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CRÍTICA – Stranger Things (Temporada 4, volumen 2)

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La cuarta temporada de Stranger Things traía consigo muchas expectativas desde los elementos externos que Netflix había dado a conocer como el presupuesto estratosférico, propio de un blockbuster cinematográfico, la extensa duración de sus episodios, incluyendo su final de temporada con un capítulo de ¡dos horas y media!, y la separación en dos partes estrenadas con poco más de un mes de diferencia (algo probado anteriormente por la plataforma con La casa de papel, por ejemplo). Viendo los siete primeros episodios que correspondían al estreno del bloque uno, ya habíamos asimilado un crecimiento significativo en cada casillero, tanto técnico como argumental, que confirmaba a la serie como una de las mejores que la “N gigante” hubiera producido a la fecha.

Este octavo y noveno episodio recientemente estrenados debían suponer un acercamiento directo y explícito de los personajes que se situaban en Hawkins hacia el temible Vecna, dejando de lado las amenazas latentes de muertes repentinas que inundaron de pánico a la población del pequeño pueblo. Se ha aminorado, en efecto, la gran dosis de body horror que los hermanos Duffer habían añadido a su receta, para dar espacio a toda la preparación para el enfrentamiento en el que el mejor atributo del que la serie ha gozado desde siempre sale a flote. Todos los personajes, o por lo menos los recurrentes, están muy bien escritos y se les da el espacio para que cada uno de ellos pueda desarrollar emociones en una trama que ha volcado mucho de su núcleo a apalancarse de los traumas y miedos más profundos. Sin embargo, nunca el guion se ha permitido ponerse letárgico por lo que, mientras la historia va avanzando a ritmo muy dinámico, cada actor va haciendo muy suyo cada personaje y se torna sencillo encariñarse con todos, incluso con los que fueron llegando en temporadas más recientes como son los casos de Sadie Sink, Maya Hawke y Joseph Quinn.

Por otro lado, la serie continúa con el desarrollo paralelo de varios frentes, lo que permite desdoblar la acción e incrementar el suspenso. Tenemos, por ejemplo, una escena con “música en vivo” que realza esta funcionalidad y que seguramente será protagonista de los edits más virales de las redes sociales en las próximas semanas, tal como lo fue aquella en la que “Running Up That Hill” sonaba para salvar a Max hace unas semanas. Esto funciona especialmente bien en los momentos más apremiantes, pues conduce al extremo situaciones que necesitan de ello para hacer efectivo el peligro que presenciamos, destacando la gran edición de montaje. Estas secuencias se acomodan con corrección en la trama del grupo que se encuentra en Hawkins particularmente, que nuevamente se lleva la parte más atractiva de la historia, en desmedro de la subtrama que tiene lugar en Rusia, que la verdad nunca supo cómo ganar un lugar relevante, resultando, más bien, anticlimática en algunos pasajes. El tercer grupo, que involucra a Mike y Will yendo a rescatar a Eleven, puede llegar a sentirse lejos de la acción importante, pero colabora mucho el propósito de asignarles un arco de desarrollo más maduro con problemas más complejos, que hace muy llevadera su historia, sobre todo porque hemos crecido con ellos temporada a temporada y se hace muy familiar y orgánico este desarrollo.

Estos dos últimos episodios han redondeado e incrementado todos los aciertos que hasta ahora había mostrado la que ya se podría calificar como la mejor temporada de Stranger Things, que aún encuentra alguna falla respecto al cierre que se le da a determinado personaje (no entro en detalles para evitar spoilers) y a los riesgos que toma para llegar al desenlace, pero que, en conjunto, ha supuesto una evolución notable como producción. Bastante responsabilidad tendrá el costo de cada episodio (se hablan de US$ 30 millones por cada uno), pero, sea cual fuere el motivo, se percibe mucha más ambición en el despliegue visual, que acompaña, desde luego, a un guion que ha sabido quedarse con sus puntos altos e introducir cambios para volverse más entretenido y ágil dentro de las características propias que tiene una serie ambientada en la década de 1980 y que toma los clásicos del cine de la época como referencia para incrementar su atractivo cinematográfico, pero ya no para hacer de ello su mejor cualidad.

El final abierto que se produce por la última gran revelación sobre el final deja con ganas de saber que pasará inmediatamente después, aunque los propios hermanos Duffer ya dijeron que para la quinta temporada realizarán un salto en el tiempo dentro de la serie. Si es que esta, aún sin fecha de estreno, corrige unos pequeños defectos respecto a la utilización de personajes en el enfrentamiento final que el ritmo frenético del programa casi sabe camuflar por completo y mantiene el nivel técnico de la más reciente, seguramente tendremos la magnífica conclusión que Stranger Things merece y posiblemente, estemos ante la mejor producción original que Netflix alguna vez haya estrenado.

Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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CRÍTICA: Agatha en todas partes – Episodios 8 y 9 (FINAL)

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EPISODIO 8

****sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

El octavo (¡y penúltimo!) episodio de “Agatha en todas partes” comienza con el breve retorno de Alice (Ali Ahn), quien al encontrarse con la Muerte (Aubrey Plaza) se entera de que ya cumplió con su misión en la Tierra; al ser una Bruja de Protección, murió protegiendo a alguien. Luego de eso, retornamos a donde Billy (Joe Locke) y Jennifer (Sasheer Zamata) escapando de la prueba anterior, y del sacrificio de Lilia (Patti LuPone). Eventualmente, se reencuentran con Agatha (Kathryn Hahn), y aunque tratan de avanzar por el Camino de las Brujas, al final se dan cuenta de que este es un círculo, y regresan a donde comenzaron.

¿O no? Porque sí terminan llegando a la última Prueba, donde Agatha se da cuenta que cada una de las brujas ha llegado al momento en donde puede (¿debe?) recibir lo que está buscando. Jennifer recupera sus poderes (resulta que era la mismísima Agatha las que los estaba bloqueando), Billy encuentra la manera de meter la consciencia de su hermano en el cuerpo de un niño que está a punto de morir, y Agatha… bueno, logra crear vida a partir de la tristeza, lo que la lleva a enfrentarse a la Muerte y, para sorpresa de muchos, autosacrificarse. ¡Resulta que no era taaaan mala después de todo!

Todo va culminando, pues, tal y como asumíamos que culminaría, pero lo más interesante ha sido reservado para el final del episodio. Ya de vuelta en casa (y luego de haber adquirido su propio traje de superhéroe y todo), Billy se da cuenta de algo, y el público es testigo de un giro bastante chocante. El Camino de las Brujas nunca existió; siempre estuvo basado en las experiencias y cosas que Billy tenía en su cuarto. Como buen hijo de Wanda Maximoff, creó su propia realidad, y trajo consigo a las brujas para meterse en ella (lo cual explica cómo es que la Muerte se va del Camino simplemente cortando un agujero en una pared falsa en el fondo… huh). Es un “twist” que funciona, pero que sí me dejó con una desagradable sensación, parecida a la del estereotípico final de “todo fue un sueño”. Y así termina, lo cual, por supuesto, me lleva a…

EPISODIO 9 (FINAL)

**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

…el último episodio de “Agatha en todas partes”, por supuesto. Es aquí, pues, que nos enteramos —a través de un flashback bastante extenso— de la vida de Agatha entre 1750 y 1756, primero cuando dio a luz a su hijo Nicky, y luego cuando vivió con él hasta el día que la Muerte se lo llevó, engañando a brujas para luego matarlas. Pero más importante, es aquí que se complementa lo revelado en el episodio anterior, mostrándonos que la Balada del Camino de la Bruja nunca fue real —simplemente era la adaptación de una canción que al pequeño Nicky se le ocurrió mientras caminaba con su madre cerca al bosque.

Por ende, es Agatha quien se inventó todo el rollo del Camino, y como se muestra en un montaje bastante memorable, quien engañó por literalmente siglos a brujas, diciéndoles que les mostraría el Camino, para luego extraerles todo su poder. Es eso, de hecho, lo que planeaba hacer con Alice, Jennifer y Lilia al inicio de la temporada, en el sótano de su casa… hasta que Billy, con su propio poder, creó el Camino por primera vez en la historia. Es así, pues, que este episodio final nos muestra claramente el arco de personaje de Agatha: comenzó la temporada como alguien que simplemente quería seguir engañando a otras brujas, como siempre, y la terminó sacrificándose por Tommy, y convirtiéndose en una fantasmita.

Es ya en el presente que la vemos así, y que llegamos al final de la serie: con Agatha y Billy saliendo a la luz, en busca de Tommy. ¿Veremos el desarrollo y desenlace de dicha aventura? Sospecho que sí, pero no sé si en una segunda temporada de “Agatha en todas partes”, o en alguna otra serie. En todo caso, se puede decir que este show terminó siendo mejor que lo que muchos esperaban; correcto, en términos generales, y en el caso de algunos episodios un poco repetitivo, pero en el caso de otros, bastante memorable. No la he pasado mal con “Agatha en todas partes”, y ahora que el personaje del título es un fantasma, me gusta la idea de seguir a Billy Maximoff en la búsqueda de su hermano. ¡Apúrense y háganlo realidad, Marvel!

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