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CRÍTICA – Euphoria (Primera Temporada)
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hace 4 añosel
Había escuchado bastante sobre “Euphoria” antes de que me animara a verla; sobre su contenido fuerte y honesto, y sobre lo deprimente y oscura que era. Y aunque por momentos se puede sentir como una propuesta exagerada, que ciertamente se va al extremo en algunos de sus momentos más emotivos, tampoco se puede negar que se trata de una serie expertamente realizada, protagonizada por una Zendaya que demuestra tener un futuro brillante tanto en la pantalla grande como la chica. “Euphoria” es, pues, una representación perturbadora de la realidad de muchos adolescentes estadounidenses; de repente no 100% fidedigna a lo que sucede en la vida real, pero suficientemente verosímil como para causar una reacción emocional muy potente en el espectador.
La protagonista (y narradora en off) de “Euphoria” es Rue (Zendaya), una chica de 16 años que vive en un pueblo ficticio de los Estados Unidos, y que acaba de salir de rehabilitación, luego de haber sufrido una sobredosis de drogas y ser encontrada por su hermana menor, Gia (Storm Reid). Lo que vemos en la serie es a una Rue tratando de sobrevivir la adolescencia, interactuando con sus compañeros de colegio, y combatiendo una adicción a las drogas que parece no querer esfumarse. Hay algo de esperanza, sin embargo, en la llegada de Jules (Hunter Schafer), una chica trans que rápidamente se convierte en la mejor amiga de Rue (y posiblemente algo más). Son un par de adolescentes rotas, que están intentando sobrellevar situaciones extremas, y que han encontrado en su relación una suerte de luz al final del túnel, por más que esta sea algo inestable.
Ellas no son los únicos personajes de “Euphoria”, sin embargo. Si hay algo que destaca en la serie a nivel narrativo, de hecho, es la manera en que el creador (y director de varios episodios) Sam Levinson logra entrelazar las historias de varios chicos de esta escuela, mostrando los diferentes problemas a los que se tienen que enfrentar, y desarrollando temas relacionados a al masculinidad tóxica, las relacionas amorosas problemáticas, el sexting, los nudes, la discriminación, y mucho más. Y lo mejor de “Euphoria” es que, a pesar de ser consistentemente oscura y por momentos difícil de disfrutar (al menos de la manera en la que uno usualmente disfruta un show), nunca se siente como una lección o un sermón. La serie está interesada, en primer lugar, en contar la historia de estos personajes y en desarrollarlos como seres humanos reales; los temas son transmitidos como consecuencia de estas historias.
Consideren, si no, a Nate Jacobs (Jacob Elordi), lo más parecido que tiene “Euphoria” a un villano. Se trata de la máxima representación de la masculinidad tóxica y la estereotípica crianza de un joven blanco presionado por todas partes. El chico es básicamente un psicópata, manipulador como él solo y lleno de problemas que no sabe exteriorizar, y que usualmente resultan en encuentros terriblemente violentos con su novia, Maddy Pérez (Alexia Demie). O a Kat Hernández (Barbie Ferreira), una chica algo insegura que, a lo largo de la temporada, aprende a tomar el control de su vida y de su cuerpo, utilizando a hombres desesperados a través de la webcam de su laptop. Esto, sin embargo, hace que descuide sus relaciones en la vida real, enfocándose demasiado en el físico y no necesariamente en lo emocional.
Si estas historias se sienten como advertencias de lo que “podría estar pasando con tu hijo adolescente”, es porque hasta cierto punto, lo son. Y en ese sentido, es posible que la serie funcione mejor con los adultos, quienes probablemente la vean casi como una historia de terror. Los verdaderos adolescentes, en todo caso, no disfrutarán demasiado de la manera en que son retratadas las fiestas o las relaciones entre los diferentes personajes en la escuela, y mucho menos la droga y el alcohol. Parafraseando a Rue: “la drogas son cool, hasta que terminan por destruir tu vida”. Resulta interesante, sin embargo, que uno de los personajes más simpáticos y con más corazón es Fezco (Angus Cloud), el dealer de Rue. Si hay algo que “Euphoria” realmente se esfuerza en hacer, es evitar los estereotipos de las series adolescentes que se han consumido en la televisión norteamericana por años.
Ayuda, además, que todas las actuaciones sean verdaderamente geniales. Quien resalta, obviamente, es Zendaya, quien interpreta a Rue como esta chica real, dolida, que está tratando de sobrellevar todo el sufrimiento que siente utilizando drogas, anestesiando su cuerpo y su mente para no pensar en sus problemas. Su relación con Jules funciona porque es retratada como lo único que le da alegría en la vida, como su sol en medio de la tormenta (esta última metáfora no es siempre presentada de manera sutil). Hunter Schafer, por otro lado, es también una revelación; una actriz que interpreta a Jules como esta serie de contradicciones, como alguien que quiere recuperar su feminidad a través del control y de la utilización de hombres (en su mayoría homofóbicos) y su propia sexualidad. Lo que tenemos en Rue y Jules es una relación compleja, adorable y por momentos algo dependiente (más del lado de Rue), pero absolutamente verosímil.
El resto del reparto está muy bien, lógicamente. Jacob Elordi interpreta a Nate como un verdadero monstruo, alguien que está siempre obsesionado con ejercer control, y que hasta podría cometer crímenes con tal de salirse con la suya. Maude Apatow interpreta a Lexi, la ex mejor amiga de Rue, y posiblemente el único personaje con una vida sana y sin problemas demasiado graves. Alexa Demie causa algo de simpatía como Maddy, una suerte de masoquista que sufre mucho estando en una relación con Nate, pero que a la vez lo defiende y hasta miente por él —a veces da la impresión de tener el Síndrome de Estocolmo. Barbie Ferreira está muy bien como Kat, dándole al personaje uno de los arcos más satisfactorios de la serie, y Sydney Sweeney logra transcender los estereotipos en los que podría haber caído su personaje, Cassie. De hecho, termina siendo uno de los personajes que causa más simpatía, una chica que siempre quiere satisfacer a los demás, y que por ende deja manipularse y controlarse sin pensar demasiado en sí misma. Los adultos, por otro lado —y como suele pasar en estas series— son o unos monstruos, o están casi de adorno, siendo la mamá de Rue la única que verdaderamente resalta y se siente como parte importante de la historia.
Un elemento que también destaca en “Euphoria” el la estética general del show, así como el estilo de dirección. Se trata de una serie súper estilizada, que utiliza diversos recursos visuales para meter al espectador en los zapatos de sus protagonistas. Consideren, si no, una escena donde vemos a Rue drogada, caminando en un pasillo que va girando al más puro estilo de “Inception”. O una vistosa secuencia tipo montaje en donde desarrollan la relación entre Rue y Jules de manera puramente posible. O en general, la manera en que Levinson y su equipo utilizan la cámara y la edición, dándole un ritmo increíblemente enérgico a la historia, paneando de personaje en personaje, y yendo al ritmo de una banda sonora ecléctica e hipnótica — “Euphoria” fue producida por Drake, después de todo— como para ir a la misma velocidad que sus adolescentes personajes. Es realmente impresionante.
“Euphoria” es una serie que atrapa al espectador desde el primer segundo de metraje, y que lo sumerge en un mundo verosímil pero también bastante deprimente, con una luz a veces difícil de ver al final del túnel. Se trata, pues, de una historia llena de drogas y situaciones de sobredosis, escenas de sexo explícitas —que deberían incomodar a los espectadores, ya que los actores son mayores de edad, pero los personajes no—, manipulación, dick picks, violencia, venganza, y mucho más. Los padres saldrán horrorizados, los adolescentes probablemente encontrarán algunos elementos reconocibles, y los demás quedaremos hipnotizados gracias a su enérgica narrativa y notables actuaciones. Puede que mi adolescencia no haya sido como la de los personajes en “Euphoria” —felizmente—, pero eso no evita que reconozca la honestidad y realismo de la serie, una de las pocas que parece de verdad entender a sus personajes y sus problemas. ¡Que vengan los episodios especiales, y eventualmente, la segunda temporada!
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Episodio 5 – ****½ sobre *****
Lo divertido de ver series antes de la época del streaming, es que no todos los episodios tenían que avanzar con la trama general de forma explícita. De hecho, el chiste estaba en tener algunas historias que se podían sentir casi como secundarias, en donde el o la protagonista se veía involucrada en situaciones aisladas. Esa es, precisamente, la sensación que me ha dado el quinto episodio de “Daredevil: Born Again”, el cual se centra en el atraco a un banco en el que se encuentra Matt (Charlie Cox), quien había llegado para intentar sacar un préstamo con la ayuda del administrador asistente, nada más y nada menos que Yusuf Khan (Mohan Kapur), el papá de Kamala Khan / Ms Marvel.
Es así que el episodio se desarrolla como una historia que se puede disfrutar casi por sí sola, pero que contiene referencias como la anteriormente mencionada que dejan muy en claro que esta serie sí se lleva a cabo explícitamente en la MCU. Pero fuera de eso, tenemos un episodio emocionante y tenso, en el que Matt se ve obligado a usar sus poderes —básicamente, su súper sentido del oído— sin que nadie se de cuenta, actuando como un verdadero ciego y sin ponerse su traje de Daredevil. Esto resulta en un episodio increíblemente entretenido, que aprovecha bien la fecha en la que se lleva a cabo —el Día de San Patricio— así como la peligrosa situación en la que se encuentran nuestros personajes. No es un episodio mega importante, pues, pero igual lo disfruté mucho, y además, da la sensación de que establece a una misteriosa figura —el jefe de los criminales— como un villano potencial en el futuro. Habrá que esperar.
Episodio 6 – ****½ sobre *****
Es en el episodio 6 de “Daredevil: Born Again”, entonces, donde la trama comienza a avanzar un poco más —a diferencia del anterior, quienes busquen un mayor desarrollo de las líneas narrativas principales de la serie quedarán más contentos con este episodio. Es aquí que vemos como se descubre la forma en que Muse, un asesino serial/grafitero, está haciendo pintas aparentemente imborrables en las calles de Nueva York. Y también es aquí que vemos, por fin, a Matt regresar a sus andanzas, poniéndose el traje de Daredevil nuevamente, esta vez para rescatar a Angela (Camila Rodríguez) de las garras del asesino ya mencionado.
Resulta fascinante, además, ver a Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) formar un escuadrón anti-justicieros, lo que me imagino le traerá problemas más adelante tanto a Daredevil como a personajes como El Castigador. Pero lo que el episodio parece estar más interesado en decirnos es que, al convertirse de nuevo en justiciero, nuestro protagonista no se diferencia demasiado de su archienemigo. Es así que vemos como, en paralelo, Fisk y Matt se ven involucrados en peleas, con el primero sacándole la mugre al ex de Vanessa, y el segundo tratando de acabar con Muse. Entre eso, y la aparición inesperada de Jack Duquesne / El Espadachín (Tony Dalton), quien apareció por primera vez en la serie de “Hawkeye”, es que el sexto episodio de “Daredevil: Born Again” se desarrolla de forma emocionante, satisfactoria y violenta, mezclando contenido temático potente con referencias para los fans. Es decir, tanto este episodio como el anterior son de lo mejor que el show nos ha ofrecido hasta el momento.

**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Si este se siente como un episodio menor, es porque los tres primeros capítulos de “Daredevil: Born Again” han sido extremadamente buenos; es decir, la valla está alta. Sin embargo, hay mucho para disfrutar en el cuarto episodio de “Daredevil: Born Again”, desde un caso muy particular que le toca atender a Matt Murdock (Charlie Cox), hasta los esfuerzos del alcalde Fisk (Vincent D’Onofrio) por comenzar a cumplir con sus promesas de campaña y, por supuesto, el muy esperado retorno de Frank Castle / El Castigador (Jon Bernthal).
De hecho, esto último es de lo mejor que tiene el episodio para ofrecer, incluyendo una magnífica escena protagonizada por dos grandes actores dando interpretaciones fascinantes. El diálogo entre Matt y Frank hace un excelente trabajo resumiendo las posturas de ambos personajes, y más importante, dejando en claro que la muerte de Foggy será lo que siempre terminará motivando al primero en esta temporada. Puede que él se mienta a sí mismo o diga que está trabajando únicamente porque es su deber, pero todo lo que hace —especialmente ahora lo relacionado a la muerte de su último cliente, así como sus enfrentamientos con policías corruptos que usan el logo del Punisher— lo hace por Foggy. Es Frank quien le hace ver la realidad a Matt, lo cual parece traerá consigo ciertas consecuencias; ¡me muero por ver a Daredevil de regreso, con traje y todo!
Pero regresando al tema de los policías. Me encanta que “Daredevil: Born Again” no tenga miedo de meterse en temas potencialmente controvertidos, dejando en claro que buena parte de los policías que operan en la Nueva York de Fisk son corruptos y violentos, capaces de matar hasta por venganza. Va a ser interesante ver cómo el show continua desarrollando esto, especialmente ahora que Frank ha regresado. Lo mismo se puede decir sobre Wilson Fisk —algo de progreso se está haciendo con sus terapias de pareja, pero el que tenga encerrado al ex de Vanessa, Adam (Lou Taylor Pucci) en un calabozo nos dice, nuevamente, que Fisk no ha cambiado tanto. Puede que sea capaz de perdonar a Daniel (Michael Gandolfini) luego de haber cometido un error, pero igual parece que no ha terminado de esconder sus violentas tendencias. Habrá que ver qué sucede con él, y claro, de qué forma Daredevil se verá obligado a detenerlo.

****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
“Daredevil: Born Again” continua con un episodio que, por lo menos, se siente igual de satisfactorio y sorprendente que los dos primeros, siendo incluso, en ciertos aspectos, superior a ellos. Lo que tenemos acá es un capítulo dedicado casi enteramente al juicio de Hector Ayala (Kamar de los Reyes), en el que Matt (Charlie Cox) se encarga de defenderlo. Esta semana, pues, no tenemos a nuestro protagonista poniéndose el traje del personaje del título, pero eso no importa —da gusto tener un episodio enfocado en su identidad de civil, mostrándonos como a través de su trabajo como abogado también tiene que lidiar con muchos de los problemas éticos con los que se encuentra al actuar como superhéroe.
No hace falta decir, entonces, que el enfoque en el juicio funciona muy bien, permitiéndole al episodio desarrollar breves —pero intensos— momentos de palpable tensión. Resaltan el viaje por parte de un testigo importante al lugar del juicio, las revelación pública por parte de Matt de la identidad alterna de Hector (el Tigre Blanco), y por supuesto, la conclusión del juicio. Si algo de gusto acá, es ver cómo Hector es establecido y desarrollado como un buen tipo; como alguien que ha estado ayudando tanto a civiles como a policías, y que claramente sería incapaz de matar a alguien a sangre fría. Kamar de los Reyes (Q.E.P.D.) hace un estupendo trabajo interpretando a Hector, mostrándolo como alguien que simplemente se dedica a hacer lo correcto, incluso cuando eso puede traer consigo graves consecuencias.
Y eso es precisamente lo que termina sucediendo acá. Ver como Hector es finalmente asesinado, y encima por alguien que lleva el símbolo del Castigador en su ropa, resulta desgarrador. Al igual que ver a Matt hablar por fin sobre Foggy (Elden Henson) con su su cuasi novia, Heather (Margarita Levieva). Y hasta la trama secundaria con Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) resulta intrigante, especialmente cuando hacia el final lo vemos dando una entrevista en la que se queja del resultado del juicio a Hector. Ver como se discute y maneja el tema de los “vigilantes” a nivel político es más interesante de lo que suena, y es lo que hace que “Daredevil: Born Again” sea algo más que un simple show de personajes en spándex dándole a palazos. Si “Daredevil: Born Again” comenzó con el pie derecho con los primeros dos episodios, este tercero sirve para establecerlo como una serie con harto potencial que espero no vaya a ser desperdiciado.

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