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CRÍTICA: La casa del dragón (Temporada 1)
Publicado
hace 2 añosel
Con el episodio final de House of the Dragon hemos podemos confirmar lo que ya habíamos ido presenciando domingo a domingo. Esta serie, basada en el universo literario de George R.R. Martin y spin-off/precuela de la venerada Game of Thrones, ha borrado cualquier sinsabor que el final de la serie matriz haya podido dejar hace tres años. HBO ha sabido jugar ingeniosamente sus cartas para reconectar con los televidentes y fanáticos de la saga, a pesar de que, argumentalmente hablando, poco influye esta nueva producción en la original. Cada semana los reportes de audiencia han ido incrementándose y House of the Dragon (desde ahora, HOTD) no decepcionaba y no decaía. Y así se ha mantenido por diez semanas. Que haya superado a Game of Thrones por ahora aún es una discusión demasiado subjetiva y poco trascendente, pues comparar ocho temporadas contra una no suena tan lógico. HOTD, sin embargo, ha logrado una identidad muy suya sin que se sienta como una trama completamente alejada de GOT. Este es el principal mérito de una producción de estas características.
HOTD es consciente del material de referencia que tiene a su disposición y ejecuta, gracias a sus guionistas comandados por Ryan J. Condal, una adaptación que roza la perfección para funcionar como antología de la obra literaria. Entre cada capítulo ha habido saltos de tiempo de hasta diez años, pero seguir el ritmo no ha sido complicado ni forzoso, sino que hasta podríamos agradecer la dinámica con la que se ha movido todo para llegar a las partes más interesantes. A diferencia de GOT, HOTD tiene menos herramientas para lograr una historia que se desarrolle simultáneamente en varios frentes. A cambio, incrementa en el drama político e incluso no se ruboriza en inclinarse por subtramas soap opera o, lo que conocemos comúnmente, como ‘telenovelescas’. Llévelo usted a juicio si desea por tan atrevida decisión, pero valgan verdades, es un acierto redondo el de aquella fórmula planteada para involucrarnos emocionalmente con los personajes. Ese ha sido siempre el encanto de la obra de George R.R. Martin. No estamos frente a una historia en la que un grupo de personajes toma el papel de héroes medievales para enfrentar una fuerza maligna, sino que las pinceladas para definir a estos son precisas para plasmarlos de la manera más humana posible, evitando siempre la dicotomía de buenos y villanos.
En estos diez episodios hemos seguido, principalmente, la formación del conflicto que origina la ‘Danza de Dragones’, tras la muerte del Viserys. No sorprende, pero sí satisface que aún con esta premura por avanzar aceleradamente, hayamos tenido la oportunidad de disfrutar la construcción de los personajes más importantes durante dos o tres décadas e, incluso con cambio de actores y actrices por el natural paso del tiempo en la trama, no se encuentren incongruencias ni inconsistencias en el guion. Ni en los personajes intrínsecamente ni en la historia, por supuesto. Por el contrario, a cada uno se le brinda un espacio para explicarse, ya sea en un suceso puntual, o como consecuencia de cuestiones implícitas.
En el éxito de este propósito está incluido por supuesto, el nivel de actuación del reparto en general, resaltando Matt Smith y Rhys Ifans -quizá los que cuentan con la trayectoria más reconocida de todo el elenco- porque son los que tienen una performance más consistente, pero también es imposible dejar de mencionar a Milly Alcock y Emma D’arcy como las versiones joven y adulta de Rhaenyra, respectivamente, y a Paddy Considine que ha tenido la escena dramática mejor conseguida de la temporada y una de las más brillantes de los últimos años de la televisión.
En los apartados técnicos, tampoco hay nada que reprochar, salvo cuestiones tan banales como que hubiera sido lo ideal escuchar una música en los créditos iniciales completamente nueva y no la misma que GOT, aunque por supuesto se entiende que parte de la estrategia comercial por parte de HBO era dejar bien en claro que HOTD es parte del mismo universo que su laureada serie. El nombre de la producción ya promocionaba quienes serían los invitados especiales al programa y aunque es necesaria una espera un poco prolongada de algunos episodios, los dragones también toman la importancia debida en la trama, por supuesto acompañados de unos efectos visuales de primer nivel. Hubo alguna que otra queja por determinadas escenas nocturnas en algún episodio, lo que dificultaba la visualización de ciertas secuencias, pero no me supuso un asunto demasiado grave como para arruinar la experiencia. El diseño de arte y de producción, por otro lado, nunca decepcionó en GOT y desde luego acá tampoco lo ha hecho.
Tendremos que esperar hasta el 2024 para la segunda temporada, pero bien dicen que lo bueno se hace esperar. Los diez episodios que conforman esta primera parte, por ahora, representan la reconciliación de la franquicia con el público y ha sobrepasado las expectativas mías y seguro que las de la propia HBO. Me reafirmo, igualmente, en decir en que es muy pronto para sentenciar que HOTD es mejor que la serie original, pero de lo que estoy seguro es que, sin decir nombres propios porque ya sabrán a quien me refiero, ha eclipsado a la competencia.
Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.
****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.
De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.
Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.
****½ sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.
Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.
Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.
destacado
CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)
Publicado
hace 3 semanasel
31 octubre, 2024EPISODIO 8
****sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.
¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!
Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…
EPISODIO 9 (FINAL)
**** sobre *****
*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*
…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.
Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.
Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!