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SEGUNDA OPINIÓN – Obi-Wan Kenobi (Episodios 1 y 2)

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*LIGEROS SPOILERS*

No hay saga cinematográfica más icónica que haya podido estrenar una trilogía de precuelas tras la trilogía original (El Hobbit no pudo lograr un sitio en la historia del cine como lo hizo El señor de los anillos) con tanto éxito como lo hizo George Lucas con Star Wars. Sin embargo, aún con opiniones muy polarizadas en la inmensa comunidad de fanáticos y el público en general, siempre se ha percibido un quiebre notorio entre el estilo de las tres primeras cintas y el de las de la segunda trilogía. Estas diferencias van más allá de simples introducciones tecnológicas para la realización de secuencias de ciencia-ficción o el mismo montaje, sino que se materializan en el propio argumento, evolución de personajes y conflictos.

Por ello, Obi-Wan Kenobi, la serie que protagoniza el personaje homónimo interpretado por el siempre aplicado Ewan McGregor -que vuelve a su papel tras diecisiete años-, traía incertidumbres tangibles por el estilo de historia que veríamos en los seis capítulos que llegarán por el servicio de Disney+. Es que, en esta nueva producción de la franquicia, el argumento se sitúa entre las dos primeras trilogías, por lo que la transición debía encontrarse en un punto medio en el que ambas conversen con elementos en común. Ahora bien, incluir el resumen de los Episodios I, II y III de la saga cinematográfica antes del inicio del primer capítulo de la serie pareció ser una declaratoria de intenciones que rápidamente se ve confirmada por la secuencia de entrada en la que advertimos la ejecución de la famosa y nefasta “Orden 66” para inmediatamente saltar diez años hacia adelante ya en Tatooine, con Obi-Wan -aunque él se haga llamar Ben, como sabemos- en el centro de la historia y con la amenaza de los Inquisidores que están tras sus pasos, en especial Reva (Moses Ingram), quien asoma como la antagonista principal hacia el futuro.

En tal caso, comprendemos que el guion encuentra relevante que nos situemos en el espacio-tiempo de los sucesos, pues esto no ha ocurrido de manera tan explícita ni con The Mandalorian ni con The Book of Boba Fett. Por ello, es que se deja sentir que tendremos la aparición de algunos personajes de la trilogía de secuelas -además de los ya confirmados-, pues la serie sigue a un Obi-Wan que reniega de actuar con la compasión de un Jedi, subsistiendo con lo justo, alejado de cualquier contacto humano cercano y vigilando a la distancia a un niño Luke Skywalker -incluso el tío de Luke, Owen (Joel Edgerton), le pide alejarse de él-. Sino fuera por este último objetivo, diría que este Obi-Wan se parece mucho al propio Luke que se niega a entrenar a Rey en la trilogía de secuelas, pues ambos han sufrido la decepción de sus aprendices previos. Y así como estos matices, encontramos varios otros que vienen reforzados por guiños a las películas de la saga y por las subtramas que se plantean.

Paralelamente, también se presenta la niñez de Leia en Alderaan junto a sus padres adoptivos, el senador Bail y su esposa Breha Organa, que pronto entrecruzará caminos con Kenobi por los malévolos planes de Reva. Sin embargo, aunque esto nos lleva a conocer Daiyu y las secuencias son interesantes y muy entretenidas, no he conseguido, personalmente, empatizar con el personaje de la princesa (y quiero remarcar la palabra “personalmente”) ya que es un poco desesperante la actitud que el guion le otorga. Sin embargo, es asunto debatible y probablemente correcto que la versión infantil de Leia Organa haya tenido tales conductas a juzgar por la carismática, pero contestataria, versión adulta de Carrie Fisher.

Por otro lado, la dirección de Deborah Chow, quien ya ha tenido a cargo un par de episodios de The Mandalorian, es bastante conservadora, pero, al mismo tiempo, se nota un profundo cuidado por mantener un lenguaje que sea compatible con el legado de la saga y que no traicione ni al pasado de los personajes ni a la esencia de alguna de las películas, por lo que, como comentaba líneas arriba sobre la división marcada entre la trilogía original y la de precuelas, es un esfuerzo significativo que estos dos primeros episodios de Obi-Wan Kenobi se aprecien coherentes y equilibrados con el enlace que representan argumentalmente. Para aplaudir también es la fotografía y el diseño de producción muy bien implementado, pero hay algunas animaciones que han quedado a medio camino para mi gusto.

En líneas generales, el estreno ha superado las expectativas que había generado, pues su protagonista ha sido presentado de manera muy orgánica y conciliada con el que conocíamos de las películas, aunque con notorios cambios en su forma de entender la filosofía Jedi, lo que abre nuevos debates sobre lo que ya comprendemos tras algunas décadas de producciones en la franquicia y pronosticaría, por esto, que Obi-Wan Kenobi se convertirá en el nuevo pilar de Star Wars que reconfigurará más de lo que esperamos. Y eso que aún no hemos visto a Hayden Christensen entrar en acción.

Estudié Economía en la Udep, pero mi película favorita no es Wall Street ni mi serie favorita es Billions. En realidad no tengo ninguna favorita, por eso dedico todo el tiempo posible a ver la mayor cantidad de series y películas que pueda, y porque me gusta. Escribo también en estrimin.pe.

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CRÍTICA: La vida sexual de las universitarias – Temp 3, Ep 1

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**** sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Si son fanáticos de las primeras dos temporadas de “La vida sexual de las universitarias”, seguramente ya sabrán que Reneé Rapp aparecerá menos en la tercera, habiendo decidido que prefiere dedicarle tiempo a su carrera de cantante en vez de actuar. Esto, claramente, resultará en la eventual desaparición de su personaje, Leighton, en la serie. ¿Pero cómo? Pues eso es algo que no nos demoramos en averiguar en el primer episodio. Resulta que su novia, Alicia (Midori Francis) se quiere ir de la Universidad de Essex para trabajar en Boston. Y (no tan) casualmente, el profesor de matemáticas de Leighton le ofrece hablar con un colega en MIT (¡en Boston!) para que se pase a dicha universidad a estudiar matemáticas, su verdadera pasión.

Conveniente, ¿no? O sea sí, pero es lo que la serie necesita —simplemente dará mucha pena ver a Leighton irse del show. Fuera de eso, sin embargo, este primer episodio hace un buen trabajo actualizándonos con las vidas de las chicas. Kimberly (Pauline Chalamet) y Whitney (Alyah Chanelle Scott) comienzan la historia peleadas debido a que la primera se metió con el ex de la segunda, Canaan (Christopher Meyer), pero felizmente terminan amistándose para el final. Whitney, además, tiene que acostumbrarse en la vida de una sorodidad. Y por su parte, Bela (Amrit Kaur) parece encontrar una nueva motivación para mejorar como persona, luego de enterarse de que no puede cambiarse de universidad por tener un GPA demasiado bajo: convertirse en mentora para los alumnos y alumnas de primer año.

Es bastante, especialmente considerando que el episodio es relativamente corto, pero como siempre, “La vida sexual de las universitarias” se mueve rápido y sin hacerse problemas, incluyendo todo tipo de diálogos graciosos y referencias a la cultura popular. Obviamente no todos los chistes funcionan, pero ninguno es demasiado estúpido, y ciertamente se ven beneficiados por el carisma de las protagonistas. Pero lo más importante de las dos temporadas anteriores, felizmente, sigue intacto: las buenas actuaciones, la química palpable y realista entre las actrices, y la franqueza con la cual temas relacionados a sexualidad y amistad son tratados por la creadora Mindy Kaling y sus guionistas. ¡Me muero por seguir con la temporada!

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 8 (FINAL)

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Llegamos al final de lo que podría considerarse como una de las mejores series del 2024. Y felizmente, “El Pingüino” ha concluido de manera satisfactoria —más que satisfactoria, de hecho. El personaje del título (Colin Farrell) por fin se ha convertido en el verdadero villano que siempre debió ser; Sofia Gigante (Cristin Milioti) ha regresado al asilo de Arkham, para volver a vivir su peor pesadilla. Pero más importante: lo que tanto nos teníamos, terminó pasando. Vic (Rhenzy Feliz), el eterno aliado de Oswald, es asesinado por este último luego de que tienen una breve conversación, en la que el primero le confiesa que lo considera como familia. El último cuchillazo en el corazón (no literal). El último paso que Oz tenía que dar para convertirse en lo que debía ser.

De hecho, lo que postula este último episodio de “El Pingüino”, es que Oz siempre fue así. Desde pequeño. No solo porque terminó matando a sus dos hermanos, como vimos en otro flashback, si no también porque siguió viviendo con su mamá después de eso, como si nada hubiese pasado. Para él, sus hermanos eran como obstáculo que le impedían estar con su madre, y que debían ser eliminados. Quería a su madre solo para él. Quería su aceptación. Quería darle la vida que siempre quizo tener. Pero como Oz no puede obtener todo lo que quiere, y mucho menos lo más importante para él, su madre termina teniendo un derrame, el cual la deja en estado vegetativo. Todo por lo que luchó, todo por lo que mató… se esfumó en pocos minutos. Y todo lo que queda es un Oz destruido, que lo tiene todo pero a la vez nada.

Es así, pues, que “El Pingüino” nos deja con una de las mejores construcciones de un villano que haya visto en un buen tiempo. A diferencia de lo que está haciendo Sony, la serie nunca trata de redimir a su personaje central ni mucho menos. No trata de convertirlo en un antihéroe. Lo que ha hecho es obligarnos a seguir a un personaje nefasto, a un psicópata al que entendemos, pero al que nunca llegamos a justificar. Es fascinante, y se cuelga de las excelentes actuaciones de Farrell, Milioti y Feliz. De hecho, si tengo una sola queja, es que “El Pingüino” no logra insertar suficientes referencias al mundo en el que sucede (¿cómo es que Batman ha ignorado todo lo que pasa en el show?) Y aunque me encantó la aparición de la Batiseñal al final, creo que pudieron haber puesto… más. Pero eso es lo único, ¡lo juro! Por lo demás, “El Pingüino” ha concluido muy bien, y ha demostrado ser, nuevamente, de lo mejor que hemos podido ver este año en streaming.

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CRÍTICA: El Pingüino – Episodio 7

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****½ sobre *****

*CUIDADO QUE HAY SPOILERS*

Ya nos vamos acercando al final. En el sétimo episodio de “El Pingüino”, llamado “El Jefe”, las cosas se tornan más complicadas para el personaje del título. Su madre, Francis (Deirdre O’Connell) ha sido capturada por Sofia Gigante (Cristin Milioti), y cuando llega a su casa en busca de Vic (Rhenzy Feliz), más bien se encuentra con Sal Maroni (Clancy Brown), quien le pide lo lleve a su base de operaciones en las alcantarillas. Después de todo, se quiere vengar de Oz por haber matado a su esposa, y de paso se quiere quedar con su operación de producción y distribución de drogas para compartirla con Sofia.

Es una situación compleja, pues, de la cual, para variar, Oz logra salir. Con la ayuda de un secuaz, logra apagar las luces de su base, se escapa de las garras de sus enemigos, y termina asesinando a Maroni… bueno, más o menos. Pelean, y este parece morir de un infarto, lo cual frustra a Oz, quien siempre quiere demostrar que es el ganador y es mejor de lo que el resto cree. Pero por su parte, en una conversación con Francis, Sofia se da cuenta de algo: todo este tiempo, quizo hacer algo nuevo, ser distinta. Pero ha estado jugando el mismo juego que su padre. Por ende, cuando Oz le pide que vaya a su base para entregar a su madre, hace algo diferente: le manda una bomba. Y aunque el Pingüino sobrevive (obviamente), para variar, los que pagan las consecuencias de la explosión son los residentes más pobres de la superficie. Al igual que con la inundación del Acertijo en “Batman”, son los más necesitados los que sufren por las acciones de estos villanos.

Es así que “El Pingüino” se va acercando a su final, sorprendiéndonos con giros narrativos interesantes y demostrando que ya se está acercando a un clímax potencialmente intrigante. Disfruté del flashback a la infancia de Oz con su madre (pues resulta que el pequeño Pingüino fue el responsable de la muerte de sus hermanos… o al menos eso parece), y disfruté de la escena entre Francis y Sofia, y de la intervención del Doctor Rush (Theo Rossi) en toda la situación. Sofia sigue siendo una antagonista formidable, dejando a Oz más solo que nunca. Aparentemente sin Vic (por el momento, asumo) y con un ejército muerto. ¿Qué pasará en el último episodio de la próxima semana? Tengo mis teorías, pero como siempre, estoy seguro que “El Pingüino” logrará sorprenderme.

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