Opinión
CRÍTICA – Wu Assassins (1era Temporada)
Publicado
hace 6 añosel
¿Una serie para Netflix protagonizada y coreografiada por el gran artista marcial y actor indonesio Iko Uwais (“The Raid: La Redención”)? ¡Era imposible que fuera a perdérmela! Y aunque “Wu Assassins” no tiene el mejor de los comienzos —el exceso de diálogos expositivos y efectos digitales de baja calidad ciertamente no ayuda—, se trata de un show que va mejorando de capítulo en capítulo, desarrollando la mitología que rodea a sus protagonistas con elegancia, y permitiéndole al espectador enamorarse de sus personajes, haciendo, incluso, que ciertos villanos tengan características redimibles, como para que no caricaturizarlos. Sí, es bastante cursi y absurda por momentos, pero “Wu Assassins” me sorprendió gratamente —es una entretenida mezcla de fantasía, acción, y alguito de melodrama.
El protagonista de “Wu Assassins” es Kai Jin (Uwais), un chef y artistia marcial mitad indonesio y mitad chino. Él llegó de pequeño al Barrio Chino de San Francisco, y fue adoptado por quien años después de convertiría en el líder de la mafia china de dicha ciudad, el Tío Six (Byron Mann). Ya de adulto, Jin está tratando de vivir una vida pacífica como Chef, por más que sus mejores amigos se metan en problemas. Tenemos a dos hermanos, Jenny (Li Jun Li) y Tommy Wah (Lawrence Kao); la primera tuvo que endeudarse con las triadas, y por ende, con el Tío Six, para mantener a flote el restaurante familiar, mientras que el segundo está batallando contra una adicción a la heroína. Y también está Lu Xin Lee (Lewis Tan), quien luego de sobrevivir un incendio de pequeño, se convirtió en uno de los ladrones de carros más exitosos de San Francisco, siempre involucrándose en problemas con la Mafia.
Sin embargo, Kai Jin terminará involucrándose en sus propios problemas. De pronto, es elegido por el espíritu de Ying Ying (Celia Au) para convertirse en el Asesino Wu del título: un héroe elegido para acabar con los guerreros Wu y traer de vuelta el balance al mundo. Cada guerrero Wu tiene un poder basado en uno de los elementos de la cultura china (madera, fuego, tierra, metal y agua) y solo pueden ser eliminados por el Asesino Wu. Es así que, poco a poco, Kai se irá dando cuenta que sus potenciales víctimas están mucho más cerca de lo que cree, razón por la que tendrá que ser apoyado tanto por sus amigos, como por una aguerrida policía encubierta llamada Christine Galvin (Katheryn Winnick), quien está tratando de acabar con la guerra de pandillas que se está llevando a cabo entre las triadas y la mafia irlandesa, liderada por el temible Alec McCullough (Tommy Flanagan).
“Wu Assassins” no carece de ambición. De hecho, combina elementos de diferentes géneros y subgéneros cinematográficos para desarrollar una historia que, aunque algo inconsistente, definitivamente resulta muy interesante. Obviamente tiene influencias del cine de artes marciales asiático —las peleas en las que se ve involucrado Kai son verdaderamente espectaculares—, pero también contiene elementos del cine criminal y de mafia (consideren a los mafiosos vestidos con impecables ternos), escenas de drama familiar, y por supuesto, una buena dosis de fantasía. Al principio, el balance entre lo realista y lo fantástico no está particularmente bien llevado, pero es a partir del tercer episodio, más o menos, que “Wu Assassins” logra encontrar una identidad propia, y por ende, termina por enganchar al espectador sin mayores problemas.
Al ser Uwais tanto el protagonista de la historia, como el coreógrafo de las peleas mano a mano, “Wu Assassins” no carece de momentos de trepidante acción. De hecho, el primer episodio comienza con una pelea —intensa, sangrienta—, y aunque no todos los episodios están enfocados en las artes marciales, hay suficientes secuencias de acción como para mantener satisfecho al espectador más exigente. Los combates no son igual de brutales y sangrientos como los de “The Raid”, pero la coreografía es igual de impecable, y el estilo de dirección se mantiene consistente durante los diez episodios de esta primera temporada: cortes poco frecuentes y un estable manejo de cámara ayudan a que cada pelea sea fácil de entender, y por ende, terminen siendo increíblemente intensas y emocionantes. Lógicamente, Uwais no utiliza dobles, pero me dio gusto ver que hasta actores menos experimentados con este tipo de acción, como Winnick, Jun Li o Kao, se animen a protagonizar sus propios enfrentamientos.
Desgraciadamente, quienes al ver la presencia del gran actor de acción Mark Dacascos en los créditos de la serie, estuviesen esperando un gran rol de parte suyo, quedarán algo decepcionados. Al obtener el poder del Wu, la identidad de Jin es protegida cada vez que trata de eliminar al primer guerrero Wu, y por ende, luce como un monje interpretado por Dacascos. Lamentablemente, dicho “disfraz” no es usado con mucha frecuencia, y Dacascos no llega a tener demasiadas líneas de diálogo. Resulta divertido verlo pelear, aunque sea un par de veces, pero no pude evitar sentir que estuvo absolutamente desperdiciado en un rol que podría considerarse como nada más que un cameo glorificado. Espero que lo utilicen mejor en la segunda temporada (si es que llega a confirmarse….)
Felizmente, la acción no es lo único que tiene “Wu Assassins” para ofrecer. Me sorprendió la manera en que llega a desarrollar a sus personajes más importantes, haciendo que muchos de ellos sean realmente memorables. Irónicamente, el menos interesante es Jin —Uwais, a pesar de ser un gran peleador, no es el actor más expresivo, y por ende convierte al protagonista de la serie en un hombre de pocas palabras, reservado, que siempre prefiere pelear y estar solo, en vez de compartir sus sentimientos o pensamientos con los demás. Funciona para el personaje, al menos, y para efectos de la historia que se quiere contar, pero en comparación a los secundarios, puede terminar viéndose algo plano. En todo caso, considerando el desenlace de esta primera temporada, me encantaría que la segunda explore un poco las consecuencias de sus últimos actos. Sería cosa de que Uwais esté a la altura de lo que los nuevos guiones vayan a exigirle.
Como el Tío Six, Byron Mann es un enemigo formidable… pero al tener una conexión tan personal con Jin, poco a poco es desarrollado como un personaje más humano, con el que uno puede simpatizar (hasta cierto punto, por supuesto). Sí, hace cosas terribles, pero no porque sea un villano megalomaníaco y caricaturesco; su caracterización es bastante más compleja que eso, lo cual beneficia a la serie a sobremanera. Como Jenny, Li Jun Li tiene un rol más conflictivo. Es una mujer que está tratando de hacer el bien, haciendo que sus padres estén orgullosos de ella, pero a la vez, sabe que ha tenido que hacer cosas de las que no está orgullosa; siempre tiene un peso encima, el cual parece ser imposible de sacar.
El Tommy de Lawrence Kao tiene el arco de personaje más intrigante de la serie —tiene que pasar de ser un desastre, un adicto sin ambiciones, a alguien dispuesto a ayudar a sus amigos y su familia; como Lu Xin, Lewis Tan (“Deadpool 2”) habita un área más bien gris, y la Christine de Katheryn Winnick (“Vikings”) funciona para darle una perspectiva de outsider a la historia. No sabe en qué se está metiendo, pero termina ayudando a los protagonistas, entablando relaciones bastante cercanas con ellos, incluso. El gran Tzi Ma (como el dueño de una tienda de abarrotes y comida que vive en el mismo edificio que Kai), Juju Chan (como Zan, la mano derecha del Tío Six), Celia Au (como Ying Ying, el espíritu guía de Kai), Tommy Flanagan (como el líder de la mafia irlandesa, quien va cobrando más importancia mientras la serie avanza) y Summer Glau (quien solo aparece durante los últimos dos episodios) completan un reparto variado y sólido.
Los elementos fantásticos son introducidos de manera algo torpe en la narrativa; contrastan demasiado con el tono más bien serio, verosímil, que tienen las escenas entre Kai, sus amigos, y hasta el Tío Six. Sin embargo, mientras va avanzando la historia, y mientras la trama terrenal, por así llamarla, se va entrelazando con la trama espiritual, y uno va dándose cuenta de la manera en que ciertos personajes de la vida de Kai están relacionados con su misión como el Asesino Wu, las cosas mejoran considerablemente. Sí, muchos de los efectos digitales son horribles (especialmente elementos como el fuego o las bolitas de luz), pero felizmente “Wu Assassins” se concentra más en efectos prácticos: grandes sets, armas de verdad, y por supuestos, peleas mano a mano sin ayuda digital. Es así que “Wu Assassins” va enganchando al espectador; hay que tener algo de paciencia (el primer episodio, incluso, podría considerarse como el peor de todos), pero creanme cuando les digo que vale la pena.
De hecho, para cuando uno está viendo los últimos dos episodios de esta primera temporada, los personajes principales han sido tan bien establecidos y desarrollados, que uno se siente muy cómodo con ellos, empatizando con la mayoría y por ende, preocupándose por ellos durante las escenas de mayor peligro. La amistad entre Kai, Jenny, Tommy y Lu Xin es completamente creíble, y antagonistas como el Tío Six o el mismo Alec llegan a ser desarrollados de manera suficientemente compleja (con motivaciones creíbles y objetivos claros) como para que trasciendan la etiqueta de “villano”. La primer temporada termina bien, atando la mayoría de sus cabos sueltos, pero a la vez, el final es lo suficientemente abierto como para que uno se quede con ganas de ver más. Espero que Netflix confirme una segunda temporada pronto; si no llega a salir, estaré muy molesto.
Puede que “Wu Assassins” no tenga el encanto nostálgico de “Stranger Things” o la violenta intensidad de “Daredevil”, pero al mezclar elementos de diferentes géneros y subgéneros cinematográficos, y al inspirarse de diferentes historias clásicas y mitos (Kai es llamado “El elegido”, porque obviamente), el show llega a desarrollar una identidad propia, y a contar una historia sorprendentemente imprevisible. Llena de peleas emocionantes, y protagonizada por personajes que terminan siendo bastante memorables —a excepción, quizás, de Kai, lo cual es una pena—, “Wu Assassins” es una serie que ha pasado algo desapercibida en Netflix, pero que espero más gente llegue a descubrir, aunque sea de casualidad. Habiendo tanta serie mediocre que dura por años, algo como “Wu Assassins” merece tener, aunque sea, una temporada más. Puede que no sea perfecta, pero al menos se atreve a ser diferente y a representar una cultura que no se ve con mucha frecuencia en series de streaming occidentales, lo cual ya de por sí es todo un logro.
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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destacado
CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)
Publicado
hace 4 díasel
14 mayo, 2025
Episodio 10: Haz que se detenga
****½ sobre *****
Pues por fin pasó lo que tenía que pasar. Luego de años de espionaje, secretos, engaños, mentiras y trabajar en secreto, Luthen Rael (Stellan Skarsgard) falleció. Y falleció de la forma en que siempre hubiese querido: por su propia mano, luego de haber sido descubierto por Dedra Meero (Denise Gough) y revelado como el líder de la rebelión en Coruscant. Pero curiosamente, no se trata de una muerte inmediata. De hecho, apenas se acuchilla, los Imperiales se lo llevan a un hospital —después de todo, Dedra lo necesita vivo para que pueda confesar. Pero lamentablemente, la ISB tiene otros planes.
Es así que el décimo episodio de la segunda temporada de “Andor” se enfoca casi completamente en Luthen y Kleya (una increíble Elizabeth Dulau), con la segunda infiltrándose en el hospital como enfermera para encontrar a Luthen, quien todavía está vivo (con las justas) en una habitación climatizada. Pero no para encontrarlo y rescatarlo, si no más bien para sacarlo de su miseria —para que, nuevamente, muera como a él le hubiese gustado, sin confesarle nada a nadie, sin decirle a Dedra que, gracias a su ahora fallecido agente doble, sabe de la existencia de la Estrella de la Muerte. Y más importante, ahora Kleya es la única que sabe las palabras clave que serán de suma importancia para el futuro de la Alianza Rebelde: Jedha, Kyber y Erso.
Obviamente, cualquier fanático que se sepa al Episodio IV de la saga original y, más importante, a “Rogue One” de memoria, reconocerá estas palabras. Pero fuera de aquellas conexiones a las películas posteriores, lo mejor de “Andor” está en la forma en que humaniza la relación entre Luthen y Kleya. Los eventos del presente son intercalados con flashbacks que nos muestran como aquellos personajes se conocieron y, por supuesto, cómo Luthen fue radicalizando a una joven Kleya, demostrándole cómo el Imperio debía ser combatido. Todo esto resulta en un episodio emotivo, que concluye de forma apropiadamente solemne, pero a la vez, satisfactoria. Puede que Luthen esté muerto, pero sus ideales viven en Kleya —solo esperemos que a esta última no le pase nada malo en los siguientes dos episodios.
Episodio 11: ¿Quién más sabe?
****½ sobre *****
El Episodio 11 de la segunda temporada de “Andor” es de lo más tenso que nos ha entregado la serie. No solo porque involucra a Kleya tratando de comunicarse con los rebeldes con un código secreto, si no también porque nos muestra a los Imperiales tratando de descifrar dicho código, mientras Cassian (Diego Luna) eventualmente lo recibe en Yavin, y decide ir con Melshi (Duncan Pow) y K2-SO (Alan Tudyk) a Coruscant. Es así que la segunda mitad del episodio se siente como una carrera contra el reloj: ¿quién encontrará primero a Kleya, los Imperiales o Cassian? ¿Y qué decidirá hacer ella una vez que le transmita su conocimiento a nuestro protagonista?
Pero eso no es todo. También tenemos una excelente escena de interrogación, en la que el Director Krennic (Ben Mendelsohn) hace puré a la pobre Dedra, quien intenta ser honesta luego de que la acusan de ser una espía rebelde. Esto culmina en ella siendo trasladada a una celda —un destino bastante triste para un personaje que se había estado deleitando por años de ser despiadada y eficiente, pero que al esconderle información a sus superiores y tratar de atrapar a Luthen por sí sola, termina por acabar con su propia carrera. Después de todo, lo ÚNICO que le importa a Krennic y los Imperiales es mantener el proyecto de la Estrella de la Muerte en secreto. Todo lo demás es secundario. Nada más (ni nadie más) importa.
Es por todo eso que verdaderamente se comienza a sentir que estamos llegando al final. Que la serie de “Andor” está presentando de forma magnífica los últimos días de su protagonista antes de los eventos de “Rogue One”, enfatizando la importancia del proyecto de la Estrella de la Muerte para los Imperiales. Pero fuera de eso, este segundo episodio dirigido por el mexicano Alonso Ruizpalacios está lleno de detalles interesantes: desde el hecho de que vemos inmediatamente cómo K2 es considerando más como un amigo que como un droide por Cassian y los demás (aawww), hasta cómo ciertos elementos narrativos de episodios anteriores llegan a su culminación acá. ¿Lo único malo? “¿Quién más sabe?” termina con un cliffhanger inaguantable, y hasta ahora no sabemos qué es lo que pasará con Kleya. ¡No puedo creer que solo quede UN episodio para que “Andor” acabe para siempre!
Episodio 12: Jedha, Kyber, Erso
***** sobre *****
Y llegamos al final. ¡Pero qué final! Si hay algo que “Andor” en general, pero específicamente este último episodio han hecho, es, lo crean o no, mejorar a la película de “Rogue One”. Es decir, han hecho lo que pocas precuelas logran hacer: elevar el material al que preceden, haciendo que, en este caso, la “trilogía” de la Primera Temporada de “Andor”, la Segunda Temporada de “Andor”, y “Rogue One” funcionen bellamente como un todo. Pocas veces me he sentido tan emocionado, tan tocado y tan satisfecho con el final de una serie. Tony Gilroy, Alonso Ruizpalacios y el resto del equipo se han lucido de forma tremenda; el final de “Andor” no decepciona para nada. Ni está cerca de hacerlo.
¿Y qué es lo que pasa acá? Uf. Dedra termina en prisión, todo el trabajo que había hecho para el Imperio, eliminado. Partagaz (Anton Lesser) prefiriere suicidarse antes que ser castigado por sus superiores. Cassian logra rescatar a Aleya y, junto con Melshi, son salvados por K2-SO, quien se baja de la nave para acabar con todos los Imperiales que los estaban rodeando. Y más importante: el grupo logra regresar a Yavin IV, donde Cassian logra contarle a Mon Mothma (Genevieve O’Reilly, ahora sí con su peinado y look de “Rogue One”), el General Draven (Alistair Petrie), Bail Organa (Benjamin Bratt), y a la Senadora Pamlo (Sharon Duncan-Brewster) y el Senador Jebel (Jonathan Aris), a quienes habíamos visto en “Rogue One”, toda la información que recibió por arte de Kleya.
Inicialmente no le creen, pero como sabemos lo que eventualmente pasará en la película, al final, Cassian logra salir de Yavin IV junto a K2 para ir al Anillo de Kafrene. Es así que el episodio termina por empalmar PERFECTAMENTE con “Rogue One”, tanto así que, al terminar, lo primero que hice fue entrar a YouTube para buscar, apropiadamente, la escena de la película en el Anillo de Kafrene. Pero fuera de eso, el episodio nos deja con una sensación agridulce de esperanza; con el feeling de que hemos sido testigos de una serie que enfatiza las pequeñas acciones de gente rebelde de toda importancia, y que complementa bellamente a la película del 2016. En pocas palabras: este final deja en claro que “Andor” es literalmente LO MEJOR que Disney ha hecho con “Star Wars” y que, al menos para Vuestro Servidor, esta serie, junto con “Rogue”, es superior a las Secuelas. Lo he dicho, y dudo que me vaya a arrepentir.
Ah, y la cereza sobre el pastel: la escena final. Bix (Adria Arjona) y el hijo de Cassian. Un hijo al que sabemos nunca conocerá; ni siquiera sabrá de su existencia. La serie nos deja con ese pensamiento triste, pero también sabiendo que su legado quedará intacto, con Bix e incluso con B2-EMO (¡sí, sale al final!). Un desenlace más hermoso no podríamos pedir.
Ay, cómo te extrañaré, “Andor”.

**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Aunque este episodio de “The Last of Us” no es necesariamente ni el más emocionante ni el más chocante, es gracias a la forma en que concluye que uno termina con la sensación de que las cosas cambiarán a partir del siguiente. ¿Spoilers? Pues sí: el quinto episodio de la segunda temporada termina con Ellie (Bella Ramsey) torturando a Nora (Tati Gabrielle) es un sótano en Seattle lleno de esporas que podrían infectar a cualquiera. A cualquiera como Nora, quien comienza toser como si no hubiese un mañana, pero definitivamente no a la inmune de Ellie. Es ahí que sale a tallar el lado oscuro de nuestra protagonista, quien aparentemente será capaz de hacer cualquier cosa con tal de llegar hasta donde Abby (Kaitlyn Dever).
Fuera (y antes) de eso, nos centramos en Ellie y Dina (Isabela Merced) tratando de pasar sin ser detectadas por entre las fuerzas de WLF, para así poder llegar al hospital donde supuestamente está Abby. Pero como las cosas no pueden ser tan fáciles, eventualmente son encontradas por los enemigos, lo cual las obliga a meterse en un parque lleno de Scars. Es ahí donde son testigos de un suceso terrible —básicamente, unos Scars destripando a un tipo mientras recitan sus líneas de fanáticos religiosos—, pero también donde se unen a Jesse (Young Mazino), quien las rescata momentos antes de un grupo de infectados inteligentes. Resulta que salió con Tommy del pueblo un día después de las chicas, y ha llegado para traérselas de vuelta a casa.
El episodio concluye, entonces, con Ellie y Dina separadas —la primera torturando, como se ha dicho ya, a Nora, y la segunda escapando con Jesse de sus enemigos. Quienes hayan jugado “The Last of Us: Parte Dos” sabrán exactamente lo que se viene, pero los demás se entretendrán con lo que este episodio tiene para ofrecer: como (casi) siempre, una buena mezcla de suspenso, gore, diálogos inteligentes, y uno que otro desarrollo interesante de la trama. Y como toque final, por razones más emocionales que narrativas, el episodio termina con una escena (¿un flashback, un sueño?) entre Bella y Joel (Pedro Pascal); una representación de lo que perdieron, y de lo que podrían haber tenido si es que las cosas hubiesen salido mejor. Una verdadera pena.

Episodio 7: El mensajero
****½ sobre *****
Para variar, el primer episodio de “Andor” de esta semana comienza un año después de los eventos del episodio 6. Sin embargo, a diferencia de comienzos previos, “El mensajero” no se demora nada en establecer en qué situación se encuentran los personajes. Cassian (Diego Luna) y Bix (Adria Arjona) están viviendo en Yavin IV, cerca a la base rebelde, esta vez trabajando para un grupo más organizado e ignorando a Luthen. Y Dedra (Denis Gough) por fin recibe las órdenes que todos estábamos asumiendo ya llegarían: Ghorman debe ser destruida, y debe suceder pronto.
Una noticia que no le da explícitamente a Syril (Kyle Soller), pero que este último ya comienza a sospecha. Es así, pues, que el episodio comienza a poner a los personajes centrales en posiciones interesantes: Cassian decide viajar junto a Wilmon a Gohrman, convencidos de que tendrán la oportunidad de asesinar a Fedra, obviamente sin sospechar que se viene una masacre. Bix se queda en Yavin pero tiene una conversación importante con Vel (Faye Marsay), quien también ha dejado de trabajar con Luthen. Y Syril trata de comunicarse con los rebeldes de Gohrman, sin mucho éxito. Adicionalmente, unos cadetes nuevos (y demasiado jóvenes) del imperio llegan al planeta anteriormente mencionado, lo cual preocupa a sobremanera a Dedra.
Puede que sea obvio, pero lo mejor de “Andor” es que se siente como la acumulación de una tensión casi inaguantable que sabemos explotará pronto. La atmósfera de suspenso y vacío deprimente en Ghorman es palpable, y aunque esto se ve balanceado con la sensación de esperanza (aunque sea sutil) en Yavin IV, igual el espectador sabe que lo que se viene en los episodios será terriblemente trágico. Y bueno, también sabe que, a pesar de estar a Ghorman, a Cassian no le pasará nada, porque por algo ya vimos “Rogue One”. ¿Pero Dedra, Syril, y los rebeldes del planeta? Pues habrá que ver los siguientes dos episodios para ver quién sobrevive, y quien termina llegando al fin de su agitada existencia.
Episodio 8: ¿Quién eres?
***** sobre *****
Y llegó el momento que todos teníamos miedo de que llegara: la masacre de Ghorman. Y con eso, el mejor episodio no solo de la segunda temporada de “Andor” hasta ahora, si no también de toda la serie. Un episodio que se deleita en mantener al espectador en la más inaguantable tensión, ansioso mientras ve como el suspenso aumenta y aumenta y aumenta hasta explotar de la forma más violenta posible, colocando a sus figuras más importantes en puntos de absoluta vulnerabilidad. “¿Quién eres?” me dejó con el corazón en la garganta, totalmente afectado luego de haber visto como “Andor” desarrolló una marcha y eventualmente masacre de forma tan cruenta, tan emotiva.
Cassian está en Ghorman, listo para matar a Dedra. Dedra está trabajando junto a Capitán Kaido (Jonjo O’Neill), totalmente consciente de lo que tendrá que hacer. Wilmon sigue del lado de los rebeldes, y Syril recién se va dando cuenta de lo que está pasando. De hecho, me animaría a decir que Syril es la estrella, por así decirlo, del episodio —Kyle Soller hace un estupendo trabajo transmitiendo, con lenguaje corporal y expresiones faciales, el gradual cambio en el personaje, mientras se va dando cuenta de lo que Dedra está haciendo y de lo que le pasará a la gente de Ghorman. Y sí, hacia el final del episodio, Syril muere —asesinado luego de haber intentado matar a Cassian. El fin de un personaje verdaderamente patético, que obviamente contribuyó con las acciones fascistas de un Imperio totalitario, pero que termina siendo más triste que verdaderamente villanesco. Eso queda claro luego de que, antes de ser asesinado, Cassian le pregunta: “¿quién eres?”. Nada peor que morir como un anónimo, cuyo trabajo no valió nada.
En relación a la masacre, pues “Andor” nos entrega una de las secuencias más tensas que haya visto en un buen tiempo. La escenificación perfecta de lo que el Imperio es capaz de hacer, asesinando a todo un grupo de personas únicamente porque quieren un recursos importante para… bueno, construir una estación espacial gigante que se encargará de matar a millones de personas más. Personajes secundarios mueren luego de conmovernos con sus cánticos e himnos de rebelión, y Cassian sobrevive con las justas, llevándose consigo a un terrible droide imperial que asumimos eventualmente se convertirá en K2SO. Mucho se pierde, pero la pelea sigue adelante, por más de que Dedra y el Imperio se hayan salido con la suya —con terribles consecuencias.
Episodio 9: Bienvenidos a la Rebelión
***** sobre *****
Al final del día, la historia de Cassian Andor es una tragedia. Lo sabíamos desde que fuimos testigos del desenlace de “Rogue One”, y es algo que hemos estado viendo desarrollándose a lo largo de las dos temporadas de “Andor”. No obstante, es en este noveno episodio de la segunda temporada que se comienza a sentir más. No solo por la manera en que mezcla victorias con derrotas; un tono trágico con un tono esperanzador. Si no también por la forma en que Bix se despide de Cassian con un video, prometiéndole que se verán una vez que las cosas sean resueltas y la Rebelión gane. Algo que, lamentablemente, por la forma en que Cassian fallece en la película anteriormente mencionada, sabemos que nunca pasará. Una tragedia.
La manera, pues, en que se van respondiendo algunas de las preguntas que teníamos respecto a Cassian y la Rebelión en este episodio es magistral. Más que simplemente llenar huecos, lo que ha hecho el guionista Dan Gilroy es otorgarle motivaciones adicionales y creíbles a sus personajes, y obligaros a interactuar y tomar decisiones difíciles. Consideren, si no, el discurso de Mon Mothma en el Senado, donde denuncia el genocidio de los Ghorman frente a toda la galaxia, mientras la IBS conspira para asesinarla. O cómo finalmente se encuentra con Cassian, quien la ayuda a escapar del Senado para que eventualmente pueda llegar a Yavin IV y convertirse en la lideresa de la Rebelión.
Las piezas van colocándose en su lugar, y en vez de sentirse como algo obligatorio, cansado, se siente más bien como la culminación de todo lo que hemos estado viendo en estos episodios. Como el clímax emocional, tensional y narrativo de todo lo que hemos estado experimentando con estos personajes. Algunos casos, como el de Bix, se sienten inevitables. Y otros, como el de Luthen, quien al menos hasta ahora sigue vivo, no dejan de sorprender. Pero lo mejor de “Bienvenidos a la Rebelión” es que no deja de lado a Cassian, enfocándose en él y su rol de suma importancia en la Rebelión. Y por qué no, culminando con el nacimiento, por así decirlo, de K2-SO, quien asumimos tomará un rol grande en los tres episodios que saldrán la próxima semana. De verdad que no podría estar más contento con lo que “Andor” está haciendo con la franquicia de “Star Wars”.

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