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CRÍTICA: Star Wars – The Acolyte (Episodio 7)

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*** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Mientras veía “Elección”, el sétimo episodio de “The Acolyte”, no podía dejar de pensar: “¿por qué ahora?”. Es decir, ¿por qué dejar esta historia para el penúltimo episodio de la serie? Porque es acá cuando, por fin, volvemos a retroceder dieciséis años, para enterarnos de lo que de verdad pasó en Brendok. ¿En pocas palabras? El Maestro Sol (Lee Jung-jae) asesinó a la Madre Bruja de Osha y Mae de casualidad, y Mae fue la única testigo (aparte de los Jedi, claro está). Eso es lo que lo ha llenado de culpa por tantos años; ese es el oscuro secreto que le escondió a Osha mientras era su Padawan.

Entendible; y en otro contexto, sería bastante chocante. ¿Pero como el penúltimo episodio de la serie, en un momento en el que estamos más metidos en lo que está pasando en el presente? Pues no tiene mucho sentido. De haber revelado esto mucho antes, hubiera causado un mayor impacto en la forma en que percibimos a los Jedi —especialmente Sol e Indara (Carrie-Anne Moss)—, y hubiera tenido mayores repercusiones emocionales en el espectador. Pero llega tan tarde que siente como poco; como un anticlímax para un misterio que, siendo justos, no resultó ser tan interesante como lo que pasa años después con el Extraño de Manny Jacinto. Una pena, porque lo que sucede en el episodio tampoco llega a ser tedioso ni mucho menos; el problema es cuando sucede.

Después de todo, por fin vemos al Maestro Wookiee Kelnacca en acción (aunque poseído… ¡no podían hacerlo de forma directa!). Las coreografías de peleas siguen siendo excelentes, y la actuación de Jung-jae sigue siendo formidable; considerando el diálogo tieso que le dan, es un verdadero milagro que sea capaz de hacer lo que hace. Pero ni él, ni la acción ni los diferentes easter-eggs (¡pruebas de sangre para medir Midiclorianos! ¡Menciones al Consejo Jedi! ¡Speeders similares a los que veríamos en Endor décadas después!) logran quitarle a uno el sabor agridulce de la boca. Siendo el penúltimo episodio, “Elección” debería sentirse inevitable, y no como un obstáculo para poder llegar al final de la serie. Solo queda ver cómo este tan irregular show concluye la próxima semana; ¡espero no decepcione!

Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 1

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**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Este primer episodio de “El Pingüino” se siente como una continuación creíble de lo que Matt Reeves hizo con “The Batman” hace dos años. Tanto a nivel visual (al menos al inicio) como narrativo, el show hace un buen trabajo lidiando con las consecuencias de la inundación que acabó con los sectores más pobres de ciudad Gótica al final de aquella película, dejando en claro que las mafias y las familias de gángsters también tienen que cambiar su forma de vivir y operar luego de que el Caballero de la Noche demuestra ser una fuerza formidable del bien.

De hecho, es ahí donde entrar a tallar el Oz Cobb de Colin Farrell. Dándose cuenta que la familia Falcone ya no quiere trabajar con su fábrica productora y distribuidora de drogas, y especialmente luego de que asesina de forma instintiva al heredero de la fortuna, Alberto Falcone (Michael Zegen), nuestro protagonista comienza a buscar mejores fortunas. Es así que conoce al joven Victor Aguilar (Rhezy Feliz), un ladrón de medio pelo con el que inesperadamente comienza a congeniar, y que se convierte en su nuevo asistente y chofer. Juntos, planean hacerse cargo del mundo criminal de Gótica, incriminando a Salvatore Maroni (Clancy Brown) y su imperio en la muerte de Alberto, y tratando, al menos, de aliarse con la hija de Carmine Falcone (Mark Strong), Sofia (una inestable Cristin Milioti).

Como se deben haber dado cuenta, “El Pingüino” se lleva a cabo como un thriller criminal, con el “Pingüino” metido de lleno en el mundo de la mafia, drogas, sexo, violencia y demás. Al inicio, el show intenta copiar (con cierto éxito) el estilo visual que el director de fotografía Greg Fraser usó para “The Batman”, pero luego va desarrollando una estética propia, centrándose en un look menos estilizado y más realista. Poco a poco, pues, vamos viendo como este piloto va desarrollado bien al personaje del título, incluso mostrándonos parte de la relación de Oz con su madre, así como dejado en claro sus ambiciones para el futuro cercano. De forma realista y violenta, y entregándonos excelentes actuaciones (Farrell está irreconocible como siempre, pero Milioti se roba el show con una Sofía Falcone desquiciada y vengativa), “El Pingüino” comienza del manera prometedora. ¡Que venga más!

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CRÍTICA: El señor de los anillos: los anillos de poder – Temporada 2, Episodio 6

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**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El sexto episodio de “El señor de los anillos: los anillos de poder” se siente como una preparación para el verdadero clímax de la segunda temporada. Lo cual no está mal, por supuesto —así como la semana pasada se estaban colocando las piezas en su lugar, en esta ocasión, tenemos a las piezas preparándose para atacar. Más específicamente, Sauron (Charlie Vickers) termina de manipular a Celebrimbor (Charles Edwards), llegando a ponerlo en una suerte de ilusión óptica para que no se de cuenta que Eregion está a punto de ser invadida. El Extraño (Daniel Weyman) es guiado por Tom Bombadil (Rory Kinnear) para elegir de entre dos caminos y así cumplir con su destino. El Rey Durin (Peter Mullan) termina por demostrarle a su hijo (Owain Arthur) que ha perdido la cordura por culpa de su Anillo de Poder. Y Nori (Marcella Kavenagh) se da cuenta que el autosacrificio no es la única solución para sus problemas.

Lo más atractivo del episodio, claramente, es todo lo relacionado a Sauron. Vickers sigue demostrando ser un maestro a la hora de interpretar a este Señor del Engaño, dejando en claro que todo lo que está sucediendo es parte de su Plan Maestro para dominar la Tierra Media. Es algo, de hecho, que la misma Galadriel (Morfydd Clark) le dice a Adar (Sam Hazeldine), quien a su vez logra manipularla para que le diga la verdad sobre Sauron. Sí, Galadriel comete un nuevo error (lo cual no ayudará a que sus haters se callen), pero a la vez, trata de advertirle a Adar que ir a pelear es exactamente lo que Sauron quiere, pero éste no le hace caso. Todo lo que sucede en el episodio, por ende, se siente inevitable, como estar viendo como se va desarrollando un accidente automovilístico de consecuencias fatales.

No se trata, por ende, del episodio más emocionante de “El señor de los anillos: los anillos de poder”, pero sí de uno de los más emotivos. Consideren, si no, al Capitán Elendil (Lloyd Owen), cuyo castigo por parte del nuevo gobierno de Númenor es interrumpido por la ex Reina Míriel (Cynthia Addai-Robinson), quien termina demostrando ser la verdadera heredera del trono. Ambos comparten una de las escenas más sentimentales del show, lo cual debería terminar por sellarlos como dos de los personajes más creíbles y humanos de la serie. No obstante, si algo saben del Lore de la Tierra Media, es que Al-Pharazon (Trystan Gravelle) fue el último gobernante de Númenor, antes de su destrucción. Entonces, ¿qué pasará con esta versión de Míriel? Pues supongo que habrá que esperar a los dos (¡!) episodios que le quedan a la temporada para averiguarlo.

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CRÍTICA: El señor de los anillos: los anillos de poder – Temporada 2, Episodio 5

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****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Con el quinto episodio, la segunda temporada de “El señor de los anillos: los anillos de poder” comienza a agarrar viada, colocando todas las piezas de ajedrez ya casi en su lugar, listas para atacar. Después de todo, tenemos a un Sauron (Charlie Vickers) manipulando de manera descarada tanto a Celebrimbor (Charles Edwards) como a su asistente, Mirdania (Amelia Kenworthy). Al nuevo rey de Númenor, Al-Pharazôn (Trystan Gravelle) quitándole el rango a todo soldado que le sea leal a la ex Reina Regente Míriel (Cynthia Addai-Robinson), incluyendo al Capitán Elendil (Lloyd Owen) y el buen Valandil (Alex Tarrant). Y por supuesto, están los enanos. Disa (Sophia Nomvete) descubre algo perturbador en la oscuridad de Khazam-Dum, mientras que el Príncipe Durin (Owain Arthur) se va dando cuenta que el Anillo de Poder de su padre, el Rey Durin III (Peter Mullan), lo está haciendo actuar de una forma muy extraña.

Puede que suene como mucho, y en realidad lo es, pero en comparación a los cuatro episodios anteriores, este se siente más enfocado, concentrándose principalmente en las diferentes formas en que el plan de Sauron se está llevado a cabo. Se trata, pues, de un episodio en el que por fin somos testigos de las consecuencias de sus manipulaciones, tanto en los Elfos como en los Enanos y hasta en los hombres. Los Anillos son un obvio (e importante) efecto de ello, pero también está la llegada del ejército de orcos a Eregion, liderados, como siempre, por Adar (Sam Hazeldine), quien tiene como prisionera a Galadrield (Morfydd Clark), y considera a Sauron como el enemigo que tiene en común con los Elfos. La Guerra se avecina, y parece que los Elfos serán sus primeras víctimas, ya que Gil-Galad (Benjamin Walker) se niega a mandar ayuda a Eregion.

Más piezas en movimiento, y más personajes que actúan tanto de forma independiente como peones de Sauron. Pero si algo diferencia a este episodio de los previos, es que logra generar reacciones más emocionales en el espectador. Consideren, si no, al personaje de Kemen (Leon Wadham), quien resulta hasta más fácil de odiar que Sauron, y cuyas acciones (y arrogancia) resultan en la trágica muerte de Valandil (pobre). O también el gradual descenso a la locura del Rey Durin, lo cual trae consigo consecuencias tanto para su hijo específicamente, como para Khazad-Dum a la larga (dichas minas están más que condenadas). Y hasta la creación de la Puerta Oeste de Moria, la cual simboliza la amistad entre Elfos y Enanos (y vimos en “La comunidad del anillo”… ¡mellon!). En pocas palabras, el quinto episodio de “El señor de los anillos: los anillos de poder” se siente como el comienzo de la culminación de todo lo que vino antes, tanto a nivel narrativo como emocional, generando una palpable sensación de perdición eventual. ¡Que ya venga el siguiente!

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