. ¿Pero Dedra, Syril, y los rebeldes del planeta? Pues habrá que ver los siguientes dos episodios para ver quién sobrevive, y quien termina llegando al fin de su agitada existencia.
Episodio 8: ¿Quién eres?
***** sobre *****
Y llegó el momento que todos teníamos miedo de que llegara: la masacre de Ghorman. Y con eso, el mejor episodio no solo de la segunda temporada de “Andor” hasta ahora, si no también de toda la serie. Un episodio que se deleita en mantener al espectador en la más inaguantable tensión, ansioso mientras ve como el suspenso aumenta y aumenta y aumenta hasta explotar de la forma más violenta posible, colocando a sus figuras más importantes en puntos de absoluta vulnerabilidad. “¿Quién eres?” me dejó con el corazón en la garganta, totalmente afectado luego de haber visto como “Andor” desarrolló una marcha y eventualmente masacre de forma tan cruenta, tan emotiva.
Cassian está en Ghorman, listo para matar a Dedra. Dedra está trabajando junto a Capitán Kaido (Jonjo O’Neill), totalmente consciente de lo que tendrá que hacer. Wilmon sigue del lado de los rebeldes, y Syril recién se va dando cuenta de lo que está pasando. De hecho, me animaría a decir que Syril es la estrella, por así decirlo, del episodio —Kyle Soller hace un estupendo trabajo transmitiendo, con lenguaje corporal y expresiones faciales, el gradual cambio en el personaje, mientras se va dando cuenta de lo que Dedra está haciendo y de lo que le pasará a la gente de Ghorman. Y sí, hacia el final del episodio, Syril muere —asesinado luego de haber intentado matar a Cassian. El fin de un personaje verdaderamente patético, que obviamente contribuyó con las acciones fascistas de un Imperio totalitario, pero que termina siendo más triste que verdaderamente villanesco. Eso queda claro luego de que, antes de ser asesinado, Cassian le pregunta: “¿quién eres?”. Nada peor que morir como un anónimo, cuyo trabajo no valió nada.
En relación a la masacre, pues “Andor” nos entrega una de las secuencias más tensas que haya visto en un buen tiempo. La escenificación perfecta de lo que el Imperio es capaz de hacer, asesinando a todo un grupo de personas únicamente porque quieren un recursos importante para… bueno, construir una estación espacial gigante que se encargará de matar a millones de personas más. Personajes secundarios mueren luego de conmovernos con sus cánticos e himnos de rebelión, y Cassian sobrevive con las justas, llevándose consigo a un terrible droide imperial que asumimos eventualmente se convertirá en K2SO. Mucho se pierde, pero la pelea sigue adelante, por más de que Dedra y el Imperio se hayan salido con la suya —con terribles consecuencias.
Episodio 9: Bienvenidos a la Rebelión
***** sobre *****
Al final del día, la historia de Cassian Andor es una tragedia. Lo sabíamos desde que fuimos testigos del desenlace de “Rogue One”, y es algo que hemos estado viendo desarrollándose a lo largo de las dos temporadas de “Andor”. No obstante, es en este noveno episodio de la segunda temporada que se comienza a sentir más. No solo por la manera en que mezcla victorias con derrotas; un tono trágico con un tono esperanzador. Si no también por la forma en que Bix se despide de Cassian con un video, prometiéndole que se verán una vez que las cosas sean resueltas y la Rebelión gane. Algo que, lamentablemente, por la forma en que Cassian fallece en la película anteriormente mencionada, sabemos que nunca pasará. Una tragedia.
La manera, pues, en que se van respondiendo algunas de las preguntas que teníamos respecto a Cassian y la Rebelión en este episodio es magistral. Más que simplemente llenar huecos, lo que ha hecho el guionista Dan Gilroy es otorgarle motivaciones adicionales y creíbles a sus personajes, y obligaros a interactuar y tomar decisiones difíciles. Consideren, si no, el discurso de Mon Mothma en el Senado, donde denuncia el genocidio de los Ghorman frente a toda la galaxia, mientras la IBS conspira para asesinarla. O cómo finalmente se encuentra con Cassian, quien la ayuda a escapar del Senado para que eventualmente pueda llegar a Yavin IV y convertirse en la lideresa de la Rebelión.
Las piezas van colocándose en su lugar, y en vez de sentirse como algo obligatorio, cansado, se siente más bien como la culminación de todo lo que hemos estado viendo en estos episodios. Como el clímax emocional, tensional y narrativo de todo lo que hemos estado experimentando con estos personajes. Algunos casos, como el de Bix, se sienten inevitables. Y otros, como el de Luthen, quien al menos hasta ahora sigue vivo, no dejan de sorprender. Pero lo mejor de “Bienvenidos a la Rebelión” es que no deja de lado a Cassian, enfocándose en él y su rol de suma importancia en la Rebelión. Y por qué no, culminando con el nacimiento, por así decirlo, de K2-SO, quien asumimos tomará un rol grande en los tres episodios que saldrán la próxima semana. De verdad que no podría estar más contento con lo que “Andor” está haciendo con la franquicia de “Star Wars”.

CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)

CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 5

CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 7, 8 y 9

CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 4

CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 4, 5 y 6

CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 1, 2 y 3

CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 4, 5 y 6

CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 7, 8 y 9

CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 3

CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 2

CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)

CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 5

CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 7, 8 y 9

CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 4
