Opinión
CRÍTICA – I Am Not Okay With This (1era Temporada)
Publicado
hace 4 añosel
Las plataformas de streaming como Netflix se han llenado de historias juveniles; series que exploran el crecimiento y las tribulaciones por las que tiene que pasar un personaje adolescente. No hay duda de que se están aprovechando de la nostalgia que el público siente hoy en día por aquellos tiempos, y específicamente por décadas como las del 80 ó 90 —consideren, si no, el éxito de shows como “Stranger Things”, que fuera de tener protagonistas memorables y una trama intrigante, definitivamente aprovechan al máximo la estética ochentera para atraer a un público que haya vivido durante aquella época. Es una moda —no tan pasajera—, de eso no hay duda alguna.
Y aunque inicialmente parece que “I Am Not Okay With This” es una serie más de adolescentes y eventos sobrenaturales, es a través de los siete episodios (sí, nada más) de la primera temporada, que demuestra ser algo un poco más interesante y oscuro. Se trata, pues, de un show que retrata de manera muy verosímil lo incómoda que puede ser la adolescencia, especialmente para alguien que se siente como una outsider, como una chica que no está particularmente interesada en pertenecer a ningún grupo o en ser popular. Sí, contiene algunos elementos sobrenaturales —no podía ser de otra manera, supongo—, pero ese no es el foco de “I Am Not Okay With This”. Lo importante acá son los personajes, sus interacciones, y como los diferentes conflictos en los que se involucran los van cambiando.
La protagonista de “I Am Not Okay With This” es Sydney (Sophia Lillis, a quien seguramente vieron en las dos películas de “IT”), una adolescente algo tímida y de personalidad fuerte, que vive en el aburridísimo pueblo de Brownsville, en los Estados Unidos. Va a la secundaria, como cualquier chica de su edad, pero solo tiene una mejor amiga, la popular Dina (Sofia Bryant). En casa, además, las cosas son bastante incómodas; su padre se suicidó unos meses atrás, razón por la que solo vive con su madre, Maggie (Kathleen Rose Perkins), quien trabaja horas extra para poder mantener a sus hijos, y su hermano menor, Liam (Aidan Wojtak-Hissong). Para Sydney, ella no es más que una adolescente común y aburrida.
Lo cual, al ser una serie de televisión, sabemos que no es cierto. Y esto se confirma cuando, eventualmente, descubre que tiene poderes telequinéticos, los cuales le permiten mover objetos con la mente. Completamente abrumada por este descubrimiento, Sydney no sabe qué hacer, hasta que se hace amiga de Stanley (Wyat Oleff, también de las películas de “IT”), un chico que se enamora de ella y que decide ayudarla a controlar sus poderes. Pero mientras el baile de secundaria se acerca, y la presión —tanto por parte de sus amigos como de su familia y el colegio en sí— se va acumulando, Sydney va dándose cuenta que tomar el control de su vida y de sus poderes de repente no será tan fácil.
Mientras que algunas series terminan siendo demasiado largas, abusando de subtramas innecesarias o expandiendo los roles de personajes secundarios que no funcionan en dosis tan grandes, los creadores de “I Am Not Okay With This” entienden que, a veces, menos es más. Después de todo, los siete episodios de esta primera temporada terminan durando menos que “El irlandés”, de Martin Scorsese (¡!), y por lo tanto se pueden consumir en un solo día sin mayores problemas. Esto resulta en una narrativa ágil y sencilla, la cual se mueve a buen ritmo sin sacrificar el desarrollo de sus personajes y sus relaciones. “I Am Not Okay With This” es una serie que prácticamente no tiene relleno, y que sabe dónde enfocarse para mantener atento al espectador.
Ayuda, además, el que los personajes estén construidos de manera realista, sin que se sientan como niños prodigio de televisión, o como el producto de la imaginación de un guionista que nunca ha conversado con un adolescente. De hecho, se puede argumentar que Sydney es un personaje complicado; una chica que casi siempre está molesta (con justa razón), y que trata a los que la rodean con poca empatía, o a veces hasta con algo de ira. De hecho, son esos cambios emocionales bruscos los que “activan” sus poderes, por lo que se podría decir que la inclusión de los mismos son como una suerte de metáfora para la adolescencia y todas sus complicaciones. Sí, puede que a veces resulte complicado relacionarse con Sydney —especialmente cuando trata mal a su madre o a sus amigos—, pero es muy fácil entenderla.
El trabajo de Sophia Lillis, además, es excelente. La joven actriz (y futura estrella) interpreta a Sydney como una chica complicada, que está tratando de sobrellevar el suicidio de su padre, su vida escolar, su vida romántica, su relación con Dina, y encima, sus nuevos poderes, los cuales podrían ponerla en aprietos. Es un personaje que se siente abrumado la mayor parte del tiempo, y Lillis la interpreta de forma absolutamente empática, haciendo que se sienta como una adolescente real: a veces graciosa, a veces carismática, pero la mayor tiempo llena de ira. Es un personaje redondo, del tipo que no se ve con mucha frecuencia en esta clase de shows.
El resto del reparto está muy bien, también. Wyat Oleff es encantador como Stanley; un chico medio hipster (prefiere ver películas en VHS y escuchar música en vinilos) y raro, pero que también vive una vida algo difícil. Kathleen Rose Perkins logra darle algo de humanidad a Maggie, la madre de Sydney; Sofia Bryant es carismática y creíble como Dina; Richard Ellis interpreta a Brad, el bully del colegio, como una caricatura andante, lamentablemente; y el Liam de Aidan Wojtak-Hissong es el clásico niño de película (o serie) que se comporta como adulto. La mayoría de escenas que protagoniza son graciosas, sí, pero contrastan con el tono más bien realista del resto del show.
Sí, se podría argumentar que “I Am Not Okay With This” abusa un poco de la voz en off de Sydney, la cual se supone representa sus pensamientos y los textos que escribe en su diario. Y sí, algunos de los personajes no son tan redondos o al menos creíbles como los protagonistas. Pero en general, “I Am Not Okay With This” me dejó gratamente sorprendido. Se trata de una serie que, a pesar de llevarse a cabo en el presente —los smartphones y la Internet existen— maneja una estética más bien retro, y que de manera más importante, logra desarrollar una historia con tintes sobrenaturales de manera creíble y absolutamente entretenida. Impecablemente actuada, ágil, corta, y con un final explosivo —en más de una forma— y chocante, “I Am Not Okay With This” es un show que merece tener una segunda temporada. ¡Estaré esperándola con ansias!
Cofundador y editor en NoEsEnSerie.com. Bachiller en Comunicación Audiovisual por la PUCP, y miembro de la APRECI—Asociación de Prensa Cinematográfica. Integra el staff de la revista MasGamers, las webs de Nintendo Pe y Fans de Zelda Perú, el portal web Cinencuentro, y el portal de cine peruano FotografiaCalato.com. Adicionalmente, es YouTuber para el canal Aprieta Start, y formó parte del staff de prensa del 18 Festival de Cine de Lima. También trabaja como fotógrafo para Star Wars Fan Club Perú. Desde enero del 2012 publica críticas y comentarios de cine en el blog Proyectando Ideas (el cual forma parte de la Asociación de Blogs de Cine). Crítico oficial de RottenTomatoes.com. Cinéfilo y seriómano empedernido.
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“Warrior Nun” es una de esas series que vi con mucho entusiasmo durante el primer año de pandemia, emocionado por disfrutar algo durante el encierro por el que muchos estábamos pasando. En ese momento, necesitaba ver algo entretenido y sonso y que no me haga pensar demasiado, y eso es precisamente lo que me dio la primera temporada de “Warrior Nun”. Mezclando una historia apropiadamente loca, con peleas bien coreografiadas, y actuaciones sorprendentemente sólidas, “Warrior Nun” le hizo honor a su tan memeable nombre, dando a entender que las cosas se pondrían incluso más estrafalarias en la siguiente temporada.
Y no puedo decir que se hayan equivocado. La segunda temporada de “Warrior Nun” podría considerarse como más de lo mismo, sí, pero a la vez, también es una mejora en relación a lo que vino antes. Sí, el diálogo es de calidad inconsistente. Sí, el tono del show varía con demasiada frecuencia, mezclando violencia y gore y comentario social y religioso, con momentos francamente ridículos. Pero no podemos negar que nadie vería una serie con un título como “Warrior Nun” esperando una obra maestra. De hecho, lo que el título nos podría prometer, sería una experiencia bien de serie-B, como algo que produciría la gente de The Asylum, o Sy Fy. El hecho de que sea algo considerablemente mejor que dichas ofertas debería ser considerado como un pequeño milagro.
(Heh. Milagro).
La segunda temporada de “Warrior Nun” comienza un par de meses luego de la primera. Nuestra protagonista, Ava (Alba Baptista), la Monja Guerrera del título, está viviendo en los Alpes Suizos con su mejor amiga (y quizás algo más), la aguerrida Hermana Beatrice (Kristina Tonteri-Young, hipnotizante). Se están escondiendo, pues, de Adriel (William Miller), quien revivió al final de la temporada pasada, y ahora está cobrando fama, realizando milagros, y convenciendo a la gente de que es un ángel caído desde el cielo. Evidentemente, nuestras heroínas saben que eso no es cierto, pero también que deben entrenar y prepararse para el inevitable enfrentamiento con este potencial demonio.
Sus planes se aceleran, sin embargo, cuando Ava conoce a Miguel (Jack Mullarkey), quien dice estar trabajando para una organización secreta dispuesta a acabar con Adriel. Con ganas de por fin hacer algo, Ava decide unirse a Miguel, siempre bajo el cuidado de Beatrice. Mientras ellas piensan en un buen plan, la Madre Superiora (Sylvia De Fanti) y su mano derecha, la hermana Camila (Olivia Delcán) intentan encontrar una manera de acabar con Adriel; la doctora Jillian Salvius (Thekla Reuten) sigue buscando la forma de recuperar a su hijo, Michael, quien pasó por un portal a otra dimensión; y el traicionero Padre Vincent (Tristán Ulloa) trata de convencer a Ava y compañía de unirse a Adriel en su supuesta misión por traer paz al mundo.
“Warrior Nun” es una de esas series fantásticas que cuentan con un montón de trama. Tenemos varios personajes importantes, y ni siquiera se ha mencionado en los párrafos anteriores a figuras como la monja corrupta Lilith (Lorena Andrea), o al nuevo Papa, Duretti (Joaquim de Almeida). Es un show con un montón de lore, que va introduciendo con rapidez nuevas contorsiones narrativas y giros e historias de trasfondo basadas en mitos y situaciones reales. Consideren, si no, el rol que juega en la historia la corona de púas de Jesucristo (¡!), o la aparición de personajes ajenos a la hermandad de Ava, como una monja increíblemente entusiasta (¡siempre sonriente!) llamada Yasmine (Meena Rayann). “Warrior Nun” está siempre en movimiento, introduciendo novedades con frecuencia, como para que el público no se aburra.
Generalmente, este tipo de estrategias resultan en productos finales demasiado inflados o hasta incoherentes…. pero sorprendentemente, ese no es el caso de la segunda temporada de “Warrior Nun”. El creador Simon Barry y su equipo (que incluye a David Hayter como guionista; ¡sí, la voz de Solid Snake en los juegos de “Metal Gear Solid”!) hacen un buen trabajo balanceando todos los elementos de la historia, como para no perder de vista ni a la protagonista, ni al conflicto central entre ella y Adriel. Sí, se podría ahondar más en elementos más contemplativos, como el hecho de que Ava sabe como es estar muerta, o como la desaparición de ciertos personajes que fueron importantes en la primera temporada. Incluso hay cierto giro chocante que acaba con todo un grupo de personajes, y a nuestras protagonistas no parece importarles mucho.
Lo cual no debería sorprender, francamente. “Warrior Nun” no es una serie contemplativa en lo absoluto; es una historia que funciona en el momento, y que como se ha mencionado antes, está siempre en movimiento. Si uno la ve considerando eso —y considerando, además, que está basada en un personaje de cómics; ¡sí, en serio!— entonces la puede pasar de lo lindo. Los episodios se mueven a buen ritmo, los personajes son simples pero carismáticos y entretenidos, y la trama es de lo más alocada. Incluso me atrevería a decir que hasta a las personas más conservadoramente religiosas les costaría ofenderse con “Warrior Nun”. Sí, el show deja muy mal parada a la Iglesia como institución, pero no parece tener nada en contra de la fe o de las creencias de la gente. Todo lo contrario.
Aparte de eso, resulta (todavía) muy divertido ver a estas monjas patear traseros. Al igual que en la primera, esta segunda temporada de “Warrior Nun” cuenta con peleas muy bien coreografiadas y emocionantes. Destacan una trifulca que sirve para demostrar los nuevos poderes de Lilith (ahora más demonio que monja, valgan verdades), y un enfrentamiento entre la Hermana Beatrice, y un montón de fanáticos de Adriel en un pasillo. Se nota que las mismas actrices han entrenado para estas secuencias, y felizmente son filmadas con movimientos de cámara fluidos y sin abusar de los cortes rápidos, como para que se entiendan bien y emocionen a cualquier espectador. Impresionante, la verdad.
Lo cual no quiere decir que todo en “Warrior Nun” sea espectacular. De hecho, por más de que la mayoría de efectos visuales digitales sean de buena calidad, la temporada todavía cuenta con algunos momentos francamente impresentables. Consideren, si no, las alas con las que cuenta cierto personaje (lucen como algo extraído de un juego para PlayStation 3), o ciertos planos en chroma, que parecen sacados de una película de hace veinte años. “Warrior Nun” aprovecha muy bien sus locaciones reales por toda Europa (los Alpes, por supuesto, y ciudades como Madrid), pero a la vez, puede lucir un muy poco barata cuando comienza a depender demasiado de creaciones digitales. No es algo que malogre la experiencia, pero sí evita que la serie se sienta tan sofisticada como seguramente le gustaría a sus creadores.
Mucho de lo disfrutable en “Warrior Nun”, eso sí, viene gracias al trabajo de los actores. Como siempre, Alba Baptista está genial como Ava, inyectándole mucho carisma y personalidad a un personaje potencialmente plano. Me encanta el contraste entre su entusiasmo y sarcasmo, y la seriedad de los personajes que la rodean. Parece que la joven actriz está entrando poco a poco en el mainstream, y espero que siga así; ¡no me molestaría verla en una película de renombre para cines!
Por otro lado, Kristina Tonteri-Young está muy bien como Beatrice. Su química con Alba es palpable, y resalta tanto en las escenas más dramáticas, como durante las secuencias de violencia. Ayuda, además, que Beatrice como personaje sea adorable, y que haya crecido bastante en comparación a su aparición en la primera temporada. Por su parte, William Miller es suficientemente intimidante como Adriel, luciendo como un Fabio encantador y demoníaco. Thekla Reuten logra inyectarle algo de emotividad a la historia a través de su rol como Jillian; Tristán Ulloa es creíble como Vincent; la Madre Superiora Sylvia De Fanti demuestra ser la lideresa perfecta para nuestras protagonistas; Olivia Delcán destaca más que antes como la Hermana Camila, y Joaquim De Almeida (uno de los grandes actores secundarios de Hollywood) la está pasando muy bien interpretando al nuevo Papa.
Si se divirtieron con la primera temporada de “Warrior Nun”, entonces la pasarán de lo lindo con la segunda. La serie es lo que es, y dudo que vaya a convertir a los espectadores más cínicos; no busca ser nada más que entretenimiento puro, pues, aprovechando bien el potencial de su ridículo título. Pero si creen que no serán capaces de creerse una historia que involucra a Monjas Elegidas por una Aureola, Hermanas Que Saben Kung-Fu, demonios carismáticos, mujeres aladas, y portales a otras dimensiones, pues no le pongan play ni al primer episodio. “Warrior Nun” no es para todo el mundo, pero quienes estén sedientos de ver historias de género suficientemente bien contadas, y que no tienen miedo de ser absurdas, deberían darle una oportunidad a este show. Espero que puedan producir una tercera temporada; con Netflix nunca se sabe.