Opinión
CRÍTICA – Good Omens (1era Temporada)
Publicado
hace 6 añosel
Este es uno de esos casos en los que me toca admitir que no he leído la fuente original de inspiración; por más que me encantaría leer la novela original de “Good Omens”, escrita por Neil Gaiman y Terry Pratchett, no he tenido suficiente tiempo como para hacerlo. Después de todo, tengo una cantidad casi absurda de libros pendientes —así como películas y series, por supuesto—, por lo que simplemente no he podido comprar y leer la novela antes de ver la más reciente adaptación para Amazon Prime Video. Si tuviese que esperar a leer la novela para luego ver la serie, mi crítica terminaría siendo publicada en el 2021. No hay forma.
Lo cual, en todo caso, me da la oportunidad de evaluar a “Good Omens” bajo sus propios términos, sin compararla a la —supuestamente—excelente novela de Gaiman y Pratchett, y más bien considerándola como una obra de ficción que debería funcionar tanto para los fanáticos de su fuente de inspiración, como para los neófitos. Y en ese sentido, felizmente puedo declarar que “Good Omens” es un éxito casi absoluto. Se trata, pues, de una serie —o primera temporada— increíblemente entretenida, llena de personajes memorables y con un sentido del humor bastante astuto. No me atrevería a decir que se trata de un sátira, necesariamente, pero sí que contiene elementos satíricos, como para desarrollar su historia de manera entretenida, pero a la vez, deliciosamente inesperada.
La premisa tiene muchísimo potencial. Nuestros protagonistas son un ángel —Aziraphale, interpretado por Michael Sheen— y un demonio —Crowley, interpretado por David Tennant—, que han estado “activos”, por así decirlo, desde el inicio. Estuvieron ahí cuando Adán y Eva fueron botados del paraíso —Crowley era la Serpiente, y Aziraphale le regaló su espada de fuego a la pareja para que se defiendan en un mundo lleno de peligros—, estuvieron durante la Peste Negra y el Renacimiento, y siguen trabajando, cada quien para su propio bando, ahora en el presente.
No obstante, a pesar de tener jefes completamente distintos y, se supone, objetivos opuestos, con los años se han convertido en amigos, y tienen una suerte de trato —se hacen los locos cada vez que uno comete un acto que beneficia a cualquiera de los jefes, pero a la vez, se ayudan mutuamente cada vez que pueden. No obstante, dicha situación se verá afectada con la inminente llegada del Anticristo —personificado en un —aparentemente— dulce niño llamado Adam Young (Sam Taylor Buck) que jamás se despega de su adorable perrito. Es así que Crowley y Aziraphale tendrán que trabajar juntos para tratar de prevenir el Apocalipsis, por más que sus respectivos Jefes —Beelzebub (Anna Maxwell Martin) para el primero, y el Ángel Gabriel (Jon Hamm) para el segundo— estén en desacuerdo con sus acciones.
A pesar de tratar sobre el fin del mundo, e involucrar a ángeles, demonios, brujas y al Anticristo en persona, “Good Omens” mantiene un tono más bien ligero. De hecho, me recordó bastante a “La guía del viajero intergaláctico” (tanto la primera novela, como la adaptación cinematográfica con Martin Freeman), especialmente debido a la manera en que utiliza el humor, seco, sardónico, sarcástico, para enfrentar algunos de los temas más complicados que tiene que desarrollar. Consideren, si no, el tercer episodio, en el que vemos, durante los primeros treinta minutos, todos los eventos históricos importantes en los que se vieron involucrados ambos protagonistas.; estuvieron presentes, incluso, durante la crucifixión de Jesús. “¿Y qué hizo este tipo para que se molestaran tanto?”, le pregunta el Demonio al Ángel. “Solo dijo que sean amables los unos con los otros”, le responde. “Ah. Tiene sentido”.
Y por más que “Good Omens” toque algunos temas relativamente susceptibles —especialmente para un país tan conservador como el nuestro—, muchos de ellos relacionados a la religión y al rol de Dios en el destino de la humanidad, nunca se siente ofensivo ni mucho menos. No soy ningún creyente, pero asumo que solo el cristiano más radical de todos se sentiría ofendido por una serie de tono tan ligero y tan frecuentemente graciosa como “Good Omens” —después de todo, por más que los personajes se cuestionan las decisiones tomadas tanto por Dios como por el Diablo, la conclusión a la que eventualmente llegan (durante el último episodio) es bastante consecuente con lo que la mayoría de gente creyente declara. Tampoco diría que “Good Omens” es una serie religiosa, por cierto —simplemente tiene mensajes bastante dignos que transmitir, y lo hace de manera divertida, y por qué no, algo satírica y autoconsciente.
Además, ayuda el que el eje central de la narrativa sea la relación entre Aziraphale y Crowley. Sin ellos, y sin la manera en que interactúan, la serie carecería de un buen corazón, y se podría sentir mucho más malintencionada. Tanto Michael Sheen como David Tennant están muy bien como sus respectivos personajes —el primero siempre quiere hacer el bien, y cree todavía en el juicio de sus jefes, mientras que el otro, a pesar de disfrutar de sus maléficas acciones, de crear caos y confusión, parece tener un lado más bien amable. Es el contraste entre ambos, pero también la química que comparten, lo que los convierte en protagonistas tan entrañables. Se trata de un amistad totalmente creíble, por más que sean un par de seres inmortales y sobrenaturales.
Del resto del reparto, destacan Adria Arjona como Anatema Device, y Jack Whitehall como Newton Pulsifer. La primera es una descendiente de brujas, destinada a cumplir una serie de profecías muy precisas para ayudar a acabar con el Anticristo, mientras que el segundo es un pseudo-cazador de brujas (muy torpe) que también tiene un rol qué cumplir en esta historia. Arjona interpreta a su personaje como una mujer intensa, alguien que verdaderamente cree en su destino, mientras que Whitehall, sin exagerar demasiado, desarrolla a Pulsifer como alguien perdido, inseguro de sí mismo y hasta confundido. Sí, es cierto que la relación entre ambos está desarrollada de manera algo apurada y superflua —y sufre en comparación a la del Ángel y el Demonio—, pero funciona dentro del contexto de la serie. Como Shadwell, el mentor de Newton, Michael McKean tiene un acento escocés (¿o irlandés?) terrible; Jon Hamm es suficientemente intimidante como Gabriel; Frances McDormand interpreta a la voz de Dios, la narradora de todos los eventos que se llevan a cabo a lo largo de esta primera temporada, y los niños (Adam, el Anticristo, y sus amigos) están meramente…. bien. Para ser un eje importante de la historia, están muy poco desarrollados, y hasta resultan algo irritantes por momentos.
Fuera de la narrativa en general y de sus memorables protagonistas, uno también va disfrutando de los detalles que introduce “Good Omens”, tanto relacionados a la construcción de sus personajes, como a ciertos eventos de la vida real. Consideren, si no, la manera en que Crowley trata a sus plantas —en una escena que sirve tanto para demostrar que no es una buena persona, exactamente, como para sembrar una semillita narrativa que es utilizada un par de episodios después—, o las supuestas desgracias por las que él se hace responsable, como la creación de la gasolina, o la invención del plástico. Tenemos, también, a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, quienes, en vez de montar criaturas aladas, se mueven en motocicletas, y cuyo miembro más devastador, la Plaga, ha sido reemplazado por la Contaminación —porque es el año 2019, por supuesto. Son detalles de ese estilo los que le dan tanta personalidad, y a la vez, tanta relevancia a “Good Omens”.
No obstante, sí hay un par de momentos que resultan algo decepcionantes, especialmente en lo que se refiere al apartado visual. Se nota que el presupuesto para la serie era limitado, razón por la que la mayoría de episodios combinan excelentes sets y un sublime diseño de vestuario y maquillaje, con efectos digitales que van desde lo aceptable —carros incendiándose, demonios derritiéndose—, hasta lo francamente horrible —explosiones en 2D o chroma keys mal hechos. Dudo que “Good Omens” haya sido una serie barata, pero por momentos luce como una, razón por la que espero reciban un mayor presupuesto para la segunda temporada (si es que llega a haber una).
“Good Omens” es una experiencia corta y dulce —esta primera temporada consiste únicamente de seis episodios, los cuales, gracias a la calidad del producto, pueden ser consumidos de un solo tirón (creanme, eso fue precisamente lo que terminé haciendo). Se trata de una historia increíblemente divertida y astuta, llena de elementos satíricos muy graciosos, y poblada por personajes memorables. Sí, tiene algunas deficiencias técnicas, y sí, los niños no terminan de convencer, lamentablemente, pero fuera de esos defectos, no hay mucho que pueda criticarle a “Good Omens”. De hecho, la pasé tan bien con estos personajes que, nuevamente, me encantaría ver una segunda temporada —espero que le haya ido lo suficientemente bien a la serie como para que Amazon apruebe el desarrollo de una. Los personajes —y Gaiman, el único autor vivo de la novela— lo merecerían.
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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destacado
CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)
Publicado
hace 4 díasel
14 mayo, 2025
Episodio 10: Haz que se detenga
****½ sobre *****
Pues por fin pasó lo que tenía que pasar. Luego de años de espionaje, secretos, engaños, mentiras y trabajar en secreto, Luthen Rael (Stellan Skarsgard) falleció. Y falleció de la forma en que siempre hubiese querido: por su propia mano, luego de haber sido descubierto por Dedra Meero (Denise Gough) y revelado como el líder de la rebelión en Coruscant. Pero curiosamente, no se trata de una muerte inmediata. De hecho, apenas se acuchilla, los Imperiales se lo llevan a un hospital —después de todo, Dedra lo necesita vivo para que pueda confesar. Pero lamentablemente, la ISB tiene otros planes.
Es así que el décimo episodio de la segunda temporada de “Andor” se enfoca casi completamente en Luthen y Kleya (una increíble Elizabeth Dulau), con la segunda infiltrándose en el hospital como enfermera para encontrar a Luthen, quien todavía está vivo (con las justas) en una habitación climatizada. Pero no para encontrarlo y rescatarlo, si no más bien para sacarlo de su miseria —para que, nuevamente, muera como a él le hubiese gustado, sin confesarle nada a nadie, sin decirle a Dedra que, gracias a su ahora fallecido agente doble, sabe de la existencia de la Estrella de la Muerte. Y más importante, ahora Kleya es la única que sabe las palabras clave que serán de suma importancia para el futuro de la Alianza Rebelde: Jedha, Kyber y Erso.
Obviamente, cualquier fanático que se sepa al Episodio IV de la saga original y, más importante, a “Rogue One” de memoria, reconocerá estas palabras. Pero fuera de aquellas conexiones a las películas posteriores, lo mejor de “Andor” está en la forma en que humaniza la relación entre Luthen y Kleya. Los eventos del presente son intercalados con flashbacks que nos muestran como aquellos personajes se conocieron y, por supuesto, cómo Luthen fue radicalizando a una joven Kleya, demostrándole cómo el Imperio debía ser combatido. Todo esto resulta en un episodio emotivo, que concluye de forma apropiadamente solemne, pero a la vez, satisfactoria. Puede que Luthen esté muerto, pero sus ideales viven en Kleya —solo esperemos que a esta última no le pase nada malo en los siguientes dos episodios.
Episodio 11: ¿Quién más sabe?
****½ sobre *****
El Episodio 11 de la segunda temporada de “Andor” es de lo más tenso que nos ha entregado la serie. No solo porque involucra a Kleya tratando de comunicarse con los rebeldes con un código secreto, si no también porque nos muestra a los Imperiales tratando de descifrar dicho código, mientras Cassian (Diego Luna) eventualmente lo recibe en Yavin, y decide ir con Melshi (Duncan Pow) y K2-SO (Alan Tudyk) a Coruscant. Es así que la segunda mitad del episodio se siente como una carrera contra el reloj: ¿quién encontrará primero a Kleya, los Imperiales o Cassian? ¿Y qué decidirá hacer ella una vez que le transmita su conocimiento a nuestro protagonista?
Pero eso no es todo. También tenemos una excelente escena de interrogación, en la que el Director Krennic (Ben Mendelsohn) hace puré a la pobre Dedra, quien intenta ser honesta luego de que la acusan de ser una espía rebelde. Esto culmina en ella siendo trasladada a una celda —un destino bastante triste para un personaje que se había estado deleitando por años de ser despiadada y eficiente, pero que al esconderle información a sus superiores y tratar de atrapar a Luthen por sí sola, termina por acabar con su propia carrera. Después de todo, lo ÚNICO que le importa a Krennic y los Imperiales es mantener el proyecto de la Estrella de la Muerte en secreto. Todo lo demás es secundario. Nada más (ni nadie más) importa.
Es por todo eso que verdaderamente se comienza a sentir que estamos llegando al final. Que la serie de “Andor” está presentando de forma magnífica los últimos días de su protagonista antes de los eventos de “Rogue One”, enfatizando la importancia del proyecto de la Estrella de la Muerte para los Imperiales. Pero fuera de eso, este segundo episodio dirigido por el mexicano Alonso Ruizpalacios está lleno de detalles interesantes: desde el hecho de que vemos inmediatamente cómo K2 es considerando más como un amigo que como un droide por Cassian y los demás (aawww), hasta cómo ciertos elementos narrativos de episodios anteriores llegan a su culminación acá. ¿Lo único malo? “¿Quién más sabe?” termina con un cliffhanger inaguantable, y hasta ahora no sabemos qué es lo que pasará con Kleya. ¡No puedo creer que solo quede UN episodio para que “Andor” acabe para siempre!
Episodio 12: Jedha, Kyber, Erso
***** sobre *****
Y llegamos al final. ¡Pero qué final! Si hay algo que “Andor” en general, pero específicamente este último episodio han hecho, es, lo crean o no, mejorar a la película de “Rogue One”. Es decir, han hecho lo que pocas precuelas logran hacer: elevar el material al que preceden, haciendo que, en este caso, la “trilogía” de la Primera Temporada de “Andor”, la Segunda Temporada de “Andor”, y “Rogue One” funcionen bellamente como un todo. Pocas veces me he sentido tan emocionado, tan tocado y tan satisfecho con el final de una serie. Tony Gilroy, Alonso Ruizpalacios y el resto del equipo se han lucido de forma tremenda; el final de “Andor” no decepciona para nada. Ni está cerca de hacerlo.
¿Y qué es lo que pasa acá? Uf. Dedra termina en prisión, todo el trabajo que había hecho para el Imperio, eliminado. Partagaz (Anton Lesser) prefiriere suicidarse antes que ser castigado por sus superiores. Cassian logra rescatar a Aleya y, junto con Melshi, son salvados por K2-SO, quien se baja de la nave para acabar con todos los Imperiales que los estaban rodeando. Y más importante: el grupo logra regresar a Yavin IV, donde Cassian logra contarle a Mon Mothma (Genevieve O’Reilly, ahora sí con su peinado y look de “Rogue One”), el General Draven (Alistair Petrie), Bail Organa (Benjamin Bratt), y a la Senadora Pamlo (Sharon Duncan-Brewster) y el Senador Jebel (Jonathan Aris), a quienes habíamos visto en “Rogue One”, toda la información que recibió por arte de Kleya.
Inicialmente no le creen, pero como sabemos lo que eventualmente pasará en la película, al final, Cassian logra salir de Yavin IV junto a K2 para ir al Anillo de Kafrene. Es así que el episodio termina por empalmar PERFECTAMENTE con “Rogue One”, tanto así que, al terminar, lo primero que hice fue entrar a YouTube para buscar, apropiadamente, la escena de la película en el Anillo de Kafrene. Pero fuera de eso, el episodio nos deja con una sensación agridulce de esperanza; con el feeling de que hemos sido testigos de una serie que enfatiza las pequeñas acciones de gente rebelde de toda importancia, y que complementa bellamente a la película del 2016. En pocas palabras: este final deja en claro que “Andor” es literalmente LO MEJOR que Disney ha hecho con “Star Wars” y que, al menos para Vuestro Servidor, esta serie, junto con “Rogue”, es superior a las Secuelas. Lo he dicho, y dudo que me vaya a arrepentir.
Ah, y la cereza sobre el pastel: la escena final. Bix (Adria Arjona) y el hijo de Cassian. Un hijo al que sabemos nunca conocerá; ni siquiera sabrá de su existencia. La serie nos deja con ese pensamiento triste, pero también sabiendo que su legado quedará intacto, con Bix e incluso con B2-EMO (¡sí, sale al final!). Un desenlace más hermoso no podríamos pedir.
Ay, cómo te extrañaré, “Andor”.

**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Aunque este episodio de “The Last of Us” no es necesariamente ni el más emocionante ni el más chocante, es gracias a la forma en que concluye que uno termina con la sensación de que las cosas cambiarán a partir del siguiente. ¿Spoilers? Pues sí: el quinto episodio de la segunda temporada termina con Ellie (Bella Ramsey) torturando a Nora (Tati Gabrielle) es un sótano en Seattle lleno de esporas que podrían infectar a cualquiera. A cualquiera como Nora, quien comienza toser como si no hubiese un mañana, pero definitivamente no a la inmune de Ellie. Es ahí que sale a tallar el lado oscuro de nuestra protagonista, quien aparentemente será capaz de hacer cualquier cosa con tal de llegar hasta donde Abby (Kaitlyn Dever).
Fuera (y antes) de eso, nos centramos en Ellie y Dina (Isabela Merced) tratando de pasar sin ser detectadas por entre las fuerzas de WLF, para así poder llegar al hospital donde supuestamente está Abby. Pero como las cosas no pueden ser tan fáciles, eventualmente son encontradas por los enemigos, lo cual las obliga a meterse en un parque lleno de Scars. Es ahí donde son testigos de un suceso terrible —básicamente, unos Scars destripando a un tipo mientras recitan sus líneas de fanáticos religiosos—, pero también donde se unen a Jesse (Young Mazino), quien las rescata momentos antes de un grupo de infectados inteligentes. Resulta que salió con Tommy del pueblo un día después de las chicas, y ha llegado para traérselas de vuelta a casa.
El episodio concluye, entonces, con Ellie y Dina separadas —la primera torturando, como se ha dicho ya, a Nora, y la segunda escapando con Jesse de sus enemigos. Quienes hayan jugado “The Last of Us: Parte Dos” sabrán exactamente lo que se viene, pero los demás se entretendrán con lo que este episodio tiene para ofrecer: como (casi) siempre, una buena mezcla de suspenso, gore, diálogos inteligentes, y uno que otro desarrollo interesante de la trama. Y como toque final, por razones más emocionales que narrativas, el episodio termina con una escena (¿un flashback, un sueño?) entre Bella y Joel (Pedro Pascal); una representación de lo que perdieron, y de lo que podrían haber tenido si es que las cosas hubiesen salido mejor. Una verdadera pena.

Episodio 7: El mensajero
****½ sobre *****
Para variar, el primer episodio de “Andor” de esta semana comienza un año después de los eventos del episodio 6. Sin embargo, a diferencia de comienzos previos, “El mensajero” no se demora nada en establecer en qué situación se encuentran los personajes. Cassian (Diego Luna) y Bix (Adria Arjona) están viviendo en Yavin IV, cerca a la base rebelde, esta vez trabajando para un grupo más organizado e ignorando a Luthen. Y Dedra (Denis Gough) por fin recibe las órdenes que todos estábamos asumiendo ya llegarían: Ghorman debe ser destruida, y debe suceder pronto.
Una noticia que no le da explícitamente a Syril (Kyle Soller), pero que este último ya comienza a sospecha. Es así, pues, que el episodio comienza a poner a los personajes centrales en posiciones interesantes: Cassian decide viajar junto a Wilmon a Gohrman, convencidos de que tendrán la oportunidad de asesinar a Fedra, obviamente sin sospechar que se viene una masacre. Bix se queda en Yavin pero tiene una conversación importante con Vel (Faye Marsay), quien también ha dejado de trabajar con Luthen. Y Syril trata de comunicarse con los rebeldes de Gohrman, sin mucho éxito. Adicionalmente, unos cadetes nuevos (y demasiado jóvenes) del imperio llegan al planeta anteriormente mencionado, lo cual preocupa a sobremanera a Dedra.
Puede que sea obvio, pero lo mejor de “Andor” es que se siente como la acumulación de una tensión casi inaguantable que sabemos explotará pronto. La atmósfera de suspenso y vacío deprimente en Ghorman es palpable, y aunque esto se ve balanceado con la sensación de esperanza (aunque sea sutil) en Yavin IV, igual el espectador sabe que lo que se viene en los episodios será terriblemente trágico. Y bueno, también sabe que, a pesar de estar a Ghorman, a Cassian no le pasará nada, porque por algo ya vimos “Rogue One”. ¿Pero Dedra, Syril, y los rebeldes del planeta? Pues habrá que ver los siguientes dos episodios para ver quién sobrevive, y quien termina llegando al fin de su agitada existencia.
Episodio 8: ¿Quién eres?
***** sobre *****
Y llegó el momento que todos teníamos miedo de que llegara: la masacre de Ghorman. Y con eso, el mejor episodio no solo de la segunda temporada de “Andor” hasta ahora, si no también de toda la serie. Un episodio que se deleita en mantener al espectador en la más inaguantable tensión, ansioso mientras ve como el suspenso aumenta y aumenta y aumenta hasta explotar de la forma más violenta posible, colocando a sus figuras más importantes en puntos de absoluta vulnerabilidad. “¿Quién eres?” me dejó con el corazón en la garganta, totalmente afectado luego de haber visto como “Andor” desarrolló una marcha y eventualmente masacre de forma tan cruenta, tan emotiva.
Cassian está en Ghorman, listo para matar a Dedra. Dedra está trabajando junto a Capitán Kaido (Jonjo O’Neill), totalmente consciente de lo que tendrá que hacer. Wilmon sigue del lado de los rebeldes, y Syril recién se va dando cuenta de lo que está pasando. De hecho, me animaría a decir que Syril es la estrella, por así decirlo, del episodio —Kyle Soller hace un estupendo trabajo transmitiendo, con lenguaje corporal y expresiones faciales, el gradual cambio en el personaje, mientras se va dando cuenta de lo que Dedra está haciendo y de lo que le pasará a la gente de Ghorman. Y sí, hacia el final del episodio, Syril muere —asesinado luego de haber intentado matar a Cassian. El fin de un personaje verdaderamente patético, que obviamente contribuyó con las acciones fascistas de un Imperio totalitario, pero que termina siendo más triste que verdaderamente villanesco. Eso queda claro luego de que, antes de ser asesinado, Cassian le pregunta: “¿quién eres?”. Nada peor que morir como un anónimo, cuyo trabajo no valió nada.
En relación a la masacre, pues “Andor” nos entrega una de las secuencias más tensas que haya visto en un buen tiempo. La escenificación perfecta de lo que el Imperio es capaz de hacer, asesinando a todo un grupo de personas únicamente porque quieren un recursos importante para… bueno, construir una estación espacial gigante que se encargará de matar a millones de personas más. Personajes secundarios mueren luego de conmovernos con sus cánticos e himnos de rebelión, y Cassian sobrevive con las justas, llevándose consigo a un terrible droide imperial que asumimos eventualmente se convertirá en K2SO. Mucho se pierde, pero la pelea sigue adelante, por más de que Dedra y el Imperio se hayan salido con la suya —con terribles consecuencias.
Episodio 9: Bienvenidos a la Rebelión
***** sobre *****
Al final del día, la historia de Cassian Andor es una tragedia. Lo sabíamos desde que fuimos testigos del desenlace de “Rogue One”, y es algo que hemos estado viendo desarrollándose a lo largo de las dos temporadas de “Andor”. No obstante, es en este noveno episodio de la segunda temporada que se comienza a sentir más. No solo por la manera en que mezcla victorias con derrotas; un tono trágico con un tono esperanzador. Si no también por la forma en que Bix se despide de Cassian con un video, prometiéndole que se verán una vez que las cosas sean resueltas y la Rebelión gane. Algo que, lamentablemente, por la forma en que Cassian fallece en la película anteriormente mencionada, sabemos que nunca pasará. Una tragedia.
La manera, pues, en que se van respondiendo algunas de las preguntas que teníamos respecto a Cassian y la Rebelión en este episodio es magistral. Más que simplemente llenar huecos, lo que ha hecho el guionista Dan Gilroy es otorgarle motivaciones adicionales y creíbles a sus personajes, y obligaros a interactuar y tomar decisiones difíciles. Consideren, si no, el discurso de Mon Mothma en el Senado, donde denuncia el genocidio de los Ghorman frente a toda la galaxia, mientras la IBS conspira para asesinarla. O cómo finalmente se encuentra con Cassian, quien la ayuda a escapar del Senado para que eventualmente pueda llegar a Yavin IV y convertirse en la lideresa de la Rebelión.
Las piezas van colocándose en su lugar, y en vez de sentirse como algo obligatorio, cansado, se siente más bien como la culminación de todo lo que hemos estado viendo en estos episodios. Como el clímax emocional, tensional y narrativo de todo lo que hemos estado experimentando con estos personajes. Algunos casos, como el de Bix, se sienten inevitables. Y otros, como el de Luthen, quien al menos hasta ahora sigue vivo, no dejan de sorprender. Pero lo mejor de “Bienvenidos a la Rebelión” es que no deja de lado a Cassian, enfocándose en él y su rol de suma importancia en la Rebelión. Y por qué no, culminando con el nacimiento, por así decirlo, de K2-SO, quien asumimos tomará un rol grande en los tres episodios que saldrán la próxima semana. De verdad que no podría estar más contento con lo que “Andor” está haciendo con la franquicia de “Star Wars”.

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