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CRÍTICA – Euphoria (Temporada 2, Episodio 4)

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Estoy seguro que hay algún mensaje secreto en alguna parte que aún no encuentro. Esto es lo primero que pienso de este episodio titulado “You Who Cannot See, Think of Those Who Can”. Hemos pasado la mitad de temporada y Sam Levinson ha aprovechado para darnos el típico capítulo experimental que suele tener cada serie. El tema es que con Euphoria, eso ya es decir mucho. Entonces digamos que es el más ambicioso, que la verdad, no es decir menos.

Es ambicioso porque ha elevado aún más el nivel visual que ya ha mostrado desde su estreno. Pero también lo es porque ha sobreestimado nuestra inteligencia, o por lo menos, la mía. Así que el ejercicio de esta reseña me servirá para ver si es que entendí más de lo que creo. Lo que sí he comprendido es que Rue, Cal y Cassie han tocado el fondo más profundo, ese en el que solo te queda ir hacia arriba, pero no solo eso, se han quedado solos contra el mundo. Lo otro que he entendido es que todos los demás pueden esperar. La serie, sobre ellos, mucho no está siendo.

El episodio abre nuevamente con Rue (no tuvimos escena flashback esta semana), esta vez teniendo relaciones con Jules, aunque claro, sucede lo que esperaríamos. Rue no puede sentir nada, está muy drogada como para sentir algo. Ni placer ni dolor, nada. Aquí está la primera rajadura tangible en la relación de las dos chicas, a pesar de que, otra vez, escuchamos que Rue ama a Jules. Lo dice con la voz en off y luego vemos a ambas representadas en cuadros, dibujos animados y recreaciones de escenas de películas (por cierto, no me queda más que aplaudir la dirección de arte y fotografía pues la representación de El nacimiento de Venus roza la perfección). Esto confirma lo que ya el episodio anterior había adelantado. Rue no es una persona tan sexual, su amor por Jules es, esencialmente, platónico.

Ahora, también el episodio anterior nos había anunciado la infidelidad de Jules, pues se nota la tensión sexual con Elliot. La materialización de esta llega temprano, no sin antes escuchar a Jules hablar sobre cómo su relación se resquebraja. El resto del episodio es el trío de chicos con las hormonas revueltas, la atracción por las situaciones peligrosas y finalmente, Rue alejándose porque no soporta a Jules. Y aquí es cuando voy a pedir el libro de reclamaciones. Jules se deja llevar por el momento y, ya sin su pareja, le insinúa a Elliot completar lo que dejaron pendiente. Elliot le confiesa que Rue sigue consumiendo todo tipo de drogas, ¿Jules realmente no se había dado cuenta? No soy, en definitiva, ningún experto en drogas, pero aunque fuera este el primer episodio que veo de la serie, lo sabría y me hubiera dado cuenta. Vamos, ¡Es que está muy dopada!

Saltamos a la trama de Cassie que rompe su «relación» con Nate tras una discusión en la que le increpa que está pensando en volver con Maddy. Esto es el desencadenante de todo lo que le sucede en el resto del episodio. Tenemos la fiesta de cumpleaños de Maddy en la casa de Lexi y Cassie. Es una reunión pequeña de solo chicas…y Nate. Más allá de deambular toda la noche, Cassie se embriaga excesivamente y ocasiona una de las escenas más raras de la serie, vomitando dentro de un jacuzzi en el que está todo el grupo, tras escuchar, de la boca de Maddy, todos los halagos que Nate suele decirle. Cassie ha tocado fondo y no saldrá hasta sanarse de la obsesión que tiene con el ex-novio de su mejor amiga.

Paralelamente, Cal decide tener una epifanía y volver, veinte años después, al pub donde tuvo su primer encuentro gay con su amigo de la juventud. Creo que ha sucedido algo extraño con este personaje. Si bien inicialmente podría ser considerado como un villano dentro del argumento, parece como si hubiera purgado condena tras conocer su historia de cuando era un adolescente y también tras ser golpeado por Ashtray. Inspira mucha más compasión que hace dos episodios, es un tipo dañado psicológicamente, se siente solo y tras ser expulsado del bar, vuelve a su casa y le dice eso a su esposa, Marsha. Y como este episodio trata sobre tocar fondo, también confiesa, delante de su hijos, todas las relaciones homosexuales extramaritales que ha tenido. Quizá podría ser este el cierre de su arco, pues no hay señales de que Maddy pretenda usar la grabación, y sin eso, Cal sale sobrando un poco. No es que esté confirmado, solo estoy pensando en voz alta. De todas formas, sería un gran final para este personaje.

Sobre los demás, realmente poco. Kat le confiesa a Maddy que no puede continuar su relación con Ethan. Lexi se mantiene observando todo como una espectadora de lujo y Fezco está a punto de entrar a un problema mayor dentro de la mafia. Los últimos minutos del episodio aprovechan para hacer un ejercicio similar al del primer capítulo de esta temporada, como lo es darle unos segundos en pantalla a cada personaje sin que realmente estén haciendo algo, pero describiendo perfectamente su situación en ese momento.

Para finalizar, también entiendo que esta semana todo el capítulo ha estado enfocado mucho más en el «cómo», que en el «qué». Es que, artísticamente, este episodio tiene escenas sublimes. El montaje del baile de Cassie en el cumpleaños de Maddie y Cal bailando en el bar con una canción de Sinéad O’Connor de fondo, toda la escena del final de Rue (quiero entender que está teniendo un «mal viaje»), la iluminación durante la discusión de Jules y Rue, el plano de Kat y Ethan en el carro, el cierre de Cassie con una fotografía que asemeja al póster de Jennifer Lawrence en Mother! y en general toda la musicalización han estado magníficas en este episodio, incluso por encima del gran nivel que tenemos acostumbrados en toda la serie.

Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.

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CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 6

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Dirigida por el mismísimo Neil Druckmann (creador de los juegos), el sexto episodio de la segunda temporada de “The Last of Us” nos lleva al pasado, desarrollándose a través de una serie de flashbacks que ayudan a explicar mejor los pormenores de la relación entre Ellie (Bella Ramsey) y Joel (Pedro Pascal). Es así que comienza mostrándonos los cumpleaños dieciséis, diecisiete y diecinueve de Ellie, en los que vemos a Joel tratando de celebrar junto con ella de diversas formas: llevándole una torta y regalándole una guitarra que arregló; llevándola a ver una estatua de dinosaurio y luego a un museo, en donde juntos se suben a una cápsula espacial real; y bueno, encontrándola en su cuarto besándose con una chica, fumando marihuana y con un brazo recién tatuado. Pero finalmente, también la lleva a su primera patrulla, en donde se ven obligados a lidiar con una terrible situación que involucra al esposo de Gail (Catherine O’Hara), Eugene (el gran Joe “Joey Pants” Pantoliano).

Puede que hayamos regresado al pasado, pero lo mejor de este episodio es que nos permite entender mejor todo lo que ha estado pasando en la temporada. Estos flashbacks enriquecen la forma en que percibimos la relación casi de padre e hija de Joel y Ellie, haciendo que en nuestras mentes vinculemos los momentos importantes de los cumpleaños de Ellie a, por ejemplo, cuando ella encontró una guitarra en una habitación abandonada unos episodios atrás. Además, deja bien en claro la forma en que la chica ha estado lidiando con la adolescencia, pasando de celebrar feliz con Joel —casi como si fuesen una familia regular—, a estar resentida con él por lo sobreprotector que podía ser, y por el poco espacio que ella consideraba que le daba.

Pero lo más interesante viene con el último flashback, el cual nos permite ver la perspectiva de Joel de un evento previo de la temporada: el baile de año nuevo. Vemos como trató de defender a Ellie (y a Dina, interpretada por Isabela Merced) de un ataque homofóbico luego de tener una conversación interesante con la esposa de su hermano, pero más importante, vemos como Ellie conversó con él al encontrarlo con la guitarra en el frontis de la casa. Es ahí donde Joel finalmente le confiesa lo que pasó con los Fireflies, y que ella se da cuenta de lo egoísta que fue —no porque sea una terrible persona necesariamente, si no más bien porque la ama. Sí, acá Joel le dice a Ellie que la ama, y aunque ella sigue resentida, por lo menos vemos que sí quiere perdonarlo. Esto nos permite considerar todo lo que sucede después de otra perspectiva —tanto así, que quizás podría haber sido mejor que este episodio de “The Last of Us” haya salido al inicio de la temporada. No obstante, igual se trata de lo mejor que nos ha dado el show hasta ahora.

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CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)

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Episodio 10: Haz que se detenga

****½ sobre *****

Pues por fin pasó lo que tenía que pasar. Luego de años de espionaje, secretos, engaños, mentiras y trabajar en secreto, Luthen Rael (Stellan Skarsgard) falleció. Y falleció de la forma en que siempre hubiese querido: por su propia mano, luego de haber sido descubierto por Dedra Meero (Denise Gough) y revelado como el líder de la rebelión en Coruscant. Pero curiosamente, no se trata de una muerte inmediata. De hecho, apenas se acuchilla, los Imperiales se lo llevan a un hospital —después de todo, Dedra lo necesita vivo para que pueda confesar. Pero lamentablemente, la ISB tiene otros planes.

Es así que el décimo episodio de la segunda temporada de “Andor” se enfoca casi completamente en Luthen y Kleya (una increíble Elizabeth Dulau), con la segunda infiltrándose en el hospital como enfermera para encontrar a Luthen, quien todavía está vivo (con las justas) en una habitación climatizada. Pero no para encontrarlo y rescatarlo, si no más bien para sacarlo de su miseria —para que, nuevamente, muera como a él le hubiese gustado, sin confesarle nada a nadie, sin decirle a Dedra que, gracias a su ahora fallecido agente doble, sabe de la existencia de la Estrella de la Muerte. Y más importante, ahora Kleya es la única que sabe las palabras clave que serán de suma importancia para el futuro de la Alianza Rebelde: Jedha, Kyber y Erso.

Obviamente, cualquier fanático que se sepa al Episodio IV de la saga original y, más importante, a “Rogue One” de memoria, reconocerá estas palabras. Pero fuera de aquellas conexiones a las películas posteriores, lo mejor de “Andor” está en la forma en que humaniza la relación entre Luthen y Kleya. Los eventos del presente son intercalados con flashbacks que nos muestran como aquellos personajes se conocieron y, por supuesto, cómo Luthen fue radicalizando a una joven Kleya, demostrándole cómo el Imperio debía ser combatido. Todo esto resulta en un episodio emotivo, que concluye de forma apropiadamente solemne, pero a la vez, satisfactoria. Puede que Luthen esté muerto, pero sus ideales viven en Kleya —solo esperemos que a esta última no le pase nada malo en los siguientes dos episodios.

 

Episodio 11: ¿Quién más sabe?

****½ sobre *****

El Episodio 11 de la segunda temporada de “Andor” es de lo más tenso que nos ha entregado la serie. No solo porque involucra a Kleya tratando de comunicarse con los rebeldes con un código secreto, si no también porque nos muestra a los Imperiales tratando de descifrar dicho código, mientras Cassian (Diego Luna) eventualmente lo recibe en Yavin, y decide ir con Melshi (Duncan Pow) y K2-SO (Alan Tudyk) a Coruscant. Es así que la segunda mitad del episodio se siente como una carrera contra el reloj: ¿quién encontrará primero a Kleya, los Imperiales o Cassian? ¿Y qué decidirá hacer ella una vez que le transmita su conocimiento a nuestro protagonista?

Pero eso no es todo. También tenemos una excelente escena de interrogación, en la que el Director Krennic (Ben Mendelsohn) hace puré a la pobre Dedra, quien intenta ser honesta luego de que la acusan de ser una espía rebelde. Esto culmina en ella siendo trasladada a una celda —un destino bastante triste para un personaje que se había estado deleitando por años de ser despiadada y eficiente, pero que al esconderle información a sus superiores y tratar de atrapar a Luthen por sí sola, termina por acabar con su propia carrera. Después de todo, lo ÚNICO que le importa a Krennic y los Imperiales es mantener el proyecto de la Estrella de la Muerte en secreto. Todo lo demás es secundario. Nada más (ni nadie más) importa.

Es por todo eso que verdaderamente se comienza a sentir que estamos llegando al final. Que la serie de “Andor” está presentando de forma magnífica los últimos días de su protagonista antes de los eventos de “Rogue One”, enfatizando la importancia del proyecto de la Estrella de la Muerte para los Imperiales. Pero fuera de eso, este segundo episodio dirigido por el mexicano Alonso Ruizpalacios está lleno de detalles interesantes: desde el hecho de que vemos inmediatamente cómo K2 es considerando más como un amigo que como un droide por Cassian y los demás (aawww), hasta cómo ciertos elementos narrativos de episodios anteriores llegan a su culminación acá. ¿Lo único malo? “¿Quién más sabe?” termina con un cliffhanger inaguantable, y hasta ahora no sabemos qué es lo que pasará con Kleya. ¡No puedo creer que solo quede UN episodio para que “Andor” acabe para siempre!

 

Episodio 12: Jedha, Kyber, Erso

***** sobre *****

Y llegamos al final. ¡Pero qué final! Si hay algo que “Andor” en general, pero específicamente este último episodio han hecho, es, lo crean o no, mejorar a la película de “Rogue One”. Es decir, han hecho lo que pocas precuelas logran hacer: elevar el material al que preceden, haciendo que, en este caso, la “trilogía” de la Primera Temporada de “Andor”, la Segunda Temporada de “Andor”, y “Rogue One” funcionen bellamente como un todo. Pocas veces me he sentido tan emocionado, tan tocado y tan satisfecho con el final de una serie. Tony Gilroy, Alonso Ruizpalacios y el resto del equipo se han lucido de forma tremenda; el final de “Andor” no decepciona para nada. Ni está cerca de hacerlo.

¿Y qué es lo que pasa acá? Uf. Dedra termina en prisión, todo el trabajo que había hecho para el Imperio, eliminado. Partagaz (Anton Lesser) prefiriere suicidarse antes que ser castigado por sus superiores. Cassian logra rescatar a Aleya y, junto con Melshi, son salvados por K2-SO, quien se baja de la nave para acabar con todos los Imperiales que los estaban rodeando. Y más importante: el grupo logra regresar a Yavin IV, donde Cassian logra contarle a Mon Mothma (Genevieve O’Reilly, ahora sí con su peinado y look de “Rogue One”), el General Draven (Alistair Petrie), Bail Organa (Benjamin Bratt), y a la Senadora Pamlo (Sharon Duncan-Brewster) y el Senador Jebel (Jonathan Aris), a quienes habíamos visto en “Rogue One”, toda la información que recibió por arte de Kleya.

Inicialmente no le creen, pero como sabemos lo que eventualmente pasará en la película, al final, Cassian logra salir de Yavin IV junto a K2 para ir al Anillo de Kafrene. Es así que el episodio termina por empalmar PERFECTAMENTE con “Rogue One”, tanto así que, al terminar, lo primero que hice fue entrar a YouTube para buscar, apropiadamente, la escena de la película en el Anillo de Kafrene. Pero fuera de eso, el episodio nos deja con una sensación agridulce de esperanza; con el feeling de que hemos sido testigos de una serie que enfatiza las pequeñas acciones de gente rebelde de toda importancia, y que complementa bellamente a la película del 2016. En pocas palabras: este final deja en claro que “Andor” es literalmente LO MEJOR que Disney ha hecho con “Star Wars” y que, al menos para Vuestro Servidor, esta serie, junto con “Rogue”, es superior a las Secuelas. Lo he dicho, y dudo que me vaya a arrepentir.

Ah, y la cereza sobre el pastel: la escena final. Bix (Adria Arjona) y el hijo de Cassian. Un hijo al que sabemos nunca conocerá; ni siquiera sabrá de su existencia. La serie nos deja con ese pensamiento triste, pero también sabiendo que su legado quedará intacto, con Bix e incluso con B2-EMO (¡sí, sale al final!). Un desenlace más hermoso no podríamos pedir.

Ay, cómo te extrañaré, “Andor”.

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CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 5

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**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Aunque este episodio de “The Last of Us” no es necesariamente ni el más emocionante ni el más chocante, es gracias a la forma en que concluye que uno termina con la sensación de que las cosas cambiarán a partir del siguiente. ¿Spoilers? Pues sí: el quinto episodio de la segunda temporada termina con Ellie (Bella Ramsey) torturando a Nora (Tati Gabrielle) es un sótano en Seattle lleno de esporas que podrían infectar a cualquiera. A cualquiera como Nora, quien comienza toser como si no hubiese un mañana, pero definitivamente no a la inmune de Ellie. Es ahí que sale a tallar el lado oscuro de nuestra protagonista, quien aparentemente será capaz de hacer cualquier cosa con tal de llegar hasta donde Abby (Kaitlyn Dever).

Fuera (y antes) de eso, nos centramos en Ellie y Dina (Isabela Merced) tratando de pasar sin ser detectadas por entre las fuerzas de WLF, para así poder llegar al hospital donde supuestamente está Abby. Pero como las cosas no pueden ser tan fáciles, eventualmente son encontradas por los enemigos, lo cual las obliga a meterse en un parque lleno de Scars. Es ahí donde son testigos de un suceso terrible —básicamente, unos Scars destripando a un tipo mientras recitan sus líneas de fanáticos religiosos—, pero también donde se unen a Jesse (Young Mazino), quien las rescata momentos antes de un grupo de infectados inteligentes. Resulta que salió con Tommy del pueblo un día después de las chicas, y ha llegado para traérselas de vuelta a casa.

El episodio concluye, entonces, con Ellie y Dina separadas —la primera torturando, como se ha dicho ya, a Nora, y la segunda escapando con Jesse de sus enemigos. Quienes hayan jugado “The Last of Us: Parte Dos” sabrán exactamente lo que se viene, pero los demás se entretendrán con lo que este episodio tiene para ofrecer: como (casi) siempre, una buena mezcla de suspenso, gore, diálogos inteligentes, y uno que otro desarrollo interesante de la trama. Y como toque final, por razones más emocionales que narrativas, el episodio termina con una escena (¿un flashback, un sueño?) entre Bella y Joel (Pedro Pascal); una representación de lo que perdieron, y de lo que podrían haber tenido si es que las cosas hubiesen salido mejor. Una verdadera pena.

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