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CRÍTICA – Inventando a Anna (Miniserie)
Publicado
hace 3 añosel
Una primavera de títulos basados en historias de estafadores reales está floreciendo en los servicios de streaming. Tan solo una semana después de El estafador de Tinder ha llegado, también a Netflix, Inventando a Anna. La serie, que narra los pecados y la caída de Anna Sorokin, consta de nueve partes y está dirigida por Shonda Rhimes (Grey’s Anatomy), quien ha tomado como base el artículo periodístico de Jessica Presler, publicado en New York Magazine en 2018. De hecho, Pressler es productora y consultora de la serie. Es importante destacar este detalle, pues HBO prepara otra serie sobre el mismo caso, pero la abordará desde un punto de vista distinto, pues ha adquirido los derechos del best-seller, My Friend Anna: The True Story of a Fake Heiress, escrita por Rachel Williams, quien es una de las víctimas de Anna.
La serie utiliza como elemento de despegue a Vivian Kent (Anna Chlumsky), una periodista que tiene el rol de Jessica Pressler. En la ficción, trabaja para una revista llamada Manhattan y necesita escribir un artículo que la redima de uno anterior, en el que falló groseramente y le ha hecho perder credibilidad profesional. Para ello, se enfoca en Anna Delvey (Julia Garner, en una performance sobresaliente), cuyo apellido real es Sorokin. Anna afirmaba ser alemana y heredera de un fideicomiso de sesenta millones de euros, lo que le había permitido infiltrarse en la alta sociedad neoyorquina y sacar rédito de ello, como pases VIP a eventos, estadías en lujosos hoteles y ropa de alta costura. Sin embargo, el supuesto objetivo final que tenía era el de iniciar una fundación dirigida a las élites sociales que maneje la galería de arte más exclusiva del país. Para ello, intentó estafar a los banqueros e inversionistas más renombrados en busca de financiamiento. La serie nos presenta a Anna ya en prisión a la espera de un juicio, con Todd (Arian Moayed) como su abogado, quien también tiene un papel relevante en la conclusión de la serie.
Antes de ir analizando algunos aspectos muy interesantes de la cinta, me permito comentar que tengo cierta intriga por la estructura que está tomando Netflix para sus series originales. Varios de los episodios de esta serie superan largamente la hora de duración -incluso el último se alarga hasta los ochenta y dos minutos- y esa característica la hemos visto últimamente también en Estamos muertos, otra serie coreana reciente, también de Netflix por poner un ejemplo. Veremos si es que la tendencia es hacer producciones con capítulos cada vez más extensos.
Acoplo la reflexión anterior a la idea que tengo que definitivamente Inventando a Anna pudo haber estado mucho más comprimida en términos de duración. No he podido comprobar la opinión de otros colegas, pero, en mi humilde opinión, percibí que la subtrama periodística ha resultado muy poco provechosa para el ritmo de la serie. Nunca logré empatizar con el personaje de Vivian ni con los problemas que ella tiene y mucho menos con su estilo de buscar los testimonios de los implicados. Creo que el guion y la propia actriz desaprovechan en darle profundidad a sus dilemas como el de trabajar o atender a su hija recién nacida y el de explorar qué es lo que le atrae tanto de la historia de Anna, ya que hasta me queda más claro el porqué Todd la apoya que las propias razones de Vivian. Incluso, hasta es un poco descuidada en su método de investigación y sinceramente, este hecho resulta bastante sorpresivo pues, como ya mencioné, la periodista real es una de las productoras de esta serie. A pesar de ello, los pasajes de sus compañeros en «Escriberia», sección donde están los periodistas cercanos al retiro, sí le dan un aire mucho más cálido a los capítulos.
Con ese hecho, a mi criterio, como el principal defecto de la producción, también me resulta muy interesante la trama principal y, sobre todo, como se ha planteado. El argumento está repleto de áreas grises en las que es el espectador el que debe implicarse en la historia y deliberar si tiene simpatías o antipatías por las acciones de Anna. Inventando a Anna no se limita a contar los hechos, pues las motivaciones que llevaron a la estafadora a cometer los delitos de los que se le acusa son explicados a lo largo de los episodios, aunque en varias ocasiones parece desear ocultarlas. Lo que se va construyendo, conjuntamente, es un perfil completo del personaje en cuestión, mientras la propia investigación periodística va atando cabos sueltos y armando un reportaje sobre cada paso que Anna da hasta llegar a su objetivo final.
Los motivos que impulsan el plan de Anna, que por momentos roza lo maquiavélico, pueden no ser los correctos. Sin embargo, su carácter oportunista no se coloca en un nivel de moralidad inferior al que tienen las altas esferas económicas y sociales de una ciudad como New York, tan propia y ajena al mismo tiempo. Este hecho es lo que conduce a no ver a Anna como la mala de la trama, aunque tampoco como la víctima, sino como alguien con una idea bastante compleja y borrosa del bien y del mal. Incluso el papel de Todd, quien decide apoyarla por considerar que su origen social es similar al de Anna y guardar cierto resentimiento a la alta sociedad, encaja bastante bien en la sensación que puede tener cualquier espectador frente a la serie.
En medio de todo ello, hay algunas ambigüedades que se adecuan mejor a la realidad que otras y Shonda Rhimes, que ya no es una novata, entiende a la perfección qué sucesos modificar y, por supuesto, cuáles mantener para hacer la historia mucho más atractiva. Inicialmente nos vemos con algunos personajes ficticios de los que no se sabe cerrar muy bien su historia, pues como son ideados expresamente para la serie, terminan teniendo muy poco peso y solo son un vehículo para dibujar mejor el boceto de Anna que luego se profundiza. No obstante, el juicio y todo lo que sucedió en este, tiene mucho material apegado a la realidad, en especial los vestuarios con los que Anna asistió a la corte y que le permitieron captar la atención de la prensa y las redes sociales. Además, el enfoque que se le da a las redes sociales toma protagonismo y por algunos pasajes parece que Inventando a Anna toma una postura crítica frente a ellas, aunque por otros es más bien laxa. Aún mucho más confuso es el hecho de que en ciertas ocasiones Anna sí parece tener dinero, pero luego conocemos a su familia y sabemos que esto no es así, por lo que nunca está totalmente esclarecido cada paso que da y varios cables quedan sin conectar.
Por otro lado, el argumento tiene uno de sus puntos más altos cuando llega el momento del viaje a Marrakech. Quizá también es el quiebre en el que la obligación del espectador por tomar una postura. Sin embargo, puede que todo se desvirtúe por factores externos como una evidente intención de hacer quedar mal al personaje de Rachel Williams (Katie Lowes), pues ella es quien, a pesar de ser víctima de una de las estafas de Anna, sacó mayor provecho de su desgracia y prefirió hacer negocios con HBO que con Netflix. Es muy cierto que en estas producciones inspiradas en casos reales, hay que ver hacia dónde lleva la corriente, pero es algo muy normal en un mercado donde todo se trata de dinero que haya esta especie de sesgo dentro de la trama.
En definitiva, Inventando a Anna tiene todos los elementos para destacar, pues aquel sentimiento de culpa por intentar justificar la conducta delictiva de un personaje convertido en celebridad se vuelve adictivo conforme van pasando los episodios. Aunque algunos hechos son cubiertos algo desprolijos, pueden ser pasados por alto e incluso cooperar a generar ese ambiente de imprecisión que favorece la participación del público y el morbo propio de un caso que se regodea en la falsa moralidad.
Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.

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****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Dirigida por el mismísimo Neil Druckmann (creador de los juegos), el sexto episodio de la segunda temporada de “The Last of Us” nos lleva al pasado, desarrollándose a través de una serie de flashbacks que ayudan a explicar mejor los pormenores de la relación entre Ellie (Bella Ramsey) y Joel (Pedro Pascal). Es así que comienza mostrándonos los cumpleaños dieciséis, diecisiete y diecinueve de Ellie, en los que vemos a Joel tratando de celebrar junto con ella de diversas formas: llevándole una torta y regalándole una guitarra que arregló; llevándola a ver una estatua de dinosaurio y luego a un museo, en donde juntos se suben a una cápsula espacial real; y bueno, encontrándola en su cuarto besándose con una chica, fumando marihuana y con un brazo recién tatuado. Pero finalmente, también la lleva a su primera patrulla, en donde se ven obligados a lidiar con una terrible situación que involucra al esposo de Gail (Catherine O’Hara), Eugene (el gran Joe “Joey Pants” Pantoliano).
Puede que hayamos regresado al pasado, pero lo mejor de este episodio es que nos permite entender mejor todo lo que ha estado pasando en la temporada. Estos flashbacks enriquecen la forma en que percibimos la relación casi de padre e hija de Joel y Ellie, haciendo que en nuestras mentes vinculemos los momentos importantes de los cumpleaños de Ellie a, por ejemplo, cuando ella encontró una guitarra en una habitación abandonada unos episodios atrás. Además, deja bien en claro la forma en que la chica ha estado lidiando con la adolescencia, pasando de celebrar feliz con Joel —casi como si fuesen una familia regular—, a estar resentida con él por lo sobreprotector que podía ser, y por el poco espacio que ella consideraba que le daba.
Pero lo más interesante viene con el último flashback, el cual nos permite ver la perspectiva de Joel de un evento previo de la temporada: el baile de año nuevo. Vemos como trató de defender a Ellie (y a Dina, interpretada por Isabela Merced) de un ataque homofóbico luego de tener una conversación interesante con la esposa de su hermano, pero más importante, vemos como Ellie sí conversó con él al encontrarlo con la guitarra en el frontis de la casa. Es ahí donde Joel finalmente le confiesa lo que pasó con los Fireflies, y que ella se da cuenta de lo egoísta que fue —no porque sea una terrible persona necesariamente, si no más bien porque la ama. Sí, acá Joel le dice a Ellie que la ama, y aunque ella sigue resentida, por lo menos vemos que sí quiere perdonarlo. Esto nos permite considerar todo lo que sucede después de otra perspectiva —tanto así, que quizás podría haber sido mejor que este episodio de “The Last of Us” haya salido al inicio de la temporada. No obstante, igual se trata de lo mejor que nos ha dado el show hasta ahora.
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CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 10, 11 y 12 (FINAL)
Publicado
hace 1 semanael
14 mayo, 2025
Episodio 10: Haz que se detenga
****½ sobre *****
Pues por fin pasó lo que tenía que pasar. Luego de años de espionaje, secretos, engaños, mentiras y trabajar en secreto, Luthen Rael (Stellan Skarsgard) falleció. Y falleció de la forma en que siempre hubiese querido: por su propia mano, luego de haber sido descubierto por Dedra Meero (Denise Gough) y revelado como el líder de la rebelión en Coruscant. Pero curiosamente, no se trata de una muerte inmediata. De hecho, apenas se acuchilla, los Imperiales se lo llevan a un hospital —después de todo, Dedra lo necesita vivo para que pueda confesar. Pero lamentablemente, la ISB tiene otros planes.
Es así que el décimo episodio de la segunda temporada de “Andor” se enfoca casi completamente en Luthen y Kleya (una increíble Elizabeth Dulau), con la segunda infiltrándose en el hospital como enfermera para encontrar a Luthen, quien todavía está vivo (con las justas) en una habitación climatizada. Pero no para encontrarlo y rescatarlo, si no más bien para sacarlo de su miseria —para que, nuevamente, muera como a él le hubiese gustado, sin confesarle nada a nadie, sin decirle a Dedra que, gracias a su ahora fallecido agente doble, sabe de la existencia de la Estrella de la Muerte. Y más importante, ahora Kleya es la única que sabe las palabras clave que serán de suma importancia para el futuro de la Alianza Rebelde: Jedha, Kyber y Erso.
Obviamente, cualquier fanático que se sepa al Episodio IV de la saga original y, más importante, a “Rogue One” de memoria, reconocerá estas palabras. Pero fuera de aquellas conexiones a las películas posteriores, lo mejor de “Andor” está en la forma en que humaniza la relación entre Luthen y Kleya. Los eventos del presente son intercalados con flashbacks que nos muestran como aquellos personajes se conocieron y, por supuesto, cómo Luthen fue radicalizando a una joven Kleya, demostrándole cómo el Imperio debía ser combatido. Todo esto resulta en un episodio emotivo, que concluye de forma apropiadamente solemne, pero a la vez, satisfactoria. Puede que Luthen esté muerto, pero sus ideales viven en Kleya —solo esperemos que a esta última no le pase nada malo en los siguientes dos episodios.
Episodio 11: ¿Quién más sabe?
****½ sobre *****
El Episodio 11 de la segunda temporada de “Andor” es de lo más tenso que nos ha entregado la serie. No solo porque involucra a Kleya tratando de comunicarse con los rebeldes con un código secreto, si no también porque nos muestra a los Imperiales tratando de descifrar dicho código, mientras Cassian (Diego Luna) eventualmente lo recibe en Yavin, y decide ir con Melshi (Duncan Pow) y K2-SO (Alan Tudyk) a Coruscant. Es así que la segunda mitad del episodio se siente como una carrera contra el reloj: ¿quién encontrará primero a Kleya, los Imperiales o Cassian? ¿Y qué decidirá hacer ella una vez que le transmita su conocimiento a nuestro protagonista?
Pero eso no es todo. También tenemos una excelente escena de interrogación, en la que el Director Krennic (Ben Mendelsohn) hace puré a la pobre Dedra, quien intenta ser honesta luego de que la acusan de ser una espía rebelde. Esto culmina en ella siendo trasladada a una celda —un destino bastante triste para un personaje que se había estado deleitando por años de ser despiadada y eficiente, pero que al esconderle información a sus superiores y tratar de atrapar a Luthen por sí sola, termina por acabar con su propia carrera. Después de todo, lo ÚNICO que le importa a Krennic y los Imperiales es mantener el proyecto de la Estrella de la Muerte en secreto. Todo lo demás es secundario. Nada más (ni nadie más) importa.
Es por todo eso que verdaderamente se comienza a sentir que estamos llegando al final. Que la serie de “Andor” está presentando de forma magnífica los últimos días de su protagonista antes de los eventos de “Rogue One”, enfatizando la importancia del proyecto de la Estrella de la Muerte para los Imperiales. Pero fuera de eso, este segundo episodio dirigido por el mexicano Alonso Ruizpalacios está lleno de detalles interesantes: desde el hecho de que vemos inmediatamente cómo K2 es considerando más como un amigo que como un droide por Cassian y los demás (aawww), hasta cómo ciertos elementos narrativos de episodios anteriores llegan a su culminación acá. ¿Lo único malo? “¿Quién más sabe?” termina con un cliffhanger inaguantable, y hasta ahora no sabemos qué es lo que pasará con Kleya. ¡No puedo creer que solo quede UN episodio para que “Andor” acabe para siempre!
Episodio 12: Jedha, Kyber, Erso
***** sobre *****
Y llegamos al final. ¡Pero qué final! Si hay algo que “Andor” en general, pero específicamente este último episodio han hecho, es, lo crean o no, mejorar a la película de “Rogue One”. Es decir, han hecho lo que pocas precuelas logran hacer: elevar el material al que preceden, haciendo que, en este caso, la “trilogía” de la Primera Temporada de “Andor”, la Segunda Temporada de “Andor”, y “Rogue One” funcionen bellamente como un todo. Pocas veces me he sentido tan emocionado, tan tocado y tan satisfecho con el final de una serie. Tony Gilroy, Alonso Ruizpalacios y el resto del equipo se han lucido de forma tremenda; el final de “Andor” no decepciona para nada. Ni está cerca de hacerlo.
¿Y qué es lo que pasa acá? Uf. Dedra termina en prisión, todo el trabajo que había hecho para el Imperio, eliminado. Partagaz (Anton Lesser) prefiriere suicidarse antes que ser castigado por sus superiores. Cassian logra rescatar a Aleya y, junto con Melshi, son salvados por K2-SO, quien se baja de la nave para acabar con todos los Imperiales que los estaban rodeando. Y más importante: el grupo logra regresar a Yavin IV, donde Cassian logra contarle a Mon Mothma (Genevieve O’Reilly, ahora sí con su peinado y look de “Rogue One”), el General Draven (Alistair Petrie), Bail Organa (Benjamin Bratt), y a la Senadora Pamlo (Sharon Duncan-Brewster) y el Senador Jebel (Jonathan Aris), a quienes habíamos visto en “Rogue One”, toda la información que recibió por arte de Kleya.
Inicialmente no le creen, pero como sabemos lo que eventualmente pasará en la película, al final, Cassian logra salir de Yavin IV junto a K2 para ir al Anillo de Kafrene. Es así que el episodio termina por empalmar PERFECTAMENTE con “Rogue One”, tanto así que, al terminar, lo primero que hice fue entrar a YouTube para buscar, apropiadamente, la escena de la película en el Anillo de Kafrene. Pero fuera de eso, el episodio nos deja con una sensación agridulce de esperanza; con el feeling de que hemos sido testigos de una serie que enfatiza las pequeñas acciones de gente rebelde de toda importancia, y que complementa bellamente a la película del 2016. En pocas palabras: este final deja en claro que “Andor” es literalmente LO MEJOR que Disney ha hecho con “Star Wars” y que, al menos para Vuestro Servidor, esta serie, junto con “Rogue”, es superior a las Secuelas. Lo he dicho, y dudo que me vaya a arrepentir.
Ah, y la cereza sobre el pastel: la escena final. Bix (Adria Arjona) y el hijo de Cassian. Un hijo al que sabemos nunca conocerá; ni siquiera sabrá de su existencia. La serie nos deja con ese pensamiento triste, pero también sabiendo que su legado quedará intacto, con Bix e incluso con B2-EMO (¡sí, sale al final!). Un desenlace más hermoso no podríamos pedir.
Ay, cómo te extrañaré, “Andor”.
destacado
CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 5
Publicado
hace 1 semanael
12 mayo, 2025
**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Aunque este episodio de “The Last of Us” no es necesariamente ni el más emocionante ni el más chocante, es gracias a la forma en que concluye que uno termina con la sensación de que las cosas cambiarán a partir del siguiente. ¿Spoilers? Pues sí: el quinto episodio de la segunda temporada termina con Ellie (Bella Ramsey) torturando a Nora (Tati Gabrielle) es un sótano en Seattle lleno de esporas que podrían infectar a cualquiera. A cualquiera como Nora, quien comienza toser como si no hubiese un mañana, pero definitivamente no a la inmune de Ellie. Es ahí que sale a tallar el lado oscuro de nuestra protagonista, quien aparentemente será capaz de hacer cualquier cosa con tal de llegar hasta donde Abby (Kaitlyn Dever).
Fuera (y antes) de eso, nos centramos en Ellie y Dina (Isabela Merced) tratando de pasar sin ser detectadas por entre las fuerzas de WLF, para así poder llegar al hospital donde supuestamente está Abby. Pero como las cosas no pueden ser tan fáciles, eventualmente son encontradas por los enemigos, lo cual las obliga a meterse en un parque lleno de Scars. Es ahí donde son testigos de un suceso terrible —básicamente, unos Scars destripando a un tipo mientras recitan sus líneas de fanáticos religiosos—, pero también donde se unen a Jesse (Young Mazino), quien las rescata momentos antes de un grupo de infectados inteligentes. Resulta que salió con Tommy del pueblo un día después de las chicas, y ha llegado para traérselas de vuelta a casa.
El episodio concluye, entonces, con Ellie y Dina separadas —la primera torturando, como se ha dicho ya, a Nora, y la segunda escapando con Jesse de sus enemigos. Quienes hayan jugado “The Last of Us: Parte Dos” sabrán exactamente lo que se viene, pero los demás se entretendrán con lo que este episodio tiene para ofrecer: como (casi) siempre, una buena mezcla de suspenso, gore, diálogos inteligentes, y uno que otro desarrollo interesante de la trama. Y como toque final, por razones más emocionales que narrativas, el episodio termina con una escena (¿un flashback, un sueño?) entre Bella y Joel (Pedro Pascal); una representación de lo que perdieron, y de lo que podrían haber tenido si es que las cosas hubiesen salido mejor. Una verdadera pena.

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CRÍTICA: Andor – Temporada 2, Episodios 7, 8 y 9

CRÍTICA: The Last of Us – Temporada 2, Episodio 3

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