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CRÍTICA: El señor de los anillos: los anillos de poder – Temporada 2, Episodio 4

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**** sobre *****

*CUIDADO CON LOS SPOILERS*

El cuarto episodio de la segunda temporada de “El señor de los anillos: los anillos de poder” continúa con lo establecido en los tres anteriores, dándole una línea narrativa clara a todos los grupos principales de personajes. Por ejemplo, tenemos al Extraño (Daniel Weyman), quien en medio del desierto se encuentra con Tom Bombadil (Rory Kinnear)… ¡sí, el mismísimo Tom! De ahí, las dos Medianas encuentran una nueva aldea de proto-Hobbits con los que tienen bastante en común. Arondir e Isildur siguen en busca de Theo, lo cual los lleva a descubrir a un grupo de Ents (nada mal), y Galadriel y Elrond se encuentran con un grupo de orcos particularmente violentos.

En pocas palabras, la serie sigue avanzando, y sigue mezclando elementos narrativos nuevos con algo de fanservice; más de lo último, de hecho, que en los tres episodios anteriores. Lo más resaltante, evidentemente, es la aparición de Tom Bombadil, quien encima recita varias de las líneas de diálogo que tenía en la novela original de “La comunidad del anillo”, y es interpretado con suficiente carisma y rareza por el siempre bienvenido Kinnear (las películas de “James Bond” de Daniel Craig, “Men: terror en las sombras”). Pero también tenemos a los nuevos Hobbits, quienes viven en agujeros… en el desierto. Algo más similares a los que eventualmente veríamos en los libros de Tolkien, pero todavía lo suficientemente distintos como para que resulten intrigantes.

Los Elfos, por su parte, siguen tratando de obstaculizar los planes de Sauron, lo cual termina siendo bastante más difícil de lo que se imaginaron. Disfruté de una nueva secuencia de acción protagonizada por Galadriel (siempre da gusto verla pelear, contrario a lo que varios otros fanáticos les querrían hacer creer), y también del encuentro entre Arondir y los Ents. Estos últimos se parecen bastante a los que vimos en “Las dos torres”, y están acá para demostrar la conexión todavía fuerte que existe entre los Elfos y las fuerzas de la naturaleza. En general, pues, este cuarto episodio no es necesariamente espectacular, pero logra manejar un buen balance entre todas sus líneas narrativas, como para sentirse como una pieza satisfactoria en el rompecabezas que conforma la nueva temporada de “El señor de los anillos: los anillos de poder”.

Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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CRÍTICA: El señor de los anillos: los anillos de poder – Temporada 2, Episodio 6

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**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El sexto episodio de “El señor de los anillos: los anillos de poder” se siente como una preparación para el verdadero clímax de la segunda temporada. Lo cual no está mal, por supuesto —así como la semana pasada se estaban colocando las piezas en su lugar, en esta ocasión, tenemos a las piezas preparándose para atacar. Más específicamente, Sauron (Charlie Vickers) termina de manipular a Celebrimbor (Charles Edwards), llegando a ponerlo en una suerte de ilusión óptica para que no se de cuenta que Eregion está a punto de ser invadida. El Extraño (Daniel Weyman) es guiado por Tom Bombadil (Rory Kinnear) para elegir de entre dos caminos y así cumplir con su destino. El Rey Durin (Peter Mullan) termina por demostrarle a su hijo (Owain Arthur) que ha perdido la cordura por culpa de su Anillo de Poder. Y Nori (Marcella Kavenagh) se da cuenta que el autosacrificio no es la única solución para sus problemas.

Lo más atractivo del episodio, claramente, es todo lo relacionado a Sauron. Vickers sigue demostrando ser un maestro a la hora de interpretar a este Señor del Engaño, dejando en claro que todo lo que está sucediendo es parte de su Plan Maestro para dominar la Tierra Media. Es algo, de hecho, que la misma Galadriel (Morfydd Clark) le dice a Adar (Sam Hazeldine), quien a su vez logra manipularla para que le diga la verdad sobre Sauron. Sí, Galadriel comete un nuevo error (lo cual no ayudará a que sus haters se callen), pero a la vez, trata de advertirle a Adar que ir a pelear es exactamente lo que Sauron quiere, pero éste no le hace caso. Todo lo que sucede en el episodio, por ende, se siente inevitable, como estar viendo como se va desarrollando un accidente automovilístico de consecuencias fatales.

No se trata, por ende, del episodio más emocionante de “El señor de los anillos: los anillos de poder”, pero sí de uno de los más emotivos. Consideren, si no, al Capitán Elendil (Lloyd Owen), cuyo castigo por parte del nuevo gobierno de Númenor es interrumpido por la ex Reina Míriel (Cynthia Addai-Robinson), quien termina demostrando ser la verdadera heredera del trono. Ambos comparten una de las escenas más sentimentales del show, lo cual debería terminar por sellarlos como dos de los personajes más creíbles y humanos de la serie. No obstante, si algo saben del Lore de la Tierra Media, es que Al-Pharazon (Trystan Gravelle) fue el último gobernante de Númenor, antes de su destrucción. Entonces, ¿qué pasará con esta versión de Míriel? Pues supongo que habrá que esperar a los dos (¡!) episodios que le quedan a la temporada para averiguarlo.

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CRÍTICA: El señor de los anillos: los anillos de poder – Temporada 2, Episodio 5

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****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Con el quinto episodio, la segunda temporada de “El señor de los anillos: los anillos de poder” comienza a agarrar viada, colocando todas las piezas de ajedrez ya casi en su lugar, listas para atacar. Después de todo, tenemos a un Sauron (Charlie Vickers) manipulando de manera descarada tanto a Celebrimbor (Charles Edwards) como a su asistente, Mirdania (Amelia Kenworthy). Al nuevo rey de Númenor, Al-Pharazôn (Trystan Gravelle) quitándole el rango a todo soldado que le sea leal a la ex Reina Regente Míriel (Cynthia Addai-Robinson), incluyendo al Capitán Elendil (Lloyd Owen) y el buen Valandil (Alex Tarrant). Y por supuesto, están los enanos. Disa (Sophia Nomvete) descubre algo perturbador en la oscuridad de Khazam-Dum, mientras que el Príncipe Durin (Owain Arthur) se va dando cuenta que el Anillo de Poder de su padre, el Rey Durin III (Peter Mullan), lo está haciendo actuar de una forma muy extraña.

Puede que suene como mucho, y en realidad lo es, pero en comparación a los cuatro episodios anteriores, este se siente más enfocado, concentrándose principalmente en las diferentes formas en que el plan de Sauron se está llevado a cabo. Se trata, pues, de un episodio en el que por fin somos testigos de las consecuencias de sus manipulaciones, tanto en los Elfos como en los Enanos y hasta en los hombres. Los Anillos son un obvio (e importante) efecto de ello, pero también está la llegada del ejército de orcos a Eregion, liderados, como siempre, por Adar (Sam Hazeldine), quien tiene como prisionera a Galadrield (Morfydd Clark), y considera a Sauron como el enemigo que tiene en común con los Elfos. La Guerra se avecina, y parece que los Elfos serán sus primeras víctimas, ya que Gil-Galad (Benjamin Walker) se niega a mandar ayuda a Eregion.

Más piezas en movimiento, y más personajes que actúan tanto de forma independiente como peones de Sauron. Pero si algo diferencia a este episodio de los previos, es que logra generar reacciones más emocionales en el espectador. Consideren, si no, al personaje de Kemen (Leon Wadham), quien resulta hasta más fácil de odiar que Sauron, y cuyas acciones (y arrogancia) resultan en la trágica muerte de Valandil (pobre). O también el gradual descenso a la locura del Rey Durin, lo cual trae consigo consecuencias tanto para su hijo específicamente, como para Khazad-Dum a la larga (dichas minas están más que condenadas). Y hasta la creación de la Puerta Oeste de Moria, la cual simboliza la amistad entre Elfos y Enanos (y vimos en “La comunidad del anillo”… ¡mellon!). En pocas palabras, el quinto episodio de “El señor de los anillos: los anillos de poder” se siente como el comienzo de la culminación de todo lo que vino antes, tanto a nivel narrativo como emocional, generando una palpable sensación de perdición eventual. ¡Que ya venga el siguiente!

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CRÍTICA: El señor de los anillos: los anillos de poder – Temporada 2, Episodios 1-3

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**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Pues aquí estamos de vuelta con una de las series más controvertidas de los últimos años. Un show que ha molestado a toda una sección de un fandom pero, aparentemente, ha encantado a otra, tanto así que ha regresado con una segunda temporada incluso más ambiciosa y técnicamente espectacular que la anterior. “El señor de los anillos: los anillos de poder” no es una adaptación súper fiel del trabajo de JRR Tolkien, pues, pero a mí parecer, al menos, sí es una producción que respeta todo lo que aquel autor representaba, y que dentro de sus considerables limitaciones (de derechos, no de presupuesto… claramente) ha hecho bastante para remontarnos a la Tierra Media y contarnos una historia emotiva e intrigante.

Esta segunda temporada, entonces, comienza recordándonos lo que pasó en la anterior, dejando en claro que quien creíamos era simplemente Halbrand (Charlie Vickers) en realidad es Sauron, señor de todo lo oscuro. Y ahora, dicho personaje legendario está empecinado en manipular al elfo Celebrimbor (Charles Edwards) para que siga fabricando más Anillos de Poder, fuera de los que ya se le dieron a los líderes de los elfos, incluyendo a Gil-Galad (Benjamin Walker) y la joven Galadriel (la siempre excelente Morfydd Clark). Es así, pues, que “El señor de los anillos: los anillos de poder” comienza a desarrollar una narrativa enfocada en los que se nos dijo brevemente en el prólogo de “El señor de los anillos”: la creación de los anillos del título, y eventualmente, del Anillo Único que terminaría por inundar a la Tierra Media en oscuridad y guerra.

Comenzando, lógicamente, con el primer episodio de la temporada, el show hace un buen trabajo balanceando tres líneas narrativas distintas, algunas más interesantes que otras. Para empezar, tenemos a un Sauron tratando de escapar de las garras de Adar (Joseph Mawle) en Mordor; primero intentando convencerlo de unir fuerzas, y luego usando sus considerables poderes para obtener la libertad. Luego, están el Extraño (Daniel Weyman), quien ya sabemos es un Istar/Mago (¿quizás Gandalf?) que se encuentra viajando con dos Medianas, Nori (Markella Kavenagh) y Poppy (Megan Richards). Su historia, lamentablemente, al menos para Vuestro Servidor, es la que termina sintiéndose más tediosa. Y finalmente, está Galadriel, quien intenta convencer a Gil-Galad de que hay que pelear contra Sauron y usar los Anillos, mientras que Elrond (Robert Aramayo) pierde la confianza en ella.

En el segundo episodio, regresamos a donde los enanos —especialmente a Durin (Owain Arthur) y su esposa Disa (Sophie Nomvete) en Khazad-dûm. La aparición de la Montaña del Destino en Mordor está afectando el reino subterráneo, así como la capacidad de los enanos de cultivar comida, todo mientras el Rey Durin III (el gran Peter Mullan) se niega a escuchar a su hijo. Por otro lado, Galadriel intenta trabajar junto a GIl-Galad mientras Sauron comienza a manipular a Celebrimbor, el primero presentándose como una suerte de figura divina al segundo, diciéndole que ha llegado para ayudar a la gente de la Tierra Media. Y finalmente, está el Mago Oscuro, interpretado por Ciarán Hinds (a quien siempre da gusto ver), quien asumo podría ser Saruman (espero no estar demostrando mi ignorancia en lo que se refiere al mundo de Tolkien) y que quiere deshacerse del Extraño y sus pequeñas compañeras.

Finalmente, tenemos el tercer episodio. En él, regresamos a Númenor, donde la Reina regente Míriel (Cynthia Addai-Robinson), ahora ciega, entierra al viejo Rey y considera convertirse en la nueva gobernadora, por más de que no cuenta con el apoyo de todo el mundo. Mientras tanto, Isildur (Maxim Baldry) es encontrado por su fiel caballo Berek en la guarida de unas arañas, el elfo Arondir (Ismael Cruz Córdova) intenta ayudar a los humanos por más de que se sienta culpable por la muerte de su amada Brownyn (Nazanin Boniadi), y Sauron, ahora llamado Annatar (para engañar a los elfos, hombres y enanos) convence a Cerebrimbor de invitar a los enanos para fabricarles sus propios Anillos de Poder. Así, de hecho, es como comienza el gran engaño por parte de Sauron a los habitantes de la Tierra Media.

Como se deben haber dado cuenta, el trabajo de los guionistas en “El señor de los anillos: los anillos de poder” es complejo; deben manejar toda suerte de líneas narrativas, todas protagonizadas por personajes de diferentes razas (hombres, enanos, elfos, medianos, magos y mucho más), cada una formando parte de un rompecabezas que gira en torno a Sauron. En ese sentido, estos primeros tres episodios funcionan bastante bien, por más de que la travesía del Extraño y Nori y Poppy, como se ha dicho, se sienta particularmente tediosa.

El resto de historias, sin embargo, logran cautivar. En el primer episodio, disfruté particularmente de las escenas de Galadriel con Elrond, viendo cómo su amistad se resquebrajaba, sin que ella pueda admitir al cien por ciento que se equivocó con Halbrand. En el segundo destaco las escenas en Moria, las cuales, ahora más que nunca, me dejan con una sensación de fatalismo inevitable, viendo cómo el reino de los enanos se va hundiendo poco a poco para convertirse en lo que vimos en “La comunidad del anillo”. Y en el tercero, resulta intrigante ver cómo Annatar manipula a un arrogante Celebrimbor, aprovechándose de sus habilidades para ir fabricando los diferentes Anillos que le permitirán conquistar buena parte de la Tierra Media.

Es así, pues, que estos primeros tres episodios terminan prometiendo mucho, desarrollándose de manera ágil y entretenida, por más de que una línea narrativa sea menos atractiva que el resto (aunque la escena con el Mago Oscuro de Ciarán Hinds me la elevó bastante). Visualmente, “El señor de los anillos: los anillos de poder” sigue siendo de lo mejor que podemos ver en la televisión (aunque hay un par de escenas nocturnas exageradamente oscuras; no entiendo qué puede haber pasado ahí), y los personajes, desde los clásicos como Isildur, Elendil o Galadriel, hasta los que han sido inventados o modificados para la serie, se sienten como representaciones precisas de lo que Tolkien hizo o hubiese hecho en sus escritos. Hasta el momento, esta segunda temporada de “El señor de los anillos: los anillos de poder” me está gustando más que la primera. ¡Habrá que esperar a ver qué sucede en los episodios que faltan!

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