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CRÍTICA – Resident Evil: Oscuridad Infinita (Miniserie)

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La presencia de la saga de “Resident Evil” en el mundo del cine y la televisión es bien particular. Por un lado, tenemos las películas de Paul W.S. Anderson, que a pesar de haber comenzado de manera bastante decente en el 2002, terminaron alejándose cada vez más de los juegos que las inspiraron, entregándonos aventuras bastante nefastas, con todo tipo de influencias dispares. Por otro lado, tenemos las producciones animadas, que definitivamente logran ser más fieles a sus fuentes de inspiración, pero que a la vez cuentan con sus propios defectos. Y por supuesto, está la película de acción en vivo que se estrenará a fines de este año, la cual adaptará las historias de los dos primeros juegos… pero que también se ha visto envuelta en controversia, más que nada debido a algunas de las decisiones de casting que sus creadores han tomado.

Pareciera, entonces, que los fanáticos de “Resident Evil” no la tienen fácil; o se dedican a ver películas que poco o nada tienen que ver con los juegos, o producciones más fieles, pero con actuaciones menos convincentes, y un apartado técnico menos ambicioso. Hasta cierto punto, se puede decir que la nueva miniserie animada para Netflix, “Resident Evil: Oscuridad Infinita”, pertenece al segundo grupo. Lo que tenemos acá es una historia que se lleva a cabo entre el cuarto y el quinto juego, situándola en un contexto que varios fanáticos quisieran olvidar —especialmente desde la salida de la séptima y octava entrega—, y que de por sí la pone en desventaja frente a otras producciones. El producto final, sin embargo, logra ser bastante decente, por más de que, al final del día, no se sienta muy importante que digamos para el canon de la franquicia.

“Resident Evil: Oscuridad Infinita” maneja dos narrativas en paralelo, ambas llevándose a cabo en el año 2006; sin embargo, también incluye uno que otro flashback importante en el año 2000. La primera historia tiene como protagonista a Leon S. Kennedy (Nick Apostolides), quien ha sido llamado por el presidente Graham (si, el padre de Ashley, a quien Leon rescató en el cuarto juego) para ayudarlo a investigar un presunto “hackeo” de documentos importantes para el gobierno. Previsiblemente, todo esto se va enlazando a una conspiración internacional, ligada a un brote de zombies en el país ficticio de Penamstan. Y como Leon no podía estar solo, recibe la ayuda de Jason (Ray Chase), un ex-operador militar, considerado como el “Héroe de Penamstan”, y Shen May (Jona Xiao), quien parece estar ocultando algunos secretos.

Por otro lado, tenemos a Claire Redfield (Stephanie Panisello), quien ahora trabaja para una ONG que intenta construir colegios y hospitales en la nación ficticia ya mencionada. Es precisamente gracias a su trabajo que encuentra pistas relacionadas al brote de zombies en dicho lugar, lo cual la lleva a realizar una investigación que la pone en la mira del Secretario Wilson (Brad Venable), quien parece estar obsesionado con la teoría de que China fue el culpable del hackeo al gobierno americano. Como se deben imaginar, ambos hilos narrativos están relacionados, y eventualmente terminan juntándose en el clímax de la miniserie.

Si disfrutan de las historias de conspiraciones, agentes gubernamentales corruptos, y tensiones entre países como los Estados Unidos y China, pues la pasarán de lo lindo con “Resident Evil: Oscuridad Infinita”. Sin embargo, vale la pena recalcar que eso no suena como una historia de “Resident Evil” —por alguna razón, los creadores de la miniserie decidieron enfocarse bastante en elementos de thriller político, desarrollando una narrativa inesperadamente enredada, que para colmo de males, no termina sintiéndose muy relevante para la franquicia. Todo lo que necesitábamos eran zombies y locaciones terroríficas, pero acá decidieron entregarnos algo distinto… para bien Y para mal.

De hecho, no se puede decir, siquiera, que “Resident Evil: Oscuridad Infinita” sea una serie de terror. Los elementos de thriller están muy presentes, como ya se ha mencionado, y cada capítulo cuenta con una buena dosis de acción, pero la mayor parte del tiempo, las secuencias de suspenso y horror brillan por su ausencia. Incluso los jump scares se hacen extrañar; solo recuerdo uno que me haya hecho saltar (durante el primer episodio, en el ataque a la Casa Blanca). De hecho, me animaría a decir que “Resident Evil: Oscuridad Infinita” solo cuenta con una secuencia verdaderamente perturbadora. Como no quiero incluir spoilers, basta con decir que la presencia de ratas en un submarino nunca me había dado tanto asco como en este show.

A la miniserie le va mejor con los personajes, felizmente. Leon S. Kennedy luce más como su contraparte de “Resident Evil 6” que como su versión de “Resident Evil 4” (lo cual es una verdadera pena, por más de que mantenga su glorioso peinado), pero sigue siendo una arquetípico héroe de acción, valiente, fuerte, y siempre listo para recitar una frase lapidaria luego de acabar con un zombie o monstruo. Por su parte, Claire es presentada como una chica siempre dispuesta a hacer el bien, enfocada en la misión del momento, y horrorizada por lo que se hizo en Penamstan. Y hasta los personajes secundarios son relativamente interesantes; Jason es presentado como un soldado con estrés post-traumático, aguerrido pero vulnerable, y Shen May cuenta con intereses bastante personales en la develación del misterio central de la serie. Nadie confundirá a este grupo con personajes tridimensionales y bien desarrollados, pero al menos resultan carismáticos.

Visualmente, “Resident Evil: Oscuridad Infinita” es una mezcla de lo bueno, lo malo y hasta lo feo. En términos generales, la mayor parte de escenas lucen bien —las locaciones, desde los desiertos de Penamstan, hasta el interior de la Casa Blanca, y por qué no, una vieja cabaña abandonada, son bien aprovechadas, y podrían confundirse con lugares reales si se ven desde lejos. Los humanos, por otro lado, están cerquísima de cruzar la línea al uncanny valley; lucen similares a sus contrapartes de los juegos, pero con animaciones un poco más tiesas, y un uso de motion capture algo irregular. El pelo, por ejemplo, todavía tiene algunos problemas de renderizado, y tanto las animaciones faciales como la sincronización de labios es todavía muy limitada. Son detalles que evitan que “Resident Evil: Oscuridad Infinita” luzca versadamente fantástico, por más de que la iluminación, y elementos como explosiones, o hasta el agua, sí logren convencer.

“Resident Evil: Oscuridad Infinita” será apreciado principalmente por los fanáticos de los juegos; no es que sea necesario haberlos jugado para entender la trama, pero aquellos que ya sepan de esta franquicia, disfrutarán más de las referencias e easter eggs y del contexto general de la historia. Lo que sí es una pena es que la miniserie se obsesione tanto con una narrativa innecesariamente enredada, dejando el suspenso y el verdadero terror a un lado. En ese sentido, “Resident Evil: Oscuridad Infinita” se parece más a “Resident Evil 6” que a las dos entregas más recientes de la saga. Es divertida y se pasa rápido —de hecho, considerando que cada uno de los cuatro episodios solo dura 20 minutos, aproximadamente, hasta hubiera sido mejor que la estrenasen como una película—, pero no creo que se vaya a quedar grabada en su memoria por mucho tiempo. Netflix ha anunciado que sacará una segunda serie animada de “Resident Evil” este año; ¡ojalá logre corregir algunos de los errores de esta!

Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)

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EPISODIO 8

****sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.

¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!

Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…

EPISODIO 9 (FINAL)

**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.

Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.

Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!

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