Opinión
CRÍTICA – Modern Love: El amor, sentimiento imprescindible para la autosuperación
Publicado
hace 4 añosel
Cada día me convenzo más de que lo que somos, como actuamos, e inclusive lo que sentimos tiene una directa relación con nuestra evolución como raza humana. En este contexto me pregunto ¿Para qué sirve el amor? ¿Por qué como humanidad lo necesitamos? En Homo Deus, Yuval Noah Harari adjudica la supremacía del ser humano a que fue la única raza que pudo cooperar en grandes masas y que esto le permitió evolucionar hasta convertirse en el gobernante absoluto del mundo. Para que podamos cooperar debemos querer estar juntos por tiempos relativamente largos, para ello debe existir un sentimiento de afecto y apego, algo en nuestros genes que nos diga “me siento muy bien con esta persona, voy a quedarme con él o ella”, quizás ese algo que conocemos como “amor”, en sus diferentes formas y perspectivas, sea el gran responsable de nuestra evolución, de nuestra autosuperación.
The New York Times viene publicando hace 15 años la columna llamada “Modern Love”, ensayos acerca del amor en sus diferentes dimensiones y tipologías; amores nostálgicos, platónicos, incondicionales, inclusive el amor propio. Es tan exitosa la columna que hace algunos años se convirtió también en un pódcast y recientemente John Carney y AMAZON decidieron llevarla a la televisión. La serie, que ya tiene confirmada una segunda temporada, incluye en su primera a actores de gran renombre como como Anne Hathaway, Tina Fey, Andy García, Dev Patel y Catherine Keener entre otros.
La primera temporada contiene ocho historias de amor, todas ellas ambientadas en la ciudad de Nueva York, aparentemente no relacionadas una con otra, sin embargo, se siente como una sola película, y para esto existen tres puntos claves:
Primero, la cinematografía de Yaron Orbach (Sing Street, Begin Again), que juega un papel fundamental en el desarrollo de la serie, pues cada historia representa una pieza de una gran fotografía, expresada consistentemente por Orbach, intuyo influenciado por Woody Allen. Disfrute tanto la serie que lamento que la cinematografía no haya sido “perfecta”, sobre todo teniendo a la hermosa ciudad de Nueva York como lienzo y que siento no fue explotado al 100%.
Sin llegar al nivel de Gordon Willis en Manhattan, la cinematografía es estupenda. Foto: AMAZON.COM
Segundo, la musicalización (podemos encontrar el soundtrack en Spotify) pues pareciera que cada una de las piezas está compuesta única y exclusivamente para una serie que se desarrolla en la Gran Manzana, cuidadosamente seleccionada para cada historia, inclusive Anne Hathaway interpreta una pieza, transportándonos a los años 80s. El intro es realmente hermoso, me sorprendió mucho que John Carney (en colaboración con Gary Clark) tenga entre sus talentos la composición musical.
Y, por último, los guiones adaptados de John Carney, Sharon Horgan, Tom Hall y Audrey Hells, que tienen origen en los inspiradores ensayos de los diferentes escritores de The New York Times, contados en diferentes secuencias temporales y perfectamente vinculados en el capítulo final; los cuales finalmente nos enseñan que “All you need is Love”.
Ilustración de Brian Rea, THE NEW YORK TIMES
La serie se presta para ver en pareja, con amigos, o con quien te sientas cómodo de hablar de amor. Asimismo, para reflexionar y recordar sentimientos, amores, y decepciones que quizás experimentamos en nuestras vidas, siempre con un mensaje de aprendizaje. Obviamente, y debido a que estoy en mis cuarentas, me conecté más con algunos capítulos que otros, algunos los vi con nostalgia, otros con identificación y otros desde una perspectiva más de espectador.
Seamos honestos, todos queremos romance y sobre todo si supera todas las barreras, como el de “Cuando cupido es una periodista curiosa” (escrita por John Carney y basado en el ensayo de Deborah Copaken). Romántica hasta los huesos, Joshua (Dev Patel), un joven CEO de una empresa de tecnología es entrevistado por la veterana Julie (Catherine Keener) hasta profundizar en sus experiencias con el amor de sus vidas, ese amor intenso y salvaje que se siente cuando te encuentras en tus veintes, y que si nunca fue consumado siempre te preguntaras ¿Qué hubiera pasado si…?
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Sin embargo, algunas veces queremos calma. Muchos de nosotros tenemos ese amigo, con el cual no tenemos nada en común, ni siquiera la edad generacional, sin embargo, es un amor que es tan falto de complicaciones que nos reconforta y nos da paz, y que sabemos que siempre estará presente cuando lo necesitemos. Un amor como este vemos en “Cuando el portero es tu mejor amigo” (escrita por John Carney y basado en el ensayo de Margaret Hogben) que narra la historia de Maggie (Cristin Milioti de How I met your mother) y la relación que tiene con el conserje de su edificio Guzmin. Carney y Hogben muestran un amor incondicional de padre no impuesto, un amor simple y práctico.
Otras veces solo nos necesitamos a nosotros mismos. “Acéptame como soy, sea quien sea” (escrita por John Carney y basado en el ensayo de Terri Cheney) cuenta la historia de Lexi (efusiva y deprimentemente interpretada por Anne Hathaway), una mujer independiente e inteligente que finalmente entiende que el amor propio es el fundamento esencial para que otros amores puedan florecer. Un paso importante en tu vida es descubrir que aceptarse y amarse a sí mismo no solo te hace feliz, sino también te hace mejor.
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Con “La carrera mejora cuando te acercas a la meta” (Escrita por John Carney y Tom Hall y basado en el ensayo de Eve Pell) no pude dejar de preguntarme que hubiera pasado si mi madre, luego de la temprana muerte de mi padre (hoy en mis cuarentas y que me siento aun joven, tengo una mejor perspectiva de la longevidad durante una vida) se hubiera vuelto a enamorar, y disfrutara quizás veinticinco años de conversaciones, caricias y amor sin prisa…de esos amores como los de Fermina Daza y Florentino Ariza, quizás en pareja estos tiempos se sobrelleven con menos cólera.
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Uno de los propósitos principales de la serie es transmitir que el amor en todas sus expresiones, enseña, nos hace ser mejores, nos hace superarnos…así que, amemos más, ya que, además, de esto depende la evolución de la humanidad. La serie completa es obligatoria para románticos, amantes de la fotografía, apreciadores de buenos guiones y soundtracks, y por su puesto para New York lovers.
Cocinero autodidacta y amante del cine, la música y la pintura. Recientemente publica en Medium ensayos de variados derivados de películas (https://link.medium.com/QzYF4Gjsw6). Ingeniero Civil de profesión y Co fundador de Cheespoint. Enamorado de mi familia y la vida. MBA Tulane University / Ingeniero Civil por la PUCP Miembro CIP / Lean Institute / BNI
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16 febrero, 2023La serie está protagonizada por Meryl Streep, Sienna Miller, Kit Harington, Daveed Diggs, Edward Norton, Diane Lane, Tahar Rahim, Yara Shahidi, Matthew Rhys, Gemma Chan, David Schwimmer, Adarsh Gourav, Keri Russell, Marion Cotillard, Forest Whitaker, Eiza González , Murray Bartlett, Indira Varma, Tobey Maguire, MaameYaa Boafo, Hari Nef, Heather Graham, Michael Gandolfini, Cherry Jones, Gaz Choudhry, Ben Harper, Judd Hirsch y Neska Rose.
“Warrior Nun” es una de esas series que vi con mucho entusiasmo durante el primer año de pandemia, emocionado por disfrutar algo durante el encierro por el que muchos estábamos pasando. En ese momento, necesitaba ver algo entretenido y sonso y que no me haga pensar demasiado, y eso es precisamente lo que me dio la primera temporada de “Warrior Nun”. Mezclando una historia apropiadamente loca, con peleas bien coreografiadas, y actuaciones sorprendentemente sólidas, “Warrior Nun” le hizo honor a su tan memeable nombre, dando a entender que las cosas se pondrían incluso más estrafalarias en la siguiente temporada.
Y no puedo decir que se hayan equivocado. La segunda temporada de “Warrior Nun” podría considerarse como más de lo mismo, sí, pero a la vez, también es una mejora en relación a lo que vino antes. Sí, el diálogo es de calidad inconsistente. Sí, el tono del show varía con demasiada frecuencia, mezclando violencia y gore y comentario social y religioso, con momentos francamente ridículos. Pero no podemos negar que nadie vería una serie con un título como “Warrior Nun” esperando una obra maestra. De hecho, lo que el título nos podría prometer, sería una experiencia bien de serie-B, como algo que produciría la gente de The Asylum, o Sy Fy. El hecho de que sea algo considerablemente mejor que dichas ofertas debería ser considerado como un pequeño milagro.
(Heh. Milagro).
La segunda temporada de “Warrior Nun” comienza un par de meses luego de la primera. Nuestra protagonista, Ava (Alba Baptista), la Monja Guerrera del título, está viviendo en los Alpes Suizos con su mejor amiga (y quizás algo más), la aguerrida Hermana Beatrice (Kristina Tonteri-Young, hipnotizante). Se están escondiendo, pues, de Adriel (William Miller), quien revivió al final de la temporada pasada, y ahora está cobrando fama, realizando milagros, y convenciendo a la gente de que es un ángel caído desde el cielo. Evidentemente, nuestras heroínas saben que eso no es cierto, pero también que deben entrenar y prepararse para el inevitable enfrentamiento con este potencial demonio.
Sus planes se aceleran, sin embargo, cuando Ava conoce a Miguel (Jack Mullarkey), quien dice estar trabajando para una organización secreta dispuesta a acabar con Adriel. Con ganas de por fin hacer algo, Ava decide unirse a Miguel, siempre bajo el cuidado de Beatrice. Mientras ellas piensan en un buen plan, la Madre Superiora (Sylvia De Fanti) y su mano derecha, la hermana Camila (Olivia Delcán) intentan encontrar una manera de acabar con Adriel; la doctora Jillian Salvius (Thekla Reuten) sigue buscando la forma de recuperar a su hijo, Michael, quien pasó por un portal a otra dimensión; y el traicionero Padre Vincent (Tristán Ulloa) trata de convencer a Ava y compañía de unirse a Adriel en su supuesta misión por traer paz al mundo.
“Warrior Nun” es una de esas series fantásticas que cuentan con un montón de trama. Tenemos varios personajes importantes, y ni siquiera se ha mencionado en los párrafos anteriores a figuras como la monja corrupta Lilith (Lorena Andrea), o al nuevo Papa, Duretti (Joaquim de Almeida). Es un show con un montón de lore, que va introduciendo con rapidez nuevas contorsiones narrativas y giros e historias de trasfondo basadas en mitos y situaciones reales. Consideren, si no, el rol que juega en la historia la corona de púas de Jesucristo (¡!), o la aparición de personajes ajenos a la hermandad de Ava, como una monja increíblemente entusiasta (¡siempre sonriente!) llamada Yasmine (Meena Rayann). “Warrior Nun” está siempre en movimiento, introduciendo novedades con frecuencia, como para que el público no se aburra.
Generalmente, este tipo de estrategias resultan en productos finales demasiado inflados o hasta incoherentes…. pero sorprendentemente, ese no es el caso de la segunda temporada de “Warrior Nun”. El creador Simon Barry y su equipo (que incluye a David Hayter como guionista; ¡sí, la voz de Solid Snake en los juegos de “Metal Gear Solid”!) hacen un buen trabajo balanceando todos los elementos de la historia, como para no perder de vista ni a la protagonista, ni al conflicto central entre ella y Adriel. Sí, se podría ahondar más en elementos más contemplativos, como el hecho de que Ava sabe como es estar muerta, o como la desaparición de ciertos personajes que fueron importantes en la primera temporada. Incluso hay cierto giro chocante que acaba con todo un grupo de personajes, y a nuestras protagonistas no parece importarles mucho.
Lo cual no debería sorprender, francamente. “Warrior Nun” no es una serie contemplativa en lo absoluto; es una historia que funciona en el momento, y que como se ha mencionado antes, está siempre en movimiento. Si uno la ve considerando eso —y considerando, además, que está basada en un personaje de cómics; ¡sí, en serio!— entonces la puede pasar de lo lindo. Los episodios se mueven a buen ritmo, los personajes son simples pero carismáticos y entretenidos, y la trama es de lo más alocada. Incluso me atrevería a decir que hasta a las personas más conservadoramente religiosas les costaría ofenderse con “Warrior Nun”. Sí, el show deja muy mal parada a la Iglesia como institución, pero no parece tener nada en contra de la fe o de las creencias de la gente. Todo lo contrario.
Aparte de eso, resulta (todavía) muy divertido ver a estas monjas patear traseros. Al igual que en la primera, esta segunda temporada de “Warrior Nun” cuenta con peleas muy bien coreografiadas y emocionantes. Destacan una trifulca que sirve para demostrar los nuevos poderes de Lilith (ahora más demonio que monja, valgan verdades), y un enfrentamiento entre la Hermana Beatrice, y un montón de fanáticos de Adriel en un pasillo. Se nota que las mismas actrices han entrenado para estas secuencias, y felizmente son filmadas con movimientos de cámara fluidos y sin abusar de los cortes rápidos, como para que se entiendan bien y emocionen a cualquier espectador. Impresionante, la verdad.
Lo cual no quiere decir que todo en “Warrior Nun” sea espectacular. De hecho, por más de que la mayoría de efectos visuales digitales sean de buena calidad, la temporada todavía cuenta con algunos momentos francamente impresentables. Consideren, si no, las alas con las que cuenta cierto personaje (lucen como algo extraído de un juego para PlayStation 3), o ciertos planos en chroma, que parecen sacados de una película de hace veinte años. “Warrior Nun” aprovecha muy bien sus locaciones reales por toda Europa (los Alpes, por supuesto, y ciudades como Madrid), pero a la vez, puede lucir un muy poco barata cuando comienza a depender demasiado de creaciones digitales. No es algo que malogre la experiencia, pero sí evita que la serie se sienta tan sofisticada como seguramente le gustaría a sus creadores.
Mucho de lo disfrutable en “Warrior Nun”, eso sí, viene gracias al trabajo de los actores. Como siempre, Alba Baptista está genial como Ava, inyectándole mucho carisma y personalidad a un personaje potencialmente plano. Me encanta el contraste entre su entusiasmo y sarcasmo, y la seriedad de los personajes que la rodean. Parece que la joven actriz está entrando poco a poco en el mainstream, y espero que siga así; ¡no me molestaría verla en una película de renombre para cines!
Por otro lado, Kristina Tonteri-Young está muy bien como Beatrice. Su química con Alba es palpable, y resalta tanto en las escenas más dramáticas, como durante las secuencias de violencia. Ayuda, además, que Beatrice como personaje sea adorable, y que haya crecido bastante en comparación a su aparición en la primera temporada. Por su parte, William Miller es suficientemente intimidante como Adriel, luciendo como un Fabio encantador y demoníaco. Thekla Reuten logra inyectarle algo de emotividad a la historia a través de su rol como Jillian; Tristán Ulloa es creíble como Vincent; la Madre Superiora Sylvia De Fanti demuestra ser la lideresa perfecta para nuestras protagonistas; Olivia Delcán destaca más que antes como la Hermana Camila, y Joaquim De Almeida (uno de los grandes actores secundarios de Hollywood) la está pasando muy bien interpretando al nuevo Papa.
Si se divirtieron con la primera temporada de “Warrior Nun”, entonces la pasarán de lo lindo con la segunda. La serie es lo que es, y dudo que vaya a convertir a los espectadores más cínicos; no busca ser nada más que entretenimiento puro, pues, aprovechando bien el potencial de su ridículo título. Pero si creen que no serán capaces de creerse una historia que involucra a Monjas Elegidas por una Aureola, Hermanas Que Saben Kung-Fu, demonios carismáticos, mujeres aladas, y portales a otras dimensiones, pues no le pongan play ni al primer episodio. “Warrior Nun” no es para todo el mundo, pero quienes estén sedientos de ver historias de género suficientemente bien contadas, y que no tienen miedo de ser absurdas, deberían darle una oportunidad a este show. Espero que puedan producir una tercera temporada; con Netflix nunca se sabe.